Por Dario Pignotti. Resumen Latinoamericano, 21 de septiembre de 2020.
El gobierno congeló el Fondo del Clima, recortó el presupuesto para equipo de brigadistas y suprimió casi por completo el cobro de multas a los responsables de los delitos ambientales.
Arde el Brasil de Bolsonaro. Los incendios seguramente intencionales que están devastando a la Amazonia y al Pantanal alcanzaron proporciones extremas en los últimos días extendiendo sus consecuencias a las grandes capitales del país. Este fin de semana el cielo de San Pablo, en el sudeste, quedó ennegrecido por la humareda originada a miles de kilómetros de allí. Los metereólogos de la empresa Climatempo no descartan que una lluvia negra se abata sobre San Pablo y Río de Janeiro este lunes.
El frío y el cielo plomizo de este domingo dejaron desiertas a las playas del litoral paulista contrastando con el gentío observado en el caluroso fin de semana anterior. En el Pantanal las llamas alcanzaron alturas equivalentes a un edificio de 4 o 5 pisos avanzando a una velocidad considerable frente a brigadistas mal equipados – apoyados por los lugareños con baldes y palas – debido al recorte presupuestario dispuesto por el gobierno como parte de una política de Estado que también se suprimió casi por completo el cobro de multas a los responsables de los delitos ambientales.
El Partido de los Trabajadores y otras fuerzas políticas denunciaron ante la justicia el congelamiento del Fondo del Clima, creado en 2009 por el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva, destinado a combatir la deforestación y a dotar de instrumentos a los organismos de control y punición.
Jair Bolsonaro cumplió a pie juntillas su promesa de campaña electoral cuando insistió en que «vamos a acabar con la industria de la multa contra los productores».
Vale decir, anunció que habría de aplicar – y lo hizo- un plan de impunidad para los agricultores, ganaderos, madereros y explotadores de minerales que se establecieran en áreas de preservación ecológica y en las reservas de los pueblos originarios los cuales este gobierno desprecia y ataca, al igual que lo hace con el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y los curas vinculados al Consejo Indigenista Misionario.
«El fuego atravesó el río»
Miembros del pueblo originario Bororó residentes en la reserva Tereza Cristina, en el Pantanal, se encontraban pescando a la vera del río San Lorenzo cuando vieron aproximarse un remolino de humo, ramas y troncos incandescentes que literalmente atravesó las aguas.
«Los ancianos nos habían dicho que el fuego no iba a entrar a nuestra aldea porque el río serviría de barrera, pero de repente el fuego pasó y llegó hasta la comunidad, el fuego acabó con todo», describe Lucio Kogue, presidente de la Asociación Indígena Bororó Tugo Baigare. Según el relato de los patricarcas de la reserva no se recuerdan incendios de tal magnitud ni de que un torbellino haya pasado por sobre el lecho de un río respetable, como es el San Lorenzo.
Por otra parte, hombres jóvenes del pueblo Bororó que trabajan como jornaleros en estancias próximas denunciaron haber sido testigos o tenido noticia de que las llamas fueron producto de una acción casi simultánea de varios finqueros para quedarse con esas tierras ancestrales, informó un reportaje publicado en la revista Piauí.
La magnitud nunca vista de las quemas también fue citada por algunos de los integrantes del Frente Parlamentario Ambientalista que visitaron este domingo las áreas destruidas. Para esos congresistas detrás de estas quemas inéditas está la la «mano del hombre».
Claro que la propalación del siniestro se vio favorecida por la estación de las secas que ocurre entre los meses de mayo y setiembre. Sin olvidar que este año ese período fue particularmente tórrido con días de 40 grados centígrados en Cuiabá, la capital Mato Grosso.
El Pantanal es la más extensa planicie anegada del mundo dotada de una biodiversidad extraordinaria, que incluye desde las casi extintas araras azules a las onzas pintadas, que ocupa parte de los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul. Y se prolonga por Paraguay y Bolivia, donde recientemente hubo incendios.
El caso es que en la primera quincena de setiembre hubo en el Pantanal brasileño más focos de fuego que en todo ese mes del año pasado. Y en los ocho meses y medio de 2020 se registraron un 210 % más incendios que en igual período de 2019, de acuerdo con los datos del Intituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inpe). Números similares se registraron en la región amazónica, ubicada al norte del Pantanal.
Frente a semejante cuadro de destrucción Bolsonaro eludió el tema durante meses y recién este domingo determinó el envío de tropas de la Fuerza Nacional de Seguridad a Mato Grosso, sin precisar el número de efectivos ni el día que estos embarcarán.
En lo que va del año no sobrevoló las áreas quemadas y el viernes visitó el interior matogrossense donde fue ovacionado por representantes del agronegocio, esto es por el sector sospechado de encender las chispas del desastre.
Ante productores de soja, caña de azúcar y maíz ‑en fincas que posiblemente se hayan establecido en tierras invadidas – el presidente faltó a la verdad al decir que en 2020 hubo «algunos focos» de fuego, tal como ocurre todos los años y que esto no tuvo nada de excepcional.
Sin embargo, ni entusiasmo ruidoso del público ni los gritos proferidos por el mandatario desde el escenario pudieron ocultar la realidad mostrada por el cielo totalmente tomado por el humo en la ciudad matogrossense de Sinop. Debido a la falta de visibilidad el avión presidencial tuvo que hacer una serie de maniobras arriesgadas hasta poder aterrizar.
En paralelo el titular del Frente Parlamentario Agropecuario, Alceu Moreira, reivindicó el discurso de Bolsonaro y repudió a las «ONGs nacionales y extranjeras» que se valen de las quemas para «faltar a la verdad con un discurso ideológico».
El discurso virtual ante la ONU
Fuentes de ese grupo legislativo estiman que el capitán-presidente va realizar una defensa de su política en la Amazonia y el Pantanal en el discurso que va a pronunciar, por teleconferencia, en la apertura de Asamblea de las Naciones Unidas el próximo martes.
Se conjetura, además, que podría retomar el hilo argumental de su primera intervención en la ONU, en 2019, cuando aseguró que nadie protege al medioambiente mejor que Brasil y negó los incendios, lo que le valió duros cuestionamientos del presidente francés, Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel. Y más tarde del actor Leonardo DiCaprio. A propósito, DiCaprio acaba de embestir nuevamente contra Bolsonaro y apoyó el boicot internacional a los productos brasileños.
Fuente: Página 12