Por Ibai Trebiño (Argia). Resumen Latinoamericano, 13 de julio de 2020.
A pesar de que el presidente Iván Duque rompiera los diálogos de paz con la guerrilla en 2019, un grupo de insurgentes sigue trabajando desde Cuba en el camino de la paz. Desde La Habana, Pablo Beltrán (San Gil, 1953), jefe negociador y miembro del Comando Central del Ejército de Liberación Nacional ‑ELN- ha respondido la entrevista de Argia.eus. Junto a él hemos abordado la cambiante actualidad política en Colombia y la actualidad de la guerrilla, así como los pasos dados en materia de pacificación.
–Estados Unidos ha comenzado maniobras militares en Catatumbo, Arauca y otras zonas de conflicto en Colombia. ¿Que lectura hace el ELN al respecto?
-En junio la presencia de tropas norteamericanas de EEUU en Colombia ha aumentado, tanto en el occidente del país como en la zona fronteriza con Venezuela; la excusa para su presencia militar es la guerra contra las drogas, pero en Arauca por ejemplo, se han erradicado las plantaciones de coca desde hace años. ¿Entonces, qué persiguen?. Es obvio que se trata de incrementar las operaciones abiertas y encubiertas contra Venezuela, lanzadas desde territorio fronterizo colombiano.
Estas maniobras, al igual que las realizadas en La Guajira o Cúcuta entre enero y marzo pasado, eran un preparativo del ataque con mercenarios y narcotraficantes que lanzarían posteriormente contra las costas venezolanas. En su plan para derrocar al gobierno bolivariano de Venezuela, los EEUU han desarrollado una base de operaciones muy fuerte en La Guajira, donde han consolidado una alianza entre la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA) y los cárteles de narcotraficantes.
–¿Entienden estas maniobras como una amenaza directa para la insurgencia?
-Desde hace más de cuatro décadas nuestras guerrillas están enraizadas en la frontera con Venezuela, donde todas las comunidades indígenas y campesinas son binacionales. Al incrementarse la presencia de tropas de EEUU en esta frontera es evidente que afecta de manera directa a nuestros frentes de guerra.
–Según el presidente Duque, los soldados norteamericanos «irán desarmados» en las operaciones. Usted en cambio, no descarta enfrentamientos directos.
-Las cinco zonas donde operan las tropas de la SFAB (Unidades Especiales del ejército de EEUU) son zonas de guerra, donde la alianza de las Fuerzas Armadas colombianas con narco-paramilitares y mafias es muy antigua, una fuerza que descargan contra las comunidades organizadas, por esto allí es donde más líderes sociales están asesinando.
Nuestras unidades guerrilleras combaten esta alianza contrainsurgente y por ello es posible que en algún momento veamos a los militares estadounidenses involucrados en un combate de estos.
–En este contexto, ¿que papel puede jugar el ELN en la defensa del proyecto bolivariano para el continente?
-En sus dos últimos congresos nacionales, el ELN ha ordenado a su militancia estar dispuestos a apoyar a la hermana República Bolivariana de Venezuela ante las agresiones del imperialismo norteamericano, que se han recrudecido desde 2015. Por lo tanto, desde las posiciones que tenemos en el cordón fronterizo combatimos a las fuerzas y bandas que perpetran ataques contra esta nación hermana. Además, insistimos ante la sociedad colombiana en lo grave que sería embarcar a Colombia en una guerra contra Venezuela, más aún cuando no hemos sido capaces de terminar el conflicto interno en nuestro país.
–En plena pandemia por el Covid-19 el ELN anunció un alto al fuego unilateral durante el mes de abril. ¿Que valoración hacen del desarrollo del mismo?
-Con este cese hemos demostrado tener voluntad de aportar soluciones políticas al conflicto, porque el propósito del cese era crear mejores condiciones para enfrentar el Covid-19; a su vez, hemos demostrado la falta de grandeza del régimen, quien no solo se negó a hacer el alto al fuego que pidieron tanto la ONU como el Papa, sino que aprovechó el cese para el incremento de la presencia militar y paramilitar de nuestras zonas, lo que dejó un mayor número de líderes comunitarios asesinados.
–La ONU sin embargo sigue aconsejando la prolongación del mismo, insistiendo en la necesidad de un cese bilateral. ¿Cual es la posición del ELN?
-Dos resoluciones sobre un alto al fuego de tres meses en los países con conflictos armados han sido estudiadas por el Consejo de Seguridad de la ONU, y a ambas se ha opuesto EEUU. En el caso de que un resolución fuera aprobada, esperamos que esta vez el gobierno lo acate y en nuestro caso, como siempre hemos dicho, creemos que un cese bilateral sería lo óptimo para enfrentar mejor la pandemia.
–¿Usted lidera el equipo negociador del ELN en La Habana. ¿En que momento esta la mesa de negociación?
-La mesa de negociación está congelada por parte del gobierno, porque a pesar de que algunos sectores de la coalición gobernante querían reabrirla, otros eran contrarios. En Colombia crecen los sectores de la sociedad que se pronuncian por un respeto a los acuerdos de paz y porque se prosiga en el esfuerzo de encontrar una solución política al conflicto, lo que constituye una fuerte presión para esa élite dominante, y no dudo que esa mayoría que está por pasar la página de la guerra va a obligar al gobierno a cambiar de conducta frente a la paz.
–¿Como se desarrollaron esas negociaciones antes de la llegada de Iván Duque al poder?
-Con el gobierno anterior (2010−2018) iniciamos a desarrollar una agenda de negociaciones de seis puntos que plantea poner fin al conflicto armado y acordar transformaciones, en la que privilegiamos la participación de la sociedad; por primera vez pactamos un cese bilateral de 101 días y reunimos un amplio abanico de representantes de todos los sectores políticos y sociales, para hacer con ellos el diseño de su participación en el logro de la paz.
En agosto de 2018, con el inicio del tercer gobierno de Uribe, quien llegó a aplicar su consigna de “hacer trizas la paz”, el camino hacia la paz se detuvo. Tanto con nosotros como con las FARC. En el caso de estos últimos, la situación ha sido grave; han matado más de 200 de sus integrantes y a medio centenar de sus familiares. En cuanto a los programas de sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito acordados con las comunidades por ejemplo, todos han sido suspendidos por el gobierno, por orden de Trump.
Es curioso que en 2016 mucha gente en Colombia nos decía “hagan como las FARC” pero ahora en cambio nos dicen: “no hagan como las FARC”.
–¿Tienen aún esperanzas de retomar los diálogos de paz?
-A este gobierno le queda aún media legislatura por cumplir. Si quisiera podría hacer aportaciones en el camino de la paz de Colombia, que es una aspiración de todos los políticos del país. En cuanto a nosotros, las instrucciones que tenemos es no levantarnos de la mesa de conversaciones.
Por otro lado, hay que destacar que iniciando este gobierno Duque propuso hacer un encuentro confidencial para rediseñar la mesa de conversaciones. Mientras, en público nos coloca múltiples requisitos previos que, según él, deberemos cumplir si queremos el reinicio de los diálogos de paz. Hemos respondido que estamos dispuestos a iniciar los diálogos, pero sin esas condiciones.
–Frente a eso, ¿tiene e ELN algún planteamiento específico para retomar los diálogos y avanzar hacia los acuerdos de paz?
-Hemos declarado que hay que construir sobre lo construido para no partir de cero en estas conversaciones. El gobierno en cambio, sostiene lo contrario. Duque quiere echar al cesto de la basura los avances hechos con el gobierno anterior. Conocedores de este negacionismo, le hemos dicho a este gobierno que si tiene objeciones a lo avanzado en materia de paz venga a la mesa de diálogos y aquí lo debatiremos.
–El gobierno colombiano sigue presionando a Cuba, garante de las negociaciones, para la extradición de la delegación de paz del ELN. Ustedes en cambio, han mostrado su voluntad de volver a Colombia siempre que haya garantías.
-En estas negociaciones internacionales de paz es costumbre firmar protocolos de retorno seguro en caso de ruptura de las conversaciones. Este protocolo lo acordamos con el gobierno en abril de 2016, pero ahora Duque dice que no es válido porque él no lo firmó; resulta que además está firmado por los seis países garantes, lo que lo convierte en un acuerdo internacional de obligatorio cumplimiento por el estado colombiano.
Los países garantes le han dicho al gobierno que es invariable su posición de exigir el cumplimiento de este protocolo, posición que respalda toda la comunidad internacional, lo que implica que Duque debe dar todas las garantías para que nuestra delegación de diálogos retorne a los campamentos del ELN, que es el compromiso que adquirió en este protocolo.
Le hemos dicho al gobierno que envíe a sus delegados para reiniciar la mesa de conversaciones o que cumpla el protocolo de retorno; pero ni lo uno ni lo otro. Su respuesta ha sido pedir a Cuba que nos extradite a Colombia. Ello implica una doble perfidia, ya que por un lado pisotea un acuerdo internacional y por otro lado presiona a Cuba deshonrando su compromiso como garante.
–Después del acuerdo con las FARC en 2016, el ELN queda como último actor armado insurreccional en Colombia y como última guerrilla latinoamericana…
-Al desmovilizarse las FARC, o atomizarse como ahora ocurre, a nosotros nos ven como el referente de lucha armada revolucionaria continental y eso es de una enorme dignidad que debemos honrar. El ELN, si bien propone recorrer un camino de solución política del conflicto, tiene como deber desarrollar la resistencia ante un poder imperialista y oligárquico, que lo único que aplica a los pueblos es la vía de la extinción, a modo de una solución final hitleriana.
–El acuerdo de 2016 además, ha traído un paradigma a la escena internacional: En Colombia hay paz. ¿Que ocurre con grupos como el ELN?¿Porque no se tienen en cuenta el resto de actores armados del conflicto?
-La retórica gubernamental en 2016 hablaba de un post conflicto en Colombia, luego de un post acuerdo y ahora nadie habla de esto en Colombia porque el conflicto sufre un escalamiento donde el régimen se ensaña contra las comunidades organizadas, a tal nivel que este mes han asesinando a un líder social cada día. Esto sin contar a los ex-combatientes que matan. Esta fase de la guerra contrainsurgente apunta a matar en la cuna a cualquier fuerza opositora que pueda surgir y llegar a sacar del poder a la extrema derecha violenta, que es hegemónica dentro de la oligarquía.
–En este contexto, ¿cual es la clave para la resolución del conflicto armado con el ELN y del conflicto político en general?
-En el punto 5 de la agenda de diálogos que firmamos en 2016 formulamos el propósito de “sacar la violencia de la política” y eso implica que el régimen deja de mantenerse en el poder con la violencia y nosotros dejaríamos de usar la violencia para sacarlos del poder; esto conlleva una profunda transformación, porque en 200 años de vida republicana la ley imperante ha sido la eliminación del contradictor. Para el ELN esta es la única vía para pasar la página de la guerra.
Por otro lado, hace falta romper las ataduras neocoloniales que nos someten al imperialismo norteamericano; estamos frente a un pulso estratégico entre las mayorías nacionales que queremos la paz y el imperio que vive de desarrollar una guerra perpetua.
(La versión original de esta entrevista ha sido publicada en el semanario vasco ARGIA)