Por Radicales Libres de Colombia. Resumen Latinoamericano, 6 de julio de 2020.
El pasado 30 de junio en la Ciudad de Bogotá, un poco más de mil personas se convocaron y participaron de la marcha de antorchas, convocada por algunas organizaciones sindicales, sociales y estudiantiles, por pan, techo, salud, trabajo, servicios públicos y educación para todos, tal y como rezaba la convocatoria que circuló de antemano por redes sociales.
La marcha luego de un largo recorrido iniciado en la calle 80 con Autopista Norte y posterior a adentrarse por calles y carreras del Norte Bogotano, culmino en Ecopetrol, centro de la ciudad, para brindar su apoyo a los trabajadores del petróleo que se hallan en la plazoleta de Ecopetrol, trabajadores sindicalizados de la industria petrolera, acompañados por muchas otras organizaciones sociales y populares.
La USO, Unión sindical Obrera, protesta contra la intención de Iván Duque, de enajenar los activos de la nación y particularmente empresas del estado, como ECOPETROL, entre otras. Por su parte, los jóvenes marchantes reivindican “matricula cero”, pues “de acuerdo con la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles de la Educación Superior (Acrees), la cifra de estudiantes que dejarán de estudiar el próximo semestre estaría entre el 30 % y el 50 % debido a la crisis económica por la COVID-19”.
En este país de escándalos en donde todo pasa y no pasa nada, “coincidió” esta marcha, con el hecho de “La violación de la niña embera de 11 años que tiene indignado al país”, que agregó otro motivo más, de denuncia en la movilización. El hecho ha destapado, por presión ciudadana, no solo este caso, sino que se han empezado a conocer otros casos de menor, igual o mayor trascendencia, que estaban en silencio, lo que ha obligado a, aplicar el dicho de “amarrar perros por delante”, y algunas instituciones se han “adelantado” a “denunciar” hechos pasados, presentes y hasta futuros.
Otros con el mayor descaro, han salido hasta a defender la institución violadora, o ya se prevee, que caminan a que los hechos sean materia de “rigurosa investigación”, para que finalmente duerman tranquilos el sueño de la impunidad. Según han dado a conocer algunos medios, “En cuatro años, 118 militares han sido relacionados con abusos sexuales”. Mientras tanto, por otro lado se señala que “Fiscalía investiga otros 9 casos de abuso sexual contra menores indígenas y señala que hay 49 casos en estudio”.
Y es que además se suma, en los territorios indígenas, que estos hayan presenciado como sus territorios se ven sometidos a fuertes procesos de militarización que amenazan su autonomía y el derecho que tienen a una vida libre de violencias.
Militarización que no solo se da en territorios de comunidades indígenas, sino que igualmente afecta territorios campesinos, entre otros, que al día de hoy nos permite observar “En medio de una cuarentena de más de 3 meses, hasta el 6 de junio, hayan asesinado 117 líderes sociales y 25 ex combatientes, cifra superior a la de 2019, donde según Naciones Unidas asesinaron a 107 [1]. Por si fuera poco, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) afirmó que Colombia a nivel mundial es el primer país en desplazamiento interno con 8 millones de personas”.
Escandalo tras escándalo, son las fuerzas militares y policiales quienes están saliendo muy mal paradas, hasta el punto que se escucha decir, de viva voz y en redes sociales, que quienes nos gobiernan son bandidos y criminales, y que sus fuerzas militares y policiales están solo para protegerlos y para seguir sus indicaciones. Nada alejado de la realidad si tenemos en cuenta los hechos que se suceden en diferentes partes del territorio colombiano, en el que elementos del ejército y de la policía, se ven envueltos en asesinatos.
El artículo “La gran crisis de las Fuerzas Militares de Colombia” publicado en “la oreja roja” en el que según dice, “Parece que el papel que tiene delegado actualmente el Ejército no es el de proteger a la población civil, sino de perseguirla; amenazarla en estos momentos en los que la paz en Colombia debe ser el gran objetivo de todos”.
A la crisis institucional, se agrega además, desempleo al alza pues según Iván Jaramillo, docente de la Universidad del Rosario e integrante del Observatorio Laboral de la misma institución “A nivel global se han perdido cerca de 400 millones de empleos, eso ha superado ostensiblemente todos los pronósticos. Ya en un panorama local se han perdido 4.7 millones de empleos, según lo que aseveró el DANE, eso ha generado una fuerte tendencia de negatividad, promovida también por un crecimiento de personas que han pasado a ser inactivas, es decir que ya no buscan empleo, eso profundiza las brechas entre hombres y mujeres, sobre todo en un aumento de las labores del cuidado”.
Tal y como están las cosas, el panorama futuro es desalentador en cuanto a la agudización de la crisis y nos anuncia que las movilizaciones de las gentes continuara creciendo, pese a que el Covid 19 amenace también la vida, puesto que nos encontramos entre la espada y la pared, por la vida.