Por Revista La Comuna. Resumen Latinoamericano, 29 de agosto de 2020.
Objetivamente, el proceso bolivariano actúa de parte en la lucha de clases tanto en Venezuela como en la creación de un eje de resistencia antiimperialista en su región y en el mundo.
Su estrategia ha servido para el refuerzo de las fuerzas antiimperialistas en países como Nicaragua o Cuba, así como para favorecer las relaciones sur-sur, como estamos viendo con el acuerdo comercial con la República Islámica de Irán y las alianzas estratégicas con el mundo multipolar que representa China o Rusia.
Es por esto que lejos de ser un proceso ambiguo y ajeno a la lucha de clases, se ha convertido en una fuerza protagonista de la resistencia en el capitalismo actual de corte imperialista.
Pero no sólo. Con el desgaste del modelo político neocolonial de Venezuela a finales del siglo XX se produce una agudización de la lucha de clases a nivel interno. Es así como la oligarquía histórica pasa a un primer plano político y también como, poco a poco, la clase trabajadora venezolana se unió en torno a la figura del Comandante Hugo Chávez, para que a través de una toma real del poder político, llevar adelante un proceso de emancipación y soberanía fundamentales para el desarrollo de las fuerzas productivas venezolanas y, además, construir su propio camino al socialismo.
Por tanto, entendemos, desde el marxismo leninismo el papel progresista del proceso bolivariano no debería ser cuestionado atendiendo a estos elementos estructurales que lo componen.
La respuesta agresiva de las fuerzas imperialistas, unida a una derecha venezolana profundamente reaccionaria y protagonizada por su propia oligarquía histórica, ha sido una constante en más de veinte años de proceso.
Desde la violencia directa: guarimbas, intentos de golpe de estado, intentos de magnicidio, o más recientemente la Operación Gedeon, que suponía una invasión directa. Hasta otras formas de violencia indirecta: sanciones, bloqueo, robo de activos, o agresiones cibernéticas. Debemos asumir que no ha sido, ni es, fácil para este proceso seguir adelante con su desarrollo.
Y, no obstante, pese a estas circunstancias, hemos visto como se anteponía el bienestar del pueblo venezolano, su derecho a la soberanía política y económica por delante a pesar de las condiciones atroces que le rodeaban.
Entre los múltiples conflictos originados por esa agresión externa y la colaboración interna de la oligarquía reaccionaria, está la situación que se vive desde 2015 en la cámara representativa del Estado; la Asamblea Nacional.
Una Asamblea Nacional en desacato que, además, ha sido utilizada desde el exterior para crear un gobierno paralelo en un show golpista sin precedentes.
En diciembre de este 2020 están convocadas las elecciones a la Asamblea Nacional. Unas elecciones que, según encuestas, puede devolver el poder al chavismo en dicha asamblea, y que en cualquier caso servirán para tratar de recuperar la estabilidad institucional en la misma; para evitar que siga siendo un organismo controlado por el exterior y en desacato interno.
Así, desde Revista La Comuna, como medio partidario y comprometido con la lucha de clases, consideramos que es necesaria más que nunca, y como siempre, la unidad de la izquierda venezolana en torno al proyecto del chavismo. Un proyecto que, pese a la situación, se mantiene en pie con el esfuerzo de muchos compañeros y de un gobierno que ha demostrado una gran capacidad estratégica para aguantar en estos tiempos difíciles.
Consideramos que es un error político de primer nivel apoyar el divisionismo en un contexto como este y una muestra de miopía política con consecuencias impredecibles.
Así, confirmamos nuestro apoyo al proceso bolivariano y a su presidente, Nicolás Maduro Moros, convencidos de su capacidad, demostrada estos años, para asegurar la soberanía política de Venezuela y luchar por la soberanía económica que sólo pueden obtener los pueblos libres.
Fuente: Revista La Comuna