Bra­sil. El MST pro­me­te colo­car de nue­vo “cada ladri­llo des­trui­do” en desalojo

Por Lu Sudré, Bra­sil de Fato /​Resumen Lati­no­ame­ri­cano, 21 agos­to 2020 

Foto: Des­pués de recons­truir las casas de las fami­lias des­alo­ja­das, los sin tie­rra levan­ta­rán nue­va­men­te la Escue­la Popu­lar Eduar­do Galeano (Comunicação/​MST)

“Pasa­ron por enci­ma de mi café con un trac­tor. Pasa­ron por enci­ma de mi huer­to. Que­ma­ron mis pla­ta­ne­ras, todas con varios raci­mos, para con­su­mo interno pero tam­bién para comer­cia­li­zar. Pasar por ahí y ver que se des­tru­yó todo es muy difícil”.

Con la voz tré­mu­la, la sin tie­rra Helen Maya­ra dos San­tos narra los momen­tos de ago­bio vivi­dos por las fami­lias del cam­pa­men­to Qui­lom­bo Cam­po Gran­de, ubi­ca­do en Minas Gerais (sudes­te de Bra­sil), duran­te la res­ti­tu­ción de tenen­cia el 14 de agosto.

La memo­ria del gas lacri­mó­geno lan­za­do por los poli­cías y el avan­ce de la poli­cía anti­dis­tur­bios con­tra los inte­gran­tes del cam­pa­men­to, que resis­tie­ron al des­alo­jo por casi 60 horas, aún es can­den­te días des­pués de la acción.

La fami­lia de Helen es una de las ocho impac­ta­das direc­ta­men­te por la res­ti­tu­ción de tenen­cia a favor del empre­sa­rio Jova­ne de Sou­sa Morei­ra, que inten­ta reac­ti­var el inge­nio azu­ca­re­ro Ariad­nó­po­lis, que acu­mu­la una deu­da de más de R$ 406 millo­nes [un poco más de US$ 73 millones].

Tras decla­rar­se en quie­bra en 1996, la empre­sa no pagó lo que en dere­cho corres­pon­día a sus tra­ba­ja­do­res. Las mul­tas labo­ra­les suman más de 1 millón de reales. Las deu­das al fon­do de segu­ri­dad nacio­nal sobre­pa­san los 1,5 millo­nes. Dos años des­pués, tra­ba­ja­do­res del inge­nie­ro que­bra­do que has­ta hoy no reci­bie­ron sus dere­chos se suma­ron al Movi­mien­to de Tra­ba­ja­do­res Rura­les Sin Tie­rra (MST) y ocu­pa­ron y revi­ta­li­za­ron el área.

Los cul­ti­vos de Helen y de su mari­do fue des­trui­do /​Foto: Archi­vo Personal

Actual­men­te, el área de Qui­lom­bo Cam­po Gran­de cuen­ta con 11 cam­pa­men­tos, que alo­jan a más de 450 fami­lias; 8 de ellas per­die­ron sus casas, según el MST. Son 36 per­so­nas afec­ta­das, inclu­yen­do 16 niños.

Según el MST, la res­ti­tu­ción de tenen­cia que ocu­rrió el últi­mo vier­nes es ile­gal por abar­car un área más gran­de que la deter­mi­na­da por la Jus­ti­cia. La pri­me­ra orden de des­alo­jo se res­trin­gía a 26 hec­tá­reas del terreno. Sin embar­go, en febre­ro, la juris­dic­ción agra­ria de Cam­pos Gerais deter­mi­nó la res­ti­tu­ción de tenen­cia de un área dos veces más gran­de que en el pri­mer fallo.

Las fami­lias que vivían en el área des­ocu­pa­ron el terreno como exi­gía la sen­ten­cia. Pero, según Turia Tule, de la coor­di­na­ción esta­dual del MST, el perí­me­tro res­ti­tui­do es más gran­de que las 52 hec­tá­reas deter­mi­na­das por la juris­dic­ción agraria.

“Es muy tris­te y muy ago­bian­te para las fami­lias. Esta­mos aco­gien­do a la mayo­ría, que no tie­ne nin­gún apo­yo de la alcal­día o del esta­do. Nos esta­mos orga­ni­zan­do para que esas fami­lias se que­den en nues­tras casas de modo soli­da­rio. Una tris­te­za pro­fun­da, pero esta­mos reci­bien­do mucha soli­da­ri­dad”, afirma.

Fami­lias resis­tie­ron casi 60h ante el des­alo­jo (Foto: MST)

Jus­to por ocu­par un área que no esta­ba pre­vis­ta en la rein­te­gra­ción, Helen y su mari­do, Cíce­ro Mariano da Con­ceição Sil­va, no deja­ron sus casas.

Pero ella lamen­ta la des­truc­ción de las más de mil pla­ta­ne­ras, así como de la huer­ta don­de pro­du­cían naran­ja, agua­ca­te, man­go, mora, ace­ro­la y otros fru­tos. La ven­ta de ali­men­tos, con­su­mi­dos tam­bién por la fami­lia, era su úni­ca fuen­te de ingresos.

“No solo vivía­mos allí en aquel espa­cio, allí esta­ba nues­tra sobre­vi­ven­cia”, dice la sin tie­rra que vivía a 1 kiló­me­tro del lími­te del terreno que sería restituido.

“Nos que­da­mos sin casa, sin nada. Toma­ron nues­tras cosas. Nos que­da­mos sin nues­tras pertenencias…ahora con­ta­mos solo con la ayu­da de nues­tra gen­te. Fue un momen­to de mucha vio­len­cia. Ya lle­ga­ron inva­dien­do, toman­do nues­tras cosas sin que estu­vié­ra­mos pre­sen­tes. Fue muy difí­cil ver como se lle­va­ban las cosas de aquel modo, con vio­len­cia, des­tru­yen­do lo que había­mos cons­trui­do en muchos años”, cuen­ta Helen, que vive en el cam­pa­men­to des­de sus 14 años.

Ella cuen­ta que hace poco tiem­po que su her­ma­na y su sobrino fue­ron a vivir en Qui­lom­bo Cam­po Gran­de con su fami­lia. Los niños de las fami­lias del espa­cio fre­cuen­ta­ban la casa de Helen para jugar.

El día del des­alo­jo se inte­rrum­pie­ron las acti­vi­da­des. “Cuan­do empe­zó la agre­sión, tuvi­mos que reti­rar­los de aquel espa­cio. Fue deses­pe­ran­te. Los niños llo­ra­ban. Mi hijo me bus­có y cuan­do no me encon­tró, empe­zó a llo­rar. El heli­cóp­te­ro sobre­vo­la­ba mi casa. Los niños allí aba­jo y ellos lan­zan­do bom­bas”, recuerda.

El MST había ape­la­do esa sema­na al Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral para que se detu­vie­ra el desalojo.

Recons­truc­ción

El cam­pa­men­to Qui­lom­bo Cam­po Gran­de, pro­duc­tor del café Guaií, reco­no­ci­do en el país por su pro­duc­ción agro­eco­ló­gi­ca, reci­bió mani­fes­ta­cio­nes de soli­da­ri­dad de dece­nas de orga­ni­za­cio­nes popu­la­res, polí­ti­cos y personalidades.

Tui­ra Tule cuen­ta que la pobla­ción del muni­ci­pio Cam­po do Meio, que cono­ce el tra­ba­jo del cam­pa­men­to hace déca­das, tam­bién pres­ta apo­yo a los sin tierra.

Según la refe­ren­te, es con la fuer­za que sur­ge des­de la soli­da­ri­dad que el cam­pa­men­to cons­trui­rá todo lo que ha sido des­trui­do en la res­ti­tu­ción de tenencia.

“Hay un sen­ti­mien­to colec­ti­vo, que demues­tra que la resis­ten­cia sigue. Vamos a recons­truir nues­tro terri­to­rio con mucha más fuer­za y volun­tad. Vamos a poner cada ladri­llo que fue des­trui­do ante noso­tros, ante nues­tros niños. Esta­mos reci­bien­do el apo­yo de la pobla­ción, de las orga­ni­za­cio­nes, para que poda­mos hacer­lo colec­ti­va­men­te”, dice.

La Escue­la Popu­lar Eduar­do Galeano, don­de se alfa­be­ti­za­ban a niños, jóve­nes y adul­tos, fue des­trui­da al comien­zo del desalojo.

La recons­truc­ción de la escue­la, uno de los pocos espa­cios colec­ti­vos del cam­pa­men­to, es un paso fun­da­men­tal para los sin tie­rra. “El pri­mer ladri­llo que derri­ba­ron fue en nues­tra escue­la. Vamos a cons­truir prio­ri­ta­ria­men­te las casas de las fami­lias pero tam­bién vamos a recons­truir nues­tra escue­la Eduar­do Galeano, levan­tar­la nue­va­men­te”, ase­ve­ra la coor­di­na­do­ra del MST.

El MST seña­la la res­pon­sa­bi­li­dad del gober­na­dor Romeu Zema, que auto­ri­zó la res­ti­tu­ción /​Foto: MST

Debo­ra Viei­ra de Jesus Bor­ges, que tam­bién vive en el cam­pa­men­to, seña­la que en la escue­la se rea­li­za­ban otras acti­vi­da­des, ade­más de la alfa­be­ti­za­ción, como cla­ses de capoei­ra, de agro­eco­lo­gía, arte­sa­nía, entre otras.

“Nos due­le mucho pasar por la carre­te­ra y ver nues­tra esco­la des­trui­da. Nues­tra espe­ran­za, nues­tro pro­yec­to de refor­ma agra­ria, prio­ri­za la edu­ca­ción. Vamos a recons­truir nues­tra escue­la lo antes posi­ble”, dice.

Vio­len­cia continua

Habi­tan­te del Qui­lom­bo Cam­po Gran­de hace 14 años, Debo­ra denun­cia el ase­dio fre­cuen­te con­tra los sin tie­rra por par­te “de sica­rios del pro­pie­ta­rio del ingenio”.

Su casa es la úni­ca pró­xi­ma a la sede de la Hacien­da Ariad­nó­po­lis que no fue des­alo­ja­da. Pero el día de la acción poli­cial, Debo­ra fue víc­ti­ma de las bom­bas de gas lacri­mó­geno y asis­tió a la que­ma de los cultivos. 

El sitio actual­men­te es uti­li­za­do como una base de apo­yo para el movi­mien­to y para los afec­ta­dos en el desalojo. 

“No pue­do más vivir allí. Ade­más de for­mar par­te de la coor­di­na­ción, somos ame­na­za­dos a dia­rio. Los niños asis­tie­ron a todo lo que ha pasa­do”, afirma.

“El edi­fi­cio de la sede de la hacien­da está ubi­ca­do fren­te a mi casa. Des­de allí pue­den ver todos las áreas del cam­pa­men­to. Lo hacen uti­li­zan­do binócu­los, sacan fotos, graban”.

Según un comu­ni­ca­do de pren­sa envia­do por el gabi­ne­te del gober­na­dor de Minas Gerais, Romeu Zema, a Bra­sil de Fato, las fami­lias fue­ron envia­das a algu­nos sitios pues­tos a dis­po­si­ción por la Alcal­día de Cam­po do Meio.

Por otro lado, la inte­gran­te del MST afir­ma que solo algu­nas fami­lias fue­ron envia­das a esos alo­ja­mien­tos y que la estruc­tu­ra que ofre­cen no es adecuada.

“Hay dos fami­lias que están vivien­do en guar­de­rías y fui­mos infor­ma­dos de que allí habían algu­nas per­so­nas infec­ta­das con coro­na­vi­rus. No sabe­mos si hubo una desin­fec­ción. En una de ellas no había agua. Una pre­ca­rie­dad total”, cri­ti­ca Nunes.

Con­sul­ta­da por Bra­sil de Fato, la alcal­día de Cam­po Gran­de no con­tes­tó has­ta el cie­rre de esta nota.

El gobierno de Minas Gerais afir­ma que antes de la res­ti­tu­ción de tenen­cia, la Secre­ta­ría de Desa­rro­llo Social envió al Poder Judi­cial una nota colec­ti­va, jun­to a otros orga­nis­mos, como la Comi­sión de Dere­chos Huma­nos de la Orden de Abo­ga­dos de Bra­sil y el Con­se­jo Esta­dual de Dere­chos Huma­nos, para que se sus­pen­die­ra la acción en medio de la pan­de­mia de covid-19. Ante la res­pues­ta nega­ti­va del Poder Judi­cial, la Poli­cía cum­plió la orden.

La ase­so­ría de pren­sa de Romeu Zema tam­bién envió a Bra­sil de Fato un comu­ni­ca­do de pren­sa de la Poli­cía Mili­tar de Minas Gerais en el cual se comen­ta la acción”.

“Tras 50 horas de nego­cia­cio­nes, la poli­cía anti­dis­tur­bios tuvo que actuar, emplean­do la fuer­za legal y pro­por­cio­nal, para con­cre­tar la res­ti­tu­ción de tenen­cia. Escla­re­ce­mos que has­ta el momen­to, no fue­ron iden­ti­fi­ca­dos heri­dos gra­ves y que todas las accio­nes se rea­li­za­ron en el mar­co de los prin­ci­pios cons­ti­tu­cio­na­les de pro­por­cio­na­li­dad y lega­li­dad, siem­pre inten­tan­do dis­mi­nuir los daños, pre­ser­var vidas y pro­te­ger los dere­chos huma­nos, que son la base de la actua­ción de la ins­ti­tu­ción”, dice la nota.

Para Helen dos San­tos, el gobierno y la alcal­día tam­bién son res­pon­sa­bles por el des­alo­jo de las fami­lias. “Ellos que­rían que eso ocu­rrie­ra. Siem­pre defen­die­ron que salié­ra­mos de allí. Una indi­fe­ren­cia total, cruel. En medio de una pan­de­mia, des­alo­ja­ron a las per­so­nas. Nos hicie­ron incum­plir el ais­la­mien­to y estar en con­tac­to con per­so­nas cuyo esta­do de salud des­co­no­ce­mos. Nos pusie­ron en ries­go, aquí en el cam­po, y tam­bién a la pobla­ción de la ciudad”.

Edi­ción: Rodri­go Durão Coelho 

Tra­duc­ción: Lui­za Mançano

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