Argen­ti­na. ¿Habrá un «botón rojo» y deci­sión polí­ti­ca de apretarlo?

Por SERGIO ORTIZ, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de sep­tiem­bre 2020.

La situa­ción sani­ta­ria sigue empeo­ran­do, con con­ta­gios y muer­tes en todo el país. Según el pre­si­den­te, pue­de haber «botón rojo». ¿Real­men­te tie­ne a mano ese botón de emer­gen­cia total? Y sobre todo, ¿se ani­ma­rá a usarlo?

Las esta­dís­ti­cas repe­ti­das todas las maña­nas por la vice­mi­nis­tra de Salud, Car­la Viz­zot­ti y ven­ti­la­das por los medios de infor­ma­ción, con sus mati­ces polí­ti­cos ses­ga­dos, dan cuen­ta de que el pro­ble­ma ya es un pro­ble­món.
No sólo por los con­ta­gia­dos y muer­tos, que dia­ria­men­te son 10.000 y cer­ca de 200, res­pec­ti­va­men­te, sino por otros datos sobre el dra­ma pro­vo­ca­do por el Covid-19.
Antes el 90 por cien­to de los casos esta­ba loca­li­za­do en el AMBA. Aho­ra esa pro­por­ción bajó al 65, por­que se infec­tó más el res­to del país, don­de el impac­to era menor. Las lla­mas de ese incen­dio tam­bién car­co­men a San­ta Fe, Jujuy, Cór­do­ba, Río Negro, Sal­ta, etc.
Antes se temía que no alcan­za­ran las camas UTI dis­po­ni­bles. Aho­ra ese ries­go ya es real en Jujuy, pero en el res­to ‑sin lle­gar a ser la gran caren­cia – se nota la fal­ta de per­so­nal médi­co, tera­pis­tas, enfer­me­ras y demás per­so­nal de salud que se con­ta­gió, está bajo estrés o murió. Un duro comu­ni­ca­do de la Socie­dad Argen­ti­na de Tera­pia Inten­si­va (SATI) puso de relie­ve esa durí­si­ma reali­dad; las auto­ri­da­des nacio­na­les y pro­vin­cia­les admi­tie­ron que era la cru­da ver­dad.
Alu­dien­do al futu­ro más o menos cer­cano, el minis­tro Ginés Gon­zá­lez Gar­cía dijo que si nos nos cui­da­mos «esto va a ir muy mal». En reali­dad lo suyo, bien inten­cio­na­do, fue eufe­mís­ti­co por­que ese futu­ro lle­gó hace rato, diría el Indio Sola­ri. Esta­mos muy mal, aho­ra, aun­que haya unos cuan­tos argen­ti­nos que lo nie­guen y has­ta se bur­len mien­tras ellos y el país se caen al abis­mo, caso de los tilin­gos que bebían y nega­ban la reali­dad en un boli­che del cerro Cha­pel­co.
A con­tra­mano de esa evo­lu­ción nega­ti­va sani­ta­ria, la dere­cha polí­ti­ca que gobier­na la Ciu­dad de Bue­nos Aires, siguió con la reaper­tu­ra de todos los nego­cios, inclu­so bares y res­tau­ran­tes con mesas y sillas a la calle. En este pun­to Axel Kici­llof tie­ne un mejor pun­to de vis­ta, afín a la defen­sa de la vida y la salud. En otros asun­tos, como la «segu­ri­dad», el gober­na­dor bonae­ren­se con­flu­ye con aque­lla dere­cha polí­ti­ca pues anun­ció jun­to Alber­to Fer­nán­dez y Ser­gio Ber­ni pla­nes de más cár­ce­les, poli­cías y patru­lle­ros, como sinó­ni­mo de segu­ri­dad ciu­da­da­na.
Más sen­si­ble a la reali­dad, el pre­si­den­te dijo que «pue­de haber botón rojo», en un repor­ta­je con «A dos voces», el pro­gra­ma de la voz úni­ca de Héc­tor Mag­net­to. A pro­pó­si­to, ¡cuán­ta pobre­za mediá­ti­ca de la demo­cra­cia, al pun­to que no hay en la tele­vi­sión públi­ca un solo pro­gra­ma polí­ti­co! El sín­dro­me alber­tis­ta con­tra lo que fue «678» dejó al Esta­do sin voz.
Hablan­do de Mag­net­to, los cor­tes de Inter­net del vier­nes, ¿serán su repro­che por el con­ge­la­mien­to de tari­fas?
El pre­si­den­te dijo que la cua­ren­te­na no exis­te por­que muy pocos la res­pe­tan y enton­ces uno se pre­gun­ta si exis­te el «botón rojo». Y sobre todo, dudar si aquél tie­ne la volun­tad polí­ti­ca y deci­sión de usar­lo, lle­ga­do el caso. El caso ya lle­gó. Aho­ra hay que apre­tar ese botón e impo­ner una cua­ren­te­na tipo Wuhan o al menos como la que impe­ró entre noso­tros en mar­zo y abril. De lo con­tra­rio esta­re­mos más al horno, quemados.

Muchas nece­si­da­des popu­la­res.
Con­ser­var la vida y no per­der­la a manos del coro­na­vi­rus, es una prio­ri­dad. No es la úni­ca, pues con­ser­var­la tie­ne sen­ti­do si al mis­mo tiem­po pode­mos vivir­la con dig­ni­dad, con un empleo y sala­rio que cubra el cos­to de la vida, un techo don­de vivir, escue­la para hijos y nie­tos, acce­so a la salud públi­ca de buen nivel, goce de los dere­chos huma­nos sin que la poli­cía y otras fuer­zas de Segu­ri­dad te gol­peen, baleen o des­apa­rez­can.
¿Y por casa cómo anda­mos en esos rubros esen­cia­les? Una res­pues­ta obje­ti­va sería: entre regu­lar y mal. Y esa nota no sig­ni­fi­ca echar­le toda la cul­pa a Fer­nán­dez y Cris­ti­na, por­que todos saben o debie­ran saber de dón­de veni­mos. Pasó Mau­ri­cio Macri y Argen­ti­na que­dó en cri­sis. Fue una espe­cie de Ati­la: por don­de pasa­ba su caba­llo no cre­cía el pas­to.
Al mar­gen de aque­lla com­pren­sión del nega­ti­vo pasa­do macris­ta, mucha gen­te está hoy sin empleo. Y quie­nes lo con­ser­va­ron han sufri­do recor­tes sala­ria­les, pese al decre­to pre­si­den­cial que los prohi­bía con la mano y Tra­ba­jo lo borra­ba con el codo.
Tan­tí­si­ma gen­te no tie­ne dón­de vivir por­que no pue­de pagar el alqui­ler, cuyas subas fue­ron tam­bién tem­po­ral­men­te prohi­bi­das y aho­ra serían auto­ri­za­das. Muchos humil­des han ocu­pa­do tie­rras, fis­ca­les en su mayo­ría y pri­va­das en algu­nos casos. Allí han mon­ta­do sus car­pas o cova­chas de nylon y made­ras don­de alo­jar­se, para hacer­se un techo más ade­lan­te.
Según Segu­ri­dad bonae­ren­se hubo tomas en La Pla­ta, La Matan­za, Tres de Febre­ro, Mer­lo, José C. Paz, Par­ti­do de La Cos­ta, Mar del Pla­ta, Villa Gesell, Moreno, Pre­si­den­te Perón, Mal­vi­nas, Quil­mes, Ave­lla­ne­da, Pilar, Tigre, Cañue­las, Flo­ren­cio Vare­la, Bahía Blan­ca, San Mar­tín, Almi­ran­te Brown, Lanús, Ezei­za, Hur­lingham, Itu­zain­gó, Zára­te, Junín y San Fer­nan­do.
Tam­bién las hubo en Lago Mas­car­di, Río Negro; zona sur de Sal­ta y mis­ma zona de Cór­do­ba capi­tal, etc.
Es un fenó­meno que vie­ne de lejos. Juan Gra­bois les recor­dó a los puni­ti­vis­tas par­ti­da­rios del des­alo­jo poli­cial que en Bue­nos Aires hay 4.400 barrios que se ori­gi­na­ron en asen­ta­mien­tos. Pole­mi­zan­do con el ban­do pro-repre­sión, el refe­ren­te de UTEP les recor­dó a Eva Perón: «don­de hay una nece­si­dad hay un dere­cho».
Lamen­ta­ble­men­te, a favor de la repre­sión hay una par­te de la socie­dad, que lla­mó a armar­se y mar­char con­tra los ocu­pan­tes en Mas­car­di. Esos vio­len­tos no son los gran­des res­pon­sa­bles de la fal­sa solu­ción al dra­ma. Antes bien, hay que bus­car­los en las auto­ri­da­des nacio­na­les y bonae­ren­ses que anun­cia­ron un plan esta­tal con inver­sión de 37.000 millo­nes de pesos para cons­truir 12 nue­vas cár­ce­les, remo­de­lar comi­sa­rías, sumar 10.000 poli­cías, 2.200 fla­man­tes patru­lle­ros, armas y muni­cio­nes. Tam­bién agre­ga­rán otros 4 mil efec­ti­vos fede­ra­les al dis­tri­to, etcé­te­ra.
El pro­ble­ma de la inse­gu­ri­dad es real, pero la solu­ción poli­cía­ca es fal­sa. Al cro­nis­ta le gus­ta­ría escu­char una pala­bra de Raúl Zaf­fa­ro­ni y el CELS. ¿Se ban­can la doc­tri­na Ber­ni, jus­to cuan­do fue­ron iden­ti­fi­ca­dos los res­tos del joven Facun­do Astu­di­llo Cas­tro? «¿Que­rés ser poli­cía?, Yo no», can­ta­ban Todos Tus Muer­tos. El cro­nis­ta tam­bién can­ta.
Esa doc­tri­na repre­si­va cree ser bue­na car­ta elec­to­ral para 2021 y a eso apun­ta. Sin embar­go, no es bue­na ni jus­ta, social ni políticamente.

Se van para atrás.
La sema­na ter­mi­na mal para la exme­sa judi­cial del macris­mo, inte­gra­da por el expre­si­den­te, algu­nos minis­tros y fun­cio­na­rios, agen­tes de inte­li­gen­cia, jue­ces y cier­tos perio­dis­tas, con per­dón de la pala­bra.
El 30 de julio el Con­se­jo de la Magis­tra­tu­ra apro­bó por un voto (el de Gra­cie­la Cama­ño, pri­me­ra vez en su vida que votó bien) la revi­sión en el Sena­do de las «pro­mo­cio­nes» de la dece­na de espe­cia­lis­tas en law­fa­re o gue­rra jurí­di­ca.
De esos diez magis­tra­dos, la aten­ción se cen­tró en tres; Leo­pol­do Bru­glia y Pablo Ber­tuz­zi, de la Cáma­ra Fede­ral, y Ger­mán Cas­te­lli, del Tri­bu­nal Oral Fede­ral 7. Este ter­ce­to fue muy acti­vo en ama­ñar pro­ce­sos orde­na­dos por el gobierno ante­rior con­tra CFK y varios exfun­cio­na­rios.
El trá­mi­te correc­to es que los jue­ces sean nom­bra­dos por el Sena­do, paso que el macris­mo omi­tió, pro­mo­vien­do a esos alfi­les de su gue­rra polí­ti­ca.
El gobierno del Fren­te de Todos, al ini­ciar la revi­sión, esta­ba dán­do­les la oca­sión a esos magis­tra­dos de ser eva­lua­dos y even­tual­men­te con­fir­ma­dos en sus altas fun­cio­nes.
Lejos de acep­tar­lo y expo­ner en el Sena­do sus títu­los y razo­nes, pre­sen­ta­ron ampa­ros. No con­cu­rrie­ron el vier­nes a la Comi­sión de Acuer­dos de la Cáma­ra Alta y apos­ta­ron a fallos que les salie­ron mal.
La jue­za María Ale­jan­dra Biot­ti recha­zó los pedi­dos de Bru­glia y Ber­tuz­zi de ser rati­fi­ca­dos. Esa reso­lu­ción fue con­fir­ma­da el vier­nes por la Cáma­ra en lo Con­ten­cio­so Admi­nis­tra­ti­vo Fede­ral. Cas­te­lli tam­bién fra­ca­só en su cau­te­lar ante la jue­za Maca­re­na Marra Gimé­nez.
A los tres les que­da sólo la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia, a la que pidie­ron inter­ve­nir vía el per sal­tum. El tri­bu­nal no se expi­dió y tie­ne otra cita el mar­tes, bajo una máxi­ma pre­sión de los intere­sa­dos y toda la cor­po judi­cial, polí­ti­ca y mediá­ti­ca. El fal­so argu­men­to es que se esta­ría ante una «manio­bra K» con­tra la jus­ti­cia para lograr «la impu­ni­dad» de la vice­pre­si­den­ta en cau­sas de corrup­ción.
La Comi­sión de Acuer­dos del Sena­do fun­cio­nó sin asis­ten­cia de los sena­do­res del PRO-Jun­tos por el Cam­bio y sin los tres acu­sa­dos. Se resol­vió recha­zar la con­ti­nui­dad de esos per­so­na­jes en sus car­gos y pro­mo­ver­les jui­cio polí­ti­co. Eso se pon­drá en con­si­de­ra­ción del pleno de la Cáma­ra cuan­do se pue­da reu­nir.
No está cla­ro si esa sesión se podrá hacer pron­to, por­que la opo­si­ción no quie­re sesio­nar, ni vir­tual­men­te, cons­cien­te de su casi inevi­ta­ble derro­ta.
Sería bueno que el Con­gre­so fun­cio­ne. No sólo para man­dar para atrás a esos tres arri­bis­tas y cóm­pli­ces del law­fa­re sino tam­bién para apro­bar pro­yec­tos más impor­tan­tes, como el impues­to a las gran­des for­tu­nas y la refor­ma judi­cial.
Son dos leyes módi­cas pero nece­sa­rias. Fren­te al Covid-19 hace fal­ta el freno del «botón rojo» y en este caso, urgen­te, dos «luces verdes».

Itu­rria /​Fuen­te

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