Por Ricardo Queiroz. Resumen Latinoamericano, 14 de septiembre de 2020.
En la Favela do Canão, al sur de São Paulo, Mauro Mateus dos Santos creció y creció, terco y sensible, en algún momento, después de rimar y esquivar a la muerte, adoptó el sobrenombre de Sabotaje para presentarse al mundo. Mezcla de sensibilidad y atrevimiento, carisma y el maldito legado de la pobreza y la segregación, con la insistencia como única salida.
«Vivo triste, solo, tan disgustado /Pero encuentro mi vida tan preciosa»
El compositor carioca Nelson Cavaquinho dijo una vez que era un hombre que siempre vivió muy cerca de la fatalidad. La muerte estaba en sus sambas, en sus viajes por los suburbios de Río, como parte del trabajo, parte de la vida, de la misma necesidad de vivir. Nelson forjó su camino en forma de composición, entre excesos e intervalos para crear. Al límite de la vida que coquetea con la muerte.
«Estoy decidido a luchar contra esta mierda /Sí, no estoy perdido»
Versos y rimas, guitarra en la punta del dedo, ritmos y melodías que parecen listas, tocadas en todo el mundo, para que tipos como Nelson y Mateus Sabotage cosechen para replantar de otras formas, sus canciones y legado. No, no es un cuento de hadas, no es ese «Brasil que resiste». Todo cuesta sangre, cuesta vida, cuesta un constante coqueteo con la muerte. La samba, el rap, muchas veces cuesta vidas.
Es el país que creó Nelson y Sabotage lo que nos hace crear coraje para enfrentar la barbarie y las golpizas que vienen de todas partes. Es la punta de lanza africana para romper la flácida y fascista defensa del reino del mal. Arte que no es arte por el arte, que no se acomoda ni se confabula con los enemigos.
«Mucha gente tiene un cuerpo tan hermoso /Pero toda su alma está tatuada»
«Quien lo hizo no quiere ser acusado, se esconde para no amontonarse /Porque es el remedio de esta fe que no puede acabar»
Entonces, no es barato, no es arte que sale de la pobreza (de la sociología ordinaria, de la estética y otros despojos), es demasiado caro, cuesta vida, cuesta sangre, cuesta sentencias, cuesta abandonos. Nelson y Mateus Sabotage coquetearon con la muerte para crear las melodías, las rimas, los ritmos, todo cortado en los paseos por calles torcidas y mal trazadas. No es barato.
«Soy Sabotaje sin malicia dejo un bálsamo /Un terror de alto voltaje, créeme /Solo vanidad en el mal estoy tomando un bálsamo /Ahí, terror de alto voltaje, aquí Sabotaje»
«No viví en vano /hice tantos amigos /mucho hermano /ni siquiera el dolor /pude callar mi guitarra»
Sí, es poder, pero es difícil de lograr, no es gratis, no es algo para contemplativos, no es algo que se resuelva a puerta cerrada, es un mundo abierto, es un tugurio, es difícil entrar y salir, son las exclusiones de ciudades cerradas que dan forma a estos gritos de poesía.
Nelson Cavaquinho y Mateus, Sabotage, no pueden ser solo el consuelo de mi domingo, lo llaman pelea. No se limita a la comparación poética, es verdaderamente un llamado, una inspiración para respetar el país en el que vivimos y cambiar el rumbo.
Fuente: Opera Mundi