Resumen Latinoamericano, 28 septiembre 2020.
“El enemigo es el mismo, más allá de que se nos presenta con distintos nombres: imperialismo, sionismo, panturquismo, fundamentalismo, capitalismo, neoliberalismo, fascismo”.
Azerbaiyán lanzó un ataque masivo sobre el territorio de la República de Artsaj (Karabaj), bombardeando por aire y tierra más de cincuenta poblados, entre ellos la ciudad capital Stepanakert, provocando destrucción, casi una veintena de muertos (entre ellos varios civiles y niños) y más de un centenar de heridos.
Este ataque no hace más que clarificar ante la mirada del mundo quién es el agresor y quién el agredido.
Hay un pueblo que defiende su derecho a la autodeterminación, que es el pueblo de Artsaj, y un Estado, Azerbaiyán, que quiere someterlo y anexar el territorio de Karabaj al suyo.
Mientras la comunidad internacional parece sorprendida, desde nuestra institución venimos advirtiendo hace tiempo sobre la posibilidad concreta del reinicio de la guerra, ya que son varios los actores interesados en ello. Mientras funcionarios azerbaiyanos y turcos continuaron de manera sistemática con sus declaraciones criticando a Armenia, a Artsaj y a los mediadores ‑Rusia, Estados Unidos y Francia (por la Unión Europea)-, en las últimas semanas se informaba del envío de mercenarios hacia Azerbaiyán desde la ciudad siria de Afrín, ocupada militarmente por el ejército turco.
Incluso, la tribuna de las Naciones Unidas, durante su 75ª Asamblea General, fue utilizada por los presidentes de Azerbaiyán y Turquía, para anunciar con total descaro lo que estaban planificando, sin que ello provocara reacción alguna de la comunidad internacional.
“No reclamamos las tierras de otros países, pero tampoco le daremos las nuestras a nadie. Definitivamente volveremos a nuestras tierras. Nagorno Karabaj es la tierra ancestral e histórica de Azerbaiyán”, amenazaba públicamente el mandatario azerbaiyano Ilham Aliyev, falseando la verdad, pero sabiendo que cuenta con aliados como Israel ‑su principal proveedor militar- y Turquía ‑su hermano mayor-.
“Armenia demostró una vez más que es el principal obstáculo para la paz duradera y la estabilidad en el sur del Cáucaso”, expresó el autoproclamado sultán turco Erdogán, y agregó: “Estamos a favor de resolver los conflictos en la región, particularmente, el conflicto de Nagorno-Karabaj”.
Quedan más que claras las intenciones expresadas por el líder fascista de Turquía: hay un obstáculo que hay que erradicar ‑Armenia‑, y un conflicto a solucionar, pero no a través de la negociación pacífica.
Desde la Unión Cultural Armenia, ante todo, llamamos a nuestra colectividad, a nuestras organizaciones hermanas del campo popular y a las autoridades del país a sumar sus voces, condenando la agresión azerbaiyana, reclamando el inmediato cese del fuego y el regreso a las negociaciones para llegar a una
solución pacífica y justa del diferendo.
En estos momentos tan difíciles para el pueblo de Artsaj, en particular, y para los pueblos de la región, en general, una vez más reiteramos permanecer firmes entre quienes siguen creyendo y luchando por la paz y la amistad entre los pueblos.
La experiencia histórica nos enseña que no es lo mismo enfrentar discursos nacionalistas, chauvinistas, xenófobos y belicistas con argumentos nacionalistas, chauvinistas, xenófobos y belicistas, que hacerlo con mensajes que hablen de paz, de solidaridad, de superar las diferencias respetando los derechos de cada uno, de buscar soluciones basadas en la justicia y la verdad para que satisfagan a todos, de priorizar las coincidencias y de forjar un futuro común.
Desde aquí fijamos posiciones en la cuestión de Karabaj y en otras cuestiones, como aquellas que involucran a los hermanos kurdos, palestinos, libaneses y sirios, entre otros pueblos de esa región.
Porque el enemigo es el mismo, más allá de que se nos presenta con distintos nombres: imperialismo, sionismo, panturquismo, fundamentalismo, capitalismo, neoliberalismo, fascismo.
La causa de los pueblos es una sola.
Unión Cultural Armenia-Juventud de la Unión Cultural Armenia
Buenos Aires, 27 de septiembre de 2020
Fuente: Revista La Comuna