Pan­de­mia: excu­sa con­tra la demo­cra­cia en Amé­ri­ca Latina

Por Tatia­na Pérez /​26 de agos­to de 2020.

El des­co­no­ci­do via­je que afron­ta la huma­ni­dad por cuen­ta de la pan­de­mia de la Covid-19 no se detie­ne. Este enemi­go invi­si­ble que ha modi­fi­ca­do el cur­so actual de la his­to­ria, apa­re­ció en Amé­ri­ca Lati­na entre febre­ro y mar­zo de este 2020 y des­de enton­ces hemos vis­to como poco a poco y de diver­sas for­mas, ha que­da­do al des­nu­do el más per­ver­so mode­lo capi­ta­lis­ta: el Neoliberalismo. 

Aho­ra sin tra­jes ni más­ca­ras, gobier­nos que lo sus­ten­tan, lo pro­fun­di­zan sin el más míni­mo rubor ante lo que impli­ca para los más nece­si­ta­dos y para los nue­vos pobres. En suma, han des­man­te­la­do las bases de la demo­cra­cia occi­den­tal con la excu­sa per­fec­ta: La Pandemia.

Revi­se­mos las accio­nes toma­das por algu­nos gobier­nos en estos com­ple­jos meses

Bra­sil: Esta nación enca­be­za la lis­ta de con­ta­gios y muer­tes en Sura­mé­ri­ca y es la segun­da en el mun­do, detrás de Esta­dos Uni­dos. El gobierno de Jair Bol­so­na­ro no es cul­pa­ble del agre­si­vo virus, pero sí de la cri­sis sani­ta­ria y del sufri­mien­to de millo­nes de per­so­nas. Nega­cio­nis­ta del virus, ase­gu­ró en mar­zo pasa­do que la Covid-19 era solo una “gri­pe­ci­ta”, que “de algo habría que morir” y una vez con­tra­jo la enfer­me­dad, se expu­so en públi­co sin mas­ca­ri­lla y sin dis­tan­cia­mien­to alguno, ante segui­do­res y periodistas.

Ante el núme­ro cre­cien­te de accio­nes que aten­tan con­tra la super­vi­ven­cia de las y los bra­si­le­ños, a la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal han lle­ga­do en el trans­cur­so de dos meses, cin­co denun­cias con­tra el Pre­si­den­te Bol­so­na­ro por Geno­ci­dio y Crí­me­nes de Lesa Huma­ni­dad. Una de ellas fue reci­bi­da por el tri­bu­nal inter­na­cio­nal con sede en La Haya el pasa­do 27 de julio, inter­pues­ta por la Red de la Unión Bra­si­le­ña UNI­Saú­de, que inte­gra más de un millón de pro­fe­sio­na­les de la salud.

La denun­cia, de más de 60 pági­nas, seña­la que el Pre­si­den­te Bol­so­na­ro ha pues­to en ries­go a toda la pobla­ción al “adop­tar accio­nes negli­gen­tes e irres­pon­sa­bles, que ha teni­do con­se­cuen­cias desas­tro­sas como la pro­pa­ga­ción del virus y el “estran­gu­la­mien­to total de los ser­vi­cios de salud”.

En esta nación los más gol­pea­dos por la fal­ta urgen­te de aten­ción esta­tal son los mis­mos his­tó­ri­ca­men­te olvi­da­dos: los más pobres, los negros y los indí­ge­nas. Según la Arti­cu­la­ción de Pue­blos Indí­ge­nas de Bra­sil, APIB, al 1 de agos­to 147 comu­ni­da­des ori­gi­na­rias esta­ban afec­ta­das, con 21.500 con­ta­gia­dos y 616 muer­tos por la Covid-19. Al res­pec­to la denun­cia ante la CPI, seña­la que esta dra­má­ti­ca situa­ción con­fi­gu­ra un cri­men de Geno­ci­dio, de acuer­do al con­cep­to esta­ble­ci­do por el Esta­tu­to de Roma. Tex­tual­men­te, según la nor­ma jurí­di­ca, el cri­men de Geno­ci­dio “se per­pe­tra con la inten­ción de des­truir, total o par­cial­men­te a un gru­po nacio­nal étni­co, racial o religioso”.

Para com­pren­der aún mejor cómo en tan poco tiem­po un Pre­si­den­te lle­va su país al abis­mo, es impor­tan­te des­ta­car que, a esta fecha, no hay un Minis­tro de Salud en pro­pie­dad. Des­de el pasa­do 15 de mayo, el encar­ga­do de la car­te­ra es el Gene­ral Eduar­do Pazue­llo, quien cum­ple una labor de la que poco sabe. Los dos ante­rio­res Minis­tros fue­ron des­pe­di­dos en solo dos meses por dife­ren­cias con el Jefe de Esta­do sobre la enfer­me­dad, en espe­cial por su tra­ta­mien­to y las medi­das de con­fi­na­mien­to. En este par­ti­cu­lar el Jefe de Esta­do se opu­so y se sigue opo­nien­do a cual­quier for­ma que impli­que una cua­ren­te­na social.

Sin embar­go, que Bol­so­na­ro nom­bra­ra a un mili­tar en su gabi­ne­te no fue una sor­pre­sa. En un hecho sin pre­ce­den­tes des­de el fin de la dic­ta­du­ra en 1985, de los 22 minis­tros nue­ve son mili­ta­res de alto ran­go. Uno de los nom­bra­mien­tos más sona­dos por la impor­tan­cia del car­go es el del Gene­ral Wal­ter Bra­ga Neto, quien des­de el pasa­do seis de abril ocu­pa la jefa­tu­ra de la casa civil. Entre sus tareas cen­tra­les se encuen­tra sacar ade­lan­te un polé­mi­co pro­yec­to de Ley que pro­po­ne libe­rar las acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas en tie­rras indí­ge­nas de la Ama­zo­nía. Mien­tras el plan se con­cre­ta, accio­nes como la mine­ría ile­gal y sin con­trol y los incen­dios inten­cio­na­les, des­tru­yen la vida en el prin­ci­pal pul­món del mundo.

Uru­guay: La Ley de Urgen­te Con­si­de­ra­ción, cono­ci­da como LUC, pro­me­sa de cam­pa­ña del aho­ra Pre­si­den­te Luis Laca­lle Pou, fue apro­ba­da el pasa­do 8 de julio. Cons­ta de casi 500 artícu­los y prác­ti­ca­men­te des­an­da el reco­rri­do de 15 años de gobier­nos pro­gre­sis­tas del Fren­te Amplio, en mate­ria de res­pe­to por los dere­chos civi­les, con­trol esta­tal de la edu­ca­ción y los recur­sos natu­ra­les y el libre desa­rro­llo de la pro­tes­ta social.

Aun­que la Pan­de­mia no es la cau­sa de la Ley, el momen­to fue pro­pi­cio por­que vis­tió los deba­tes del Con­gre­so de un man­to de nece­si­dad para “estar a la altu­ra de las cir­cuns­tan­cias”, sin movi­li­za­cio­nes ni expre­sio­nes de calle debi­do a la cua­ren­te­na. Entre los artícu­los más cues­tio­na­dos se encuentran:

El 11, el cual plan­tea que cual­quie­ra que “ofen­da” a la poli­cía pue­de ser dete­ni­do de 3 a 12 meses, sin expli­car quién esta­ble­ce lo que es una ofen­sa y que actos cali­fi­ca­rían como ofen­sa. En la mis­ma línea está el artícu­lo 20, el cual seña­la que los efec­ti­vos poli­cia­les podrán inte­rro­gar “autó­no­ma­men­te al impu­tado”. Es decir, no nece­si­tan orden judicial.

El artícu­lo 37, sobre Iden­ti­fi­ca­ción y adver­ten­cia poli­cial: el per­so­nal poli­cial que­da exi­mi­do de iden­ti­fi­car­se y de adver­tir. Es decir, pri­me­ro dis­pa­ro y lue­go pregunto.

Los artícu­los 448, 449 y 450 rela­cio­na­dos con “La pro­tec­ción a la libre cir­cu­la­ción”, esta­ble­cen la Ley anti pique­tes, es decir, anti pro­tes­tas en las vías. Esta medi­da le otor­ga el aval a la poli­cía para dis­per­sar mani­fes­ta­cio­nes en “pos de la tran­qui­li­dad y la libre cir­cu­la­ción” y de dete­ner a las per­so­nas que ten­gan “apa­rien­cia delic­ti­va.” Es decir, por su rostro.

En cuan­to a las huel­gas, la Ley esta­ble­ce que “toda medi­da de huel­ga debe­rá ejer­cer­se de for­ma pací­fi­ca, sin per­tur­bar el orden públi­co y agre­ga que “el Poder Eje­cu­ti­vo podrá impo­ner res­tric­cio­nes a dichas medi­das cuan­do éstas no reúnan las con­di­cio­nes esta­ble­ci­das pre­ce­den­te­men­te”. ¿A qué con­di­cio­nes se refie­re? No se sabe, por ello la ampli­tud en la inter­pre­ta­ción de la Ley aler­ta a las cen­tra­les obre­ras por posi­bles esce­na­rios de cri­mi­na­li­za­ción de las pro­tes­tas laborales.

Sobre el mode­lo de país, la “LUC” crea el mar­co legal para retor­nar al neo­li­be­ra­lis­mo puro: mer­can­ti­li­za­ción de la edu­ca­ción, pri­va­ti­za­ción de empre­sas petro­le­ras y del cam­po. El opo­si­tor par­ti­do Fren­te Amplio, con­si­de­ra que se tra­ta de una ley «anti­po­pu­lar, incons­ti­tu­cio­nal, repre­si­va y regresiva”.

Chi­le: En esta nación el año comen­zó con un esta­lli­do social sin pre­ce­den­tes des­de la caí­da de la dic­ta­du­ra de Augus­to Pino­chet hace más de 30 años y sólo la Pan­de­mia des­mo­vi­li­zó las calles toma­das des­de el 18 de octu­bre de 2019.

Este reco­gi­mien­to obli­ga­do de millo­nes de chi­le­nos ha sido apro­ve­cha­do con­tra reloj por el gobierno de Sebas­tián Piñe­ra para con­ce­bir decre­tos y leyes que afec­tan direc­ta­men­te a una gran masa pro­tes­tan­te, que, entre otras cosas, lo puso con­tra las cuerdas.

La pri­me­ra orden del Pre­si­den­te de la Repú­bli­ca, des­de que ins­ta­ló el Esta­do de Excep­ción Cons­ti­tu­cio­nal a cau­sa de la Pan­de­mia, fue sacar los mili­ta­res a las calles y decre­tar toque de que­da en todo el país.

Ade­más, en la medi­da que la aten­ción se cen­tra en la Pan­de­mia, la com­pra de arma­men­to, vehícu­los y otras dota­cio­nes aumen­ta. A prin­ci­pios de julio el gobierno abrió una lici­ta­ción para la com­pra de 130 esco­pe­tas anti­dis­tur­bios y a media­dos del mis­mo mes, lle­gó al país un enor­me carro lan­za agua, que, según la secre­ta­ria del inte­rior, son par­te de “varios que se com­pra­ron en 2019 en un plan de moder­ni­za­ción de Carabineros”.

Sobre este cuer­po poli­cial recaen las prin­ci­pa­les denun­cias de vio­la­ción de dere­chos huma­nos duran­te el esta­lli­do social, sus­ten­ta­das en varios muer­tos y miles de heri­dos, entre los que se encuen­tran más de 400 per­so­nas con pér­di­da del glo­bo ocu­lar por dis­pa­ros de bali­nes direc­to a los ojos. De ellos, más de 30 que­da­ron total­men­te cie­gos. Orga­nis­mos inter­na­cio­na­les como la ONU lo corro­bo­ran y piden al gobierno de Piñe­ra accio­nes que limi­ten su fuerza.

En este mis­mo con­tex­to de Pan­de­mia, el gobierno de Piñe­ra envió a la Arau­ca­nía, región con pre­sen­cia his­tó­ri­ca de pue­blos indí­ge­nas Mapu­ches, un amplio con­tin­gen­te mili­tar para sumar­se al que ya hace pre­sen­cia en la zona.

La excu­sa del eje­cu­ti­vo es la extra­ña explo­sión de una torre de comu­ni­ca­ción, cali­fi­ca­da por las auto­ri­da­des mili­ta­res como un acto terro­ris­ta, mien­tras que la Fis­ca­lía no se ade­lan­ta en cali­fi­ca­ti­vos. Varios ana­lis­tas chi­le­nos seña­lan que se tra­ta de un mon­ta­je para mili­ta­ri­zar la región bajo la excu­sa, otra vez, del Esta­do de Excep­ción. Bien vale recor­dar que los pue­blos ori­gi­na­rios son inexis­ten­tes en éste país, par­tien­do de la pro­pia Constitución.

Por esto y por la fal­ta de pro­gra­mas de aten­ción de emer­gen­cia (ren­ta bási­ca uni­ver­sal) para los sec­to­res más afec­ta­dos por la cri­sis eco­nó­mi­ca, la indig­na­ción cre­ce y la favo­ra­bi­li­dad del Pre­si­den­te Piñe­ra se des­plo­ma a míni­mos his­tó­ri­cos. Según el más recien­te son­deo de la empre­sa Pla­za Públi­ca Cadem, la apro­ba­ción del pre­si­den­te Jefe de Esta­do cayó a un 12 por ciento.

Perú: en esta nación el pue­blo no solo se preo­cu­pa por el mal mane­jo de la pan­de­mia y el dolor dia­rio ante la muer­te, sino por el cre­cien­te auto­ri­ta­ris­mo impues­to por un poder eje­cu­ti­vo, que recor­de­mos, no fue elec­to en las urnas.

A fina­les de mar­zo, una vez apa­re­cie­ron los pri­me­ros casos de Covid-19 en el país, el Con­gre­so pro­mul­gó la “Ley de Gati­llo Fácil”. Aun­que fue apro­ba­da en el mar­co del esta­do de emer­gen­cia por la Pan­de­mia, su carác­ter será per­ma­nen­te. La mis­ma exi­me de toda res­pon­sa­bi­li­dad a los miem­bros de la fuer­za públi­ca que usen sus armas con­tra la pobla­ción civil en “cum­pli­mien­to de sus fun­cio­nes”. Los uni­for­ma­dos no podrán ser dete­ni­dos si matan o hie­ren a una per­so­na. Ade­más, tie­nen la liber­tad para dis­pa­rar con­tra una per­so­na des­ar­ma­da. La Ley que abre la puer­ta a los abu­sos poli­cia­les y a la impu­ni­dad esta­tal, ya pre­sen­ta varias denun­cias. El gobierno hace silencio.

Boli­via: a nue­ve meses del gol­pe de esta­do con­tra el Pre­si­den­te Evo Mora­les, el esta­do poli­cial – mili­tar está tan vigen­te como des­de ese noviem­bre de 2019. El país extien­de el esta­do de emer­gen­cia y en la mis­ma medi­da el con­fi­na­mien­to social. Sin apo­yo esta­tal y un sis­te­ma sani­ta­rio colap­sa­do, la gen­te deci­dió salir a pro­tes­tar arries­gan­do su vida.

En un sin núme­ro de tes­ti­mo­nios se escu­cha “mori­re­mos de Covid o mori­re­mos de ham­bre, pero de algo mori­re­mos”, expre­san­do con ello su des­es­pe­ran­za. La res­pues­ta del esta­do es la repre­sión a tra­vés de las armas, tal como hemos vis­to en varios departamentos.

En la madru­ga­da del pasa­do 4 de julio, avio­nes mili­ta­res rea­li­za­ron vue­los rasan­tes sobre la pobla­ción de K’ara K’ara en Cocha­bam­ba. Mien­tras por tie­rra, un ope­ra­ti­vo poli­cial y mili­tar repri­mía a veci­nos de la zona, que des­de hacía una sema­na exi­gían la libe­ra­ción de 8 dete­ni­dos, el dere­cho al agua, al pan, a la comi­da y al tra­ba­jo. La mayo­ría de esta pobla­ción se sus­ten­ta del tra­ba­jo informal.

En otro de los hechos más evi­den­tes de auto­ri­ta­ris­mo, el gobierno de fac­to dis­pu­so del ascen­so de un gru­po de mili­ta­res sin pasar por la revi­sión de la Asam­blea Legis­la­ti­va Plu­ri­na­cio­nal ‑tal como lo seña­la la Cons­ti­tu­ción- ampa­ra­dos en la Pan­de­mia. Pre­via­men­te, el alto man­do mili­tar acu­dió de uni­for­me al Par­la­men­to para recla­mar la apro­ba­ción de los ascen­sos, lo que el Movi­mien­to Al Socia­lis­mo, MAS, (par­ti­do con mayo­ría en ambas cáma­ras) denun­ció como una cla­ra ame­na­za al poder legislativo.

Pero los ejem­plos con­ti­núan y la Pan­de­mia como excu­sa para seguir hora­dan­do la demo­cra­cia no se detie­ne. El gobierno de fac­to, que pro­me­tió ser “de tran­si­ción”, pre­sio­nó para que las elec­cio­nes gene­ra­les y pre­si­den­cia­les, se apla­za­rán por ter­ce­ra vez.

El 18 de octu­bre pró­xi­mo serán los comi­cios y para garan­ti­zar que la fecha es ina­mo­vi­ble, la Cen­tral Obre­ra y orga­ni­za­cio­nes socia­les, cam­pe­si­nas e indí­ge­nas midie­ron fuer­zas en las calles por una sema­na y lo logra­ron. Una Ley con­tem­pla que ese domin­go las y los boli­via­nos ins­cri­tos en el padrón elec­to­ral, podrán ir a las urnas para esco­ger al nue­vo Pre­si­den­te y Vice­pre­si­den­te de la nación.

Una de las razo­nes por las que los gol­pis­tas se excu­san en la pan­de­mia para no lla­mar a elec­cio­nes son las encues­tas. La fór­mu­la del MAS (Movi­mien­to al Socia­lis­mo) ocu­pa el pri­mer lugar de favo­ra­bi­li­dad, lejos de los sie­te aspi­ran­tes de dere­cha, todos apo­ya­do­res del Gol­pe de Estado.

Ecua­dor: Con el mis­mo argu­men­to des­de que lle­gó a la Pre­si­den­cia, Lenin Moreno adver­tía en mayo pasa­do que pro­duc­to de la “pesa­da heren­cia del Correis­mo”, el eje­cu­ti­vo debía tomar drás­ti­cas medi­das económicas.

Y así fue, sin impor­tar la vul­ne­ra­bi­li­dad de la pobla­ción, la Asam­blea Nacio­nal apro­bó la lla­ma­da «Ley de Apo­yo Huma­ni­ta­rio”. La nor­ma que entró en vigen­cia en junio, per­mi­te la reduc­ción de la jor­na­da labo­ral has­ta en un 50% y la dis­mi­nu­ción de sala­rios has­ta en un 45%. Las nego­cia­cio­nes “libres” entre emplea­dor y emplea­do auto­ri­zan los des­pi­dos masi­vos, tal como ya está sucediendo.

En cuan­to a la edu­ca­ción, el recor­te para las uni­ver­si­da­des públi­cas es de US$100 millo­nes. Más de 30 uni­ver­si­da­des y escue­las téc­ni­cas públi­cas se verán afec­ta­das, así como los pro­gra­mas de becas de estu­dios supe­rio­res en el exterior.

Pese a la cri­sis sani­ta­ria por el mal mane­jo de la Pan­de­mia, el gobierno pagó USS 324 millo­nes al FMI, BM, CAF y al BID, en con­tra­vía de los pedi­dos de eco­no­mis­tas, la opo­si­ción polí­ti­ca y orga­ni­za­cio­nes socia­les, de no pagar la deu­da por aho­ra, como ha suce­di­do en otras naciones.

Se tra­ta­ba de dine­ro nece­sa­rio para aten­der la tra­ge­dia que ha vivi­do la nación, espe­cial­men­te Gua­ya­quil, en don­de las auto­ri­da­des sani­ta­rias tuvie­ron que pedir dis­cul­pas públi­cas por el extra­vío de 200 cuer­pos de per­so­nas falle­ci­das por la Covid-19.

Todos estos hechos han gene­ra­do pro­tes­tas en la mayo­ría de ciu­da­des del país. Algu­nos han dicho “cua­ren­te­na con ham­bre no dura” y “Pri­sión para los corrup­tos, tra­ba­jo para el pue­blo”. Sobre lo últi­mo hacen refe­ren­cia al escán­da­lo de corrup­ción que vin­cu­la al ex pre­si­den­te Abda­lá Buca­ram y a algu­nos de sus fami­lia­res, en la adqui­si­ción ile­gal de medi­ci­nas y equi­pos hos­pi­ta­la­rios para la aten­ción de pacien­tes con el virus. La Fis­ca­lía los acu­sa de aso­cia­ción ile­gal en el comer­cio de medi­ci­nas. El expre­si­den­te y varios de los impli­ca­dos están en pri­sión domiciliaria. 

Cie­rro este reco­rri­do por algu­nas nacio­nes de Amé­ri­ca Lati­na recor­dan­do la razón de ser de este artícu­lo: La pan­de­mia como excu­sa per­fec­ta para pro­fun­di­zar el poder de domi­na­ción sobre los pue­blos, sin pudor alguno. Un poder opre­sor, que como vimos, se vale de varia­das estra­te­gias y que toma for­mas neo fas­cis­tas supe­rio­res a las ya cono­ci­das para garan­ti­zar el con­trol del modelo.

¿Cuál es el con­tra cara? Que la sabi­du­ría de los movi­mien­tos socia­les encuen­tre las respuestas.

fuen­te: Telesur

Itu­rria /​Fuen­te

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