Argentina. En Santa Elena, el Proyecto Artigas resiste mientras la oligarquía aprieta el cerco / ¿Quién manda en el país? ¿Quiénes son los «apretadores» de Santa Elena?

Argen­ti­na. En San­ta Ele­na, el Pro­yec­to Arti­gas resis­te mien­tras la oli­gar­quía aprie­ta el cer­co /​¿Quién man­da en el país? ¿Quié­nes son los «apre­ta­do­res» de San­ta Elena?

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Por Car­los Azná­rez /​Resumen Lati­no­ame­ri­cano, 25 de octu­bre 2020.

Este domin­go, en San­ta Ele­na, Entre Ríos, los oli­gar­cas «auto­con­vo­ca­dos», tal cual una cor­po­ra­ción mafio­sa aprie­tan el ace­le­ra­dor y quie­ren demos­trar su poder. Para ello lla­ma­ron a un ban­de­ra­zo que meta más gen­te en el cer­co con­tra los y las mili­tan­tes del Pro­yec­to Arti­gas y la pro­pie­ta­ria de la estan­cia Casa Nue­va, Dolo­res Etche­behe­re. Y lo hacen sabién­do­se pro­te­gi­dos por gobierno local del «jus­ti­cia­lis­ta» Bor­det y sus poli­cías, a los que Luis Miguel Etche­vehe­re les da órde­nes por enci­ma del comi­sa­rio, en un espec­tácu­lo que si no fue­ra gra­ve por lo que impli­ca, pare­ce­ría saca­do de una pelí­cu­la neo­rrea­lis­ta italiana.

Nos­tál­gi­cos de las épo­cas de la dic­ta­du­ra y del recien­te desas­tre macris­ta, esta ban­da de des­po­ja­do­res de tie­rras aho­ra hablan de «liber­tad de expre­sión» y como siem­pre rei­vin­di­can la sacro­san­ta «pro­pie­dad pri­va­da». Fren­te a este esce­na­rio impo­si­ble de dige­rir, due­le la sole­dad pre­sen­cial en la que resis­ten las y los com­pa­ñe­ros de San­ta Ele­na, como vie­ne dolien­do des­de hace tres meses la fal­ta de solu­cio­nes para las más de mil fami­lias de la toma de Guer­ni­ca o los mapu­che que pelean en total des­igual­dad en el extre­mo sur. 

La pre­gun­ta del millón es que pien­sa hacer el gobierno nacio­nal en San­ta Ele­na, don­de por una par­te, tran­que­ras aden­tro de la Casa Nue­va están quie­nes ‑jun­to a otros millo­nes- lo vota­ron el año pasa­do, y tran­que­ras afue­ra quie­nes le juran la muer­te. ¿Deja­rá que como ocu­rrie­ra en 2008 lo peor de la oli­gar­quía argen­ti­na y un gru­po impor­tan­te de idio­tas úti­les se sal­gan con la suya? ¿Segui­rá miran­do a un cos­ta­do mien­tras los des­es­ta­bi­li­za­do­res hacen lo que quie­ren a la luz del día y de las cáma­ras tele­vi­si­vas y pági­nas de sus medios hegemónicos?

Ya le tor­cie­ron (con su pro­pia cola­bo­ra­ción) la muñe­ca al gobierno con Vicen­tín y con meter­le la mano en el bol­si­llo a los mul­ti­mi­llo­na­rios. O cedien­do ver­gon­zo­sa­men­te ante el FMI por el tema de la deu­da odio­sa e ile­gí­ti­ma a la que no se qui­so inves­ti­gar. Aho­ra solo fal­ta que una ban­da de ener­gú­me­nos de doble ape­lli­do y tone­la­das de corrup­ción y frau­des finan­cie­ros sobre sus espal­das le ganen tam­bién esta pul­sea­da. Pare­cie­ra que a la Casa Rosa­da le preo­cu­pan más los miles de humil­des que recu­pe­ran tie­rras en Guer­ni­ca y a los que Ber­ni se pre­pa­ra para des­alo­jar com­pul­si­va­men­te este lunes, o los vale­ro­sos comu­ne­ros y comu­ne­ras mapu­che del Lago Mas­car­di, al que tam­bién quie­ren apli­car­les la mano dura y echar­los de sus tie­rras para con­gra­siar­se con el obis­po de San Isi­dro, mon­se­ñor Ojea Quin­ta­na. ¿Qué dirá el San­to Padre que vive en Roma?

Mien­tras tan­to, la gran mayo­ría ‑hay hon­ro­sas excep­cio­nes – de los que debe­rían plan­tar­se en las calles para gri­tar­le a estos hijos de la Socie­dad Rural, del gori­la­je del 55, de los ase­si­na­tos y tor­tu­ras, de las des­apa­ri­cio­nes de 30 mil com­pa­trio­tas, del des­po­jo del macris­mo y de las mil y una patra­ñas para hun­dir aún más el país, dudan en salir, mien­tras la dere­cha no solo gana las calles sino tam­bién se da el lujo de ame­na­zar impu­ne­men­te a un gru­po de mili­tan­tes socia­les que quie­ren cul­ti­var y defen­der a la madre tierra. 

¿No habrá lle­ga­do el momen­to que des­de todas las orga­ni­za­cio­nes socia­les y popu­la­res se haga car­ne la rei­vin­di­ca­ción de la refor­ma agra­ria, la sobe­ra­nía ali­men­ta­ria, la lucha con­tra los trans­gé­ni­cos (el gobierno aca­ba de dar luz ver­de al tri­go transgénico,o sea más cán­cer a nivel gene­ral), el repu­dio a las polí­ti­cas extrac­ti­vis­tas y de agronegocios? 

Si real­men­te no nos pone­mos en cla­ro fren­te al colap­so mun­dial pro­vo­ca­do por esta plan­de­mia, y no apos­ta­mos a cui­dar, que­rer y defen­der la tie­rra para sal­var por con­si­guien­te a quie­nes la habi­tan, segui­re­mos en caí­da libre y sufrien­do las consecuencias. 

San­ta Ele­na, Guer­ni­ca, Mas­car­di, son pode­ro­sos lla­ma­dos de aten­ción. Sería bueno que escu­chá­ra­mos esas alar­mas y que nos com­pro­me­ta­mos en defen­der con todo a sus pro­ta­go­nis­tas. No por zoom o por las pan­ta­llas digi­ta­les sino en las calles, como lo hici­mos siempre.

Sebastián Piana y Daniel D’Ambros, negociadores "independientes" y bien custodiados. 

Sebas­tián Pia­na y Daniel D’Ambros, nego­cia­do­res «inde­pen­dien­tes» y bien custodiados. 

Quié­nes son los «pro­duc­to­res rura­les inde­pen­dien­tes» que fue­ron a echar a Dolo­res Etche­vehe­re de su campo

Por Kari­na Micheletto

Las imá­ge­nes que lle­gan des­de la tran­que­ra de Estan­cia Casa Nue­va, uno de los cam­pos de los Etche­vehe­re en Entre Ríos –par­te en liti­gio den­tro de la fir­ma Las Mar­ga­ri­tas S.A.–, impac­tan por la can­ti­dad de sím­bo­los y refe­ren­cias que resu­men. Podría decir­se que la his­to­ria de un país está allí repre­sen­ta­da, en la ima­gen de un terra­te­nien­te que le exi­ge a los gri­tos a un poli­cía: «¡pón­ga­se don­de se tie­ne que poner!» (del lado suyo, como es usan­za). Pero antes de ese video que cir­cu­ló el sába­do, y que tie­ne como pro­ta­go­nis­tas a dos de los varo­nes Etche­vehe­re —Luis Miguel, el exmi­nis­tro de Agri­cul­tu­ra de Macri, y su her­mano Juan Die­go– se cono­ció otro, tam­bién pro­ta­go­ni­za­do por varo­nes. Allí un gru­po de «pro­duc­to­res rura­les inde­pen­dien­tes» fue­ron a pedir­le «de bue­na mane­ra” a Dolo­res Etchehe­ve­re que se fue­ra de su casa, ofre­cién­do­le “un sal­vo­con­duc­to para salir de la pro­vin­cia”. Resul­tó que no eran ni tan inde­pen­dien­tes, ni tan exclu­yen­te­men­te hom­bres de cam­po. Todos los allí reclu­ta­dos son acti­vos mili­tan­tes de Jun­tos por el Cam­bio de la pro­vin­cia, entre los que se cuen­tan can­di­da­tos y exle­gis­la­do­res. Son los mis­mos que agi­tan para este domin­go un «ban­de­ra­zo fede­ral por la pro­pie­dad pri­va­da», tam­bién fren­te a la estan­cia, bus­can­do lograr la foto de un supues­to pique­te espon­tá­neo «como en la 125». 

* Héc­tor Daniel D’Ambros se pre­sen­tó ante Dolo­res Etche­vehe­re como un correc­to ciu­da­dano que reci­ta su núme­ro de DNI y todo, como en los vie­jos tiem­pos. Cus­to­dia­do por efec­ti­vos poli­cia­les, fue quien lle­vó la voz can­tan­te y le dijo a la mujer: “yo pue­do estar muy tran­qui­lo, pero no todos están tran­qui­los”. “Noso­tros lo que veni­mos a decir­le, de bue­na mane­ra, es que tra­te­mos de arre­glar esto de una for­ma pací­fi­ca”, le infor­mó enton­ces, invi­tán­do­la a reti­rar­se por fue­ra de toda reso­lu­ción legal.

Antes de este epi­so­dio, su nom­bre apa­re­ció recien­te­men­te en la pren­sa local: su cam­po ser­vía de paso clan­des­tino para vio­lar el ais­la­mien­to obli­ga­to­rio y salir y entrar de Con­cor­dia, elu­dien­do el con­trol sani­ta­rio. Lue­go de que en una de esas “esca­pa­das de fin de sema­na” la poli­cía inter­cep­ta­ra a los ocu­pan­tes de cin­co camio­ne­tas que lle­va­ban motos para prac­ti­car endu­ro, y de otras dos que trans­por­ta­ban a tra­ba­ja­do­res rura­les de quin­tas de la zona, D’Ambros dio a la Jus­ti­cia su ver­sión de los hechos: expli­có que le habían roto los alam­bra­dos, los can­da­dos de los por­to­nes, que has­ta habían tapa­do zan­jas con maqui­na­ria sin que él se ente­ra­ra de nada.

A prin­ci­pios de este año tam­bién fue noti­cia local por pre­po­tear e insul­tar, jun­to a otros sim­pa­ti­zan­tes de Cam­bie­mos, a las con­ce­ja­las del PJ Clau­dia Villal­ba y Lía Solis. En sus redes socia­les es un acti­vo pro­mo­tor de las mar­chas anti gobierno en Con­cor­dia, con­vo­can­do a “la hora de los patrio­tas”. Fue can­di­da­to a sena­dor en 2015 por el Fren­te Reno­va­dor, para pasar a inte­grar las filas del PRO con Macri en la pre­si­den­cia. Empre­sa­rio fores­tal y fun­da­dor de la apí­co­la expor­ta­do­ra Danan­gie, se hizo tam­bién cono­ci­do duran­te el levan­ta­mien­to poli­cial de 2013 en Con­cor­dia, don­de ofi­ció de espon­tá­neo «voce­ro» o media­dor, pre­sen­tán­do­se como «exin­te­gran­te de la Pre­fec­tu­ra entre 1977 y 1987», dato que no fue corro­bo­ra­do por la fuer­za. Lo mis­mo le dijo al dia­rio Río Uru­guay que fue a hacer esta sema­na a San­ta Ele­na, cru­zan­do la pro­vin­cia des­de la cos­ta del Uru­guay has­ta la del Para­ná: «Ten­go el don de solu­cio­nar los pro­ble­mas», expli­có. 

* Eduar­do Vare­se es otro mili­tan­te de Jun­tos por el Cam­bio de la Paz, cuyo hijo Juan es actual­men­te con­ce­jal de ese par­ti­do en la loca­li­dad. Su espo­sa, Tacua­ra Flo­res (que no tie­ne paren­tez­co con el juez que atien­de en la cau­sa) fue can­di­da­ta de Domin­go Cava­llo. La fami­lia es due­ña de la YPF del cru­ce de la ciu­dad, camino a Corrien­tes. Se hizo cono­ci­do en el mar­co del con­flic­to de la 125, por una razón par­ti­cu­lar: estu­vo entre los pro­duc­to­res rura­les que fue­ron a la expla­na­da de la casa de Gobierno pro­vin­cial y, en el inten­to por entrar, gol­pea­ron e hirie­ron en la cara a un poli­cía. Fue pro­ce­sa­do por ese ata­que y absuel­to des­pués de varios años. 

* Oscar Carran­za, mili­tan­te de “Jun­tos por Cha­ja­rí”, lle­gó a ser pre­si­den­te del PRO en el depar­ta­men­to Federación.

* Sebas­tián Telay­na, con­ce­jal del PRO de Puer­to Yeruá, tam­bién for­mó par­te de la dele­ga­ción. «Yo como ciu­da­dano sim­ple voy a apo­yar el dere­cho a la pro­pie­dad», expli­có a los medios loca­les, obvian­do su car­go. “Una vez que el con­ce­jal Telay­na regre­se a nues­tro pue­blo debe­rá guar­dar cua­ren­te­na”, denun­cia­ron los edi­les al cono­cer­se las imá­ge­nes de su pre­sen­cia en el pique­te, sin bar­bi­jo ni dis­tan­cia social.

* Miguel Pia­na es otro cono­ci­do agi­ta­dor de la zona que fue has­ta el año pasa­do sena­dor pro­vin­cial por Cam­bie­mos por el depar­ta­men­to Fede­ra­ción. Ade­más del dis­cur­so que dio en el pique­te, ha dado otros como el de la “mar­cha por la repú­bli­ca y las liber­ta­des”, el 12 de octu­bre en Cha­ja­rí, aler­tan­do por “los tali­ba­nes que nos tie­nen que impo­ner una sola ver­dad”. «Todo lo que pasa es por la len­ti­tud de la Jus­ti­cia», denun­ció el exse­na­dor, pero pre­sen­tán­do­se como «un pro­du­tor rural sin par­ti­do» ante la radio local La Voz, al expli­car cuál fue su par­ti­ci­pa­ción como «media­dor». «A mí no me intere­sa que sea de Etche­vehe­re o de quien sea, el tema es el pre­ce­den­te que sien­ta en el país las tomas de tie­rra y las usur­pa­cio­nes que nos van a lle­var para otro lado», alertó. 

«Estos vinie­ron a pisar la tie­rra del supre­mo entre­rriano, la de Jus­to José de Urqui­za, que nos dio una cons­ti­tu­ción con un artícu­lo que dice que se debe res­pe­tar la pro­pie­dad pri­va­da», aren­gó Pia­na. «Hay una cues­tión fami­liar, ¿no sería reco­men­da­ble que se solu­cio­ne la cues­tión fami­liar judi­cial para des­pues ver qué pasa?», le pre­gun­ta el perio­dis­ta. «Pre­ci­sa­men­te ante la inac­ción del juez, es que la gen­te ya está per­dien­do los estri­bos«, res­pon­de, ubi­ca­do como «la gente». 

La cade­na de sig­ni­fi­can­tes a la que echa mano Pia­na es la que ata en el sen­ti­do común con­vo­ca­to­rias como la del ban­de­ra­zo del domin­go (cir­cu­ló otra para el sába­do en Para­ná, que no logró mayor adhe­sión). Son los varo­nes de «san­gre pura» –como le dije­ron al perio­dis­ta Pablo Rus­so, cuan­do cubría para este dia­rio – , alza­dos con­tra la chus­ma inva­so­ra. En defen­sa de lo que ha sido siem­pre y, están segu­ros, debe seguir siend

Entre­vis­ta con Dolo­res Etchevehere

«Una mujer para ellos es alguien inferior»

Por Cami­la Baron

Dolores Etchevehere, en el casco de la estancia Nueva Casa.

Dolo­res Etche­vehe­re, en el cas­co de la estan­cia Nue­va Casa. 


Ima­gen: Jose Nico

Dolo­res nos reci­be en la sala de estar del cas­co de la estan­cia Casa Nue­va. Se la ve enér­gi­ca, son­rien­te. Hoy tuvo una bue­na noti­cia, qui­zás la pri­me­ra en los once años que lle­va inves­ti­gan­do los deli­tos alre­de­dor de la suce­sión de su padre. El juez no dio lugar a la cau­te­lar que pre­sen­tó su her­mano para pedir que la des­alo­jen a ella y a sus com­pa­ñerxs del Pro­yec­to Artigas.

Mien­tras con­ver­sa­mos hay cáma­ras pro­fe­sio­na­les que fil­man la esce­na. Pare­ce acos­tum­bra­da al regis­tro cons­tan­te y habla con sol­tu­ra. En pocos días se habi­tuó al con­tac­to con la pren­sa y tam­bién a la con­vi­ven­cia con muchos com­pa­ñe­ros que aca­ba de conocer.

A dife­ren­cia de sus her­ma­nos que arre­glan “a pun­ta de esco­pe­ta y sin nin­gún papel”, Dolo­res dice que cada dato que da está docu­men­ta­do y que pre­ten­de que la jus­ti­cia actúe.

Sabe que los pró­xi­mos meses no serán fáci­les. Pien­sa que “los Etche­vehe­re corrup­tos” están deses­pe­ra­dos y que nadie actúa bien en esas cir­cuns­tan­cias. Sin embar­go, dice no tener mie­do, por­que el mie­do para­li­za y ella nece­si­ta mover­se. “Hay que poner el cuer­po”, dice Dolores.

— ¿En esta casa pasas­te tu infancia?¿Acá vivías con tus hermanos?

— No… noso­tros no vivi­mos acá. Ésta es una de las casas y esta­ba vacía, no vivía nadie. Nues­tra casa de la infan­cia fue otra. Mis her­ma­nos viven en otras casas que tam­bién son par­te de la suce­sión. Te cuen­to otra cosa que me pasó el jue­ves, muy lin­do y sig­ni­fi­ca­ti­vo para mí. Hoy esta­ban todos los pique­te­ros acá afue­ra y me lla­man para que me acer­que a la tran­que­ra. Había un hom­bre que que­ría hablar con­mi­go. “Ven­go de par­te de tu niñe­ra. Te esta­ba vien­do por tele­vi­sión y me pidió que ven­ga a decir­te que te cui­des mucho”. Me emo­cio­né muchí­si­mo. Mi fami­lia no se preo­cu­pa por mí, pero ella sí. Son las per­so­nas de tra­ba­jo las que sí se preo­cu­pan por­que no me pase nada.

— Ellos dicen que esta estan­cia per­te­ne­ce a Las Mar­ga­ri­tas S.A y que en 2018 vos ven­dis­te tu par­te ¿Cuán­do comen­zó todo el con­flic­to de la sucesión?

— Esto es muy impor­tan­te acla­rar­lo. Las Mar­ga­ri­tas S.A está con­for­ma­da de mane­ra frau­du­len­ta. Yo siem­pre hablo con docu­men­tos en la mano. Hay dos fir­mas fal­si­fi­ca­das: la de la suce­sión y cuan­do inven­tan un acta en la que supues­ta­men­te mi papá le cedió la admi­nis­tra­ción de todos los cam­pos. Él nun­ca podría haber fir­ma­do por­que en ese momen­to esta­ba entu­ba­do, esta­ba ago­ni­zan­do. Todo el pro­ce­so es nulo por­que fal­si­fi­ca­ron nues­tras firmas.

— Una de las cau­sas, que está radi­ca­da en Bue­nos Aires, es la que denun­cia vio­len­cia eco­nó­mi­ca en el mar­co de la Ley 26.485 de Pro­tec­ción Inte­gral a las Muje­res y pide que se inves­ti­gue la vali­dez de las fir­mas ¿Cómo fue esa vio­len­cia? ¿en qué otras situa­cio­nes la identificás?

— Lo que yo viví es tal cual lo que des­cri­be la ley. Es una foto de mi situa­ción. Sien­do una de las cua­tro here­de­ras, yo jamás reci­bí un depó­si­to de nin­gu­na ganan­cia de nin­gu­na empre­sa. En el medio de todo este con­flic­to tuve que pro­cu­rar­me mis ingre­sos. Soy una per­so­na que cono­ce la calle, que ha patea­do la calle. Ade­más, soy la úni­ca de la fami­lia que tra­ba­jó fue­ra de las empre­sas. Soy la úni­ca que tuvo algu­na vez un reci­bo de suel­do. Mi fami­lia es una fami­lia muy patriar­cal, ver­ti­ca­lis­ta. Mien­tras mi papá vivía, man­da­ba. La vio­len­cia se dio de muchí­si­mas mane­ras. Tuve que criar a mis cua­tro hijos mien­tras inves­ti­ga­ba sobre todas las cau­sas. Via­ja­ba a Entre Ríos, orga­ni­za­ba, bus­ca­ba infor­ma­ción. En ese tiem­po me enfer­mé. Había desa­rro­lla­do un cuer­po extra­ño de medio kilo en uno de mis órga­nos. Me tuvie­ron que extir­par el órgano ente­ro. Era el año 2013. Cuan­do vol­ví a mi casa tenía que estar inmo­vi­li­za­da. No podía hablar. Tenía que estar quie­ta. En esos días me man­da­ron una per­so­na a mi casa dicien­do que venían a traer unos pape­les. Para mí era un momen­to trá­gi­co. Ellos dicen que no lo qui­se reci­bir. Andá a saber qué deci­sión toma­ron ahí… Des­pués de eso pude recu­pe­rar mi salud y con­ti­nué. No me ren­dí. No soy una mujer que pide com­pa­sión, que quie­ro que me ten­gan lás­ti­ma. Pero fue muy duro inves­ti­gar, pro­ce­sar la trai­ción, la angustia.

— ¿Cómo lle­gas­te a con­tac­tar a Grabois?¿Cómo tomas­te la deci­sión de for­mar par­te de Pro­yec­to Artigas?

— No fue un pro­ce­so lineal. La ver­dad es que por momen­tos se me pre­sen­ta­ba como un calle­jón sin sali­da. En el últi­mo tiem­po lle­gó a mis manos la encí­cli­ca del Papa Fran­cis­co, Lau­da­to si’. Me lo pon­go a leer y ahí me deten­go en el con­cep­to que el desa­rro­lla sobre la cul­tu­ra del des­car­te: no sólo de las per­so­nas, sino de la tie­rra. Eso me hizo refle­xio­nar mucho. Fue un momen­to cru­cial. Un antes y un des­pués. Fue nodal. Soy una per­so­na de fe y para mí el Papa es un refe­ren­te. Me sien­to guia­da por la encí­cli­ca. En ese con­tex­to comien­zo a escu­char­lo cada vez más a Juan, a inte­rio­ri­zar­me más sobre lo que hace. Es una per­so­na que ade­más de ser un des­ta­ca­do pro­fe­sio­nal, es una bue­na per­so­na, de fe, que ayu­da a los des­po­ja­dos, a los que fue­ron des­car­ta­dos. Y así fue como nos encon­tra­mos. Veo en él la posi­bi­li­dad de que todo esto sea encau­sa­do de una mane­ra más humana.

— Al final de uno de los vídeos que se difun­die­ron se escu­cha un cán­ti­co que dice “refor­ma agra­ria por la jus­ti­cia social”.

— Mirá, lo que yo pien­so no es de aho­ra. Cuan­do era perio­dis­ta estu­ve en con­tac­to con las muje­res agro­pe­cua­rias en lucha. Mi incli­na­ción por la refor­ma agra­ria vie­ne des­de hace mucho tiem­po atrás. Siem­pre sub­es­ti­ma­ron mis ideas. Si no sos empre­sa­rio ruti­lan­te, devo­ra­dor, si no usás el dine­ro para mul­ti­pli­car­lo y lle­nar los bol­si­llos de unos pocos, para ellos no cali­fi­cás. Así tra­tan a quie­nes pien­san dis­tin­to. Así tra­tan a las muje­res tam­bién. Tam­po­co es sólo con­mi­go. Una mujer para ellos es alguien infe­rior. Eso es lo que viví siem­pre en las mesas fami­lia­res. Cata­lo­gan a la mujer como algo que no sir­ve, que no tie­ne capa­ci­dad, que no pue­de tener ideas pro­pias, ni un pro­yec­to ni lle­var­lo a cabo. Yo pien­so que el cam­po tie­ne que gene­rar sobe­ra­nía ali­men­ta­ria. Hoy el 50% de los chi­qui­tos que se atien­den en el Garraham por cán­cer son de Entre Ríos. Con el Pro­yec­to Arti­gas vamos a gene­rar ali­men­tos. Sanos y a pre­cios jus­tos, que nada ten­gan que ver con lo que hacen los super­mer­ca­dos, eso es un robo. Para mí no pue­de haber un chi­qui­to de la mis­ma ciu­dad que coma y otro que no. Una per­so­na que ten­ga techo y otra no. Una que ten­ga frío y no. Por eso yo abra­zo la idea de pan techo y tra­ba­jo para todos.

— ¿Qué podés decir­nos de esta expe­rien­cia de vivir jun­to a otros com­pa­ñerxs del Pro­yec­to Artigas?¿Cómo es la convivencia?

— Para mí no es una expe­rien­cia nue­va esto de la vida comu­ni­ta­ria. Y tam­po­co es una deci­sión de un día para otro. Me pre­gun­tan mucho si yo me adap­té pero lo que quie­ro decir es que mis com­pa­ñe­ros me acep­ta­ron a mí tam­bién. Y nos res­pe­ta­mos. Cada uno tie­ne sus cos­tum­bres, sus for­mas y ellos tam­bién com­pren­den las mías. Eso para mí es muy impor­tan­te. Tam­bién via­jé mucho. Estu­ve en con­tac­to con muchas cul­tu­ras dife­ren­tes. Hice acción huma­ni­ta­ria en Áfri­ca, en la India. Fue­ron via­jes que hice duran­te los años noven­ta. Por supues­to que no eran bien vis­tos por mi fami­lia. Ellos pre­fe­rían que vaya a Nue­va York o esté via­jan­do por con­fe­ren­cias. Para ellos era incó­mo­do que yo car­gue con una mochi­la livia­na, con un solo par de zapa­tos, ropa sen­ci­lla y en una misión huma­ni­ta­ria. ¿Qué vas a esos luga­res a per­der el tiem­po? Me decían, como si fue­ra una cau­sa per­di­da. Eso siem­pre fue en mí una cons­tan­te. Siem­pre tuve esa empa­tía. Siem­pre estu­ve del otro lado, tra­tan­do de soli­da­ri­zar­me con quie­nes que­dan fue­ra del sis­te­ma, con quie­nes no tie­nen acce­so a este sis­te­ma impues­to. Y este es otro tipo de vida, lindísima.



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