Hon­du­ras. Des­apa­ri­ción for­za­da del “Padre Lupe”: 37 años en la impunidad

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de sep­tiem­bre de 2020.

A 37 años de la des­apa­ri­ción for­za­da del jesui­ta Gua­dalupe Car­ney, (padre Lupe), el caso sigue en impu­ni­dad y sin saber la ubi­ca­ción de sus res­tos. Ade­más, el sis­te­ma que des­apa­re­ció físi­ca­men­te al sacer­do­te sigue vigen­te con otras carac­te­rís­ti­cas que lle­van implí­ci­tas; la cri­mi­na­li­za­ción, per­se­cu­ción, des­apa­ri­cio­nes y ase­si­na­tos de defen­so­res de la madre tie­rra”, indi­có Jeró­ni­mo Carran­za, del Equi­po de Refle­xión Inves­ti­ga­ción y Comu­ni­ca­ción ERIC-SJ.

A ren­glón segui­do ase­gu­ró que, un ejem­plo de esto es el secues­tro de cin­co líde­res garí­fu­nas enca­be­za­dos por Alberth Snei­der Cen­teno, pre­si­den­te del patro­na­to de la comu­ni­dad Triun­fo de La Cruz, Tela, al nor­te de Hon­du­ras. Fue el 18 de julio, a las 5:00 am, que ingre­só a la comu­ni­dad un gru­po de 13 hom­bres arma­dos y con uni­for­mes de la Direc­ción Poli­cial de Inves­ti­ga­cio­nes (DPI), lle­ván­do­se­los vio­len­ta­men­te de sus casas y des­de enton­ces el pue­blo hon­du­re­ño sigue exi­gien­do res­pues­tas que nun­ca llegan.

Carran­za agre­ga que la lucha del padre Lupe sigue más vigen­te que nun­ca. En el país exis­ten más de 300 mil fami­lias cam­pesinas sin tie­rra, some­ti­das a una cri­sis agra­ria y alimen­taria que se ha vuel­to más agu­da en el con­tex­to de la pan­de­mia del COVID-19. “Si el padre Lupe vivie­ra sin duda algu­na andu­vie­ra de las manos con los gru­pos más des­fa­vo­re­ci­dos y vul­ne­ra­bles. Recor­de­mos que su nom­bre de “pila” era James Fran­cis Car­ney, pero por amor al cam­pe­si­na­do de Hon­du­ras cam­bió su nom­bre a Gua­da­lu­pe”, indicó.

El padre Gua­da­lu­pe fue des­apa­re­ci­do jun­to a una colum­na gue­rri­lle­ra el 16 de sep­tiem­bre de 1983, hecho por el cual se res­pon­sa­bi­li­za a tro­pas nor­te­ame­ri­ca­nas y hon­du­re­ñas des­ta­ca­das en la zona de El Agua­ca­te, en el depar­ta­men­to de Olancho.

El infor­me “Bús­que­da de la ver­dad que se nos ocul­ta”, del ex comi­sio­na­do Nacio­nal de los Dere­chos Huma­nos en Hon­du­ras, Leo Valla­da­res, reve­ló docu­men­tos que evi­den­cian el apo­yo mili­tar de Esta­dos Uni­dos a fuer­zas mili­ta­res hon­du­re­ñas en la déca­da de los 80 y el cal­va­rio para cono­cer la ver­dad sobre des­apa­ri­cio­nes como la del sacer­do­te Gua­da­lu­pe Carney.

De acuer­do a muchas per­so­nas que lo cono­cie­ron de cer­ca, el padre Lupe era un sacer­do­te ama­do por el cam­pe­si­na­do y la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Sin embar­go, era odia­do por muchos de los más pode­ro­sos hom­bres de Honduras.

“Lupe luchó por una igle­sia libe­ra­do­ra, no una igle­sia con­ser­va­do­ra, él bus­ca­ba pro­ce­sos trans­for­ma­do­res para que los cam­pe­si­nos y cam­pe­si­nas pudie­ran supe­rar su pobre­za y sus des­di­chas. Pero, en noviem­bre de 1979 miem­bros del Éjér­ci­to nacio­nal lo cap­tu­ra­ron y pos­te­rior­men­te lo expul­sa­ron del país”, indi­có Jeró­ni­mo Carranza.

“Cape­llán del Ejér­ci­to del pueblo”

De acuer­do diver­sos tes­ti­mo­nios, el sacer­do­te jesui­ta pro­si­guió su tra­ba­jo pas­to­ral en Nica­ra­gua don­de escri­bió sus memo­rias y ade­más se rela­cio­nó con un gru­po de hon­du­re­ños diri­gi­dos por el doc­tor José María Reyes Mata, para lue­go con­for­mar una colum­na gue­rri­lle­ra que ingre­sa­ría a Hon­du­ras para ini­ciar una insu­rrec­ción popular.

Al pasar la fron­te­ra de Nica­ra­gua a Hon­du­ras, el Padre Car­ney acom­pa­ñó a estas más de 90 per­so­nas. Des­pués de varios días fue­ron inter­cep­ta­dos en las mon­ta­ñas de Olan­cho por efec­ti­vos mili­ta­res de Hon­du­ras y Esta­dos Uni­dos en ple­na eje­cu­ción de la Doc­tri­na de Segu­ri­dad Nacio­nal (que impli­ca­ba un plan maca­bro para eli­mi­nar los cua­dros de diri­gen­tes del movi­mien­to social hon­du­re­ño que deman­da­ba cam­bios estruc­tu­ra­les en el país).

Tras­cen­dió que la mayo­ría de los gue­rri­lle­ros fue­ron cap­tu­ra­dos, tor­tu­ra­dos, ase­si­na­dos y des­apa­re­ci­dos. La emba­ja­da de Esta­dos Uni­dos en Hon­du­ras y el depar­ta­men­to de Esta­do, sis­te­má­ti­ca­men­te han nega­do la infor­ma­ción que podría ayu­dar a dar con el para­de­ro de los res­tos del sacer­do­te jesui­ta y los otros miem­bros de la colum­na guerrillera.

Gua­da­lu­pe Car­ney nació en 1924 en Chica­go, Esta­dos Uni­dos. Par­ti­ci­pó acti­va­men­te en la Segun­da Gue­rra Mun­dial como miem­bro del Ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se. Pero juró nun­ca hacer daño a cual­quier persona.

En 1948 ingre­só a la Com­pa­ñía de Jesús y aun sien­do semi­na­ris­ta cono­ció la misión de los jesui­tas en Hon­du­ras. Tras su orde­na­ción en 1961, sus supe­rio­res lo des­ti­nan al tra­ba­jo en las parro­quias de Minas de Oro y Sula­co, Cama­ya­gua; Tocoa, Colón; y pos­te­rior­men­te en El Pro­gre­so Yoro.

Fuen­te: Radio Pro­gre­so

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