Vene­zue­la. Una «inter­na­cio­nal fas­cis­ta» en su contra

Por Geral­di­na Colot­ti, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 2 sep­tiem­bre 2020.-

Una ver­da­de­ra “inter­na­cio­nal con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria de carác­ter fas­cis­ta”. Así defi­nió el minis­tro de Tra­ba­jo vene­zo­lano, Eduar­do Piña­te, la cam­pa­ña de boi­cot con­tra las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias del 6 de diciem­bre. Por esta tarea, hay un ejér­ci­to de perio­dis­tas, eco­no­mis­tas e inte­lec­tua­les, fun­cio­nal a los intere­ses impe­ria­lis­tas, com­pro­me­ti­dos con la difu­sión de los argu­men­tos de Esta­dos Uni­dos, que lide­ran la ofen­si­va tan­to con fines polí­ti­cos inter­nos (las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les del 3 de noviem­bre), como con miras para res­ta­ble­cer una nue­va hege­mo­nía en el anti­guo «patio trasero».

El que se juga­rá el 6 de diciem­bre en Vene­zue­la es de hecho un par­ti­do deci­si­vo no solo para el socia­lis­mo boli­va­riano, que des­de hace vein­te años vie­ne mos­tran­do al mun­do la nece­si­dad y posi­bi­li­dad de una alter­na­ti­va al mode­lo capi­ta­lis­ta, sino para la rede­fi­ni­ción de la arqui­tec­tu­ra glo­bal en un momen­to en que el carác­ter sis­té­mi­co de la cri­sis capi­ta­lis­ta es muy evi­den­te tras la pandemia.

Que un país tan extra­or­di­na­ria­men­te rico en recur­sos como Vene­zue­la haya deci­di­do ser libre y sobe­rano, que sea un actor fun­da­men­tal en la cons­truc­ción de nue­vas alian­zas soli­da­rias en el con­ti­nen­te, y que cons­ti­tu­ya un impor­tan­te eje geo­po­lí­ti­co en la cons­truc­ción de un mun­do mul­ti­cén­tri­co y mul­ti­po­lar, cier­ta­men­te repre­sen­ta una «ame­na­za inusual y extra­or­di­na­ria» para el imperialismo.

Y por tan­to, cuan­to más avan­za la «diplo­ma­cia de la paz» a nivel inter­na­cio­nal, cuan­to más se impo­ne a nivel interno una pro­pues­ta de diá­lo­go enca­mi­na­da a un pro­yec­to de «paz con jus­ti­cia social», más sur­ge la ira impo­ten­te de aque­llas fuer­zas que sólo pue­den impo­ner­se a tra­vés del caos y en la anar­quía del capi­ta­lis­mo. Fuer­zas que no actúan por sí mis­mas, sino por ter­ce­ros, cega­das por el deseo de hacer­se con el botín como un bus­ca­dor de oro al ver el amarillo.

En las más diver­sas lati­tu­des, pien­san que una vez fina­li­za­da la des­truc­ción de su país, el nue­vo amo les per­mi­ti­rá acce­der a la divi­sión del botín, pero ter­mi­nan aca­ban­do inevi­ta­ble­men­te bajo las rue­das del carro del ven­ce­dor. Esto ha suce­di­do en Libia, en Irak y en el trans­cur­so de las innu­me­ra­bles agre­sio­nes impe­ria­lis­tas del siglo pasa­do. Ocu­rre en aque­llos paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos que han vuel­to a la dere­cha, don­de las gran­des poten­cias inter­na­cio­na­les se encar­gan de los negocios.

Suce­de­ría aún más en Vene­zue­la, si por des­gra­cia los hal­co­nes del Pen­tá­gono se impu­sie­ran a tra­vés de sus peo­nes de extre­ma dere­cha, hoy sim­bo­li­za­dos por Guai­dó. Peo­nes que, de impo­ner­se la dia­léc­ti­ca demo­crá­ti­ca y no la des­es­ta­bi­li­za­ción, per­de­rían tam­bién esa apa­rien­cia de jus­ti­fi­ca­ción para seguir man­te­nien­do la far­sa de la «auto­pro­cla­ma­ción». Por ello, los títe­res de Trump mul­ti­pli­can las soli­ci­tu­des de una inva­sión mili­tar a su país, que les gus­ta­ría que se lle­va­ra a cabo tan­to direc­ta­men­te por Esta­dos Uni­dos como por mer­ce­na­rios, apo­yán­do­se en su ami­go colom­biano Iván Duque y en el fas­cis­ta Jair Bol­so­na­ro en Brasil.

Los demás acto­res inter­na­cio­na­les están actuan­do bajo la mesa, agi­tan­do la hoja de parra de la «demo­cra­cia» bur­gue­sa, cada vez más sutil ante un ejer­ci­cio demo­crá­ti­co por exce­len­cia, como son las elec­cio­nes en un país gober­na­do por la «demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va y pro­ta­gó­ni­ca», y dadas las adhe­sión de todos los com­po­nen­tes de la dere­cha mode­ra­da, apo­ya­da inclu­so por la beli­co­sa Con­fe­ren­cia Episcopal.

Para com­pla­cer la hipo­cre­sía de la vie­ja Euro­pa, enton­ces, se mul­ti­pli­can los lla­ma­mien­tos al boi­cot a las elec­cio­nes, con fir­mas tan nume­ro­sas como vacías, inexis­ten­tes tan­to en Vene­zue­la como fue­ra. Este es el caso del docu­men­to sus­cri­to por «al menos 105 orga­ni­za­cio­nes socia­les» para pedir a «ONG, par­ti­dos polí­ti­cos, sin­di­ca­tos, uni­ver­si­da­des, igle­sias, empre­sa­rios, que desa­rro­llen una agen­da de tra­ba­jo común».

¿Cual? El con­te­ni­do en el Pac­to Uni­ta­rio de Guai­dó, que reto­ma el habi­tual estri­bi­llo: «fin de la usur­pa­ción, gobierno de tran­si­ción» y pro­tec­ción inter­na­cio­nal, con el que pro­me­tió «sen­tar­se en Mira­flo­res» el pró­xi­mo 5 de enero. Por ello, la extre­ma dere­cha que, aún de mala gana, sigue man­te­nién­do­lo como repre­sen­tan­te, con­fía en la even­tua­li­dad de que Trump quie­ra empren­der una aven­tu­ra mili­tar para dis­traer a los votan­tes del desas­tre que ha com­bi­na­do, reagru­pan­do­los en torno a la «defen­sa de la bandera».

Sin embar­go, la inte­li­gen­te estra­te­gia polí­ti­ca lle­va­da a cabo en los últi­mos años por el cha­vis­mo ha pues­to de relie­ve las pro­fun­das frac­tu­ras inter­nas que tam­bién exis­ten en el ámbi­to de la extre­ma dere­cha. Tan­to es así que inclu­so un per­so­na­je como Capri­les Radonsky pare­ce que­rer cerrar la puer­ta de cara al lla­ma­do Pac­to Uni­ta­rio de Guai­dó, cuan­do decla­ra, refi­rién­do­se a las «san­cio­nes»: «Es inacep­ta­ble tener que ele­gir un camino que sig­ni­fi­que más sacri­fi­cios para las fami­lias vene­zo­la­nas», y afir­ma que «votar o no es un fal­so dilema».

Por eso, un «casus belli» debi­da­men­te cons­trui­do sería pro­vi­den­cial, qui­zás con el eterno pre­tex­to de la vio­la­ción de los dere­chos huma­nos. Enton­ces, como ya ha suce­di­do, por ejem­plo en Libia, inclu­so la Euro­pa «demo­crá­ti­ca» podría tener un pre­tex­to «huma­ni­ta­rio» para actuar. Y Trump ya anun­ció la for­ma­ción de una gran fuer­za mul­ti­na­cio­nal que esta­ría lis­ta para empren­der accio­nes con­tra el esta­do «nar­co­te­rro­ris­ta». Un guión ya vis­to que se renue­va en la estra­te­gia de boi­cot que sigue su cur­so en varios nive­les, sem­bran­do caos y desorientación.

Sólo un inge­nuo pue­de dejar de adver­tir cómo los medios de la dere­cha están lle­nos de pro­cla­mas que enfa­ti­zan las «dife­ren­cias inter­nas» del cha­vis­mo, pro­po­nien­do decla­ra­cio­nes y con­te­ni­dos de esas fran­jas que acu­san al cha­vis­mo de haber­se ven­di­do al capi­ta­lis­mo. La lógi­ca qui­sie­ra que nos pre­gun­tá­ra­mos: pero si es así, ¿por qué este gigan­tes­co apa­ra­to se opo­ne a un ejer­ci­cio demo­crá­ti­co nor­mal como el del 6 de diciembre?

Pero si Madu­ro se había ven­di­do al enemi­go, ¿por qué los pode­res fuer­tes no le extien­den una alfom­bra roja, sino que orga­ni­zan ata­ques y cam­pa­ñas de difa­ma­ción para él? ¿Y por qué un gobierno que obtie­ne su con­sen­so prin­ci­pal­men­te de sec­to­res popu­la­res imple­men­ta­ría polí­ti­cas sui­ci­das si pudie­ra hacer lo con­tra­rio? Cual­quier deba­te, inclu­so aca­lo­ra­do, se con­vier­te en un ejer­ci­cio dema­gó­gi­co vacío y peli­gro­so si no se toma en cuen­ta el fuer­te impac­to que han teni­do en la eco­no­mía vene­zo­la­na las medi­das coer­ci­ti­vas uni­la­te­ra­les impues­tas por el impe­ria­lis­mo, equi­va­len­te a un daño de más de 130.000 millo­nes de dóla­res. Una pre­gun­ta que pare­ce tener muy cla­ra la mayo­ría del mar­co polí­ti­co alia­do del PSUV, reno­van­do la alian­za del Gran Polo Patrió­ti­co (GPP).

En algu­nos par­ti­dos de esta alian­za, que inclu­ye aque­llas for­ma­cio­nes que no qui­sie­ron disol­ver­se en el PSUV, sin embar­go, han sur­gi­do grie­tas que han dado lugar a la pro­pues­ta de pos­tu­lar­se a elec­cio­nes con otro nom­bre. Se ha des­ata­do un deba­te polí­ti­co sobre la fase, con las inevi­ta­bles acu­sa­cio­nes de «revi­sio­nis­mo» o «extre­mis­mo» de un lado o del otro.

Para el Par­ti­do Comu­nis­ta Vene­zo­lano (PCV), que siem­pre ha expre­sa­do abier­ta­men­te sus reser­vas sobre algu­nas opcio­nes tác­ti­cas del par­ti­do gober­nan­te, los lla­ma­mien­tos a la «bur­gue­sía nacio­nal» irían en detri­men­to de los intere­ses de cla­se, hacien­do retro­ce­der los obje­ti­vos de la revo­lu­ción bolivariana.

Para el PSUV, es una prio­ri­dad aflo­jar la soga que el impe­ria­lis­mo puso al cue­llo del pro­ce­so boli­va­riano, para evi­tar la asfi­xia, y es irres­pon­sa­ble rom­per la uni­dad del cha­vis­mo en un momen­to tan deci­si­vo. «Un paso ade­lan­te, dos pasos atrás», tra­tan­do de evi­tar el abis­mo, sea en una direc­ción que en la otra. Una dia­léc­ti­ca que no es fácil de cali­brar. Lo es aún menos en la Vene­zue­la boli­va­ria­na don­de con­vi­ven impul­sos utó­pi­cos y pro­yec­tos inno­va­do­res con la sober­bia de una bur­gue­sía que no ha sido expro­pia­da, que pue­de exhi­bir osten­to­sa­men­te sus pri­vi­le­gios y al mis­mo tiem­po poner a prue­ba la resis­ten­cia de las cla­ses popu­la­res a tra­vés de la gue­rra eco­nó­mi­ca y el ata­que a la moneda.

Solo miran­do la his­to­ria de las revo­lu­cio­nes, solo con­si­de­ran­do las espe­ci­fi­ci­da­des del labo­ra­to­rio boli­va­riano, su apues­ta por un sis­te­ma-mun­do pre­do­mi­nan­te­men­te gober­na­do por meca­nis­mos capi­ta­lis­tas, pode­mos com­pren­der qué mila­gro repre­sen­ta la resis­ten­cia del pro­ce­so boli­va­riano y cuán pre­cio­so es man­te­ner abier­ta una alternativa.

El ata­que mul­ti­di­men­sio­nal des­ata­do por el impe­ria­lis­mo para aca­bar con un inten­to que, en una coyun­tu­ra más favo­ra­ble, esta­ba que­man­do todas las eta­pas de un nue­vo mode­lo de desa­rro­llo a favor de las cla­ses popu­la­res, cier­ta­men­te ha hecho uso de los lími­tes y con­tra­dic­cio­nes que un aná­li­sis mar­xis­ta pue­de iden­ti­fi­car el anta­go­nis­mo interno entre dos mode­los en per­ma­nen­te dispu­ta, no resuel­to en los tér­mi­nos clá­si­cos de una revo­lu­ción del siglo XX.

Sin embar­go, sería total­men­te enga­ño­so mirar la fase que atra­vie­sa la revo­lu­ción boli­va­ria­na con los len­tes de quie­nes, des­de Euro­pa, cri­ti­can con acier­to la «carre­ra al cen­tro» que ha lle­va­do a dejar de dis­tin­guir el pro­gra­ma del lla­ma­do «cen­tro-izquier­da» de aquél de cen­tro-dere­cha en los paí­ses capi­ta­lis­tas. De hecho, exis­te una cla­ra dife­ren­cia entre invi­tar a la uni­dad nacio­nal con­tra el impe­ria­lis­mo, como hace el socia­lis­mo boli­va­riano para pre­ser­var la inte­gri­dad y la sobe­ra­nía del país, y la «uni­dad nacio­nal» agi­ta­da por los gobier­nos capi­ta­lis­tas con­tra el con­flic­to de clases.

En cam­bio, vale la pena refle­xio­nar sobre el aná­li­sis rea­li­za­da por el vice­pre­si­den­te de Desa­rro­llo Social y Terri­to­rial, Aris­tó­bu­lo Istu­riz duran­te el pro­gra­ma Dan­do y Dan­do que lide­ra jun­to con la vice­pre­si­den­ta de la Asam­blea Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te, Tania Díaz: “Esta­dos Uni­dos – dijo Aris­tó­bu­lo – no logra­ron tener bases mili­ta­res en Vene­zue­la, por lo que tra­tan de tener bases polí­ti­cas. Inten­tan con­quis­tar nues­tra sobe­ra­nía sem­bran­do caos y vio­len­cia”. Por esta razón, fren­te a la «inter­na­cio­nal con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria», es muy impe­ra­ti­vo res­pon­der al lla­ma­do del socia­lis­mo boli­va­riano y cubano para la cons­truc­ción de una «nue­va inter­na­cio­nal anti­im­pe­ria­lis­ta», de una nue­va inter­na­cio­nal de los pueblos.

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