Por: Lis Diaz*. Resumen Latinoamericano, 13 septiembre 2020.
De los 4416 barrios populares que existen en todo el país, relevados por el RENABAP, la mitad se creó en los últimos 20 años. Lo que significa que nace un nuevo barrio popular cada 3 días.
El enfoque dado al debate público sobre la toma de tierras que se instaló en estos últimos días es cuanto menos incompleto.
¿Existen tales tomas? ¿A qué responde este fenómeno? ¿Cómo viven las personas que las habitan? ¿Hay posibilidades de acceso real de las familias trabajadoras a la vivienda?
Sí, las tomas existen y tienen distintos orígenes.
De los 4416 barrios populares que existen en todo el país, relevados por el RENABAP, la mitad se creó en los últimos 20 años. Lo que significa que nace un nuevo barrio popular cada 3 días. Esto se debe a múltiples factores, entre los que podemos nombrar la ampliación de la frontera agrícola, sus desmontes y quemas de suelo, que tienen como consecuencia a miles de familias campesinas que migran en busca de trabajo en las grandes o medianas ciudades, donde se concentra la mayor parte del aparato productivo.
Un factor histórico a tener en cuenta es que a partir de Martínez de Hoz, a finales de la década del 70, se dolarizó el precio de las propiedades inmuebles. En los últimos cincuenta años predominó falta de planificación, escaso crédito hipotecario y la pérdida de capacidad de ahorro en los sectores asalariados.
La falta de planificación le abre el paso a la especulación inmobiliaria, donde los barrios cerrados o grandes edificios de monoambientes producen que se eleven los costos de las tierras aun en lugares alejados de los centros urbanos, imposibilitando el acceso a la vivienda propia de las grandes mayorías. Además, en las zonas urbanas colapsan los servicios públicos debido a la enormidad de departamentos y torres de gran altura en barrios sin infraestructura para soportarlos, pero esto lo dejamos para más adelante.
La concentración de la riqueza y por ende de tierras es un proceso que no se detiene en los últimos 30 años, esto atenta con la posibilidad de gran parte de la población de acceder a un lugar donde vivir. Si habitamos un país inmenso, con miles de kilómetros cuadrados, ¿por qué no podemos garantizar que nuestros compatriotas tengan un lote para poder vivir? Por otro lado, las condiciones que exige el mercado inmobiliario para alquilar también agrava el problema,y pese a la reciente reforma, aún hay trabas que los más postergados no podemos sortear como por ejemplo una garantía propietaria o un recibo de sueldo.
Las cifras son alarmantes: cerca del 70% de la población de los barrios populares son personas menores de 30 años, siendo el 50 % menores de 18 años de edad. Una población de cuatro millones de personas que sin servicios de agua, luz o gas, sin veredas ni asfalto padecen la falta de una vivienda digna. Los accidentes domésticos, los incendios, las inundaciones y la falta de accesibilidad son moneda corriente para los habitantes de estos barrios.
Entonces digo que las tomas no son la solución. Lo digo muy claro. Debemos desalentarlas, pero con propuestas políticas reales. El Estado no debe actuar con balas y topadoras, debe garantizar tierra, techo y trabajo para todxs. Los movimientos populares estamos acostumbrados a la estigmatización, a que se menosprecie nuestro trabajo. Las acusaciones sin fundamentos demuestran la falta de sensibilidad social que poseen ciertos sectores de la sociedad sin empatía ni comprensión por el sufrimiento de otras personas.
Los movimientos populares no nos quedamos a la expectativa. Es por eso que invitamos a un debate franco y pensando en la solución de fondo. Necesitamos planificación y acción conjunta entre el Estado, la comunidad y las instituciones. Para eso impulsamos un ambicioso programa que contempla la creación de miles de puestos de trabajo y el fácil acceso a cientos de miles de lotes. Lotes que tengan los servicios, agua, luz, gas e internet y que estén debidamente conectados con medios de transportes. Lotes que sean vendidos, pero con cuotas posibles para las personas humildes. Que estos nuevos pueblos, nuevas ciudades sean proyectos urbanísticos donde estén contemplado el respeto por la biodiversidad, los espacios verdes y de esparcimientos, donde se pueda ver el sol salir y poner y que haya conectividad red y transporte.
Si pensamos en una Argentina unida, quienes somos elegidos por la voluntad popular debemos dejar de generar escenarios de disputa y desigualdad. De las diferencias pasar a la propuestas para una patria con oportunidades para todos. Donde construyamos futuro con vivienda y un medio ambiente sustentable para las futuras generaciones.
Si algo nos debe enseñar esta pandemia es que es momento de reflexión. Una nueva Argentina es ahora.
*Lis Diaz es concejal del Frente de Todos en Tres de Febrero.
Las imágenes son de Tamara Grinberg.
fuente: El País digital (Argentina)