Por Adán Chávez Frías, Resumen Latinoamericano, 27 de agosto de 2020.
La Revolución Bolivariana ha sido desde su génesis misma un proyecto unitario, impulsado por la idea de juntar voluntades para la defensa de la dignidad nacional, frente a los desmanes de los gobiernos de la IV República; motivación fundamental de la insurrección cívico-militar del 4‑F de 1992.
Dicha insurrección fue, sin duda, una acción quijotesca; sobre todo teniendo en cuenta que, a pesar del enorme descontento existente en los cuarteles, los militares que actuaron eran minoría. Ningún general con mando de tropas estaba involucrado, ningún oficial ni de la Armada ni de la Guardia Nacional se había incorporado; y, además, se conocía que los oficiales implicados habían sido delatados por uno de los Capitanes que formaba parte del Movimiento.
Unos días antes de la rebelión, se le terminó de dar forma al documento que se presentaría al país en caso de resultar airosa la acción, denominado “Proyecto Nacional Simón Bolívar: Gobierno de Salvación Nacional”, en el cual se explicaban sus cimientos ideológicos, sustentados como se sabe en el “Árbol de las 3 Raíces”.
El documento también exponía los objetivos generales del proyecto, a partir de la respuesta a la interrogante: “¿cuál es la razón de que estemos, acá y ahora, anunciado y promoviendo cambios profundos al comenzar la última década de este siglo perdido?”; objetivos que como se refiere en el Plan “…se inscriben en las más palpitantes necesidades humanas, individuales y colectivas, no solamente de orden material sino…también…de orden político y…cultural…”.
Queda claro en el documento, que la insurgencia cívico-militar perseguía la toma del poder político para establecer un Consejo General Nacional, integrado por civiles y militares; instancia responsable de poner en marcha una Asamblea Constituyente, para rescatar la Patria y construir una democracia participativa y protagónica.
El propio Comandante Chávez dijo en diferentes oportunidades que en este proyecto inicial no se hacía referencia explícita al socialismo, pero por supuesto, quien puede negarlo, existían elementos de un gran contenido humanista; y, por lo tanto, socialista en todos los planteamientos que lo sustentan. En todo caso, cuando se debatió dicho proyecto, era prematuro plantearlo abiertamente como una alternativa socialista para el rescate de la Patria.
II
Como se sabe, la rebelión no pudo llegar a feliz término, no lográndose incluso apresar al Presidente Pérez, que era un objetivo fundamental para concretar la toma del poder político, tal y como lo expresara posteriormente el Comandante Chávez; propósito que falló, entre otras cosas, porque como se dijo antes la acción fue develada por un Capitán que era miembro del Movimiento, por lo que el Alto Mando Militar había tomado algunas previsiones.
Chávez lo contó así a Ramonet: “…la delación del Capitán René Gimón trastornó nuestros planes. A partir del 3 de febrero, el Alto Mando empezó a desarmar a nuestros Batallones dispuestos a alzarse, les quitaron los fusiles a los soldados, desmontaron las baterías de los vehículos, retiraron los radios de los tanques, confiscaron las municiones…”.
Otro elemento clave para el fracaso militar del 4‑F, fue la falla en las comunicaciones entre los oficiales involucrados; un aspecto que el Comandante Chávez relatara de la siguiente manera: “Yo mismo, que debía coordinar el conjunto del alzamiento, no disponía de los equipos técnicos necesarios; y (además) algunos miembros de nuestro Movimiento, en ciudades del interior, tuvieron un comportamiento indeciso o no pudieron hacerse con el control de sus Cuarteles”.
Además, y dadas las circunstancias que se presentaban, los compañeros de la Fuerza Aérea consideraron que resultaba muy peligroso volar; situación a la que también debemos sumar el hecho de que algunos grupos civiles, militantes de partidos de izquierda, que se habían comprometido a participar en la toma de emisoras de radio y plantas televisivas, fundamentalmente, nunca aparecieron.
III
En las indecisiones de última hora, sin duda que influyó el hecho que en la madrugada de ese día el Presidente Pérez, después de lograr escapar de las acciones de captura que se habían diseñado, se dirigió a la Nación; una alocución que logró un efecto disuasivo en militares y civiles, en lugares donde lograr el control era primordial.
La rebelión fracasaba, por lo que el Comandante Chávez decidió comunicarse con el General Santeliz Ruiz; a fin de informarle que depondrían las armas. Alrededor de las 10 de la mañana de aquel 4 de febrero, Chávez se entrega y es llevado preso a Fuerte Tiuna; donde se entera que los combates continuaban en algunos lugares de Caracas, Maracay y Valencia; y que el Alto Mando Militar estaba por ordenar que se bombardearan los sitios donde los bolivarianos seguían resistiendo, sin saber que Chávez se había entregado, tras no haberse logrado los objetivos propuestos, y a objeto de evitar más derramamiento de sangre. No se habían enterado los que continuaban en batalla, precisamente por la grave falla en las comunicaciones a la que hemos hecho mención.
Al saber de la intención de bombardeo, Chávez increpa a los presentes acerca de por qué procederían de tal manera, si ya están rendidos; interrogante cuya respuesta le permite conocer de la resistencia que estaban dando los bolivarianos. Es por ello que, propone como fórmula para evitar mayores tragedias, que le dieran la oportunidad de comunicarse con su gente. Es allí cuando el Almirante Rodríguez Citraro le dice al líder histórico de la Revolución Bolivariana: “¿por qué no lanza usted, vía los medios (de comunicación), un mensaje de rendición a todos sus hombres?”.
El líder bolivariano acepta y es cuando se produce ese hecho histórico tan importante para este proceso: el Comandante Chávez, con gran entereza a pesar de todas las adversidades, se hace responsable de la rebelión y lanza a su Pueblo y al mundo el mensaje de esperanza en el que se transformó aquel “por ahora”.