Por Frei Betto. Resumen Latinoamericano, 29 de septiembre de 2020.
Mucho antes de que la revista The Economist calificara al presidente de Brasil de BolsoNerón ya yo había acuñado ese denominador. Lo que no esperaba es que los hechos demostraran la semejanza entre las actitudes del emperador romano, famoso por tocar la lira mientras Roma ardía, y el ocupante principal del Palacio de Planalto.
Brasil arde por la negligencia del gobierno, mientras el presidente no hace el menor caso al desastre ambiental y económico, igual que al genocidio sanitario que ya terminó con la vida de casi 140 mil víctimas de la covid-19.
En la primera quincena de septiembre hubo más incendios en la Amazonia que en todo el mes de septiembre de 2019. Hasta el día 15, el programa Queimadas del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) había detectado 20 485 focos de calor en el bioma amazónico. En el mismo período del año pasado habían sido 19 925.
El promedio es de 1 400 nuevos incendios diarios. En esta época del año, en que predomina la sequía en la Amazonia, los responsables de la deforestación (latifundistas, empresas mineras y del agronegocio, buscadores de oro y usurpadores de tierra) aprovechan para quemar los recursos biológicos abatidos para abrirle espacio al ganado, la soja, la explotación de minerales preciosos.
Según Global Forest Watch, que tiene una plataforma online de monitoreo de los bosques, Brasil fue responsable de la destrucción de un tercio de los bosques tropicales vírgenes deforestados en el planeta en 2019: se perdieron 1,3 millones de hectáreas.
El gobierno brasileño desconoce sus propias leyes. El 16 de julio de este año prohibió el uso del fuego en la Amazonia y el Pantanal durante 120 días. Pero los incendiarios actúan con total impunidad mientras se priva de recursos a los organismos de fiscalización. El general Mourão, vicepresidente de la República, declara que algún funcionario apátrida del INPE debe estar filtrando informaciones… “Hay alguien allí adentro (del INPE) que le hace la oposición al gobierno”, manifestó. Solo falta mandar a apresar el satélite del organismo que detecta los incendios.
Este año la deforestación de la Amazonia brasileña experimentó un aumento del 34%. Y el presidente insiste: “Esa historia de que la Amazonia está ardiendo es una mentira”, declaró en la reunión virtual de los jefes de Estado de la América del Sur (Folha de São Paulo, 16 de septiembre, p. B7).
El fuego se expande también, sin control, por el Pantanal, una de las regiones de mayor biodiversidad del planeta. Ya se ha destruido el 16% de la mayor planicie anegada del mundo. Allí, los incendios han reducido a ceniza 23 km2 de riqueza vegetal y animal (un área un poco mayor que la de El Salvador o el triple del área de la reg ión metropolitana de Sao Paulo, donde viven casi 22 millones de personas en 39 ciudades). También quedó devastado el mayor refugio de guacamayos del mundo, y están amenazados proyectos de preservación de onzas. Son conmovedoras las imágenes que muestran la cantidad de animales muertos por las llamas o la asfixia, o en busca de agua en caminos y ciudades.
Según las estimaciones de Ibama/Prevfogo, en tres biomas que atraviesan el territorio de Mato Grosso del Sur –Pantanal, Cerrado y Bosque Atlántico— el área alcanzada por el fuego ya supera 1 450 000 hectáreas.
El gobierno actúa a contrapelo de la preservación ambiental. Redujo el presupuesto para el año 2021 de los dos principales organismos federales de defensa de la naturaleza y fiscalización de delitos ambientales: Ibama (- 4%) y ICMBio (- 12,8%).
La destrucción del Pantanal, de la Amazonia y de lo que resta del Cerrado forma parte del programa de la coalición gobiernista, que reúne a usurpadores de tierra, compañías mineras, empresas madereras ilegales y vándalos del agronegocio.
El secretario de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB) en Mato Grosso, Flávio José Ferreira, afirmó en una entrevista a Fórum Café el 15 de septiembre que el Ministerio de Defensa le ha prohibido al Ejército participar en el combate a los incendios en el Pantanal. Bomberos y voluntarios son los principales responsables de contener las llamas en el bioma. Ferreira también criticó el avance del agronegocio en el Pantanal y dijo que desde hacía años el medio ambiente en la región había sido “irrespetado”.
BolsoNerón es un maestro en eximirse de culpas. Hace como si no tuviera nada que ver con el genocidio de la pandemia en Brasil, la invasión de las tierras indígenas, la injerencia en la Policía Federal de Río para defender a sus hijos, los paramilitares condecorados por sus familiares, los cheques de Queiroz, la subida del precio del arroz, el aumento del desempleo (13 millones de trabajadores) y otras tantas medidas de su gobierno que están arruinando a nuestro país.
Al cantar el himno nacional, en vez de proclamar “Si en tu hermoso cielo risueño y límpido, resplandece la imagen de la Cruz del Sur”, resultaría más cercano a la realidad entonar: “Bajo tu cielo ceniciento, triste y humeante, resplandecen las llamas de los incendios”
(Frei Betto es autor de numerosos libros y coautor con Marcelo Gleiser y Waldemar Falcão de Conversa sobre fé e ciencia (Agir/Nova Fronteira). Este es su sitio y librería virtual )