Por David Cañedo Escárcega, Resumen Latinoamericano, 01 de septiembre de 2020.
Esta situación de la pandemia ya se prolongó bastante. Al principio nos dijeron que la suspensión de clases sería por un par de semanas además de las de semana santa; luego se nos avisó que todo el mes de mayo no habría clases, y finalmente se hizo evidente que esto iba para largo. El semestre ya estaba definitivamente perdido pero se encontró la manera de salvar la situación y de repente todo mundo se volcó a lo digital. Se descubrió que la educación en línea aparentemente es nuestro futuro y se le está apostando todo. Este próximo semestre será un gran experimento a ver cómo funciona: la digitalización de la educación a todos los niveles, de primaria a universidad.
Y podemos suponer que si las cosas funcionan satisfactoriamente (desde el punto de vista de los que deciden estas cuestiones, por supuesto) muchas de las características que definirán esta siguiente etapa se convertirán en nuestra nueva normal, incluso cuando haya pasado la pandemia.
Lo cierto es que hay una tendencia hacia la digitalización de la educación, e intereses muy fuertes de por medio. Al parecer al sistema ya le está fastidiando la idea esa de elevar el nivel de conocimientos de la población en general, y lo que se pretende ahora es convertir a los educandos en zombis desde muy temprana edad. En el mundo ideal (de los que deciden estas cosas), no habría ya necesidad de escuelas físicas y la interacción profesor-alumno sería mediada por aparatos electrónicos. Todo mundo se puede educar desde sus casas y podemos mantener el máximo distanciamiento social que se requiere de nosotros.
La digitalización de nuestras vidas avanza a toda marcha y desde muchos frentes. Ni nos dimos cuenta y nuestra mentalidad cambió. La realidad virtual descendió sobre nosotros y cada avance tecnológico así de repente se convierte en la nueva normal y de lo que ya no podemos prescindir.
El siguiente paso en el control digital de nuestras vidas es la eliminación del dinero en efectivo. El cash al parecer ya cumplió su función, desde que lo inventaron en Fenicia hace 2500 años, y lo que se pretende ahora es que el dinero se haga cien por ciento electrónico, ceros y unos en una computadora, y que toda transacción se realice con tarjeta. Qué conveniente es pagar con tarjeta, no es así, pero cuando truene la burbuja financiera nos vamos a quedar colgados de la brocha y trillones de dólares se evaporarán en un instante. El dinero virtual realmente no existe, y el hecho de que desaparezcan billetes y monedas le da al sistema un control total de nuestras finanzas y de nuestras vidas. Para allá va la tendencia en cualquier caso, y en algún momento veremos cómo se convierte en política oficial eliminar el dinero en efectivo y las casas de moneda dejen de emitir moneda.
Y por otro lado, no podemos dejar de maravillarnos ante los asombrosos avances de la tecnología, que han hecho posible nanochips con capacidad de almacenar toda información relevante o no de nuestras vidas, y que pueden inyectarse por medio de vacunas y hospedarse en nuestro cuerpo sin haber realmente sido invitados, y con los que desaparece ipso facto cualquier privacidad de la que todavía creíamos gozar. Los que tengan control del chip llegarían a conocernos mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos; sabrían donde hemos estado y en qué hemos gastado nuestro dinero, así como nuestras ocupaciones y ocios y cualquier pecadillo que hayamos cometido por ahí. Sería como estar permanentemente monitoreados, y sin siquiera darnos cuenta.
De lo que estamos hablando aquí es de cómo la tecnología digital emergió y se convirtió en el más efectivo instrumento de control social que pudieron haber inventado. Estamos hipnotizados con la tecnología, y esos señores que les gusta decidir por todos los demás lo saben y lo aprovechan. El orden social vigente se mantiene en base a control, que sin embargo se erosiona y por eso tiene que crecer constantemente, y la digitalización de la existencia les da todo el control que necesitan.
La pandemia se ha convertido en el vehículo perfecto para avanzar su agenda, y en un mundo en el que habrá una escasez creciente de recursos críticos y un medio ambiente que se negará a seguir cooperando con el proyecto homo sapiens, los que tienen el poder se aferrarán a él hasta las últimas consecuencias. Es la historia de todas las civilizaciones que fallan: en medio del caos creciente el orden establecido se atrinchera, cada vez más divorciado de la realidad.
Entonces no nos ofusquemos tanto con el espejismo de la tecnología: realmente no nos va a sacar de todos nuestros problemas. La educación virtual no puede sustituir a la presencial, hay algo ahí que se está perdiendo. Asimismo, la financialización de la economía llegó a su lógica conclusión: una burbuja de antología con trillones de dólares que solo existen en ciberespacio y deuda omnipresente.
No todo en la vida es acumulación de poder y riqueza, a fin de cuentas. Si tan solo esto hubiera manera de hacérselo entender a aquellos fulanos que insisten en querer controlar hasta el último aspecto de nuestras vidas.