Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 16 de septiembre 2020.
Este pasado 7 de septiembre se han cumplido 50 años del asesinato de los militantes montoneros Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus, y con motivo de eso hubo un manifiesto firmado por los sobrevivientes de la comandancia de Montoneros, entre ellos, nuestro entrevistado que es Roberto Cirilo Perdía. En ese marco queríamos preguntarte ¿cuál es el motivo de este manifiesto y de esta firma conjunta de varios de ustedes, donde además aparecen acompañados por una buena cantidad, casi 1000 firmas, de exmilitantes montoneros y montoneras.
-El motivo fue claro, se trata de medio siglo de los inicios de nuestra organización Montoneros y este fue un acto de homenaje, más allá de las diferencias políticas que puede haber en el pasado y en el presente, hacia todos los compañeros y compañeras que dieron su vida, que perdieron el bienestar, que perdieron todo lo que tenían por una causa absolutamente justa. De modo tal que, el hecho concreto de este documento tiene ese valor histórico y ese sentido.
-Para trasladarnos ya al presente, ¿cuál crees que es el legado fundamental que dejó esa lucha de Montoneros aplicada a este presente? Me refiero sobre todo a estas nuevas generaciones que no conocieron esa historia y que hoy la están leyendo o estudiando y otros pasan olímpicamente de aquellos años tan duros, aquel tiempo que a veces decimos eran los años de plomo por la cantidad de asesinadxs, presos y exiliadas, y también de experiencias maravillosas que se realizaron.
-El hecho de que ya no exista la Organización hizo que cada uno tomara las propias definiciones que entendía como correctas. De modo tal que, la apreciación que yo pueda hacer es mi punto de vista acerca de que significa que es la herencia y la lucha. Creo que, fundamentalmente, significó, primero, una lucha claramente antioligárquica, antiimperialista en su momento, en esa instancia concreta, y por la construcción de un nuevo tipo de sociedad. Nace enfrentando una dictadura y creo que el sentido fundamental de la misma es que aquellas condiciones, la situación del país, hoy no están o están mucho peor, entonces eso nos da una idea de las respuestas en un mundo distinto, de una sociedad diferente, las respuestas necesarias para el día de hoy acerca de cómo responder ante esta realidad.
-Hay un momento de la historia de Montoneros que la quiero también traer a este presente en el cual la Organización rompió con Perón, con el líder histórico que la Organización y muchos militantes habían colaborado en su regreso después de tantos años de exilio. En estos últimos años se está produciendo un resurgimiento del peronismo y también de la figura de Perón. A tantos años, ¿cómo caracterizarías el rol que jugó Perón en la historia argentina?
-Obviamente es una cosa contradictoria. Primero, obviamente, es el líder de masas más importante de nuestro país del siglo XX. En eso, prácticamente, no hay ninguna discusión. Pero, a su vez es el generador y creador de un movimiento, el peronismo, que nació, vivió y se desarrolló en medio de grandes contradicciones al interior de esa fuerza, no solamente en la sociedad. En el sentido de que por un lado estaban quienes pretendían simplemente constituirlo en una fuerza políticamente mayoritaria con algunas reformas al sistema, y otros queríamos instrumentar ese peronismo en función de las condiciones revolucionarias que la sociedad demandaba en ese momento. Creo que ese es el sentido, en muchos casos exagerado, de la imagen que tiene Evita, en el sentido de que se la toma como la revolucionaria, justamente por las confrontaciones en el sentido de avanzar en un proceso de cambio.
Esa situación se da desde el origen del peronismo, en el sentido de que recoge esas contradicciones, pero tales contradicciones convivieron, de alguna manera, durante todo el primer gobierno peronista, convivieron durante la resistencia posterior y, de alguna manera, terminan de estallar una vez muerto Perón. Estalla claramente y se va inclinando la hegemonía interna hacia los sectores más proclives a un entendimiento con el sistema, a una reproducción del mismo, a un vínculo con el poder económico, siempre manteniendo algunas ideas de justicia social, pero con ese principio que fue guiando aquella lucha y colocándolo en la superficie. Eso motivó concretamente los enfrentamientos que tuvimos con Perón y las luchas internas, que con su muerte se profundizaron. Entonces, en los últimos meses de la vida de Perón lo denominamos con único factor de unidad nacional, aquel que mantenía atadas, de alguna manera, a las diferentes y opuestas corrientes que convivían dentro del peronismo. Muerto Perón se agudizó aquello y vino la confrontación y la lucha interna.
Desde allí hasta acá, con algunas excepciones, con lo que nos encontramos es con un peronismo institucional, diría más institucionalizado, que aparece como la defensa del sistema, al punto tal que hoy podemos decir que las estructuras del peronismo se pueden caracterizar como parte del propio sistema, hasta podríamos llegar a decir que el peronismo es hoy un partido del sistema. Por otro lado, aquellas ideas de justicia social y demás sobreviven en gran parte del pueblo, sobre todo el pueblo humilde. Eso hace que se vuelvan absolutamente inexplicables algunas actitudes contemporáneas cuando, por ejemplo, se condena este intento de sectores muy humildes de ocupar espacios y terrenos y son calificados como delincuentes. Ahí esta patentizado, de una u otra manera, esta contradicción y de qué manera aquel peronismo que alimentaba y alimentó luchas transformadoras terminó consolidando la propia existencia del sistema. Es una contradicción que recorre toda la vida del peronismo. Lamentablemente, ese peronismo después desde el gobierno terminó, con sus contradicciones, básicamente orientándose en otra dirección.
-Eso mismo que estabas hablando ahora me recordaba a los enfrentamientos entre lo que se llamaba el peronismo de derecha y el peronismo revolucionario, el que abrazaba la figura de Evita, sin dejar de lado la de Perón, pero, como vos decías, volcándose a una posición más revolucionaria. Ahora hay un resurgimiento de eso también. Por ejemplo, uno escucha al ministro de Seguridad (bonaerense), Sergio Berni, diciendo que aspira a ser el presidente del Partido Justicialista y a la vez es uno de los que califica como represor de gente humilde entre los que hay muchos que son peronistas y que seguramente están en las ocupaciones de tierras, o es la figura que ampara a los asesinos de Facundo Astudillo Castro. O sea, vuelven a repetirse muchas de las cosas que ya vimos hace 50 años.
-Si, claro, pero, desgraciadamente, corregidas y aumentadas en función de lo que pasa en el mundo. Cuando uno mira este mundo occidental, básicamente Europa o Estados Unidos, o el vecino Brasil, se encuentra con realidades que no eran imaginables hace 15 o 20 años atrás, o mucho más cerca, digo como para ubicarlas en un contexto histórico. Esas realidades se manifiestan en como se agotó en la propia Europa la idea del estado de bienestar que después de la Segunda Guerra Mundial le dio una perspectiva de otro tipo de vida a aquellas sociedades. Eso ocurrió, por supuesto, al amparo del modelo de expoliación de nuestras riquezas, explotación y saqueo. De todas maneras, era un sistema interno que le daba a su gente expectativas de vida mejores.
Eso se está agotando y de ese agotamiento en varios países van asomado perspectivas y políticas de derecha, políticas que prácticamente eran desconocidas en Europa. Eso se trasladó a Estados Unidos, con el gobierno de Trump. Junto a la crisis del proceso de globalización significa un sistema absolutamente autoritario. Lo mismo llega a Nuestramérica en varios casos, el más rotundo y claro es Bolsonaro en Brasil, y creo que tiene que ver con el fracaso de algunas políticas que se dieron en tono progresista, que como no fueron al corazón de los problemas terminaron alimentando la perspectiva de que por la ley del péndulo termináramos en el otro extremo.
-¿Esto se vincula también a lo que ocurre en el peronismo?
-Creo que este fenómeno se da también al interior del peronismo. El peronismo como movimiento de masas evidentemente refleja ese sentido y hoy nos encontramos con cosas que parecían inauditas después de lo que ocurrió en los años 70 en Argentina.
-¿A qué te referís?
- A expresiones de una derecha bastante beligerante dentro del peronismo, como ocurre con estas manifestaciones de un señor que es ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, pero tiene el aval de las altas autoridades de la provincia y de la Nación, y que, evidentemente, lo que quiere es proponer a la sociedad y al país, un mundo claramente diferente y represivo. Recientemente leía a Berni diciendo que mientras él sea ministro de Seguridad será respetada la propiedad privada, que eso es inviolable. Justamente uno de los principios que sostiene esta democracia parcial o con escasa efectividad es la defensa de la propiedad privada. Berni lo toma como bandera, olvidando lo que el propio peronismo propuso, cuando en la Constitución de 1949, en sus artículos 37, 38, 39 y 40, modifica y plantea criterios distintos respecto al modelo social, ya de tipo constitucional, y plantea que la propiedad debe tener una función social. Este señor vuelve atrás, vuelve a los años 30, a otro momento de la historia y nos plantea que la defensa de la propiedad va a ser inviolable y él la va a garantizar, y lo va a hacer en nombre de un Gobierno que se dice peronista. Allí está la contradicción, donde lo mejor que le podemos pedir a este señor es que no hable en nombre del peronismo. De todos modos eso es problema de quienes siguen avalando o apoyando sus políticas, pero también marca la necesidad de recuperar de aquel movimiento las mejores banderas, de la justicia social, y colocarlas en otro rumbo. Esa es un poco la tarea a la que podamos aportar cada uno de nosotros y la tarea para las próximas generaciones.
-Ahora estas militando y sos uno de los referentes de la OLP-Resistir y Luchar. Supongo que esa organización resume muchas de las cosas que estás diciendo, en el sentido de seguir peleando por una sociedad diferente en un momento en que, como vos mismo dijiste, la sociedad está peor que hace 50 años. ¿Cuál sería la síntesis de esa pelea en la cual estás metido hoy, seguramente que con la misma fuerza de cuando te enrolaste a Montoneros hace tantos años?
-Uno intenta mantener aquellas ideas. Nuestra Organización Libre del Pueblo – Resistir y Luchar plantea objetivos semejantes a los que uno podía imaginar como necesarios en este momento histórico. Creemos que es vital encontrar una construcción política que dé cuenta de esta situación que se está dando en la sociedad y la pueda llevar a superar los topes que van apareciendo. Creo que ese es un camino imprescindible, que debemos tratar de recorrer con todas las dificultades del caso para mostrar otras perspectivas, otros rumbos, que no todo está perdido en el sentido de que esta recurrencia de gobiernos de tipo progresista no avanzan, sino que retroceden. Debemos generar otras alternativas y ese es el camino que uno intenta construir. Creo que los sucesos de estas últimas semanas han sido suficientemente claros en esa dirección de cómo se van articulando, por fuera inclusive de las organizaciones y los aparatos institucionalizados del Gobierno, y generando corrientes de opinión y prácticas sociales y políticas que alumbran otras perspectivas. Eso es lo que uno pretende poder llevarlo hacia instancias superiores y construirlo como alternativa, pensando que nada de ello es rápido, ni mediato.
Desde el punto de vista conceptual, a aquellas viejas banderas antioligárquicas, antiimperialistas y anticapitalistas hoy le podemos agregar a 50 años de distancia, por supuesto que desde mucha antes de hoy, pero claramente hoy hay que hacerlo, las banderas antipatriarcales, aquellas banderas que tienen que ver con una sociedad que se construyó como sustento del capitalismo sobre el principio patriarcal que está en todos lados, en el lenguaje, en las formas de manifestarse. Y tiene que ver con otra cuestión, no olvidemos que hasta la parte de reivindicación de derechos se llamaban derechos del Hombre en vez de derechos de la Humanidad, y que esa caracterización tenía que ver con otra cuestión, con aquella idea que nos viene del modernismo de que los hombres estaban por encima de la Naturaleza, la querían dominar, controlar. Esa idea del Hombre como eje absoluto de la vida creo que la tenemos que cambiar y pensar en que las personas humanas y la Naturaleza son parte de un mismo compuesto y ese compuesto que requiere distintas formas de ver las relaciones entre las personas, entre hombres y mujeres, y las relaciones con la Naturaleza que tenemos que cambiarlas. Esto ciertamente no era tan claro en los inicios de nuestra organización, pero actualmente, medio siglo después, ya se puede hablar con bastante firmeza y seguridad sobre estos cambios.
-¿Sigue vigente el concepto de luchar por la Patria socialista?
-El socialismo tiene una prensa no tan buena y, por supuesto, ganada por su práctica. En Argentina, el socialismo en general, en su expresión electoral, política y demás, estuvo casi siempre identificado con las posiciones más gorilas, desde el inicio de «Braden o Perón» donde se encolumnaron junto al embajador norteamericano hasta un montón de hechos posteriores, sus intentos golpistas, su gorilismo para derrocarlo a Perón. El socialismo como corriente política electoral, en algunas partes mayoritarias, tuvo expresiones del tipo gorila.
Sin embargo, es imprescindible construir otro modelo de relaciones sociales que no estén fundadas en la explotación de las personas, que estén fundadas en la solidaridad. Entonces, desde ese punto de vista el socialismo es una bandera imprescindible y necesaria bajo la forma que sea, no sé cuánto tendrán de socialistas, de comunitarias, de comunistas, de cristianas, pero construir otro tipo de banderas que permitan, en definitiva, pensar de otra manera la relación entre las personas en el futuro. Desde ese punto de vista, creo que el anhelo de la Patria socialista era una idea que era superadora de esa situación y que creo que ese punto de vista sigue siendo válido.
-50 años después y con más de 70 años sobre las espaldas ¿de qué tenés que arrepentirte en tu militancia?
-Son casi 80… El principal sentido autocrítico que uno tiene, por lo que significó en la sociedad argentina, los dolores y demás, es no haber alcanzado aquellos objetivos por los cuales iniciamos nuestra lucha. Digo esto porque en el camino quedaron miles de compañeros y compañeras, con sus familias, sus historias, sus esperanzas, y no haber alcanzado aquellos sueños es la principal autocrítica. No es el arrepentimiento por haber iniciado ese camino, por las cosas justas por las que peleábamos.? El sentido es no haber alcanzado aquellos objetivos. Creo que eso es lo que tenemos que transmitir, que aquellos objetivos siguen pendientes y hay que realizarlos, concretarlos en montón. Ese es en definitiva lo que uno siente como principal deuda hacia la sociedad y como principal responsabilidad histórica.