Argen­ti­na. La agri­cul­tu­ra cam­pe­si­na pro­du­ce el 70% de los ali­men­tos con el 25% de la tierra

Por Darío Aran­da, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de octu­bre de 2020.

Advier­ten que la agri­cul­tu­ra cam­pe­si­na pro­du­ce el 70 por cien­to de los ali­men­tos del mun­do en el 25 por cien­to de la tie­rra, mien­tras que el agro­ne­go­cio, para pro­du­cir el 25 por cien­to de la comi­da, recu­rre al 75 por cien­to de la tierra.

Los cam­pe­si­nos, indí­ge­nas y agri­cul­to­res fami­lia­res pro­du­cen el 70 por cien­to de los ali­men­tos del mun­do, a pesar de con­tar con sólo el 25 por cien­to de la tie­rra. En con­tra­po­si­ción, las empre­sas del agro­ne­go­cio cuen­tan con el 75 por cien­to de la tie­rra, pero sólo pro­du­cen el 25 de la comida.

Así lo reve­la una inves­ti­ga­ción de la ONG inter­na­cio­nal Gru­po ETC, que des­ar­ma los mitos de la agri­cul­tu­ra indus­trial y trans­gé­ni­ca. El estu­dio ase­gu­ra que si los gobier­nos quie­ren aca­bar con el ham­bre y fre­nar el cam­bio cli­má­ti­co, deben apli­car polí­ti­cas públi­cas para impul­sar la agri­cul­tu­ra campesina.

“¿Quién nos ali­men­ta­rá? ¿La red cam­pe­si­na ali­men­ta­ria o la cade­na agro­in­dus­trial?”, es el nom­bre de la inves­ti­ga­ción del Gru­po ETC (Gru­po de Acción sobre Ero­sión, Tec­no­lo­gía y Con­cen­tra­ción) que, en base a 24 pre­gun­tas, apor­ta prue­bas de las con­se­cuen­cias de la agri­cul­tu­ra indus­trial y de la nece­si­dad de otro modelo.

“Los cam­pe­si­nos son los prin­ci­pa­les pro­vee­do­res de ali­men­tos para más del 70 por cien­to de la pobla­ción del mun­do y pro­du­cen esta comi­da con menos del 25 por cien­to de los recur­sos –agua, sue­lo, com­bus­ti­bles– “, afir­ma al ini­cio la inves­ti­ga­ción. Por con­tra­po­si­ción, la cade­na agro­in­dus­trial “uti­li­za el 75 por cien­to de los recur­sos agro­pe­cua­rios del mun­do, es de las fuen­tes prin­ci­pa­les de emi­sio­nes de gases de efec­to inver­na­de­ro y pro­vee de comi­da a menos del 30 por cien­to de la pobla­ción mundial”.

A lo lar­go del tra­ba­jo, se pre­ci­san 232 citas de otras inves­ti­ga­cio­nes y publi­ca­cio­nes cien­tí­fi­cas que son la base docu­men­tal que da sus­ten­to teó­ri­co y argu­men­tal al Gru­po ETC. En datos mone­ta­rios, pre­ci­sa que, por cada dólar que los con­su­mi­do­res pagan den­tro de la cade­na agro­in­dus­trial, la socie­dad paga otros dos dóla­res por los daños ambien­ta­les y a la salud que la mis­ma cade­na provoca.

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(Ima­gen: Pági­na 12)

Cuan­do se refie­re a la “cade­na agro­in­dus­trial”, se tra­ta de los esla­bo­nes que van des­de los insu­mos para la pro­duc­ción has­ta lo que se con­su­me en los hoga­res: empre­sas de gené­ti­ca vege­tal y ani­mal, com­pa­ñías de agro­tó­xi­cos, medi­ci­na vete­ri­na­ria y maqui­na­ria agrí­co­la; trans­por­te y alma­ce­na­mien­to, pro­ce­sa­mien­to, empa­ca­do, ven­ta a gra­nel, ven­ta mino­ris­ta y, final­men­te, la entre­ga a los hoga­res o restaurantes.

La inves­ti­ga­ción del Gru­po ETC abor­da una crí­ti­ca sis­té­mi­ca. “La cues­tión de fon­do es que al menos 3.900 millo­nes de per­so­nas pade­cen ham­bre o mala nutri­ción por­que la cade­na agro­in­dus­trial es dema­sia­do com­pli­ca­da, cos­to­sa y –des­pués de 70 años de vigen­cia– ha demos­tra­do ser inca­paz de ali­men­tar al mundo”.

Des­de hace déca­das, el tri­lla­do argu­men­to de las empre­sas, cien­tí­fi­cos del mode­lo trans­gé­ni­co, perio­dis­tas y fun­cio­na­rios es que la pobla­ción mun­dial aumen­ta y se nece­si­ta más pro­duc­ción para ali­men­tar­la. La inves­ti­ga­ción cita dece­nas de tra­ba­jos cien­tí­fi­cos que exhi­ben la fala­cia detrás del dis­cur­so del agro­ne­go­cio. Ya exis­ten sufi­cien­tes ali­men­tos para toda la pobla­ción, seña­la, y el pro­ble­ma no es la pro­duc­ción, sino la injus­ta dis­tri­bu­ción. “En un mun­do lleno de comi­da, más de la mitad de los habi­tan­tes no pue­de acce­der a la comi­da que nece­si­ta. Lo más trá­gi­co es que, tan­to en núme­ros duros como en por­cen­ta­jes, la pro­por­ción de per­so­nas mal nutri­das va en aumen­to”, aler­ta.

En rela­ción al ambien­te, tam­bién exis­ten gran­des dife­ren­cias entre ambos mode­los. El mode­lo cam­pe­sino uti­li­za sólo el 10 por cien­to de la ener­gía fósil y menos del 20 por cien­to del agua que deman­da la tota­li­dad de la pro­duc­ción agrí­co­la, con “prác­ti­ca­men­te cero devas­ta­ción de sue­los y bos­ques”. En tan­to, la cade­na agro­in­dus­trial des­tru­ye anual­men­te 75.000 millo­nes de tone­la­das de capa de sue­lo ara­ble y des­mon­ta 7,5 millo­nes de hec­tá­reas de bos­que. Tam­bién es res­pon­sa­ble del con­su­mo del 90 por cien­to de los com­bus­ti­bles fósi­les que se usan en la agricultura.

El mode­lo agro­in­dus­trial es el prin­ci­pal res­pon­sa­ble del des­per­di­cio de ali­men­tos. Según el Gru­po ETC, de los 4.000 millo­nes de tone­la­das de ali­men­tos que pro­du­ce la cade­na agro­in­dus­trial anual­men­te, entre 33 y el 50 por cien­to se des­per­di­cia a lo lar­go de las eta­pas de su pro­ce­sa­mien­to o trans­por­te y almacenamiento.

Entre los gana­do­res del mode­lo, están las empre­sas de insu­mos agrí­co­las, que tam­bién son gran­des pro­mo­to­ras y alia­das de medios de comu­ni­ca­ción, uni­ver­si­da­des y gobier­nos. En el mer­ca­do de semi­llas, nego­cio de 41.000 millo­nes de dóla­res, sólo tres empre­sas (Mon­san­to, DuPont y Syn­gen­ta) con­tro­lan el 55 por cien­to del sec­tor. El mode­lo agro­in­dus­trial es depen­dien­te de los agro­tó­xi­cos. Tres com­pa­ñías (Syn­gen­ta, Basf y Bayer) con­tro­lan el 51 por cien­to de un mer­ca­do de 63.000 millo­nes de dóla­res. “Des­de que se intro­du­je­ron las semi­llas trans­gé­ni­cas hace 20 años, han ocu­rri­do más de 200 adqui­si­cio­nes de peque­ñas empre­sas semi­lle­ras. Y, si las mega­fu­sio­nes cor­po­ra­ti­vas que actual­men­te se están nego­cian­do pros­pe­ran, sola­men­te tres nue­vas empre­sas mono­po­li­za­rán el 60 por cien­to del mer­ca­do comer­cial de semi­llas y el 71 por cien­to del mer­ca­do de agro­tó­xi­cos”, advier­te la investigación.

El estu­dio ase­gu­ra que, con las polí­ti­cas ade­cua­das, el mode­lo cam­pe­sino-agro­eco­ló­gi­co podría tri­pli­car el empleo en el cam­po, redu­cir sus­tan­cial­men­te la pre­sión sobre las ciu­da­des ejer­ci­da por la migra­ción, mejo­rar la cali­dad nutri­cio­nal de los ali­men­tos y eli­mi­nar el hambre.

Fuen­te: La Tinta

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