Mali. Gol­pe, una pos­tal africana

Por Gua­di Cal­vo*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de agos­to de 2020-.

En la maña­na del pasa­do mar­tes 18, tras la irrup­ción de varias camio­ne­tas con hom­bres arma­dos diri­gi­dos por el coro­nel Assi­mi Goi­ta en la base mili­tar de Soun­dia­ta en cer­ca­nías de la ciu­dad de Kati, en el dis­tri­to de Kuli­ko­ró, a unos doce kiló­me­tros al nor­te de la ciu­dad de Bama­ko, capi­tal de Mali, se ini­ció un bre­ve inter­cam­bio de dis­pa­ros, entre la guar­dia y los incur­so­res que se reco­no­cían como miem­bros del Comi­té Nacio­nal para la Sal­va­ción del Pue­blo (CNSP)„ tam­bién hom­bres del ejér­ci­to. Rápi­da­men­te la con­fu­sión se acla­ró, se abrie­ron los arse­na­les, se armó a la tro­pa, y la colum­na inva­so­ra vol­vió a salir rum­bo a la capi­tal, con diez camio­ne­tas más, car­ga­das de efec­ti­vos fuer­te­men­te armados.

El hecho daba ini­ció a un nue­vo gol­pe de esta­do en el país afri­cano, el últi­mo se había pro­du­ci­do en 2012, aho­ra esa nación, aco­sa­do en el nor­te, por la vio­len­cia waha­bi­ta, de dis­tin­tas orga­ni­za­cio­nes vin­cu­la­das a al-Qae­da y el Daesh, en el cen­tro, la siem­pre laten­te, gue­rra tri­bal entre pas­to­res nóma­des fula­nis, tam­bién cono­ci­do como peuls y agri­cul­to­res dogo­nes a lo que hay que sumar­le la ines­ta­bi­li­dad polí­ti­ca, gene­ra­da por las cons­tan­tes pro­tes­tas popu­la­res, que des­de hace meses pusie­ron al gobierno, del aho­ra des­ti­tui­do pre­si­den­te Ibrahim Bou­ba­car Keï­ta o IBK, como se lo cono­ce popu­lar­men­te, al bor­de del abis­mo, al que aca­ba de caer jun­to sus 20 millo­nes de com­pa­trio­tas, a pesar de que en varias opor­tu­ni­da­des había sido seña­la­do como el mode­lo de demo­cra­cia en la región.

Para la noche del mar­tes IBK, anun­ció que su renun­cia al car­go, que había asu­mi­do en 2013, con una vic­to­ria cer­ca­na al 77 por cien­to de los votos y reele­gi­do para otros cin­co años en 2018. El pre­si­den­te depues­to ya había sido dete­ni­do, jun­to al pri­mer minis­tro, Bou­bou Cis­sé, el minis­tro de Finan­zas, Abdou­la­ye Daf­fe y su hijo y tam­bién dipu­tado Karim Keï­ta en su casa de Sebe­ni­ko­ro, el dis­tri­to “dis­tin­gui­do” de la capital.

El pre­si­den­te depues­to fue obli­ga­do tam­bién a anun­ciar la diso­lu­ción de la Asam­blea Nacio­nal con el fin de evi­tar que el man­do pudie­ra ser pre­ten­di­do por Mous­sa Tim­bi­né, el pre­si­den­te de ese orga­nis­mo legislativo.

La noti­cia de la deten­ción del pre­si­den­te hizo que las calles de la capi­tal se lle­na­ran de mani­fes­tan­tes que salie­ron a fes­te­jar la caí­da, de un gobierno, que ya care­cía de todo tipo de res­pal­do, por las fuer­tes sos­pe­chas de corrup­ción, los des­acier­tos eco­nó­mi­cos y el pési­mo mane­jo de la gue­rra con­tra el terro­ris­mo fun­da­men­ta­lis­ta, que des­de 2012, no deja de expan­dir­se en todo el nor­te del país, des­bor­dan­do las fron­te­ra de Bur­ki­na Faso y Níger. Duran­te 2019, el ejér­ci­to malí, sufrió impor­tan­tes bajas, los ata­ques del Jamāʿat nuṣ­rat al-islām wal-mus­li­mīn (Fren­te de Apo­yo para el Islam y los Musul­ma­nes) o JNIM, tri­bu­ta­rios de al-Qae­da y los sig­na­ta­rios del Daesh o Daesh en el Gran Sáha­ra (ISGS) que obli­gó al alto man­do malí a aban­do­nar varios pues­tos en el nor­te del país. Las bajas de 2019, unas 4 mil, se quin­tu­pli­ca­ron des­de 2016, y la pro­yec­ción por lo que va del 2020, ya ame­na­za en supe­rar en mucho él últi­mo record.

A este amplio espec­tro de con­flic­tos que hay que sumar­le la crí­ti­ca situa­ción de los emplea­dos esta­ta­les y docen­tes, que dadas las res­tric­cio­nes toma­das por la Pan­de­mia, el gobierno deci­dió el cie­rre de muchos orga­nis­mos y escue­las, ensan­chan­do en mucho, lo que has­ta hace poco era el 43% por cien­to de la pobla­ción, que según el Ban­co Mun­dial, vivía con menos de dos dóla­res al día.

Las pro­tes­tas socia­les se ini­cia­ron tras las acu­sa­cio­nes de frau­de des­pués de las legis­la­ti­vas de mar­zo y abril pasa­do, azu­za­das por el imán inte­gris­ta Mah­moud Dic­ko, cono­ci­do como el “imán de la gen­te”, es un vete­rano juga­dor en la polí­ti­ca malí, anti­guo alia­do de IBK, que ha pre­si­di­do el Alto Con­se­jo Islá­mi­co des­de 2008 a 2019 y que junio pasa­do, se ha pues­to a la cabe­za de las masi­vas movi­li­za­cio­nes antigubernamentales.

El gol­pe de esta­do, pare­ció (?) “sor­pren­der”, a muchos alia­dos occi­den­ta­les del país sahe­liano, pero par­ti­cu­lar­men­te al Eli­seo, ya que Fran­cia, la anti­gua metró­po­li, con quien man­tie­ne muy estre­chos lazos, eco­nó­mi­cos, mili­ta­res y polí­ti­cos, tie­ne flui­dos con­tac­tos en todos los esta­men­tos de ese país, par­ti­cu­lar­men­te en el mili­tar. Fran­cia des­de 2012, sos­tie­ne unos 5 mil mili­ta­res, jun­to a otros 3 mil de Rei­no Uni­do, Espa­ña, Esto­nia, Dina­mar­ca y Repú­bli­ca Che­ca, como par­te de la Ope­ra­ción Barkha­ne, que lucha con­tra los terro­ris­tas en el nor­te del país y es muy difí­cil creer que la inte­li­gen­cia fran­ce­sa que ope­ra libre­men­te en todo el país, no haya podi­do detec­tar nada acer­ca del gol­pe que se apro­xi­ma­ba, por lo que habría que sos­pe­char, que solo dejó hacer y que sus actua­les decla­ra­cio­nes son solo pour la gale­rie. Se había cono­ci­do la infor­ma­ción que El pre­si­den­te fran­cés, Ema­nuel Macron, había teni­do una lar­ga entre­vis­ta tele­fó­ni­ca con el aho­ra des­ti­tui­do IBK, para eva­luar la situa­ción al tiem­po que tam­bién se había comu­ni­ca­do con otros jefes de esta­do de la región como Alas­sa­ne Ouat­ta­ra de Cos­ta de mar­fil, Macky Sall de Sene­gal y el nige­riano Maha­ma­dou Issou­fou. Tam­bién en el Con­se­jo de Segu­ri­dad de Nacio­nes Uni­das se dis­cu­tió a puer­ta cerra­da la situa­ción, en vis­ta de que UN man­tie­ne una misión mili­tar en Mali, de casi 16 mil hom­bres. Ade­más el alza­mien­to fue con­de­na­do por la Unión Afri­ca­na, los Esta­dos Uni­dos y La Comu­ni­dad Eco­nó­mi­ca de Esta­dos de Áfri­ca Occi­den­tal (ECOWAS) un blo­que en el que par­ti­ci­pan unas quin­ce nacio­nes de la región.

“Un pla­zo razonable”.

La fal­ta de una reso­lu­ción inme­dia­ta en el gol­pe con­tra el pre­si­den­te Ama­dou Tou­ré en 2012, que tam­bién se ini­ció Kati, posi­bi­li­tó el alza­mien­to rei­vin­di­ca­to­rio del pue­blo tua­reg, en pro­cu­ra de su ances­tral terri­to­rio Aza­wad. Aque­lla rebe­lión, que no fue la pri­me­ra y segu­ra­men­te no será la últi­ma, habi­li­tó la lle­ga­da al nor­te de Mali de varias orga­ni­za­cio­nes arma­das waha­bi­tas, que ope­ra­ban fun­da­men­tal­men­te en Arge­lia y Mau­ri­ta­nia, que con la recien­te caí­da de su gran enemi­go el coro­nel Moham­mad Gadaf­fi, se sin­tie­ron libe­ra­dos para ini­ciar la esca­la­da de una gue­rra, que a ocho años vis­ta siguen ganan­do, al tiem­po que las rei­vin­di­ca­cio­nes tua­reg, siguie­ron y siguen postergadas.

Hoy la situa­ción, más allá de algu­na coin­ci­den­cia no pare­ce ser­la mis­ma que en 2012, los gol­pis­ta ya tie­nen un líder, el coro­nel Goi­ta, que miér­co­les se diri­gió a la pobla­ción lla­man­do a unir­se bajo las ban­de­ras del CNSP, la orga­ni­za­ción que inten­ta dar­le estruc­tu­ra polí­ti­ca al gol­pe, a los par­ti­dos polí­ti­cos y la socie­dad civil, para unir­se en un movi­mien­to que esti­ma ser de tran­si­ción en vis­ta de unas futu­ras elec­cio­nes que serán, según el mili­tar en. “un pla­zo razo­na­ble”. Rau­da­men­te la orga­ni­za­ción opo­si­to­ra al ex pre­si­den­te IBK, M5-RPF salu­do el gol­pe y se decla­ró dis­pues­ta a tra­ba­jar jun­to a los gol­pis­tas por una tran­si­ción polí­ti­ca. Nada se ha dicho de la suer­te de una impor­tan­te can­ti­dad de efec­ti­vos mili­ta­res que espe­ran ser juz­ga­dos por su res­pon­sa­bi­li­dad en tor­tu­ra y des­apa­ri­cio­nes for­za­das en el mar­co de la gue­rra con­tra el terro­ris­mo, qui­zás un ele­men­to que se ten­drá muy en cuen­ta a la hora de cata­lo­gar las inten­cio­nes del nue­vo gobierno.

Es muy impór­ta­te a par­tir de aho­ra obser­var la acti­tud de las orga­ni­za­cio­nes arma­das inte­gris­tas, que sin duda inten­ta­ran per­mear en el áni­mo de los nue­vos líde­res mili­ta­res, aun­que se igno­ra con que ani­mo­si­dad lle­gan los jóve­nes coro­nel fren­te a la gue­rra con el terrorismo.

Al tiem­po que más allá de las fron­te­ras de Mali, en paí­ses como Sene­gal, Cos­ta de Mar­fil y Gui­nea, sus gobier­nos están vivien­do cri­sis simi­la­res a la que ante­ce­dió al gol­pe del mar­tes el en la base mili­tar de Soun­dia­ta, no se con­vier­ta en un incon­te­ni­ble y san­grien­to efec­to domino, que arras­tra­ría a otras nacio­nes del con­ti­nen­te a un pro­ce­so que se creía ya supe­ra­do y el gol­pe, no sea más que otra pos­tal africana.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *