Boli­via. Lucha de cla­ses, un auto­gol­pe es posible

Por Geral­di­na Colot­ti, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 agos­to 2020.-

Pro­tes­tas, repre­sión, denun­cias, caos ins­ti­tu­cio­nal. La ten­sión en Boli­via no ha remi­ti­do nue­ve meses des­pués del gol­pe de Esta­do que, en noviem­bre de 2019, derro­có al gobierno de Evo Mora­les, acu­sán­do­lo de frau­de elec­to­ral. Un plan ela­bo­ra­do des­de hace mucho tiem­po en las salas de Washing­ton, acti­va­do por oli­gar­quías loca­les con la com­pli­ci­dad de gran­des medios pri­va­dos, que con­tó con la inter­ven­ción direc­ta de Luis Alma­gro, secre­ta­rio gene­ral de la OEA.

Pos­te­rior­men­te, varias inves­ti­ga­cio­nes demos­tra­ron que el Movi­mien­to por el Socia­lis­mo (MAS) había gana­do las elec­cio­nes en la pri­me­ra vuel­ta y que el frau­de era un pre­tex­to para orga­ni­zar el gol­pe de Esta­do con la com­pli­ci­dad del alto man­do del ejér­ci­to. Mien­tras tan­to, sin embar­go, Mora­les se había vis­to obli­ga­do a salir del país y había sur­gi­do una situa­ción de fac­to, al igual que de fac­to es el «gobierno» de la auto­pro­cla­ma­da Jani­ne Añez quien, a pesar de los «acuer­dos» de irse den­tro de 90 días des­pués de con­vo­car nue­vas elec­cio­nes, aho­ra no tie­ne inten­ción de hacerlo.

Boli­via tam­bién es pre­sa de la pan­de­mia y de la mala ges­tión de los gol­pis­tas, que siguen el mode­lo de Trump y Bol­so­na­ro en cuan­to a escán­da­los, inep­ti­tud y repre­sión. En el país, ubi­ca­do en el cen­tro de Suda­mé­ri­ca y en un área de poco más de 1 millón de kiló­me­tros cua­dra­dos, has­ta el 12 de agos­to, los infec­ta­dos por coro­na­vi­rus eran ofi­cial­men­te 58.414, los muer­tos 3.827.

Áñez está uti­li­zan­do la emer­gen­cia de covid para pos­po­ner con­ti­nua­men­te la fecha de las elec­cio­nes. Al prin­ci­pio los boli­via­nos debie­ron haber ido a las urnas en mayo, lue­go en sep­tiem­bre, lue­go el 18 de octu­bre, aho­ra están tra­tan­do de pos­po­ner nue­va­men­te la fecha. Todas las encues­tas atri­bu­yen a la can­di­da­tu­ra de Áñez una muy baja cali­fi­ca­ción, dado tam­bién el enfren­ta­mien­to interno con la pro­pia dere­cha boli­via­na, que la que­rría fue­ra del jue­go elec­to­ral. Luis Arce, del MAS, podría ganar en la pri­me­ra vuel­ta con un rating de al menos el 40% y una bre­cha de más de 10 pun­tos fren­te al can­di­da­to de cen­tro dere­cha Car­los Mesa.

Un twit­ter de Evo Mora­les, quien denun­ció la dra­má­ti­ca situa­ción eco­no­mi­ca a fines de julio, tam­bién reci­bió un “me gus­ta” del pre­si­den­te de la Comi­sión Inter­ame­ri­ca­na de Dere­chos Huma­nos (CIDH), Joel Her­nán­dez. El Fis­cal Gene­ral del Esta­do, José Maria Cabre­ra, ame­na­zó con acu­dir a la OEA, que la CIDH repre­sen­ta en todos sus miembros.

Alma­gro vol­vió a expre­sar­se, no para denun­ciar la pos­tra­ción en la que hun­dió a Boli­via, sino para acu­sar nue­va­men­te a Mora­les de pro­mo­ver cor­tes de ruta en el país, e inclu­so de «geno­ci­dio» por un pre­sun­to audio en el que habría invi­ta­do su par­ti­da­rios a blo­quear las rutas.

A par­tir del 3 de agos­to esta­lla­ron nue­va­men­te las pro­tes­tas: mani­fes­ta­cio­nes y cor­tes de ruta con­vo­ca­dos por la Cen­tral Obre­ra Boli­via­na (COB). El gobierno de fac­to ha denun­cia­do ante orga­nis­mos inter­na­cio­na­les que el MAS impi­de el acce­so a ali­men­tos, medi­ci­nas y oxí­geno para las emer­gen­cias del covid-19, y que ha pro­vo­ca­do daños eco­nó­mi­cos millo­na­rios, en detri­men­to de las familias.

Los tri­bu­na­les boli­via­nos han aco­gi­do la denun­cia «por terro­ris­mo» con­tra Mora­les y otros diri­gen­tes del MAS. De hecho, la inten­ción es pros­cri­bir al MAS para evi­tar con­ten­dien­tes y lue­go otor­gar un simu­la­cro de elec­cio­nes. Un esque­ma que se ini­ció con el gol­pe de Esta­do con­tra Manuel Zela­ya en Hon­du­ras, en 2009, y lue­go siguió hin­chán­do­se con otros ele­men­tos con­tex­tua­les, des­de el Para­guay de Fer­nan­do Lugo a Bra­sil y, de otras for­mas, a Ecua­dor con la trai­ción de Lenin Moreno.

Una de las posi­bi­li­da­des es que se cree una jun­ta cívi­co-mili­tar que, con un auto­gol­pe, con­so­li­de la ges­tión auto­ri­ta­ria hacien­do uso de la emer­gen­cia pan­dé­mi­ca y la nece­si­dad de «res­ta­ble­cer el orden».

A pro­tes­tar no son solo sin­di­ca­tos, estu­dian­tes, tra­ba­ja­do­res infor­ma­les, comu­ni­da­des ente­ras movi­li­zán­do­se des­de el tró­pi­co de Cocha­bam­ba, a la capi­tal La Paz a la ciu­dad de El Alto, una de las más pobla­das. La dere­cha racis­ta en San­ta Cruz, la segun­da ciu­dad más gran­de del país, tam­bién se está movi­li­zan­do con los comi­tés cívi­cos que ani­ma­ron el gol­pe, enca­be­za­dos por el can­di­da­to Luis Fer­nan­do Cama­cho, y que aho­ra piden la sus­pen­sión inde­fi­ni­da de las elecciones.

Para enten­der qué pode­ro­sos intere­ses cho­can en Boli­via, con­vie­ne repa­sar los 4 capí­tu­los del docu­men­tal de Rubén Her­nán­dez, Boli­via, País Boli­va­riano, fil­ma­do antes de la vic­to­ria de Mora­les en 2006. Para evi­tar la vic­to­ria del «indio anal­fa­be­to», en un una mez­cla explo­si­va de nazis­mo y empu­jes sece­sio­nis­tas, se des­ató la oli­gar­quía de San­ta Cruz.

El depar­ta­men­to de San­ta Cruz es un terri­to­rio equi­va­len­te a un ter­cio de Boli­via, un área rica en hidro­car­bu­ros y un pode­ro­so sec­tor agro­in­dus­trial, don­de se pro­du­ce más del 30% del PIB. Cama­cho, un adi­ne­ra­do abo­ga­do cuya for­tu­na se guar­da en al menos tres empre­sas offsho­re con sede en Pana­má, duran­te los tres man­da­tos del gobierno de Mora­les ha inter­pre­ta­do la ira de las oli­gar­quías afec­ta­das en sus pri­vi­le­gios cen­te­na­rios, pre­sio­nan­do por la «sece­sión».

E inclu­so duran­te el gol­pe sus comi­tés cívi­cos se con­vir­tie­ron en pro­ta­go­nis­tas de vio­len­cia y ata­ques racis­tas. Cama­cho es patro­ci­na­do por el empre­sa­rio de San­ta Cruz Bran­ko Marin­ko­vic, que se fugó lue­go de par­ti­ci­par en el inten­to de gol­pe de 2008 y de su par­ti­ci­pa­ción en el inten­to de ase­si­na­to de Mora­les, jun­to con los nazis europeos.

Marin­ko­vic se for­mó en las UJC, equi­pos para­mi­li­ta­res sepa­ra­tis­tas, racis­tas y anti­co­mu­nis­tas fun­da­dos en 1957 y acti­vos duran­te todos los inten­tos de des­es­ta­bi­li­za­ción con­tra Mora­les. Aho­ra de regre­so al país, el empre­sa­rio ha sido nom­bra­do minis­tro de Pla­ni­fi­ca­ción del gobierno de fac­to en vís­pe­ras de las protestas.

El 10 de agos­to, Mora­les pro­pu­so un borra­dor de acuer­do para hacer segu­ra y garan­ti­za­da la fecha elec­to­ral, qui­zás anti­ci­pán­do­la de una sema­na. Un pro­yec­to que pre­ten­de repre­sen­tar y man­te­ner uni­do a más del 45% del elec­to­ra­do, com­pues­to prin­ci­pal­men­te por zonas rura­les y sec­to­res popu­la­res urba­nos que apo­yan a su partido.

Los opo­si­to­res, en cam­bio, tra­tan de coa­gu­lar a los sec­to­res de las cla­ses medias urba­nas, que no tie­nen un pro­yec­to común, pero se encuen­tran en opo­si­ción al MAS. En el cen­tro está el derri­bo de la figu­ra de Mora­les, obje­to de una cam­pa­ña sucia orques­ta­da por el gobierno de fac­to y los cen­tros de man­do que ope­ran des­de fue­ra. El obje­ti­vo es evi­tar que las fuer­zas alter­na­ti­vas se reor­ga­ni­cen para rever­tir la ten­den­cia, hacien­do tam­bién un balan­ce de sus errores.

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