Por Jorge falcone, Resumen Latinoamericano, 27 de octubre de 2020.
“No hay cosa más sin apuro
que un pueblo haciendo la historia.
No lo seduce la gloria
ni se imagina el futuro.
Marcha con paso seguro
calculando cada paso,
y lo que parece atraso
suele transformarse pronto
en cosas que para el tonto
son causa de su fracaso”.
Alfredo Zitarrosa,
“Diez décimas de saludo al pueblo argentino”.
Nuestra América: ¿Hacia una nueva “Hora de los Hornos”?
En tanto la mayoría de los pronósticos favorecen a Joe Biden en los comicios estadounidenses de noviembre, el reverdecer de los pueblos de la región, estimulado por la Minga Indígena colombiana, el levantamiento de los jóvenes ecuatorianos exigiendo la renuncia del traidor Lenin Moreno, el aplastante triunfo del MAS sobre el golpismo boliviano, la estrepitosa sepultura de la constitución pinochetista en Chile, y – por qué no – el desacato de muchxs compatriotas que no se resignaron a conmemorar un 17 de octubre virtual y ganaron masivamente las calles de Buenos Aires en plena cuarentena, exige revisar algunas de sus lecciones de cara a un futuro post pandemia.
El ejemplo boliviano ha demostrado palmariamente al mundo hasta qué punto la América Profunda no admite más barnices europeizantes. Sin ir más lejos, los golpistas, apoyados por la OEA, pretendieron a lo largo de todo el año demostrar que la última elección que consagrara presidente por tercera vez a Evo Morales Ayma había sido amañada, pero la más reciente – celebrada ante las narices de una Justicia Electoral y veedores afines a la dictadura – ratificó e incrementó aquel caudal de votos. Semejante victoria, no obstante, recomienda a lxs vencedorxs permanecer atentxs y vigilantes, ya que el secesionismo cruceño difícilmente ceje en su afán de bregar por una Nación Blanca for export, apelando al “caos constructivo” que recomiendan implementar los centros del poder financiero trasnacional para implosionar nuestros Estados Nacionales.
Y el caso chileno exhibe a las claras, como lo han reconocido numerosxs analistas de distinto signo ideológico, que el modelo neoliberal puede mantenerse por la fuerza durante décadas, y hasta permear a una amplia franja de las capas populares, pero tarde o temprano revela su incapacidad para dar respuesta a las grandes mayorías y, cuando alguna chispa enciende la pradera – como ocurre desde octubre de 2019 a partir del incremento del precio del metro -, se derrumba como un castillo de naipes.
Pero ante dicho panorama continental nada queda más claro que el carácter clasista, racista, sexista, y depredador de la Pacha Mama de lxs escuálidxs venezolanxs, lxs camba bolivianxs, lxs momixs chilenxs, o lxs gorilas argentinxs, incapaces de aceptar por las buenas “un mundo donde quepan todos los mundos”, como reza el precepto zapatista.
Su única manera de “dialogar” con el pueblo consiste en tensar alambres de vereda a vereda para decapitar motociclistas bolivarianos, linchar alcaldes kollas elegidxs por su pueblo, cegar o calcinar a lxs cabrxs de la Primera Línea chilena, o desaparecer y arrojar en riachos y zanjones a nuestrxs pibxs.
Quizás por ello en un imperdible filme del realizador tucumano Gerardo Vallejo (“El Rigor del Destino”), el Cacique Blanco interpretado por aquel gigantesco actor nacional que fuera Carlos Carella alecciona a su nieto al cabo de ultimar a una comadreja que hace estragos en su gallinero, apelando a la memorable frase: “Con la alimaña no hay arreglo”.
Octubre: Diez días que NO conmovieron al mundo
No pocxs observadorxs coinciden en describir la anomia de un gobierno nacional que da la apariencia de no arrancar nunca. Era de suponer que entre la conmemoración del Día de la Lealtad – circunstancia en que la central obrera y el PJ se propusieron sin demasiada suerte meter las patas en las fuentes del ciberespacio – y el décimo aniversario de la muerte de Néstor Carlos Kirchner se produciría alguna suerte de apuntalamiento de la figura presidencial, o al menos un relanzamiento de su gestión de gobierno, pero – salvo el categórico tirón de orejas de Cristina (“hay funcionarios que no funcionan”) – parecería que nada de lo sucedido desde una a otra efeméride movió ese amperímetro. Más bien ya constituye un secreto a voces que en los pasillos del Palacio circula el rumor de que de un momento a otro se convocaría a Roberto Lavagna con la intención de que devuelva a su corral al potro encabritado del dólar y conjure una muy vaticinada devaluación.
En tanto, la generación que toma decisiones dentro del Frente de Todxs – léase “Wado” de Pedro, Máximo Kirchner, y Sergio Massa – solo parece pensar en 2023, como si el tobogán de la imprevisible historia nacional condujera inexorablemente hacia esa arena.
Lo cierto es que un gabinete que no parecería tener demasiado en claro qué hacer con la Argentina se da el lujo de no recoger decididamente el guante de las mejores propuestas que le aportan sus bases de apoyo. Ahí están en lista de espera la Ley de Acceso a la Tierra presentada por la Unión de Trabajadorxs de la Tierra en el Anexo del Congreso, La Marcha al Campo respaldada por organizaciones como CTA – A, UTEP, y MNER, o el Proyecto Artigas promovido entre otrxs por el dirigente social Juan Grabois.
El primer proyecto apunta a “transformar la matriz productiva de nuestro país (…) producir alimentos sanos para nuestras familias y para el pueblo. Se trata de tener derecho a la tierra para trabajar y producir alimento sano”, según expresaron algunxs de sus referentes, entre ellxs Nahuel Levaggi, titular del Mercado Central, ante un Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca improbablemente desvinculado de la siembra del trigo transgénico promovido por el pool Bayer – Monsanto o de la ratificación del cuestionado proyecto de montar megafactorías porcinas para exportar dicho insumo a China.
El segundo coincide con el anterior en proponerse “lograr la soberanía alimentaria y la producción” – según explica su impulsora, la Diputada bonaerense María Rosa Martínez – mediante “soluciones de fondo que implican decisiones políticas y transformaciones“. La iniciativa, que ya se presentó en la Cámara Baja, apunta a tierras fiscales que serían entregadas a los productores en forma jurídica de comodato, para sostener el rol productivo de las mismas. En concreto, se habla de 12 millones de hectáreas de propiedad fiscal, a las que se sumarían los bosques nativos también fiscales, con lo cual se calculan 30 millones de hectáreas para ocupar por parte de familias en condiciones de instalarse e iniciar su producción en lotes de hasta 150 hectáreas. Como puede apreciarse, se trata de un proyecto de ejecución perentoria, si existe conciencia plena de la acuciante situación que afecta a gran número de argentinxs privadxs de tierra y techo para vivir, que se ven obligadxs a ocupar predios fiscales en condiciones de gran precariedad y sufriendo el constante asedio de las fuerzas represivas.
Y el tercero – motorizado a instancias de Dolores Etchevehere, quien a estas horas padece el hostigamiento legal y físico de su madre y hermanos, conspicuos terratenientes que vienen enarbolando la bandera ensangrentada de la propiedad privada, divisa histórica de ese patriciado que fundó el país sobre un genocidio – ha generado que una red integrada por movimientos sociales, profesionales del derecho, la comunicación y el cuidado del ambiente movilizados por la búsqueda de la verdad, la justicia y el bien común fundara el Proyecto Artigas, que convocando a un grupo de campesinos sin tierra, militantes y organizaciones ambientales decidió acompañar a la mujer en la recuperación de la Estancia Casa Nueva, ubicada en La Paz, Entre Ríos, plantando en la tierra que le pertenece por derecho natural – ya que se trata de un patrimonio indiviso – la primera semilla de una reparación histórica. El acuerdo con ella parte de la cesión del 40% de la tierra que le corresponde como legítima heredera de su padre para construir un modelo agrario sostenible, libre de agrotóxicos y explotación, distinto al que su familia representa, en tanto se propone construir allí un proyecto productivo que cuide a la madre tierra y respete los derechos de las familias campesinas. Quienes la acompañan en dicho emprendimiento aseguran contar con copiosa data sobre los chanchullos financieros de su familia.
Queda de manifiesto así que el denominador común de todas las propuestas enumeradas apunta al acceso a la tierra y a la soberanía alimentaria, en un país que vive del campo pero no lo puebla, ya que – como es sabido – el 93% de su población se concentra en los espacios urbanos. Se trata pues de las mismas causas que hoy juegan su suerte en las 1.800 ocupaciones que hay a lo largo del territorio nacional, en enclaves como Magaldi (Rosario, Santa Fe), Los Ceibos y Guernica (La Matanza y Pte. Perón respectivamente, Buenos Aires), Los Pinos (Los Hornos, La Plata), o el Parque Nacional Nahuel Huapi (Chubut y Río Negro) Problemática de urgente solución que hubiera ameritado un plan orgánico de gobierno que la contemplara, en vez de limitarse a sacar de la galera al candidato que más criticó a la Vicepresidenta durante la última década para evitar con ello cualquier revisión de lo actuado, o zurcir una coalición tan variopinta que no atina a avanzar en una dirección común.
Pero por ahora la mayoría de tales iniciativas queda en manos tanto de algunas organizaciones que entraron al Estado con expectativas de transformación de la realidad (aún sin eco en las autoridades), como de otras que decidieron trabajar desde la comunidad y que, dada la degradación general de la política, se debaten entre encontrar la respuesta más satisfactoria posible para las poblaciones afectadas y el infantilismo de desestimar cualquier negociación considerándola una capitulación potencial, optando en consecuencia por una interpretación sui géneris de “La Revolución Permanente”.
En conclusión, ha llegado la hora de que un presidente que asumió prometiendo “primero los últimos”, y solicitó en su primer discurso que la sociedad le indique si en algún momento extravía el rumbo comprometido en su campaña tome partido en favor de sus votantes y se plante ante las aves de rapiña indispuestas a soltar un diezmo para que nuestro pueblo viva dignamente.-