Colec­ti­vos anda­lu­ces lan­zan el mani­fies­to «Por una Anda­lu­cía que no depen­da del Turismo»

En estos meses hemos vivi­do las duras con­se­cuen­cias de la depen­den­cia en el turis­mo que tie­ne nues­tro mode­lo eco­nó­mi­co y social. Anda­lu­cía debe y pue­de ser más que el chi­rin­gui­to de Espa­ña y el par­que de atrac­cio­nes de Europa.

La pan­de­mia por la Covid-19 ha des­nu­da­do muchos de nues­tros des­equi­li­brios como socie­dad. Al explo­tar la bur­bu­ja del turis­mo vimos caer todo lo espe­cu­la­do con él. Vivien­das deco­ra­das de catá­lo­go y cerra­das sin nin­guno de sus hués­pe­des de fin de sema­na. El sala­rio míni­mo de la tra­ba­ja­do­ra de la hos­te­le­ría sos­te­ni­do por un ERTE públi­co. El sala­rio en negro de su com­pa­ñe­ra cama­re­ra de piso, des­apa­re­ci­do. ¿Dón­de se resien­te más la eco­no­mía y el empleo? En Anda­lu­cía, las islas y el levan­te. Don­de esta­ban todos los hue­vos pues­tos en la mis­ma ces­ta. La vul­ne­ra­bi­li­dad se hizo pal­pa­ble afec­tan­do más a los que menos gana­ban con el turis­mo, dejan­do al des­cu­bier­to lo frá­gil que era nues­tro mode­lo eco­nó­mi­co y social.

El 27 de Sep­tiem­bre es anual­men­te el Día Mun­dial del Turis­mo. En este 2020 tras su caí­da y haber dado mues­tras de insos­te­ni­bi­li­dad, la Jun­ta de Anda­lu­cía se afa­na en el des­vío de fon­dos públi­cos al res­ca­te de empre­sas pri­va­das del sec­tor turís­ti­co. Del bono de des­cuen­to que ofre­cen por via­jar solo se bene­fi­cia­rá la mitad de anda­lu­ces que pue­de per­mi­tir­se per­noc­tar más de tres noches en un alo­ja­mien­to hos­te­le­ro. En las des­igual­da­des de su indus­tria y de con­su­mo se cons­ta­ta que el turis­mo no es un dere­cho, es un pri­vi­le­gio. Las admi­nis­tra­cio­nes siguen apos­tan­do por inflar la bur­bu­ja turís­ti­ca con tras­pa­so de dine­ro públi­co de otras par­ti­das a la inver­sión en mar­ca ciu­dad o país, a la vez que en con­ve­nien­cia con los gran­des pro­pie­ta­rios del sec­tor fir­man acuer­dos ad hoc para excep­cio­nes fis­ca­les, refor­mas urba­nís­ti­cas o faci­li­da­des de inver­sión. Son for­mas todas de ven­der lo públi­co, lo de todxs. 

“El turis­mo trae dine­ro”, dicen. ¿Pero para quién? El turis­mo tam­bién nos empo­bre­ce, y esto se oye menos. La subi­da del pre­cio del alqui­ler en los cen­tros urba­nos y cos­te­ros, el sala­rio y con­di­cio­nes pre­ca­rias en el sec­tor hege­mó­ni­co al que muchxs nos vemos abo­ca­dos a tra­ba­jar, los cos­tes medioam­bien­ta­les del trans­por­te masi­vo y las ope­ra­cio­nes urba­nís­ti­cas… Con el turis­mo sin con­trol, todxs nos hace­mos más pobres… La rique­za se con­cen­tra en pocas manos, cuan­do no es para salir de nues­tras fron­te­ras a la cuen­ta de un inver­sor extran­je­ro. La vida de la gen­te supe­di­ta­da a la gene­ra­ción de bene­fi­cios de las empre­sas turís­ti­cas, sufrien­do la socia­li­za­ción de sus cos­tes socia­les y medioam­bien­ta­les. El enri­que­ci­mien­to de unas per­so­nas a cos­ta del empo­bre­ci­mien­to de otras.

Esta diná­mi­ca de explo­ta­ción la cono­ce­mos bien en Anda­lu­cía. La Anda­lu­cía que fue la del cam­po atra­sa­do por mor de un caci­que aco­mo­da­do, no pue­de per­mi­tir­se aho­ra dejar su des­tino en manos de los gran­des pro­pie­ta­rios, fon­dos de inver­sión y gobier­nos cóm­pli­ces, que ven lo más fácil y con­ve­nien­te para sus intere­ses asu­mir la posi­ción peri­fé­ri­ca de nues­tra tie­rra en Euro­pa. Aco­mo­dar nues­tros pisos para reci­bir el des­can­so del nor­te, cerrar nues­tro comer­cio de cer­ca­nía para abrir fran­qui­cias inter­na­cio­na­les, inver­tir fon­dos públi­cos en pro­mo­cio­nar la ciu­dad olvi­dan­do el día a día de su mayo­ría, en defi­ni­ti­va, resig­nar­se en no reco­no­cer alternativas. 

Sabe­mos que nues­tra con­di­ción es irre­nun­cia­ble­men­te eco­de­pen­dien­te e inter­de­pen­dien­te de muchas y diver­sas mane­ras, pero hay depen­den­cias que han sido esco­gi­das. Nada nos ata al mono­cul­ti­vo turís­ti­co, han sido los gobier­nos y las éli­tes eco­nó­mi­cas los que han que­ri­do eso para Anda­lu­cía. Pode­mos ser inde­pen­dien­tes del turis­mo. Nos que­dan otras. Hay reme­dio. Con volun­tad polí­ti­ca y nues­tras redes de apo­yo pode­mos ima­gi­nar la alter­na­ti­va. Este camino ya se empe­zó a reco­rrer. Una Anda­lu­cía alter­na­ti­va pro­du­ce con menos recur­sos mate­ria­les y ener­gé­ti­cos, redu­ce resi­duos, apro­xi­ma la pro­duc­ción al con­su­mo, es diver­sa, sos­te­ni­ble y auto­ges­tio­na­da. Es gober­na­da para la mayo­ría social. Solo y cuan­do las per­so­nas que gobier­nan asu­man que ha de ser la satis­fac­ción de las nece­si­da­des bási­cas de la gen­te, y el cui­da­do de la Tie­rra lo que orien­te la toma de todas aque­llas deci­sio­nes en la ges­tión de lo común, una Anda­lu­cía inde­pen­dien­te del turis­mo será posible. 

Colec­ti­vo Calle Viva – Cádiz

Red Social y Veci­nal de Gra­na­da y su Área Metro­po­li­ta­na – Ajun­ta­mien­tos Granada

Sin­di­ca­to de inqui­li­nas e inqui­li­nos de Málaga

CACTUS – Colec­ti­vo-Asam­blea con­tra la Turis­ti­za­ción de Sevilla

Francisco Vílchez

Andaluz de Granada (1980). Grado en Humanidades en la UGR. Pluriempleado en el sector servicios y aficionado a hablar de lo que la prensa no dice ni pío.

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