Bra­sil. Qui­lom­bo Cam­po Gran­de: Ense­ñan­zas de vida y resis­ten­cias del Movi­mien­to Sin Tierra

Por Car­los Azná­rez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de agos­to de 2020.

Recien­te­men­te el régi­men bra­si­le­ño, a tra­vés del accio­nar de sus fuer­zas repre­si­vas, inva­dió y des­tru­yó una par­te del cam­pa­men­to que el Movi­mien­to de los y las Sin Tie­rra de Bra­sil, vie­ne man­te­nien­do des­de hace 20 años en Qui­lom­bo Gran­de do Cam­po, en Mina Gerais. No es extra­ño que esto ocu­rra ya que el MST está en la mira de la bur­gue­sía, los terra­te­nien­tes y por supues­to del geno­ci­da gobierno de Jair Bol­so­na­ro, son un ejem­plo de otro mun­do dife­ren­te y con su resis­ten­cia ilu­mi­nan a muchos y muchas en el con­ti­nen­te y el mun­do. Para hablar de lo allí ocu­rri­do, nos comu­ni­ca­mos con Daniel Perei­ra, diri­gen­te en el área de pro­duc­ción del Movi­mien­to, y uno de los inte­gran­tes del cam­pa­men­to atacado.

Cuén­ta­nos cómo ocu­rrie­ron los hechos del cam­pa­men­to Qui­lom­bo Cam­po Gran­de. Cómo se dio el ata­que poli­cíal y qué repre­sen­ta­ba ese cam­pa­men­to que duran­te tan­tos años ha cons­trui­do el Movi­mien­to Sin Tie­rra de Brasil

-Qui­lom­bo Cam­po Gran­de es un cam­pa­men­to popu­lar, loca­li­za­do en Cam­po do Meio y que posee 450 fami­lias. Es un cam­pa­men­to que resis­te hace más de 20 años, en un área que era dedi­ca­da a la plan­ta­ción de caña de azú­car para la pro­duc­ción de alcohol. En este pro­ce­so de lucha exis­ten dos pro­ce­sos jurí­di­cos de des­apro­pia­ción de la tie­rra. Uno de ellos, es el que hace a las sedes de la anti­gua hacien­da. Y el res­tan­te, es de las 3900 hec­tá­reas. El pro­ce­so de ata­que y “rein­te­gra­ción» que sufri­mos se refie­re a un área menor pero impor­tan­te, que es don­de está la sede de la anti­gua hacien­da. Esa área son 26 hec­tá­reas. Por mani­pu­la­ción judi­cial en el pro­ce­so, fue amplia­da a 52 hec­tá­reas y cuan­do se hizo la deli­mi­ta­ción para hacer la “rein­te­gra­ción» eso lle­gó a las 100 hec­tá­reas. En esa área exis­tía una escue­la de for­ma­ción , que había sigo crea­da hacía más de 60 años (rebau­ti­za­da con el nom­bre de Eduar­do Galeano). Cuan­do sur­ge el cam­pa­men­to, los niños y adul­tos estu­dia­ron allí, se alfa­be­ti­za­ron, cre­cie­ron par­ti­ci­pan­do en las acti­vi­da­des de la escue­la. Ade­más, había pre­dios anti­guos que fue­ron apro­ve­cha­dos para alo­jar a algu­nas fami­lias. Había áreas, o lotes, don­de vivían fami­lias. Enton­ces, sobre esa área, se lle­vó a cabo el ata­que poli­cial bru­tal que empe­zó el 12 de agos­to y ter­mi­nó el 14 de agos­to a la tar­de. Fue­ron 56 horas de dura resis­ten­cia. La poli­cía cum­plien­do un acto judi­cial, des­alo­jó a las 14 fami­lias que vivían en ese terri­to­rio. No solo eso, se des­tru­yó y se derri­bó la escue­la. Se derri­ba­ron las casas de las fami­lias. se des­tru­yó todo lo que las fami­lias habían plan­ta­do. Fun­da­men­tal­men­te, en medio de ese pro­ce­so, la poli­cía se valió de un apa­ra­to repre­si­vo muy gran­de, de vehícu­los, de máqui­nas, de dro­nes, de heli­cóp­te­ros, de muchos efec­ti­vos poli­cia­les. Bom­bas de gases lacri­mó­ge­nos fue­ron dis­pa­ra­das con­tra las per­so­nas tan­to por tie­rra como des­de los heli­cóp­te­ros. Algu­nas per­so­nas que­da­ron heri­das por los impac­tos de las bom­bas de gases lacri­mó­ge­nos, todas sufrie­ron las difi­cul­ta­des gene­ra­das por esos gases, inclu­so una per­so­na que tenía pro­ble­mas del cora­zón, pre­ci­só de tra­ta­mien­to espe­cial y tuvo que ser asis­ti­da por las fami­lias, por­que no hubo asis­ten­cia médi­ca por par­te de las auto­ri­da­des policiales.

Solidaridad con las familias del Campamento Quilombo Campo Grande

¿Uste­des sabían que esto iba a ocu­rrir, o fue de impro­vi­so que apa­re­ció la poli­cía? Dijis­te que había un plan­teo judi­cial, ¿uste­des se ima­gi­na­ron que iba a haber un des­alo­jo con carac­te­rís­ti­cas tan violentas?

-En el pri­mer momen­to que nos dimos cuen­ta que iba a venir el des­alo­jo, las fami­lias acá se orga­ni­za­ron y se invo­lu­cra­ron en su gran mayo­ría. En ese pro­ce­so de resis­ten­cia, algu­nas hicie­ron blo­queos en los cami­nos, don­de esta­ban las tro­pas de la poli­cía. Otras tan­tas die­ron sopor­te con ali­men­ta­ción, cui­da­ron los niños, pre­pa­ra­ron los cui­da­dos de salud. Sobre el pro­ce­so en sí, es un pro­ce­so que lle­va, en tér­mi­nos judi­cia­les, varios años. El vere­dic­to se acti­vó a fina­les del año pasa­do y comien­zos de este. En mar­zo de este año esta­ba decre­ta­do que ocu­rrie­ra esta “rein­te­gra­ción” (ata­que y des­po­jo). ¿Qué suce­de? Sur­gió la pan­de­mia del coro­na­vi­rus y la “rein­te­gra­ción» que­dó sus­pen­di­da has­ta que la pan­de­mia pasa­ra. Lo que nos indig­na es que en medio de la cri­sis de salud, que es de nivel mun­dial, el gobierno de Minas Gerais y el juez que con­du­jo el pro­ce­so, todos deter­mi­na­ran que se reac­ti­va­ra este ata­que. No se tuvie­ron en cuen­ta los ries­gos a la salud ni otros ele­men­tos de los dere­chos de las fami­lias. Sabien­do que había una deci­sión judi­cial, fue una sor­pre­sa en el sen­ti­do que no ima­gi­ná­ba­mos el tama­ño de cruel­dad al rea­li­zar una acción como esa duran­te la pandemia.

-Por lo que enten­dí, lo que se rein­te­gró o lo que ocu­pa­ron las fuer­zas poli­cia­les fue una par­te, ¿La otra la siguen tenien­do uste­des como cam­pe­si­nos y cam­pe­si­nas o eso tam­bién que­dó inha­bi­li­ta­do por ahora?

-Ha sido una par­te. En el otro sec­tor del cam­pa­men­to per­ma­ne­cen las fami­lias resis­tien­do, pro­du­cien­do, gene­ran­do edu­ca­ción, cons­tru­yen­do valo­res, desa­rro­llan­do vida dig­na y nue­vas for­mas de socia­bi­li­dad. Espe­cial­men­te, la pro­duc­ción con foco en la agro­eco­lo­gía en el sen­ti­do de demos­trar que somos los cam­pe­si­nos los que colo­ca­mos el ali­men­to salu­da­ble, de cali­dad, en la mesa de las fami­lias. Es esa pro­duc­ción pre­ci­sa­men­te lo que nos for­ta­le­ce y nos per­mi­te resis­tir en ese espa­cio. Demos­tra­mos que entra­mos a la tie­rra para pro­du­cir, para gene­rar vida.

¿Qué están pro­du­cien­do allí y a quié­nes van esos productos?

En el cam­pa­men­to Qui­lom­bo Gran­de se pro­du­cen una gran can­ti­dad de ali­men­tos: hor­ta­li­zas, fru­tas, ver­du­ras, y tam­bién café. Hay fami­lias que crían gana­do, vacu­nos y cer­dos, galli­nas, ven­den hue­vos. Es una diver­si­dad muy gran­de la de la pro­duc­ción. En tér­mi­nos de café, por ejem­plo, en los últi­mos años, se lle­ga­ron a pro­du­cir más o menos 900 mil kilos de café en grano. Eso es lo que las fami­lias pro­du­cen, el café para dar un ejem­plo. Pero tene­mos que sumar la can­ti­dad de ani­ma­les que tie­nen en su pro­duc­ción, la can­ti­dad de árbo­les fru­ta­les, de ver­du­ras y así por delan­te. Esa pro­duc­ción, espe­cial­men­te lo que se refie­re a hor­ta­li­zas, se comer­cia­li­za en diver­sos loca­les. La ven­de­mos en ferias, aquí en el muni­ci­pio, en otra ciu­dad pró­xi­ma. Fue­ra de eso, sema­nal­men­te entre­ga­mos en este perío­do espe­cial de la pan­de­mia, lo que lla­ma­mos ces­tas agro­eco­ló­gi­cas en otras ciu­da­des para más de 50 fami­lias. Vamos a lle­var todas las sema­nas a un local fijo diver­sos ali­men­tos. El café es par­te de toda la pro­duc­ción, está indus­tria­li­za­da, tene­mos diver­sas varie­da­des de café que son comer­cia­li­za­dos tan­to a nivel local ismo tam­bién en otras ciu­da­des, inclu­so en San Pablo. Eso lo hace­mos espe­cial­men­te a tra­vés de la red de alma­ce­nes de cam­po, crea­dos por el Movi­mien­to Sin Tierra.

-Por últi­mo, ¿cuál es el poder que uste­des están enfren­tan­do a nivel local? ¿Quién gobier­na Minas Gerais? Supon­go que por todo lo que está vivien­do Bra­sil con esta dic­ta­du­ra de Bol­so­na­ro, el Movi­mien­to Sin Tie­rra está todo el tiem­po en la mira de esta gente.

-Obser­van­do el con­tex­to polí­ti­co, en la región, en el Esta­do de Minas Gerais, tene­mos un gober­na­dor de dere­cha que tie­ne posi­ción cla­ra­men­te con­tra­ria al MST y a cual­quier movi­mien­to popu­lar. Vie­ne rea­li­zan­do toda una polí­ti­ca que pode­mos com­pa­rar con la polí­ti­ca nacio­nal, que es geno­ci­da, que es no tener con­si­de­ra­ción de lo que suce­de con la pan­de­mia y per­mi­tir que se reali­cen inter­ven­cio­nes como esta que hemos sufri­do. Es tan­to en el nivel de cam­po como en el urbano. Jun­to con él hay dipu­tados y fun­cio­na­rios que son de dere­cha, con una posi­ción con­ser­va­do­ra o ultra con­ser­va­do­ra. Por lo tan­to, son total­men­te adver­sas al movi­mien­to. En la muni­ci­pa­li­dad, a nivel local, el alcal­de muni­ci­pal tam­bién tie­ne una posi­ción con­tra­ria al MST y si fue­ra por su volun­tad noso­tros ya no esta­ría­mos aquí. Enton­ces, noso­tros enfren­ta­mos un con­tex­to polí­ti­co muy adver­so, pero per­ma­ne­ce­mos fir­mes y resis­tien­do. Pero lo prin­ci­pal es que pese a las adver­si­da­des hemos con­ta­do con el apo­yo del pue­blo, de las per­so­nas que viven en la ciu­dad, de los peque­ños pro­duc­to­res, de los estu­dian­tes de las uni­ver­si­da­des, de los pro­fe­so­res, los sin­di­ca­tos y así muchos. Esa soli­da­ri­dad nos ayu­da y da fuer­za en nues­tra lucha. Con­se­gui­mos esa soli­da­ri­dad por­que hemos demos­tra­do que hemos veni­do a tra­ba­jar la tie­rra, a pro­du­cir ali­men­tos, a trans­for­mar esta reali­dad, a trans­for­mar una tie­rra que antes era impro­duc­ti­va y aho­ra con­si­gue gene­rar vida y dig­ni­dad para las per­so­nas que viven en ella, pero tam­bién una vida mejor con más cali­dad y más salud a quie­nes viven en la ciudad.

-Muchas gra­cias por esta entre­vis­ta, nues­tra soli­da­ri­dad des­de Argen­ti­na y tam­bién des­de los com­pa­ñe­ros que inte­gra­mos ALBA Movi­mien­tos y hemos tra­ta­do de difun­dir­lo para tra­tar de mos­trar que el MST no está solo.

-Gra­cias Car­los, gra­cias a los com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras que han demos­tra­do en estos días su soli­da­ri­dad y apo­yo ya sea por men­sa­jes, lla­ma­das tele­fó­ni­cas y que están muy aten­tos a lo que está suce­dien­do acá. Esa soli­da­ri­dad inter­na­cio­na­lis­ta es fun­da­men­tal en nues­tra lucha. Noso­tros esta­mos con­ven­ci­dos que si es nece­sa­rio, tam­bién sere­mos soli­da­rios en rela­ción a uste­des y sus luchas, y esta­re­mos jun­tos para cons­truir una socie­dad y un pro­yec­to de socie­dad dife­ren­te, don­de las per­so­nas vivan con dig­ni­dad y don­de se supere la explo­ta­ción y la opresión.

Trans­crip­ción: Julia Mottura

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