Por Estefa González, Resumen Latinoamericano, 17 de octubre de 2020.
En la zona noroeste de la ciudad, hace poco más de un mes, alrededor de 82 familias empujadas por la necesidad de un techo, ocuparon tierras de un predio abandonado durante 35 años. Los vecinos y vecinas aseguran que la pandemia agudizó su situación laboral y con ello la posibilidad siquiera de mantener un alquiler. Denunciaron que funcionarios y policía amenazaron con desalojarlos. La toma, al igual que muchas que se suceden en otras partes del país, se da en un contexto de crisis económica, que profundiza el problema estructural de acceso a la vivienda digna. Hasta ahora la respuesta del Estado, ante el déficit habitacional ha sido desalojos, criminalización y penalización.
Hace un mes atrás, ante la imposibilidad de acceder a una vivienda, aproximadamente 82 familias, decidieron ocupar un predio. Aseguraron, que hace 35 años que se encuentra abandonado, siendo un basural a cielo abierto. Las tierras se encuentran limitando con el Estadio Mundialista de Hockey y la institución religiosa, Cristo Rey. Según se sabe una parte pertenecería al Cristo Rey, que no reclama la propiedad y el resto a un dueño particular. La mayoría de los vecinos y vecinas son changarines, albañiles, empleadas en casas particulares, que se vieron afectados por la caída abrupta de sus actividades. Muchos alquilaban o vivían hacinados con otros familiares. La situación de necesidad los condujo a ocupar estas tierras ociosas y levantar sobre ellas, precarias construcciones con chapas, nylon, maderas, cartón. En los terrenos se encuentran sin acceso al agua potable.
Detrás de las ocupaciones, las historias
Anred visitó la toma y dialogó con las familias. Antonella contó que en su caso, hace 3 años se vió en la necesidad de tomar tierra, sobre la que fue edificando su vivienda. Pero también, hay ocupaciones más antiguas, de más de 15 años,en la zona lindera al Estadio. Relató el proceso de ocupaciones recientes: ” Hace un mes, 82 familias instalaron aquí casitas precarias, todas por no tener donde vivir, algunas estaban con un techo prestado o con familiares. La pandemia hizo que otros no pudieran seguir pagando un alquiler .La mayoría con niños muy chicos, que no tienen donde vivir” Tal es el caso de un vecino que manifestó :” Me encuentro en el predio ayudando a mis hijos, estaban en mi casa con sus niños , la situación de hacinamiento se complica en la pandemia. Así que decidieron venir y construir una casita para sus familias” La situación se repite en el testimonio de Natalia: ” Estamos con mi marido y mi hijo, no tengo casa. Andábamos de mi mamá, de una prima, y así. No tengo para alquilar, entonces decidimos venir acá. Yo estoy sin trabajo y mi mi marido es albañil, hace changas. No tenemos más ingresos” Otra vecina también sumó su historia: ” Me encuentro sin trabajo, y con mi mamá de 90 años, enferma,sin pensión y una hija de 12. Necesitábamos un techo. Anduvimos de acá para allá. La plata no alcanza para nada y el IFE llega de vez en cuando. Nos enteramos de la toma y vinimos, no nos quedo otra. Entre los vecinos nos damos una mano, para comer y levantar las casitas. Acá ahora tenemos algo, un lugar, una dirección”.
No hay salud sin vivienda digna
En el territorio los vecinos contaron que además de habitar en construcciones muy precarias, no cuentan con servicios básicos como es el acceso al agua potable. Antonella comentó que hace 3 años vive alli sin agua, junto con otras familias. ” Hicimos hace mucho petitorios a la municipalidad, para que nos llegara el agua y la luz, se abrieran las calles y se ordenara al dueño limpiar el terreno, en ese entonces deshabitado. Nada de eso sucedió. Nos dijeron que no habíamos salido sorteados” Para buscar agua caminan 5 cuadras hasta una canilla pública que se encuentra en una plaza, otros buscan en lo de familiares. ” Es fácil decir quédate en casa, lávate a cada rato las manos, usa jabón, mientras no tenes trabajo,ni vivienda en condiciones y ni agua potable” Los vecinos informaron a Anred, que desde el municipio no se han acercado a escuchar las necesidades de las familias. ” Hemos visto situaciones extremas de pequeños sin un plato de comida. Muchos han perdido su trabajo, y no pueden garantizar la alimentación. Es así que decidimos entre vecinos y vecinas colaborar con lo que pueda cada uno y pedir donaciones para llevar adelante el comedor comunitario. Cocinamos y damos la copa de leche. Entre nosotros que estamos en la misma nos vamos ayudando” Agregó Cintia que se encarga con otras mujeres, de las ollas en la toma.
El ” efecto contagio” de penalizar el derecho a la tierra para habitar
Hasta ahora fuerzas policiales, funcionarios provinciales y municipales, sólo se han acercado a la toma para tomar datos de las famlias sin própositos informados y llevar amenazas de desalojos. El concejal Carlos Cardozo de Juntos por el Cambio, instó a la Fiscalía de Flagrancia del Ministerio Público de la Acusación, Segunda Circunscripción, ordenar en defensa de la propiedad privada, el desalojo inmediato del predio. Por su parte, Nicolás Gianelloni, secretario de Desarrollo Humano y Hábitat del municipio, no acercó propuestas ante la necesidad de las familias y declaró que la cuestión de las tomas, es asunto de delitos penales. El pasado miércoles, representantes del gobierno municipal y fiscalia, se apersonaron en la toma, amenazando a los vecinos de tener orden de desalojar. Sin embargo, en contacto con el defensor público, el fiscal Marcelo Maximino, le declaró que no hay orden de desalojo, ni causas penales en curso. ” Tomamos este hecho que se suma a otros en donde han actuado la policía, la guardia de infantería, como una forma de amedrentar a los vecinos que luchamos por la tierra” agregó Antonella.
“Comer o alquilar” , los números que no cierran
Las tomas se suceden en un contexto de aguda crisis económica, que revela que en los 31 aglomerados urbanos encuestados, un 40,9 por ciento de personas se encuentran en la pobreza,un 56, 3 por ciento de menores de 0 a 14 años son pobres y un total de 2.849.755 hogares no alcanzan a cubrir sus necesidades alimentarias. En Rosario, superando la media nacional un 41,8 por ciento de personas son pobres y la tasa de desocupación alcanza un 17,9 por ciento. Según el relevamiento de la Usina de datos de la Universidad de Rosario, una familia compuesta por un varón de 40 años, una mujer de 35 y dos varones de 17 y 15 años, debió tener en septiembre, un ingreso igual o superior a $ 22.128 para cubrir solamente sus necesidades nutricionales, es decir sin contar los demás gastos como servicios, alquiler, salud, educación. Para el Gran Buenos Aires, una familia compuesta por un varón de 35 años, una mujer de 31 años, un hijo de 6 años y una hija de 8 años necesito $45.478, para no ser pobre. Valor que no refleja la realidad, pues en ese monto no se contempla alquiler ni hipotecas. Mientras tanto el mismo Indec, informó que el 10 por ciento de los hogares más pobres del país, perciben ingresos que van de los 300 a los 15 mil pesos. El portal Zonaprop dió a conocer que el alquiler promedio en Rosario, de un departamento de dos ambientes se ubica en 14.876 pesos y con tres 19.626. Si una familia no cubre si quiera con sus ingresos las necesidades nutricionales, difícil pueda acceder a la posibilidad de alquilar.Según datos de la oficina de Obras Particulares de la Municipalidad, entre 2005 y 2018 se autorizó la construcción de 65.491 viviendas, concentrándose un 90 por ciento en la zona centro y costanera. Sin embargo el déficit habitacional fue en aumento, el RENABAP, informó ya para el 2018 que 35.041 familias vivían en 112 asentamientos irregulares. Estos números revelan el difícil acceso a la tierra de los sectores trabajadores, la escasa o nula actuación del Estado en relación a garantizar el derecho a la vivienda y la valorización de los suelos urbanos para la especulación inmobiliaria.
Fuente: AnRed Imágenes: Hernán Rades.