Argentina. Cocineras por elección y no por mandato

Argen­ti­na. Coci­ne­ras por elec­ción y no por mandato

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Por Agos­ti­na Codes-Sal­dí­var, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de octu­bre de 2020. 

Muchas muje­res hemos soña­do con una cha­que­ta blan­ca, un delan­tal impe­ca­ble y un equi­po de coci­na que siga nues­tras ideas. Nos hemos pre­pa­ra­do para sacar ser­vi­cios gran­des y peque­ños, para deci­dir noso­tras qué esté­ti­ca y qué expe­rien­cia que­re­mos com­par­tir en nues­tros pla­tos. Muchas muje­res hemos reci­bi­do agra­de­ci­das una crí­ti­ca posi­ti­va que se trans­for­ma­ba en des­ilu­sión cuan­do escu­chá­ba­mos “Exce­len­te la suge­ren­cia del chef”, como si no hubie­ra posi­bi­li­dad algu­na de que nues­tro sue­ño de ser “la chef” pudie­ra ser realidad.

Las muje­res his­tó­ri­ca­men­te fui­mos rele­ga­das a la coci­na, al “andá a lavar los pla­tos”, des­de hace miles de años, nues­tro lugar era el hogar y, par­ti­cu­lar­men­te, la coci­na. Sin embar­go, si alguien desea hacer una peque­ña inves­ti­ga­ción, se encon­tra­rá con que las muje­res no apa­re­ce­mos en los libros y manua­les de coci­na, por lo menos has­ta hace un siglo, cuan­do comen­za­mos a recla­mar nues­tro dere­cho a la vida públi­ca, a deci­dir, a salir y pro­fe­sio­na­li­zar­nos. ¿Cómo pue­de ser que no haya regis­tro his­tó­ri­co sobre nues­tra labor si supues­ta­men­te somos las mejo­res coci­ne­ras? ¿No escu­cha­ron a gran­des estre­llas de la gas­tro­no­mía mun­dial decir algu­na vez que su coci­na está ins­pi­ra­da en la pas­ta de mi madre o los gui­sos de mi abue­la? ¿Y cuán­tas de noso­tras hemos escu­cha­do algu­na fra­se simi­lar a la de un ex jefe: vos estás acá para que el sabor de la sal­sa sea como la de mi mamá y no para andar inven­tan­do sugerencias?

Hoy, se fes­te­ja el Día Inter­na­cio­nal del chef y no pue­do dejar de pre­gun­tar­me: ¿Quié­nes son los chefs? ¿Son sólo los y las jefas de coci­na o inclu­ye tam­bién a la bri­ga­da de coci­na ente­ra? ¿Inclu­ye a las coci­ne­ras de los come­do­res barria­les, ellas que saben de aho­rro, recu­pe­ra­ción y que nadie se que­de con ham­bre, las heroí­nas de las ollas popu­la­res y las copas de leche? Y la que para mí es la pre­gun­ta que me hace escri­bir hoy: ¿Cuán­tas jefas de coci­na fes­te­jan hoy? ¿Cuán­tas muje­res cono­cés que no hayan teni­do que sacri­fi­car su pro­fe­sión por cues­tio­nes per­so­na­les como, por ejem­plo, la mater­ni­dad? ¿Cuán­tas son las chefs que están lide­ran­do equi­pos de coci­na actual­men­te de todos los res­tau­ran­tes que hay en el mundo?

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(Ima­gen: Colec­ti­vo Manifiesto)

Segu­ro que muy pocas, por­que, como dijo Gari­ma Aro­ra, pro­pie­ta­ria del res­tau­ran­te Gaa de Bang­kok (Tai­lan­dia): “Las muje­res toda­vía arras­tra­mos muchas etiquetas”.

En lo par­ti­cu­lar, no pue­do estar más de acuer­do con ella, como socie­dad, car­ga­mos con el deber de cum­plir roles de géne­ro. Has­ta hace no mucho tiem­po, si las muje­res que­ría­mos pro­fe­sio­na­li­zar­nos en gas­tro­no­mía, debía­mos hacer­lo en pas­te­le­ría, deco­ra­ción de tor­tas, por­que, como dijo una vez un com­pa­ñe­ro de coci­na: “Uste­des, las muje­res, tie­nen ese toque sutil, esa deli­ca­de­za que las hace úni­cas y sen­si­bles”. Real. Y como dijo Aro­ra, arras­tra­mos eti­que­tas que nos colo­can en otro lugar, uno dis­tin­to, como una recom­pen­sa con­sue­lo ante nues­tro pedi­do histórico.

Gari­ma fue ele­gi­da la mejor chef mujer de Asia en 2019, enton­ces: ¿Por qué las muje­res tene­mos una cate­go­ría dis­tin­ta, exclu­si­va para noso­tras, en las entre­gas de pre­mios de la culi­na­ria glo­bal? No entra­mos en The Best Chef, nos fal­ta algo que no vamos a encon­trar en esa cate­go­ría. Y enton­ces, ante nues­tro recla­mo, ante la nece­si­dad de aggior­nar­se a los tiem­pos que corren don­de la igual­dad de géne­ro es un deber, nos inau­gu­ran una cate­go­ría sólo para noso­tras, The Best fema­le chef.

Sabe­mos que los cam­bios son pro­gre­si­vos y que hemos avan­za­do algo en nues­tra lucha para rei­vin­di­car nues­tros dere­chos, cam­bios que no podría agra­de­cer­le sino al femi­nis­mo. Sin embar­go, con­si­de­ro nece­sa­rio foca­li­zar des­de los luga­res que habi­ta­mos para cons­truir solu­cio­nes. Sea­mos rea­lis­tas, recién hemos comen­za­do a obser­var núme­ros que esbo­zan una peque­ña reali­dad de cómo las tareas de cui­da­do recaen en el 70% de las muje­res, impi­dién­do­les desa­rro­llar­se pro­fe­sio­nal­men­te. Tam­bién Amnis­tía Inter­na­cio­nal nos advier­te que hoy, a casi fina­les de 2020, el 70% de las per­so­nas pobres en el mun­do son muje­res, que la bre­cha sala­rial a nivel glo­bal es del 24% y que el 66% de las muje­res rea­li­zan el 66% del tra­ba­jo, pero sólo reci­ben el 10% de los ingresos.

¿Cuán­tas de todas esas muje­res son Jefas de Coci­na? ¿Cuán­tas tuvie­ron el tiem­po y el espa­cio para pro­fe­sio­na­li­zar­se y cum­plir su sue­ño de ser la chef?

No lo sabe­mos por­que no hay datos acer­ca de la situa­ción de las pro­fe­sio­na­les gas­tro­nó­mi­cas. ¿Podre­mos tener esos datos? ¿Qué pode­mos hacer para visi­bi­li­zar la fal­ta de pari­dad de géne­ro en el rubro gastronómico?

Pien­so pun­tual­men­te en este caso por tres razo­nes: pri­me­ro, por­que soy chef, soy coci­ne­ra pro­fe­sio­nal y he comen­za­do a tra­ba­jar lavan­do copas des­de muy chi­ca en res­tau­ran­tes. Segun­da razón: por­que la coci­na es el lugar al que nos man­da­ron por obli­ga­ción, pero a la coci­na hoga­re­ña, la coci­na del sus­ten­to de fami­lia, la que se hace para aten­der a las demás per­so­nas por amor (que eso que lla­man amor es tra­ba­jo no pago). Ter­ce­ro: no pode­mos avan­zar en bús­que­da de solu­cio­nes para salir de las cri­sis eco­nó­mi­cas, socia­les y ambien­ta­les sin lograr antes la igual­dad de géne­ro. Los índi­ces nos demues­tran eso: las muje­res somos las más afec­ta­das en situa­cio­nes de crisis.

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(Ima­gen: Flo­ren­cia Salto)

Las muje­res veni­mos recla­man­do nues­tros dere­chos des­de hace mucho tiem­po y, hoy en día, veni­mos lle­van­do ade­lan­te ini­cia­ti­vas para poner este tema en la agen­da. Des­de Miga Colec­ti­vo (Bs. As.), Muje­res en Gas­tro­no­mía (Espa­ña), La Higue­ra (Perú) y Para­be­re Forum (Fran­cia), son algu­nas herra­mien­tas que nos per­mi­ten encon­trar­nos y ana­li­zar esta situa­ción. Tal es el caso de los datos obte­ni­dos por el Mapa de Bar­maids: el 65,1% de las muje­res entre­vis­ta­das dijo sen­tir que no le daban opor­tu­ni­dad labo­ral por su géne­ro o que el 41,4% advir­tió que, en el lugar don­de tra­ba­ja, no se le otor­ga igua­les opor­tu­ni­da­des labo­ra­les a muje­res y disi­den­cias LGBTQ+.

Tam­bién agre­gan que casi el 40% se ha sen­ti­do incó­mo­da o que no se la tra­ta­ba de una for­ma correc­ta en una entre­vis­ta de tra­ba­jo. Final­men­te, el 96% decla­ró creer que le fal­ta pers­pec­ti­va de géne­ro al ambien­te gastronómico.

No soy la pri­me­ra, y estoy segu­ra de no ser la últi­ma, que hable de la nece­si­dad de poner la igual­dad a la mesa. Muchas cole­gas ya vie­nen tra­ba­jan­do y dia­lo­gan­do, acti­van­do pro­pues­tas para avan­zar en una socie­dad más jus­ta. Es por res­pe­to a ellas prin­ci­pal­men­te que mi inten­ción no es levan­tar la voz más que para que esto sea un lla­ma­do a la uni­dad, al tra­ba­jo colec­ti­vo por la igual­dad de géne­ro. Tene­mos las pre­gun­tas, implí­ci­ta­men­te las res­pues­tas tam­bién, enton­ces, nos que­da comen­zar a tra­zar un camino, esta­ble­cer cana­les de comu­ni­ca­ción que nos per­mi­tan saber que no esta­mos solas y que la igual­dad está en la agen­da polí­ti­ca y social, que, sin noso­tras, el mun­do se para, como lo demos­tra­mos con el Paro Inter­na­cio­nal de muje­res. No pue­do sino más que apos­tar al tra­ba­jo colec­ti­vo para accio­nes que nos bene­fi­cien a todas las per­so­nas que tra­ba­ja­mos en el sec­tor turís­ti­co-gas­tro­nó­mi­co y social.

Que hoy sea un feliz día para cum­plir­le el sue­ño a todas esas muje­res que se pre­pa­ra­ron para ser la chef.

Fuen­te: La Tin­ta

Itu­rria /​Fuen­te

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