Hermann Bellinghausen. Resumen Latinoamericano, 17 de agosto de 2020
Este fin de semana iniciaron graves ataques armados contra pobladores indígenas de diversas comunidades del municipio tzotzil de Aldama, en los Altos de Chiapas. Las agresiones proceden de Santa Martha y otros poblados del municipio también tzotzil de Chenalhó, con el cual existe una disputa territorial por 60 hectáreas en su colindancia común.
Según los últimos reportes recibidos por La Jornada, este lunes siguen los disparos. En el transcurso de una llamada telefónica desde Aldama cerca de la medianoche del domingo, este reportero pudo escuchar las detonaciones y recibió breves videos con los fogonazos y disparos en la total oscuridad. Antes de las seis de la mañana del lunes recibió nuevos videos con grandes detonaciones y disparos en dirección al celular que filmaba, en un punto donde se encuentran familias desplazadas de Aldama.
A través de redes sociales, La Jornada ha recibido reportes de las Comisión de 115 Comuneros desplazados de Aldama, detallando los puntos y las horas de los disparos, procedentes de diversos puntos de Santa Martha e incluso desde las hectáreas en disputa, a donde según los acuerdos no debe ingresar ninguna de las partes. En Tabac, una de las comunidades agredidas, existe un destacamento de la policía estatal que no ha intervenido.
Aunque nunca se ha probado que los desplazados tzotziles (quienes se encuentran en estado de grave pobreza, hambre, terror y desplazamiento forzado) estén armados, funcionarios federales y estatales manejan la versión de que ambos grupos estarían disparando. Según describe la propia comisión de los indígenas, son los paramilitares de Santa Martha que disparan hacia su propia comunidad, para hacer creer que son atacados. No es una práctica nueva, lo mismo ocurría en 1997, en las semanas y meses anteriores a la masacre de Acteal.
Existen acuerdos entre Aldama y Chenalhó, presuntamente logrados por la Secretaría de Gobernación, pero en los hechos la hostilidad y el peligro son mayores que nunca. La inacción institucional ante la violencia reciente, en particular la iniciada este sábado presuntamente obedece a la intención de no agravar la situación, pero en los hechos deja indefensos a los desplazados, miembros de diversos partidos y bases zapatistas.
No se trata de una disputa más entre comunidades campesinas, sino de la continuación disimulada de una guerra contrainsurgente iniciada durante el gobierno de Ernesto Zedillo. Los atacantes poseen armas de alto calibre y explosivos, y son herederos directos de los paramilitares que en 1997 perpetraron la masacre de Acteal; muchos pagaron algo de cárcel, pero nunca fueron desarmados, y a lo largo de todos estos años han agredido en diversas ocasiones a miembros de Las Abejas de Acteal, bases de apoyo zapatistas y otros grupos políticos o religiosos de Aldama, Chalchihuitán y el propio Chenalhó. Se sabe que a aquellas armas se han añadido nuevas y poderosas.
Existen acuerdos entre Aldama y Chenalhó, presuntamente logrados por la Secretaría de Gobernación, pero en los hechos la hostilidad y el peligro son mayores que nunca. La inacción institucional ante la violencia reciente, en particular la iniciada este viernes.
Acción urgente del Frayba
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) envió al gobierno mexicano una acción urgente donde recapitula la misma bitácora recibida por La Jornada. Los ataques comenzaron la noche del día 14. “El sábado 15 se intensificaron las agresiones, los pobladores reportaron que el grupo armado había cruzado los límites de Aldama, estando en peligro las comunidades de San Pedro Cotzilnam y Yeton, Aldama, así mismo comunicaban que podían observar que están divididos en tres grupos armados y que estaban en diferentes posiciones.
“Los disparos salieron a las 10:50 de la noche, a una casa en la comunidad de Yeton. Se escucharon fuertes detonaciones y atacaron una familia en la comunidad de Yeton”. Las familias atacadas debieron desplazarse a otra comunidad, y la policía estatal instalada en Tabac, no intervino.
El día 16, el grupo civil armado continuaba atacando a las comunidades de Yeton, Ch’ivit y Stzelejpotobtik, Aldama, hacia las 21 horas. Los diferentes puntos de ataque se ubican en el Puente, K’ante’, Templo, Panteón, Xchuch te’, Vale’tik, Santa Martha y en el punto del Ladrillo dentro de las 60 hectáreas en disputa.
Los ataques continuaron por la tarde, la noche y la madrugada. Fue el caso de San Pedro Cotzilnam (aldama) en los puntos de T’ul Vits y Santa Martha. La acción armada duró desde las 23:30 a las 0:14 am, “lo cual es un patrón”, apunta el Frayba.
Otras agresiones armadas son contra Coco’ (Aldama) desde el punto de Tok’oy Saclum. A las 0:38 am del día 17 de agosto, la comunidad de Stzelejpotobtik (Aldama) se encontraba bajo el fuego de armas de alto calibre.
“Los disparos no cesan a pesar de las solicitudes de intervención” dice el Frayba: “La repuesta es la indiferencia cargada de racismos y discriminación de los gobiernos federal y estatal”.
Los ataques son constantes y se recrudecen los fines de semana. Los puntos de agresión son los mismos; el Puente, Tijera Caridad, K’ante’ Templo. Curren desde que empezó la tarde del día 16 hasta este lunes a las 0:53, cuando seguían los disparos desde «Chalontik», Tijera Caridad, entre Santa Martha y Stzelejpotobtik y Juxton (Aldama) pasadas los dos de la mañana.
De acuerdo con el Frayba, son al menos 26 ataques “realizados por grupos civiles armados de corte paramilitar que operan en esa región y que son procedentes de comunidades de Santa Martha (Chenalhó)”.
El Frayba concluye: “Esta situación de violencia crea un ambiente de terror a la población de las comunidades señaladas y otras en los límites de Aldama y Chenalhó. Insistimos que con la contingencia nacional por el COVID- 19, aumenta el riesgo en el que se encuentran en su mayoría mujeres, niñas, niños y personas mayores en situación de alta vulnerabilidad, quienes se refugian en las montañas ante los reiterados ataques, la población vive un desplazamiento forzado reiterado”.
FUENTE: la Jornada