Estados Unidos. Denuncian esterilización forzada a mujeres migrantes

Esta­dos Uni­dos. Denun­cian este­ri­li­za­ción for­za­da a muje­res migrantes

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 17 de sep­tiem­bre de 2020.

Una enfer­me­ra de uno de los cen­tros de deten­ción del Ser­vi­cio de Inmi­gra­ción y Con­trol de Adua­nas (ICE, por su sigla en inglés) de los Esta­dos Uni­dos denun­ció que se rea­li­za­ban his­te­rec­to­mías a las reclu­sas sin su con­sen­ti­mien­to de for­ma sis­te­má­ti­ca. “Cuan­do cono­cí a todas estas muje­res que habían sido some­ti­das a ciru­gías, pen­sé que esto era como un cam­po de con­cen­tra­ción expe­ri­men­tal. Era como si estu­vie­ran expe­ri­men­tan­do con nues­tros cuer­pos”, rela­tó una migran­te encarcelada. 

Dawn Woo­ten, la denun­cian­te, quien se desem­pe­ñó como enfer­me­ra de una pri­sión de Geor­gia del Ser­vi­cio de Inmi­gra­ción y Con­trol de Adua­nas (ICE, por su sigla en inglés) rela­tó que el Cen­tro de Deten­ción del con­da­do de Irwin rea­li­za acti­va­men­te his­te­rec­to­mías masi­vas en muje­res dete­ni­das sin su con­sen­ti­mien­to infor­ma­do, repor­tó el por­tal Demo­cracy Now!

Su denun­cia es sólo la más recien­te de las que se vie­nen rea­li­zan­do con­tra ICE por vio­la­cio­nes a los dere­chos huma­nos de las per­so­nas migrantes.

Ade­más, la tra­ba­ja­do­ra de la salud denun­ció otras prác­ti­cas peli­gro­sas en el cen­tro de deten­ción, como el no cum­pli­mien­to de los pro­to­co­los por la pan­de­mia de COVID-19.

El rela­to fue inclui­do en una denun­cia ofi­cial pre­sen­ta­da este lunes ante la Ofi­ci­na del Ins­pec­tor Gene­ral del Depar­ta­men­to de Segu­ri­dad Nacio­nal por las orga­ni­za­cio­nes Pro­ject South (Pro­yec­to Sur) de defen­sa de la jus­ti­cia eco­nó­mi­ca y racial, jun­to a la Geor­gia Deten­tion Watch (Obser­va­to­rio de deten­cio­nes de Geor­gia), Geor­gia Latino Allian­ce for Human Rights (Alian­za lati­na de por los dere­chos huma­nos de Geor­gia) y South Geor­gia Immi­grant Sup­port Net­work (Red de apo­yo a migran­tes del sur de Georgia).

Según regis­tra la denun­cia, Woo­ten dijo que la ins­ta­la­ción esta­ba rea­li­zan­do his­te­rec­to­mías a cual­quier mujer migran­te que repor­ta­ba tener ciclos mens­trua­les abun­dan­tes u otros dolo­res, pero que “el úte­ro de todas no pue­de ser tan malo.”

“Varias reclu­sas me dije­ron que habían ido a ver al médi­co y habían sido some­ti­das a his­te­rec­to­mías y no sabían por qué”, dijo Wooten.

La denun­cia regis­tra tam­bién tes­ti­mo­nios de migran­tes que indi­can que no hubo un con­sen­ti­mien­to infor­ma­do antes de los pro­ce­di­mien­tos, que las muje­res no ter­mi­na­ban de com­pren­der qué les iba a pasar, sea por fal­ta de comu­ni­ca­ción, por barre­ras idio­má­ti­cas o por otras razo­nes, y que aho­ra sufren trau­mas per­ma­nen­tes físi­cos y sicológicos.

Dawn Woo­ten seña­ló que todas las víc­ti­mas fue­ron deri­va­das a un mis­mo médi­co: “Cada una que el gine­có­lo­go veía, sufría una his­te­rec­to­mía, abso­lu­ta­men­te todas. Inclu­so le qui­tó el ova­rio equi­vo­ca­do a una joven migran­te dete­ni­da. Se supo­nía que le iba a remo­ver el ova­rio izquier­do por­que tenía un quis­te en el izquier­do, le qui­tó el dere­cho. Ella esta­ba muy mal. Tenía que remo­ver­se un ova­rio y ter­mi­nó con una his­te­rec­to­mía total”, decla­ró Wooten.

“Ella toda­vía que­ría tener hijos… así que aho­ra debe vol­ver a su hogar y decir­le a su mari­do que ya no pue­de tener hijos…. Ella con­tó que la anes­te­sia no la había dor­mi­do del todo y lle­gó a escu­char al médi­co decir­le a la enfer­me­ra que había remo­vi­do el ova­rio incorrecto”.

“Es un reco­lec­tor de úte­ros”, decla­ró Woo­ten en rela­ción al médi­co, cuyo nom­bre no fue difun­di­do a la prensa.

“Cuan­do cono­cí a todas estas muje­res que habían sido some­ti­das a ciru­gías, pen­sé que esto era como un cam­po de con­cen­tra­ción expe­ri­men­tal. Era como si estu­vie­ran expe­ri­men­tan­do con nues­tros cuer­pos”, rela­ta una de las migran­tes en la denun­cia presentada.

Woo­ten tam­bién expli­có por qué deci­dió pre­sen­tar­se públi­ca­men­te: había sido repren­di­da y degra­da­da por las auto­ri­da­des del Cen­tro de Deten­ción de Inmi­gran­tes de Irwin, que es ope­ra­do por una empre­sa pri­va­da ‑LaSa­lle Correc­tions- que ter­ce­ri­za el ser­vi­cio peni­ten­cia­rio esta­tal, cuan­do pre­sen­tó que­jas por lo que esta­ba ocurriendo.

“Sumás dos y dos”, dijo la enfer­me­ra. “Estoy recla­man­do estas cosas y hablo a favor de estas muje­res. Soy un pro­ble­ma. Me ven y se supo­ne que no debo ser vis­ta ni escuchada”.

Esta no es la pri­me­ra vez que en Esta­dos Uni­dos se fuer­za a las per­so­nas, espe­cial­men­te a quie­nes no tie­nen la piel cla­ra, a sufrir una este­ri­li­za­ción no desea­da, que es una vio­la­ción de los dere­chos huma­nos y una for­ma de euge­ne­sia según la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud, seña­ló en su repor­te de este caso la perio­dis­ta Izzie Rami­rez del por­tal Refinery29.

Duran­te más de 70 años, el Esta­do de Cali­for­nia lide­ró el país en este­ri­li­za­cio­nes; duran­te ese tiem­po cer­ca de 20.000 per­so­nas fue­ron este­ri­li­za­das con­tra su volun­tad en ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les. En el sur del país, las muje­res negras eran tra­ta­das como una “prác­ti­ca” para los estu­dian­tes de medi­ci­na y fue­ron este­ri­li­za­das sin saber­lo duran­te las cesá­reas. Otras veces, fue­ron coac­cio­na­das a sufrir­lo a cam­bio de rete­ner bene­fi­cios socia­les. La este­ri­li­za­ción esta­ba tan exten­di­da en Caro­li­na del Nor­te que en 2015 se apro­bó un pro­yec­to de ley para dar a las víc­ti­mas una com­pen­sa­ción económica.

Un efec­ti­vo de la poli­cía “anti­in­mi­gran­te” ICE.

“Por supues­to, cuan­do se tra­ta de inmi­gran­tes indo­cu­men­ta­dos, a quie­nes el pre­si­den­te actual lla­ma habi­tual­men­te ‘extran­je­ros no desea­dos’, no es de extra­ñar que estas prác­ti­cas no se denun­cia­ran duran­te tan­to tiem­po. Un mujer migran­te en la denun­cia lo expre­só mejor: ‘Este lugar no está equi­pa­do para huma­nos’”, escri­bió Izzie Ramirez.

Esta es sólo la últi­ma de las nume­ro­sas denun­cias que ha reci­bi­do el Ser­vi­cio de Inmi­gra­ción y Con­trol de Adua­nas (ICE) esta­dou­ni­den­se. En los últi­mos años, ha reci­bi­do cues­tio­na­mien­tos públi­cos y se han ini­cia­do cau­sas pena­les por sepa­ra­cio­nes arbi­tra­rias de fami­lias, asal­tos sexua­les de dete­ni­das y dete­ni­dos ‑inclu­yen­do meno­res de edad‑, expo­si­ción a con­ta­gio de COVID-19 y otras enfer­me­da­des, y aho­ra his­te­rec­to­mías masi­vas forzadas.

Sin embar­go, ICE con­ti­núa actuan­do como el ins­tru­men­to de la volun­tad polí­ti­ca de un Esta­do, el nor­te­ame­ri­cano, cada vez más racis­ta, lo cual ha sido lle­va­do a un nue­vo nivel de paro­xis­mo bajo la pre­si­den­cia de Donald Trump.

El caso tie­ne fuer­te reper­cu­sión en Esta­dos Uni­dos, aun­que fue­ra de sus fron­te­ras es rigu­ro­sa­men­te silen­cia­do, par­ti­cu­lar­men­te por los medios hege­mó­ni­cos que en el sur glo­bal insis­ten en pre­sen­tar a ese país como un modelo

Fuen­te: AnRed

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