Argentina. Resumen gremial I. En el día de la sanidad, Larreta reprimió el reclamo de enfermeras/ Enfermeros piden a legisladores porteños ser reconocidos como profesionales/ Esenciales: una muestra fotográfica sobre trabajadores de Salud

Argen­ti­na. Resu­men gre­mial I. En el día de la sani­dad, Larre­ta repri­mió el recla­mo de enfermeras/​Enfer­me­ros piden a legis­la­do­res por­te­ños ser reco­no­ci­dos como profesionales/​Esen­cia­les: una mues­tra foto­grá­fi­ca sobre tra­ba­ja­do­res de Salud

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Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de sep­tiem­bre de 2020.

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En el día de la sani­dad, Larre­ta repri­mió el recla­mo de enfermeras

En el día de la sanidad, Larreta reprimió el reclamo de enfermeras

Las y los tra­ba­ja­do­res de la salud se acer­ca­ron a la Legis­la­tu­ra Por­te­ña a recla­mar ser reco­no­ci­dos como pro­fe­sio­na­les de la salud. Son la pri­me­ra línea de com­ba­te fren­te a la pan­de­mia y el gobierno enca­be­za­do por Hora­cio Rodrí­guez Larre­ta vol­vió a mos­trar su fal­ta de cin­tu­ra para la reso­lu­ción de con­flic­tos labo­ra­les. La poli­cía por­te­ña repar­tió pala­zos a man­sal­va y dejó videos conmocionantes.

Las y los tra­ba­ja­do­res de la salud a car­go de la enfer­me­ría de la CABA bus­ca­ron entre­gar un peti­to­rio en el que exi­gían la revi­sión de su cate­go­ría para ser con­si­de­ra­dos pro­fe­sio­na­les de la salud y mejo­rar sus con­di­cio­nes labo­ra­les. La res­pues­ta del gobierno de la Ciu­dad fue vio­len­ta y des­en­ca­ja­da de la voca­ción de diá­lo­go que ostenta. 

La ini­cia­ti­va de entre­gar el peti­to­rio sur­gió en el con­tex­to de la mar­cha de miles de tra­ba­ja­do­res de la salud que mar­cha­ron al cen­tro por­te­ño en su día recla­man­do mayo­res con­tro­les del ais­la­mien­to y pidien­do mejo­ras salariales. 

Al cie­rre de esta nota la poli­cía de la Ciu­dad gaseó y le rom­pió la cabe­za a tres tra­ba­ja­do­ras, cuyas fotos ensan­gren­ta­das tiñe­ron el día. 

El recla­mo no es nue­vo. La ley en cues­tión, san­cio­na­da en noviem­bre de 2018 por 36 votos a favor y 19 en con­tra en la Legis­la­tu­ra por­te­ña, modi­fi­có la nor­ma­ti­va del sec­tor y sigue des­co­no­cien­do a los Licen­cia­dos en Enfer­me­ría, Licen­cia­dos en Ins­tru­men­ta­ción Qui­rúr­gi­ca y los Licen­cia­dos en Bio-imá­ge­nes como pro­fe­sio­na­les de la salud, ya que los con­tem­pla como per­so­nal técnico-administrativo. 

El con­tex­to de la pan­de­mia dejó en cla­ra evi­den­cia que con esa nor­ma­ti­va su tra­ba­jo que­da des­va­lo­ri­za­do en fun­ción de la impor­tan­cia que tiene.

Comu­ni­ca­do

La CTA Autó­no­ma repu­dió la repre­sión a enfer­me­ras en la Legis­la­tu­ra porteña

«Des­de la Cen­tral recha­za­mos la vio­len­ta res­pues­ta por par­te del Gobierno de la Ciu­dad a los recla­mos que rea­li­za­ban las tra­ba­ja­do­ras de la salud por sus dere­chos en el mar­co de la emer­gen­cia sanitaria.

«Las enfer­me­ras de dis­tin­tos hos­pi­ta­les por­te­ños pre­ten­dían entre­gar un peti­to­rio, don­de exi­gían mejo­res con­di­cio­nes labo­ra­les y mayor pre­su­pues­to para equi­par los hos­pi­ta­les públi­cos con los mate­ria­les nece­sa­rios para poder hacer fren­te a la pan­de­mia, en el mar­co de la Jor­na­da Nacio­nal de la Salud.

«Ante esta situa­ción, la poli­cía de la Ciu­dad fue envia­da para ame­dren­tar a quie­nes están en la pri­me­ra línea con­tra el COVID19, tra­ba­jan­do sin des­can­so y sin los mate­ria­les necesarios.

«Mien­tras que el per­so­nal sani­ta­rio en la Argen­ti­na ya suma más de 30 mil con­ta­gios y supe­ran las 140 muer­tes por el virus, el Gobierno de Hora­cio Rodrí­guez Larre­ta res­pon­de con represión.

«Des­de la CTAA recha­za­mos cual­quier tipo de vio­len­cia ins­ti­tu­cio­nal, y apo­ya­mos a las y los tra­ba­ja­do­res en sus recla­mos por una polí­ti­ca seria en salud pública».

Fir­man:

• Ricar­do Pei­dro, Secre­ta­rio General.

• Clau­dia Bai­go­rria, Secre­ta­ria Adjunta.

• Hugo «Cacho­rro» Godoy, Secre­ta­rio Adjunto.

Enfer­me­ros piden a legis­la­do­res por­te­ños ser reco­no­ci­dos como profesionales

«Pre­sen­ta­mos un docu­men­to diri­gi­do a los nue­ve blo­ques de la Legis­la­tu­ra para que se tra­te de for­ma urgen­te el pase de los licen­cia­dos en enfer­me­ría a la carre­ra pro­fe­sio­nal, de la que fui­mos exclui­dos en noviem­bre de 2018», dijo a Télam Clau­dio Ibe­ro, tra­ba­ja­dor del Hos­pi­tal Durand de la Ciu­dad de Bue­nos Aires.

Dicha ley reco­no­ce 24 pro­fe­sio­nes de la salud, entre las que se encuen­tran, por ejem­plo, médi­cos, odon­tó­lo­gos, fisio­te­ra­peu­tas, fono­au­dió­lo­gos y nutri­cio­nis­tas, pero no inclu­yó a los licen­cia­dos en enfer­me­ría, quie­nes que­da­ron encua­dra­dos como par­te del per­so­nal administrativo.

DIA DE LA SANIDAD

Jor­na­da de lucha por la salud

El gri­to des­de Salud: nos esta­mos muriendo

Un tra­ba­ja­dor del Hos­pi­tal Muñiz de Bue­nos Aires narra la tra­ge­dia en pri­me­ra per­so­na del plu­ral. ¿Cómo pen­sar esa expe­rien­cia del absur­do entre las muer­tes que se vuel­ven coti­dia­nas en el per­so­nal de salud y la pro­mo­ción, des­de la polí­ti­ca y los medios, de prác­ti­cas irres­pon­sa­bles que van en con­tra de cual­quier cui­da­do? ¿Pue­de aca­so la obra de Albert Camus ayu­dar­nos a encon­trar una sali­da en este labe­rin­to pandémico?

“Nues­tros con­ciu­da­da­nos (…) eran como todo el mun­do; pen­sa­ban en ellos mis­mos; dicho de otro modo, eran huma­ni­dad: no creían en las plagas”

“Sin embar­go, es pre­ci­so que le haga com­pren­der que aquí no se tra­ta de heroís­mo. Se tra­ta sola­men­te de hones­ti­dad (…) No sé qué es, en gene­ral. Pero en mi caso, sé que no es más que hacer mi oficio”

Albert Camus, La pes­te (pp 37 y 139)

Des­pe­di­das
Un cor­te­jo con los últi­mos res­tos de Luci­la Núñez, enfer­me­ra de 57 años, se detie­ne fren­te al Hos­pi­tal Gan­dul­fo de Lomas de Zamo­ra mien­tras sus com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras la des­pi­den entre aplau­sos, lágri­mas, abra­zos y al gri­to de “¡Luci­la, pre­sen­te, aho­ra y siempre!”. 

Dos hom­bres, a los que ape­nas se le ve la cara por­que están ves­ti­dos de pies a cabe­za con el equi­po de pro­tec­ción blan­co, empu­jan una cami­lla de metal con el fére­tro don­de des­can­sa­rá por la eter­ni­dad Cris­ti­na Loren­zo, enfer­me­ra del Hos­pi­tal Cen­tral de San Isi­dro, has­ta la sali­da de ambu­lan­cias don­de dos filas enfren­ta­das de pro­fe­sio­na­les de la salud home­na­jean a su com­pa­ñe­ra con res­pe­tuo­sos aplausos. 

Es de noche y una ambu­lan­cia blan­ca sale con sus faros delan­te­ros encen­di­dos des­de aden­tro del Hos­pi­tal pro­vin­cial «Mag­da­le­na V. Mar­tí­nez» de Gene­ral Pache­co, pasa entre otras dos filas enfren­ta­das del per­so­nal del noso­co­mio, en una esce­na que de repe­ti­da pare­ce natu­ra­li­zar­se, y se detie­ne en el pla­yón; alguien ves­ti­do con el equi­po de pro­tec­ción abre las puer­tas tra­se­ras de la camio­ne­ta y deja que Móni­ca Albor­noz, enfer­me­ra de 56 años, sea home­na­jea­da por sus com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras que la aplau­den y la lloran. 

Tres tra­ba­ja­do­ras sos­tie­nen raci­mos de glo­bos negros fren­te a las puer­tas de ingre­so del Hos­pi­tal Durand de la Ciu­dad de Bue­nos Aires. Detrás de ellas una ban­de­ra argen­ti­na se extien­de a lo ancho jun­to con car­te­les que exi­gen con­di­cio­nes dig­nas de tra­ba­jo; es su mane­ra de home­na­jear a Gro­ver Lico­na Díaz, licen­cia­do en Enfer­me­ría del Ser­vi­cio de Clí­ni­ca médi­ca, de 45 años. Ense­gui­da, los glo­bos negros se ele­van al cie­lo y los aplau­sos lle­nos de tris­te­za dan paso a los recla­mos por un suel­do acor­de a la canas­ta bási­ca, horas extras mejor pagas, ele­men­tos de pro­tec­ción per­so­nal de cali­dad, ingre­so de per­so­nal con expe­rien­cia en el mane­jo de cui­da­dos inten­si­vos y un pedi­do que se lee en varios car­te­les: “Soy enfer­me­ro, si mue­ro x COVID-19 quie­ro morir como ‘pro­fe­sio­nal de la salud’ inclui­do en la ley 6035”, en refe­ren­cia a la legis­la­ción emi­ti­da por el Gobierno de la Ciu­dad de Bue­nos Aires en 2018, que dis­cri­mi­nó a las y los licen­cia­dos de enfer­me­ría (ade­más de las espe­cia­li­da­des de imá­ge­nes e ins­tru­men­ta­ción qui­rúr­gi­ca) y los con­si­de­ró «per­so­nal admi­nis­tra­ti­vo». Es la mis­ma ges­tión que, ade­más de no reco­no­cer y valo­rar los años de for­ma­ción de sus pro­fe­sio­na­les de la salud, tam­bién pre­ten­dió cerrar por decre­to cin­co hos­pi­ta­les (Muñiz, Udaon­do, IREP, Marie Curie, Ferrer) a tra­vés del Com­ple­jo Hos­pi­ta­la­rio del Sur. Al día siguien­te de dicho home­na­je se cono­ció la muer­te de la enfer­me­ra Vir­gi­nia Vira­vi­ca, de 61 años, con quien suman, jun­to con Julio Gutié­rrez falle­ci­do a fines de junio, tres los inte­gran­tes del equi­po de salud que el Durand pier­de en esta pan­de­mia, y nue­va­men­te glo­bos negros se ele­va­ron al cielo.

Las enfermeras y enfermeros, quienes están desde hace seis meses en la primera línea, ni siquiera son considerados personal de salud por el Gobierno porteño / Foto: Eleonora Ghioldi
Las enfer­me­ras y enfer­me­ros, quie­nes están des­de hace seis meses en la pri­me­ra línea, ni siquie­ra son con­si­de­ra­dos per­so­nal de salud por el Gobierno por­te­ño /​Foto: Eleo­no­ra Ghioldi

Ape­nas una mues­tra de cómo pare­ce ser que al per­so­nal de salud, una vez extin­gui­dos los aplau­sos de los pri­me­ros meses, no nos que­da otra que seguir hon­ran­do a nues­tros muer­tos en sole­dad, mien­tras los medios de comu­ni­ca­ción insis­ten en til­dar­nos de “héroes” y a la vez, en una lógi­ca absur­da, pre­sio­nan para que haya más aper­tu­ra de la eco­no­mía.

Extin­gui­dos los aplau­sos de los pri­me­ros meses, no nos que­da otra que seguir hon­ran­do a nues­tros muer­tos en soledad

Fren­te a este pano­ra­ma, no se tra­ta aquí de brin­dar una esta­dís­ti­ca de los con­ta­gios y muer­tes en salud para per­der­nos en abs­trac­cio­nes esté­ri­les que nada dicen acer­ca de la sin­gu­la­ri­dad y mate­ria­li­dad de estas vidas que se apa­ga­ron cum­plien­do con sus labo­res, sino de pen­sar una sali­da a esta expe­rien­cia de lo absur­do que se gene­ra entre las muer­tes coti­dia­nas (y silen­cia­das) del per­so­nal de salud y las expre­sio­nes de indi­vi­dua­lis­mo cada vez más pregnantes.

La pes­te del indi­vi­dua­lis­mo
En para­le­lo a la satu­ra­ción del sis­te­ma de salud y al sen­ti­mien­to de estar “per­dien­do la bata­lla», tal como advir­tie­ron des­de la Socie­dad Argen­ti­na de Tera­pia Inten­si­va, la fal­ta de empa­tía, el egoís­mo y un libe­ra­lis­mo ran­cio avan­za como una pes­te. Una con­duc­to­ra de tele­vi­sión que se la da de opo­si­to­ra “cool”, antes de ter­mi­nar su pro­gra­ma, pone una fra­se en pri­mer plano: “Dejen de prohi­bir tan­to que ya no alcan­zo a des­obe­de­cer todo”. Saca una bote­lla con un líqui­do simi­lar al jugo de man­za­na y dice al aire: “Voy a tomar un poqui­to de mi CDS” (dió­xi­do de clo­ro). Agi­ta la bote­lla, se la lle­va a la boca y des­pués de unos tra­gos comen­ta “oxi­ge­na la san­gre y vie­ne divino; yo no reco­mien­do, yo les mues­tro lo que hago”, y cie­rra su pro­gra­ma con una son­ri­sa, un gui­ño y el pul­gar levan­ta­do; unos días des­pués, un menor falle­ció en Neu­quén lue­go de que sus padres le die­ran la mis­ma sus­tan­cia de for­ma pre­ven­ti­va con­tra el coronavirus.

¿Qué res­pon­sa­bi­li­dad les cabe a quie­nes tie­nen por fun­ción comu­ni­car y pro­mue­ven que la úni­ca sali­da a este dra­ma (colec­ti­vo) es individual

Tres hom­bres mayo­res, dos son­rien­tes con sus sen­das boi­nas pues­tas y otro más de saco negro lar­go, se dis­po­nen a pren­der fue­go unos bar­bi­jos qui­rúr­gi­cos en medio de la mar­cha deno­mi­na­da “17A”. Al igual que en los ante­rio­res días patrios, la meto­do­lo­gía es la mis­ma; hacer creer a la opi­nión públi­ca a tra­vés de medios y perio­dis­tas opo­si­to­res que la mar­cha fue con­vo­ca­da por la “ciu­da­da­nía”, de modo tal que se dilu­yan las res­pon­sa­bi­li­da­des de seme­jan­te acto de egoís­mo que bus­có, inclu­si­ve en este con­tex­to de pan­de­mia, ampliar “el 41 por cien­to que saca­mos”, como afir­mó la ex minis­tra de Segu­ri­dad y pre­si­den­ta del PRO, Patri­cia Bull­rich. La cáma­ra del celu­lar que fil­ma a los tres incen­dia­rios hom­bres gira a la dere­cha y apun­ta al Obe­lis­co que está a unos metros reple­to de humo; pare­ce una esce­na saca­da de diciem­bre de 2001 pero es ape­nas una lamen­ta­ble far­sa. La lla­ma del encen­de­dor no es sufi­cien­te y no tie­nen suer­te en lo que dura el video. En medio de los inten­tos de sus com­pa­ñe­ros de que­ma, el señor de saco negro toma la pala­bra: “¡Viva la patria, aba­jo los barbijos!¡Para Ginés que dice que tene­mos que usar esto, como señal de dis­ci­pli­na social; no que­re­mos dis­ci­pli­na social, no que­re­mos la dis­ci­pli­na social del nue­vo orden mundial!¡Científicamente el bar­bi­jo no sir­ve, polí­ti­ca­men­te es aca­ta­mien­to de un nue­vo orden mun­dial, ideo­ló­gi­ca­men­te pue­de ser la señal de la bestia!”.

Al combate contra el coronavirus, el personal de salud le suma el combate contra la precarización y los sueldos bajos / Foto: Eleonora Ghioldi
Al com­ba­te con­tra el coro­na­vi­rus, el per­so­nal de salud le suma el com­ba­te con­tra la pre­ca­ri­za­ción y los suel­dos bajos /​Foto: Eleo­no­ra Ghioldi

Un hom­bre de media­na edad, con ante­ojos de sol para que el refle­jo de la nie­ve del cerro Cha­pel­co no lo afec­te y abra­za­do a una mujer más joven tam­bién de len­tes, inte­rro­ga con sor­na fren­te a la cáma­ra que lo gra­ba: “¿Se die­ron cuen­ta que en Euro­pa y en San Mar­tín de Los Andes ya no hay más cua­ren­te­na?”. Ense­gui­da pro­rrum­pe en car­ca­ja­das al igual que sus acom­pa­ñan­tes a la vez que la cáma­ra se ele­va y gira para mos­trar el modo en que miles de turis­tas dis­fru­tan de un cie­lo diá­fano y los pla­ce­res de un sol tibio mien­tras escu­chan músi­ca elec­tró­ni­ca y toman cer­ve­zas sin tener nin­gún tipo de cuidado.

Fren­te a esta otra pes­te cabría pre­gun­tar­nos: ¿qué res­pon­sa­bi­li­dad les cabe a quie­nes tie­nen por fun­ción comu­ni­car, sea des­de los medios o des­de la polí­ti­ca, y pro­mue­ven a des­ta­jo, a cada minu­to, que la úni­ca sali­da a este dra­ma (colec­ti­vo) es indi­vi­dual y que no impor­ta lo que le pase al res­to?; ¿qué nos dicen esos ges­tos de hila­ri­dad, esas risas que des­bor­dan, esos gui­ños cóm­pli­ces mien­tras en salud llo­ra­mos nues­tras pér­di­das en sole­dad?; ¿cómo pen­sar estos recla­mos de “liber­tad” de quie­nes, como los con­ciu­da­da­nos de La pes­te que “no creían en la pla­ga”, solo pien­san en sí mis­mos y no entien­den que, como dice Camus, “nadie será libre mien­tras haya pla­gas”?

La soli­da­ri­dad como úni­ca sali­da
Albert Camus (1913−1960) nació en la colo­nia fran­ce­sa de Arge­lia y fue un perio­dis­ta, nove­lis­ta, dra­ma­tur­go y filó­so­fo com­pro­me­ti­do con su tiem­po como pocos. En 1957, cuan­do reci­bió el Pre­mio Nobel de Lite­ra­tu­ra, des­ta­có en su dis­cur­so que el deber del escri­tor no es «poner­se al ser­vi­cio de quie­nes hacen la his­to­ria, sino al ser­vi­cio de quie­nes la sufren».

En este sen­ti­do, su nove­la La pes­te, edi­ta­da en 1947, per­mi­te gra­fi­car esta ten­sión exis­ten­te entre soli­da­ri­dad y egoís­mo; entre el esfuer­zo que los equi­pos de salud esta­mos hacien­do y las acti­tu­des, dis­cur­sos y prác­ti­cas de una par­te de la socie­dad que pone su indi­vi­dua­lis­mo por enci­ma de todo. En ella se narran los “curio­sos acon­te­ci­mien­tos” que vive la ciu­dad arge­li­na de Orán duran­te casi un año, a raíz de una epi­de­mia que comien­za con la apa­ri­ción de ratas mori­bun­das y que, pese al des­crei­mien­to ini­cial de la pobla­ción en gene­ral y de las auto­ri­da­des en par­ti­cu­lar, pron­to cobra un matiz trá­gi­co cuan­do la ciu­dad entra en cua­ren­te­na para evi­tar pro­pa­gar los con­ta­gios y las muer­tes se vuel­ven coti­dia­nas. Es en este con­tex­to que el rela­to da cuen­ta del obrar de un gru­po de hom­bres que miran de fren­te a la muer­te y se rebe­lan ante las injus­ti­cias de una enfer­me­dad mor­tal bajo la guía del doc­tor Ber­nard Rieux, res­pon­sa­ble de que se haya decla­ra­do el esta­do de pes­te y el ais­la­mien­to de la ciudad.

“Nos da bronca que un sector de la sociedad niegue la existencia de la pandemia
“Nos da bron­ca que un sec­tor de la socie­dad nie­gue la exis­ten­cia de la pan­de­mia», dije­ron en el abra­zo al Hos­pi­tal Durand, que ya sufrió tres muer­tes en el plan­tel pro­fe­sio­nal /​Foto: Eleo­no­ra Ghioldi

Entre estos per­so­na­jes hay un perio­dis­ta lla­ma­do Ray­mond Ram­bert que, tras el ais­la­mien­to, sufre la sepa­ra­ción de su amor que lo espe­ra fue­ra de la ciu­dad. En esta his­to­ria secun­da­ria den­tro de la tra­ma gene­ral de La pes­te, Camus intro­du­ce la posi­bi­li­dad de dejar atrás los deseos egoís­tas por un bien mayor que no es nin­gu­na abs­trac­ción sino la vida humana. 

La sali­da a esta pan­de­mia no pue­de pro­ve­nir de los deseos egoís­tas y del indi­vi­dua­lis­mo sino, como escri­bió Camus en El hom­bre rebel­de, del sen­ti­mien­to de solidaridad

Es así como pode­mos ver a Ram­bert cues­tio­nar a Rieux la deci­sión del ais­la­mien­to por no enten­der que «el bien­es­tar públi­co se hace con la feli­ci­dad de cada uno», en una argu­men­ta­ción simi­lar al dis­cur­so «anti­cua­ren­te­na» con el que con­vi­vi­mos; lue­go lo acu­sa­rá de «heroís­mo» en pos de una idea, a lo que el médi­co con­tes­ta­rá que «el hom­bre no es una idea» y de que «no se tra­ta de heroís­mo» sino «de hones­ti­dad», que no es otra cosa que cum­plir con su ofi­cio de curar per­so­nas; a con­ti­nua­ción Ram­bert se suma­rá a los equi­pos sani­ta­rios del doc­tor Rieux y final­men­te, cuan­do con­si­gue salir de for­ma ile­gal de la ciu­dad en medio de la cua­ren­te­na, deci­de demo­rar su deseo egoís­ta fren­te a la tra­ge­dia que se vive en Orán por­que «des­pués de lo que había vis­to» enten­dió que «este asun­to nos toca a todos». 

Este ejem­plo lite­ra­rio per­mi­te pen­sar que si hay una sali­da a este eterno pre­sen­te de pan­de­mia no pue­de pro­ve­nir de los deseos egoís­tas y del indi­vi­dua­lis­mo sino, como escri­bió Camus en su ensa­yo El hom­bre rebel­de, del sen­ti­mien­to de soli­da­ri­dad que se trans­for­ma en una ver­da­de­ra rebel­día fren­te a un mun­do absurdo.

Por otra par­te, es pre­ci­so resal­tar jun­to con el doc­tor Ber­nard Rieux que las prác­ti­cas de salud no son actos de heroís­mo, sino que se tra­ta de nues­tro tra­ba­jo y como tal tene­mos dere­cho a pedir mejo­res con­di­cio­nes, un suel­do digno o que se res­pe­te el esfuer­zo que esta­mos hacien­do a dia­rio en hos­pi­ta­les, clí­ni­cas o geriá­tri­cos don­de esta­mos dejan­do has­ta nues­tras vidas. Se tra­ta de pen­sar la nece­si­dad de polí­ti­cas públi­cas cla­ras y soli­da­rias que no den más con­ce­sio­nes a las deman­das de una liber­tad edul­co­ra­da por cafés ates­ta­dos y cer­ve­zas arte­sa­na­les mien­tras los hos­pi­ta­les colap­san. Se tra­ta tam­bién de enten­der que el tra­ba­jo en salud enfer­ma y has­ta mata; que los sala­rios bajos en este ámbi­to nos lle­van a tener que hacer horas extras o con­se­guir­nos otro tra­ba­jo; que el tér­mino bor­nout (estar que­ma­do) nos acom­pa­ña en el área de salud des­de mucho antes del COVID-19 y que aho­ra se ha agu­di­za­do debi­do a la pre­sión, el estrés y la angus­tia bajo la cual tra­ba­ja­mos; que las déca­das de des­cui­dos de este ámbi­to, que lle­gó a su paro­xis­mo con la des­apa­ri­ción del Minis­te­rio de Salud duran­te el macris­mo, no son gra­tui­tas tan­to para la pobla­ción en gene­ral como para quie­nes for­ma­mos par­te de los equi­pos de salud.

Final­men­te, como en la narra­ción de Camus, se tra­ta de com­pren­der que en esta pelí­cu­la no hay des­ti­nos indi­vi­dua­les, sino “una his­to­ria colec­ti­va» que es la pes­te, y que es pre­ci­so res­ca­tar del olvi­do a las víc­ti­mas de esta tra­ge­dia y de tener pre­sen­te, todos los días, en la memo­ria a aque­llas y aque­llos que die­ron sus vidas en pos del cui­da­do de otros.

Los pasillos de los hospitales, un territorio cada vez más hostil para quienes los transitan a diario / Foto: Télam
Los pasi­llos de los hos­pi­ta­les, un terri­to­rio cada vez más hos­til para quie­nes los tran­si­tan a dia­rio /​Foto: Télam

+ Esen­cia­les: una mues­tra foto­grá­fi­ca sobre tra­ba­ja­do­res de Salud

Foto: Rober­to Pera.

La Aso­cia­ción de Repor­te­ros Grá­fi­cos de la Repú­bli­ca Argen­ti­na (Argra) pre­sen­ta hoy 21 de Sep­tiem­bre “+ESENCIALES”, una mues­tra home­na­je vir­tual a quie­nes sos­tie­nen el sis­te­ma de salud de todo el país, “los ver­da­de­ros héroes anó­ni­mos en esta pan­de­mia”. Por ANRed.


“En la zona ‘lim­pia’ una tera­peu­ta dice: ‘se me murió’. Y el gru­po rom­pe en llan­to. Las cubier­tas de plás­ti­co, acrí­li­co, tela y látex son ino­cuas para blin­dar el cora­zón de los tra­ba­ja­do­res de la salud. Las emo­cio­nes man­dan. A veces hay com­pa­ñe­ros enfer­mos, otros murie­ron cum­plien­do la voca­ción. El cora­zón tam­bién está en la voca­ción. El ingre­so de nue­vos pacien­tes es constante”.

Una médi­ca de tera­pia inten­si­va en el Hos­pi­tal Modu­lar para pacien­tes con Covid en Quil­mes | Foto: Car­los Brigo.

Así comien­za el pró­lo­go de Her­nán Zen­teno de “+ ESENCIALES”, una mues­tra de Argra que cuen­ta con foto­gra­fías de tra­ba­ja­do­ras y tra­ba­ja­do­res de la salud en sus luga­res de tra­ba­jo, des­de La Pla­ta, Men­do­za, Cha­co, CABA, has­ta Tucumán.

Enfer­me­ras tra­ba­jan reco­rrien­do barrios en las peri­fe­rias de Godoy Cruz en Men­do­za | Ft: Orlan­do Pelichotti. 

La aso­cia­ción eli­gió pre­sen­tar­la a tra­vés de su pági­na de Face­book el mis­mo día que se cele­bra el día del Fotó­gra­fo y del Tra­ba­ja­dor de Sani­dad como home­na­je a la labor que cum­ple dicho sec­tor en la prí­me­ra línea des­de los cen­tros de salud.

Patri­cia Colli­pez jefa de enfer­me­ría en el Hos­pi­tal Pedro Mogui­llansky. Cipo­lle­ti, Río Negro | Ft: Anahí Cárdena.

Hoy tam­bién, pre­ci­sa­men­te, tra­ba­ja­do­res de salud auto­con­vo­ca­dos rea­li­za­rán una movi­li­za­ción en CABA para recla­mar lla­ma­do a pari­ta­rias entre otros pun­tos de un plie­go que se entre­ga­rá al gobierno.

“El silen­cio­so cam­bio de hábi­tos, la par­si­mo­nia de la desin­fec­ción, el tedio de repe­tir varias veces esos nue­vos ritua­les no mellan lo humano. El tac­to y la voz de los tra­ba­ja­do­res con­for­tan a pacien­tes y fami­lia­res. Hacen fal­ta cua­tro per­so­nas, a veces más, para cam­biar de posi­ción a un enfer­mo. Boca aba­jo aumen­ta la can­ti­dad de oxí­geno que lle­ga a los pul­mo­nes. Ellos dan aire. Varias veces al día el per­so­nal de lim­pie­za tran­si­ta los pasi­llos, repa­sa pare­des y pisos”, con­ti­núa el prólogo.

Enri­que, per­so­nal de Ser­vi­cios Gene­ra­les en el módu­la de emer­gen­cia de coro­na­vi­rus en Morón, Pcia de Bs As. | Ft: Juan Manuel Foglia. 

“Los cami­lle­ros deben usar el equi­po com­ple­to de pro­tec­ción para mover a los enfer­mos. Se pre­gun­tan cómo será con el calor del verano. En las coci­nas se pre­pa­ran las vian­das. Comer e ir al baño se tor­nó un incor­dio. Para evi­tar cam­biar­se a veces aguan­tan horas. La geo­gra­fía del tra­ba­jo exce­de los cen­tros de aten­ción. En las calles per­so­nal reco­rre barrios para hacer pre­gun­tas, aus­cul­tar, hiso­par. Ade­más, sete­cien­tos pro­fe­sio­na­les iti­ne­ran­tes refuer­zan en don­de hace fal­ta. Y los bebés siguen nacien­do, y per­so­nas con otras enfer­me­da­des van a aten­der­se, a veces por trau­ma­tis­mos, a veces inclu­so heri­dos de bala”

Una pro­mo­to­ra del salud comu­ni­ta­ria del FOL en el barrio Bajo Flo­res, CABA | Ft: Ani­ta Bou­chard Serra. 

“Al final de la jor­na­da vuel­ven a sus hoga­res, don­de se repi­te la mono­to­nía de la desin­fec­ción, el cam­bio de ropas para por fin ver a sus pare­jas, hijos, parien­tes con los que viven. Algu­nos tra­ba­ja­do­res por pre­cau­ción lle­ga­ron a mudar­se solos. En ese río impa­ra­ble de acon­te­ci­mien­tos los tra­ba­ja­do­res de la salud fes­te­jan cuan­do los pacien­tes son dados de alta. Ese es su triun­fo. En el ais­la­mien­to de los cen­tros de aten­ción, lejos de los ojos de la pobla­ción, ellos son los que aplauden”

Itu­rria /​Fuen­te

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