¿Una revo­lu­ción de colo­res en Bielorrusia?

Des­de hace varias sema­nas se han pro­du­ci­do una serie de pro­tes­tas fuer­tes en Bie­lo­rru­sia como con­se­cuen­cia de las elec­cio­nes en las que el pre­si­den­te Ale­xan­der Lou­ka­chen­ko fue reele­gi­do con el 80% de los votos. La opo­si­ción lide­ra­da por Svetla­na Tikha­novs­kaïa no reco­no­ció el resul­ta­do de las elec­cio­nes, bajo el pre­tex­to de un supues­to frau­de y lla­mó a pro­tes­tas en con­tra del gobierno con el apo­yo explí­ci­to de la Unión Euro­pea y par­ti­cu­lar­men­te los gobier­nos de extre­ma dere­cha de los paí­ses bál­ti­cos, Polo­nia y Hungría.


¿De dón­de vie­ne Loukachenko?

Lou­ka­chen­ko fue ele­gi­do de mane­ra sor­pre­si­va en el verano de 1994 derro­tan­do al can­di­da­to social-demó­cra­ta que que­ría un acer­ca­mien­to con el blo­que occi­den­tal, y al repre­sen­tan­te de la nomen­kla­tu­ra pos­co­mu­nis­ta que habían per­mi­ti­do el des­mem­bra­mien­to de la URSS en 1991. Lou­ka­chen­ko fue ele­gi­do sobre la base de un pro­gra­ma cen­tra­do en la pre­ser­va­ción de un sec­tor públi­co pre­do­mi­nan­te en la eco­no­mía, las pres­ta­cio­nes socia­les here­da­das de la URSS, la reha­bi­li­ta­ción del pasa­do sovié­ti­co, la cele­bra­ción del papel de los ex-com­ba­tien­tes duran­te la Segun­da Gue­rra Mun­dial y de los cons­truc­to­res del país en el perío­do de pos­gue­rra, el desa­rro­llo de indus­trias de alta tec­no­lo­gía crea­das duran­te el perío­do sovié­ti­co, el recha­zo a la OTAN y una polí­ti­ca de coope­ra­ción con los paí­ses del espa­cio post­so­vié­ti­co y con los miem­bros de los paí­ses no alineados.

Este pro­gra­ma se ha man­te­ni­do como popu­lar has­ta la fecha de hoy, aun­que una par­te de la pobla­ción se ha can­sa­do de un sis­te­ma que pri­vi­le­gia el pater­na­lis­mo a la demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va. Está cla­ro que hoy, varias poten­cias extran­je­ras desean pro­vo­car un cam­bio de régi­men en Bie­lo­rru­sia y empu­jan en este rum­bo, lo que expli­ca las pre­sio­nes y las ten­ta­ti­vas de mani­pu­la­ción de la opi­nión públi­ca en Euro­pa y Esta­dos Uni­dos. En esta situa­ción es muy impor­tan­te tra­tar de evi­tar el flu­jo de des­in­for­ma­ción y las exa­ge­ra­cio­nes de la evo­lu­ción real de la opi­nión públi­ca en Bielorrusia.

Cuan­do la pobla­ción eli­gió a Lou­ka­chen­ko en el 1994, lo hizo como reac­ción y recha­zo a la polí­ti­ca de empo­bre­ci­mien­to, pri­va­ti­za­cio­nes y des­man­te­la­mien­to de todo el lega­do sovié­ti­co pro­duc­to de la Peres­troi­ka y el Glas­nost. Desea­ba poner fin a las pri­va­ti­za­cio­nes, a la pola­ri­za­ción social en cur­so, al desa­rro­llo de la cri­mi­na­li­dad pro­ve­nien­te de la Rusia yel­tsi­nia­na, al rei­no de los oli­gar­cas y a la frag­men­ta­ción de la Unión Sovié­ti­ca. Cla­ra­men­te, era un voto pro-sovié­ti­co aún cuan­do Lou­ka­chen­ko nun­ca ha teni­do la inten­ción de recons­truir un par­ti­do comu­nis­ta ni seguir el desa­rro­llo de una socie­dad socia­lis­ta. Se pue­de con­si­de­rar la elec­ción de 1994 como un prag­ma­tis­mo de orien­ta­ción social res­pe­tuo­so de la heren­cia soviética.

Carac­te­rís­ti­cas del régi­men polí­ti­co en Bielorrusia

Bie­lo­rru­sia en la actua­li­dad tie­ne un sis­te­ma fuer­te­men­te cen­tra­li­za­do alre­de­dor del poder eje­cu­ti­vo (pre­si­den­cial) que lle­va a cabo una polí­ti­ca pater­na­lis­ta de pro­tec­ción social y desa­rro­llo eco­nó­mi­co bajo el impul­so más o menos efi­cien­te del Esta­do. Deja un espa­cio de desa­rro­llo para­le­lo para el sec­tor pri­va­do, pero sin favo­re­cer dema­sia­do el sur­gi­mien­to de una nue­va cla­se capitalista.

Este sis­te­ma deja poco lugar a las ini­cia­ti­vas pro­ce­den­tes de la socie­dad civil y no con­tri­bu­ye a la poli­ti­za­ción de la pobla­ción, por lo que se pue­de enten­der, has­ta hace poco, una cier­ta pasi­vi­dad del cuer­po social, las orga­ni­za­cio­nes, sin­di­ca­tos y par­ti­dos polí­ti­cos. Lou­ka­chen­ko se ha nega­do a la crea­ción de un par­ti­do de masas que podría cons­ti­tuir su base mili­tan­te, aun­que ha logra­do el apo­yo de par­ti­dos como el Par­ti­do Comu­nis­ta de Bie­lo­rus­sia que se man­tie­nen, sin embar­go, como autó­no­mos fren­te al cam­po de acción presidencial.

Sobre la natu­ra­le­za de las mani­fes­ta­cio­nes actuales

Aún cuan­do exis­te una frac­ción de la pobla­ción que está can­sa­da del gobierno de Lou­ka­chen­ko, la orga­ni­za­ción de las pro­tes­tas ha sido pre­pa­ra­da por ONG ya muy cono­ci­das. Des­de hace quin­ce años, jóve­nes bie­lo­rru­sos par­ti­ci­pan en semi­na­rios de for­ma­ción para la mani­pu­la­ción de la muche­dum­bre, bajo la tute­la de orga­ni­za­cio­nes como la Fun­da­ción Soros, o la orga­ni­za­ción ser­bia Otpor sur­gi­da en el trans­cur­so del derro­ca­mien­to de Milo­se­vic, con el con­cep­to de «revo­lu­ción no vio­len­ta». Has­ta hace poco no se había logra­do un movi­mien­to fuer­te de pro­tes­tas. Recien­te­men­te, la par­te de la pobla­ción que recha­za el pater­na­lis­mo se ha mani­fes­ta­do con más fuer­za. Pero fue sobre todo cuan­do se des­ató una repre­sión fuer­te e ines­pe­ra­da hacia los mani­fes­tan­tes, jus­to des­pués de las elec­cio­nes, lo que empu­jó a una par­te impor­tan­te de la pobla­ción hacia el movi­mien­to de pro­tes­tas. Esas pro­tes­tas no fue­ron tan masi­vas como se ha que­ri­do pre­sen­tar por los medios de comu­ni­ca­ción occidentales.

No debe ser exclui­da la posi­bi­li­dad de que la bru­ta­li­dad con la que actuó la poli­cía, des­co­no­ci­da has­ta la fecha, haya sido pro­vo­ca­da por fun­cio­na­rios corrom­pi­dos has­ta un cier­to gra­do por oli­gar­cas capi­ta­lis­tas rusos que desean apro­ve­char el des­con­ten­to para empu­jar a Lou­ka­chen­ko en los bra­zos de Putin. Estos, como sus equi­va­len­tes en occi­den­te, quie­ren poner fin al “inso­len­te” mode­lo bie­lo­rru­so don­de indus­trias muy desa­rro­lla­das per­te­ne­cen al Esta­do y fun­cio­nan muy bien.

Los opo­nen­tes sos­tie­nen que han logra­do el apo­yo de la mayo­ría de la pobla­ción, y algu­nos son­deos mues­tran que, en Minsk, entre el 45% y el 50% de la pobla­ción habría gira­do a favor de la opo­si­ción, más o menos hete­ro­gé­nea. Pero en la pro­vin­cia la situa­ción es muy dis­tin­ta, don­de la mayo­ría abso­lu­ta de la pobla­ción res­pal­da al gobierno de Lou­ka­chen­ko. Aun así, deja a la opo­si­ción un mar­gen de manio­bra de un millón de habi­tan­tes en la capi­tal. Si bien Lou­ka­chen­ko ha per­di­do el apo­yo de una par­te de los obre­ros, la mani­fes­ta­ción del 16 de agos­to a Minsk ha logra­do movi­li­zar a dece­nas de miles de mani­fes­tan­tes. En todo el país se han dado gran­des mar­chas a favor del gobierno. Estas con­tra-pro­tes­tas han sido tar­días por­que la pobla­ción no está acos­tum­bra­da a movi­li­zar­se, lo que cons­ti­tu­ye una de las prin­ci­pa­les debi­li­da­des del gobierno actual, de la cual es el pro­pio responsable.

En las regio­nes de Brest y Grodno, se cons­ta­tó la entra­da de mani­fes­tan­tes des­de Polo­nia y Litua­nia con el res­pal­do de estos dos gobier­nos, lo que expli­ca las manio­bras mili­ta­res rea­li­za­das por el gobierno bielorruso.

La opo­si­ción rusa y occi­den­tal al mode­lo bielorruso

La indus­tria y la agri­cul­tu­ra bie­lo­rru­sa pro­du­cen mucho más que solo papas, como se quie­re hacer creer en Occi­den­te para ocul­tar las gran­des capa­ci­da­des tec­no­ló­gi­cas que han sido desa­rro­lla­das des­de la épo­ca sovié­ti­ca y tam­bién duran­te el gobierno de Lou­ka­chen­ko en el poder. Camio­nes gigan­tes­cos para las minas, trac­to­res de alta cali­dad, indus­tria espa­cial, infor­má­ti­ca, indus­tria mili­tar avan­za­da, etc. Una eco­no­mía inso­len­te a los ojos de los capi­ta­lis­tas para quie­nes la pro­pie­dad públi­ca tie­ne que ser nece­sa­ria­men­te aso­cia­da con atra­so e inefi­cien­cia. Ade­más Chi­na, el nue­vo enemi­go decre­ta­do por EE.UU, ha apos­ta­do mucho a las capa­ci­da­des pro­duc­ti­vas y cien­tí­fi­cas de Bie­lo­rru­sia y gra­cias a su posi­ción geo­grá­fi­ca de puer­ta de acce­so hacia Euro­pa occi­den­tal, se ha vuel­to impres­cin­di­ble qui­tar­le esa opor­tu­ni­dad, inclu­so si eso pre­su­po­ne dejar­les par­te del pas­tel a los oli­gar­cas rusos. Los capi­ta­lis­tas saben coope­rar para des­truir a un sis­te­ma que limi­ta sus ganan­cias, para des­pués des­ga­rra­se entre ellos mis­mos y con­tro­lar el mer­ca­do. Toda­vía no es el caso de Bie­lo­rru­sia, y así se ha man­te­ni­do des­de hace 30 años, lo cual es muy irri­tan­te para las éli­tes capi­ta­lis­tas europeas.

A pesar de las ten­sio­nes que se han pro­du­ci­do entre Bie­lo­rru­sia y Rusia des­de hace varios años, la inte­gra­ción estra­té­gi­ca de los dos paí­ses es sóli­da y es difí­cil ima­gi­nar un des­aco­pla­mien­to mili­tar. Rusia no ha per­mi­ti­do que Bie­lo­rru­sia entre en la OTAN. Mos­cú no nece­si­ta inter­ve­nir mili­tar­men­te por­que el ejér­ci­to bie­lo­rru­so está intrín­si­ca­men­te inte­gra­do en las estruc­tu­ras occi­den­ta­les del ejér­ci­to ruso, por lo tan­to, es poco pro­ba­ble que lle­gue a apo­yar a los sec­to­res de la opo­si­ción y rom­per su lazo con el her­mano esla­vo. Por supues­to, esta situa­ción ha dado a Rusia un papel cen­tral de media­dor en la cri­sis actual. Los diri­gen­tes occi­den­ta­les más mode­ra­dos saben que no pue­den igno­rar los intere­ses estra­té­gi­cos de Rusia y que un cam­bio polí­ti­co en Minsk no podría abrir la vía a una inte­gra­ción del país a la OTAN. En cam­bio, los par­ti­da­rios del “Deep Sta­te” no tie­nen nin­gún lími­te en sus ape­ti­tos y están dis­pues­tos a arries­gar una gue­rra mun­dial para expan­dir su “espa­cio vital”, sien­do la baja ten­den­cial de la tasa de ganan­cia su prin­ci­pal motor.

A pesar de ello exis­ten en Rusia capi­ta­lis­tas par­ti­da­rios de la caí­da del gobierno de Lou­ka­chen­ko como el pode­ro­so oli­gar­ca bie­lo­rru­so esta­ble­ci­do en Rusia, Dimitry Maze­pin, patrón de la empre­sa rusa Oural­chem. Des­de hace varios años este mag­na­te desea adqui­rir la empre­sa bie­lo­rru­sa esta­tal de Soli­gorsk, cuyo valor es esti­ma­do en 150 mil millo­nes de dóla­res, pero se ha enfren­ta­do al recha­zo con­ti­nuo de las auto­ri­da­des de Minsk.

Según fuen­tes cer­ca­nas al poder en Minsk, Maze­pin des­ti­nó mucho dine­ro para com­prar a altos fun­cio­na­rios bie­lo­rru­sos dis­pues­tos a cam­biar de ban­do, con el obje­ti­vo de ase­gu­rar una pri­va­ti­za­ción del país para repar­tir­lo entre capi­ta­lis­tas rusos y occi­den­ta­les. Las mani­fes­ta­cio­nes actua­les son una ben­di­ción para esos capi­ta­lis­tas por­que empu­jan al gobierno de Lou­ka­chen­ko hacia Rusia, don­de la influen­cia de los oli­gar­cas es sufi­cien­te para pre­sio­nar al Krem­lin con el fin de for­zar al gobierno bie­lo­rru­so a aban­do­nar su prin­ci­pio de Esta­do Social y la defen­sa de la pro­pie­dad públi­ca de las empre­sas cla­ve de la eco­no­mía. Para el Krem­lin, el obje­ti­vo es obli­gar a Minsk a aban­do­nar su mode­lo social, abrien­do el país a pri­va­ti­za­cio­nes masi­vas sin tener que lidiar por otro lado con una revo­lu­ción de colo­res desea­da por los sec­to­res más extre­mis­tas en el oes­te. En total, la KGB bie­lo­rru­sa esti­ma que 1800 millo­nes de dóla­res han sido envia­dos a Bie­lo­rru­sia en los últi­mos cin­co años tan­to por Rusia como por el Oes­te para com­prar altos fun­cio­na­rios favo­ra­bles a la inte­gra­ción con Rusia o a las orga­ni­za­cio­nes de opo­si­ción ata­das a los intere­ses occi­den­ta­les. Sur­gió así una tan­da de buró­cra­tas corrup­tos que tie­nen más intere­ses en la pri­va­ti­za­ción que en su pro­pio man­te­ni­mien­to en pues­tos guber­na­men­ta­les menos remunerados.

La OTAN divi­di­da entre par­ti­da­rios del «putsch» y los «mode­ra­dos»

El minis­tro bie­lo­rru­so de asun­tos exte­rio­res, Vla­di­mir Makeï, en par­ti­cu­lar, pero tam­bién otros cua­dros impor­tan­tes del país, están visi­ble­men­te en el ban­do pro-occi­den­tal y muy liga­dos al Rei­no Uni­do que está acti­va­men­te invo­lu­cra­do en el apo­yo a los movi­mien­tos de pro­tes­ta. Putin había adver­ti­do a Lou­ka­chen­ko des­de hace tiem­po sobre esos víncu­los con la poten­cia bri­tá­ni­ca, pero este últi­mo se ha nega­do a lim­piar su gobierno del «clan» pro-anglo­sa­jón, por­que pen­sa­ba nece­sa­rio man­te­ner el equi­li­brio con los par­ti­da­rios de la unión con Rusia. La emba­ja­da ingle­sa en Var­so­via jue­ga un papel cen­tral en orques­tar las pro­tes­tas en Minsk, en coope­ra­ción con los pola­cos y los paí­ses bál­ti­cos. Se sabe que las poten­cias occi­den­ta­les están divi­das entre un ala «mode­ra­da» que quie­re pre­ser­var cana­les de nego­cia­ción y coope­ra­ción con Minsk y Mos­cú, y una ala extre­mis­ta, inter­ven­cio­nis­ta, deci­di­da a exa­cer­bar todos los con­flic­tos posi­bles en un mun­do don­de el sis­te­ma domi­nan­te está atas­ca­do en su pro­pia cri­sis eco­nó­mi­ca y sanitaria.

Fran­cia y Ale­ma­nia serían los mode­ra­dos, inclu­yen­do excep­cio­nal­men­te a la admi­nis­tra­ción Trump, mien­tras los par­ti­da­rios extre­mis­tas se encuen­tran en Ingla­te­rra y en lo que el New York Times lla­ma el «Deep Sta­te»: los esta­dos bál­ti­cos, Polo­nia, Hun­gría y la Repú­bli­ca Che­ca. Del lado ruso ocu­rre lo mis­mo, los oli­gar­cas y los minis­tros de ten­den­cias mun­dia­lis­tas ejer­cen una fuer­te pre­sión sobre Minsk, mien­tras los minis­tros del ban­do esta­dis­ta y «patrio­ta» son más favo­ra­bles a la mode­ra­ción con el gobierno de Lou­ka­chen­ko. Rusia ha per­di­do mucho dine­ro por apo­yar a Bie­lo­rru­sia, pero la prin­ci­pal razón se encuen­tra en la impor­tan­cia de las indus­trias bie­lo­rru­sas para la eco­no­mía rusa, como la indus­tria mili­tar, espa­cial, el sec­tor agro-indus­trial y la inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca. Lou­ka­chen­ko tie­ne, por lo tan­to, mucho peso para impo­ner sus deseos a Putin en tiem­pos de paz. Debi­li­ta­do por la cri­sis polí­ti­ca, se vuel­ve depen­dien­te del apo­yo de Mos­cú para pro­lon­gar su estan­cia a la cabe­za del Esta­do, y es muy dudo­so que Chi­na esté dis­pues­ta a res­pal­dar­lo cuan­do nece­si­ta man­te­ner ante todo su alian­za estra­té­gi­ca con Rusia e Irán, lo que hace a la posi­ción bie­lo­rru­sa secun­da­ria en ese gran jue­go geopolítico.

La natu­ra­le­za del inten­to de cam­bio de régi­men sigue un patrón simi­lar al uti­li­za­do recien­te­men­te en Vene­zue­la y Boli­via y mar­ca cla­ra­men­te el uso sis­te­má­ti­co de la teo­ría revo­lu­cio­na­ria con fines de nego­cio por el impe­ria­lis­mo occi­den­tal. Urge desa­rro­llar la lucha social y la soli­da­ri­dad entre los pue­blos para des­ac­ti­var estos meca­nis­mos de inje­ren­cia continua.

Fotos actuales e históricas de las manifestaciones en Minsk donde se viralizó el uso de la bandera rojiblanca utilizada por el gobierno de colaboración con la Alemania nazi

Com­pa­ra­ción entres fotos actua­les e his­tó­ri­cas de las mani­fes­ta­cio­nes en Minsk don­de se vira­li­zó el uso de la ban­de­ra roji­blan­ca uti­li­za­da por el gobierno de cola­bo­ra­ción con la Ale­ma­nia nazi duran­te la Segun­da Gue­rra Mun­dial. La extre­ma dere­cha euro­pea empu­ja el uso de sím­bo­los rela­cio­na­dos con el nazis­mo como en el caso de Ucrania.

Edi­ta­do por Amé­ri­ca Rodrí­guez para Investig’Action.

Fuen­te: Alai­net 

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