Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano 4 de octubre de 2020
Entrevistamos a Jaime Castillo Petruzzi, ex militante del MIR chileno y luego del MRTA peruano, quien pasó 23 años en las cárceles de ese país. Castillo habla a fondo de la lucha por la libertad de los presos y presas de la Revuelta, pero también cuenta la historia militante del prisionero político Mauricio Hernández Norambuena, quien actualmente se halla en cárcel de alta seguridad y ya lleva un total de 21 años preso. Castillo también aborda el encuentro de distintas generaciones en la lucha callejera y homenajea muy especialmente al pueblo Mapuche.
-Esta semana se realizan numerosas movilizaciones por los presos y presas de la Revuelta y por todos los prisioneros políticos. ¿Cuál es tu opinión sobre la situación represiva y la enorme cantidad de detenidos y judicalizados?
-Un aspecto importante para considerar es que en el imaginario popular y de todos nosotros han quedado en evidencia los hechos de la represión en el mes de octubre hasta fines de febrero y mediados de marzo. Todo el mundo hemos manejado la cifra de 2.500 compañeras y compañeros detenidos por esta insurrección, sublevación, rebelión popular. Entonces, efectivamente hubo un momento en el que el Estado detuvo muchos compañeres participantes directamente los conatos, los enfrentamientos callejeros, con los aparatos del Estado. Se habla de 2.500 compañeros presos durante mucho tiempo. En este preciso momento la última cifra que me han alcanzado los compañeros abogados es que quedan un promedio de 200 compañeros y compañeras prisioneras en firme, en las cárceles del Estado, de la Revuelta, de la rebelión, estamos hablando. De esos, 50 están en Santiago I y, lo que sí, hay un número de más de 1.000 compañeros y compañeras que están cumpliendo arresto domiciliario, que están cumpliendo prisión en sus casas, a la espera de procesos. Los que están con arresto domiciliario y los que están con prisión firme están en procesos que van encaminados. Hace poco un compañero que estaba acusado de quemar una universidad le estaban pidiendo 20 años con una serie de argumentos y, en síntesis, los abogados lograron cinco años y que esa acusación de quemar un edificio educativo o superior se transformara en que arrojaba unas molotov, este fue un poco el sentido de la defensa.
-¿Qué significa para la militancia el mes de octubre?
-Hablar para nosotros de octubre es realmente estremecer nuestro compromiso y nuestra vida militante ya que vienen a la mente, el inicio de la rebelión popular en Chile que estremeció al Estado, a este neoliberalismo regalón, como decimos en Chile, de las grandes transnacionales y del imperio. El experimento desarrollado acá del capitalismo a ultranza, extractivista y depredador era el ejemplo del modelo a seguir por las economías del mundo. Siempre se hablaba de lo que sucede en Chile, que era la princesa, la cereza de la torta, y de la noche a la mañana eso se resquebrajó de una manera extraordinaria. Para todos los compañeros que somos mayores y que vivimos, de una u otra forma, el proceso revolucionario de la Unión Popular y después la resistencia frente a la Dictadura, ver grandes cantidades de jóvenes, mujeres, de todos los estratos sociales, compañeros y compañeras en las calles, en algún momento se habló de 1 millón y medio y hasta de 2 millones de personas, es impagable. También es importante ver a las compañeras revindicando el fin de esta sociedad neoliberal, patriarcal, donde el aspecto de la liberación femenina ha tomado una fuerza realmente ejemplar, ya que es muy interesante el aporte que han hecho las compañeras feministas que están enfocadas en la lucha política, social y de género. Nosotros reivindicamos eso acá y tratamos de luchar contra el macho que llevamos adentro, contra este Estado paternal y patriarcal y, realmente, es un gran aporte la movilización femenina. Entonces, hemos visto como una serie de luchas se fueron desencadenando, hasta que llegamos al mes de octubre del año pasado donde, como se dice, Chile despertó.
-Y despertó con todo, sin duda
-Nosotros veíamos las luchas en Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, el ejemplo de la Revolución Bolivariana, por todas partes hay pueblos y juventudes movilizadas, y nuestra situación acá era, por lo menos, de profunda derrota causada por la Dictadura. Realmente, tenemos que analizar las diferentes derrotas que a lo largo de la historia de la lucha del pueblo chileno ha infringido el Estado y las clases dominantes a los de abajo en los diferentes momentos históricos, todas esas derrotas tomarlas como el derrotero, como la lección a sacar. Que cada derrota sea un paso en la organización popular, un paso en la combatividad, un paso en lo que es transformar la unidad social de las clases, la unidad revolucionaria de clases, la fuerza social revolucionaria. Fueron años y años de acumulación de desprecio, resignación, impotencia, despojo, hasta que llegó un punto en que ya se hizo inaceptable. En un momento se planteaba que los muchachos secundarios saltando los controles del metro por los 30 pesos habían rebasado todo y, efectivamente, fue la gotita que rebasó el vaso. Pero, atrás viene una serie de luchas, de enfrentamientos, de la clase, de los pobres del campo y la ciudad, de nuestros pueblos originarios, donde centralmente nuestros hermanos mapuches han dado una lucha tremenda.
–Recuerdo cuando estuvimos allí, las dos o tres oportunidades que fuimos en el medio de la Revuelta, nos parecía super interesante ver por primera vez Santiago de Chile llenó de banderas mapuche. Esa reivindicación que tanto tiempo tardó, de unir la lucha popular de los chilenos y chilenas y la lucha popular de los mapuche, que en el sur obviamente están sufriendo desde antes de la Revuelta mucha militarización y mucha ofensiva contra ellos.
-Así es. Justamente, en nuestra vida militante hemos acompañado la presentación de un libro de un compañero vocero de la CAM, Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul y por comentar ese libro en este momento estamos en una situación judicial enfrentando el acoso del Estado a los libres pensadores. Un delito de opinión que me quieren imputar y transformarlo quién sabe en qué. El hecho profundo es que las comunidades de los pueblos originarios y particularmente el pueblo mapuche dio una lucha de 500 años de resistencia, de recuperar lo que ha sido de ellos y que les ha sido robado, expoliado de la peor manera por las clases dominantes de nuestro país, de resistir a las masacres, al genocidio físico, étnico y cultural permanente de parte del Estado chileno.
Muchos chilenos hoy no conocen, no ven, lo que ha significado el avance de las Fuerzas del Estado durante las tres cuartas partes del siglo XIX, 1881−85−90, hacia el sur de Chile. Acá se llama «la pacificación de la Araucanía», pero que no fue más que el avance de las tropas chilenas que estuvieron en la guerra fratricida contra Perú y Bolivia y con esa experiencia de guerra llegaron y ensancharon, desde Concepción al sur, el Estado Nacional chileno, masacrando, replegando las masas mapuches hacia la montaña, robando, adueñándose de sus tierras. Una realidad que hasta el día de hoy está en forma patente. Entonces, nuestros hermanos mapuches han dado, particularmente en estos últimos 20 años, un enfrentamiento frontal, de raíz, contra la presencia militar y la económica de lo que es la industria extractivista, de las celulosas, la presencia del Estado chileno en cualquiera de sus formas y excepciones.
-¿Hay coincidencias con lo que plantea el pueblo mapuche en cuanto a emancipación plena?
-Estamos reivindicando eso también los compañeros chilenos que queremos construir algo nuevo acá, pero, evidentemente, los compañeros mapuche van a decidir su futuro, su destino. Ellos tiene diferentes planteamientos, particularmente el de la autonomía del pueblo mapuche que va más allá de reivindicar su espiritualidad y su mundo cultural, sino también el problema de la tierra, esa tierra que ha sido de ellos y que se las han robado durante generaciones y que está en manos muchas veces de extranjeros, de transnacionales americanas y europeas. También, por supuesto, de los sectores terratenientes chilenos, que después del proceso de la Unidad Popular se adueñaron de miles y miles de hectáreas y latifundios que habían sido expropiados. Todo eso fue barrido de un plumazo y hoy día lo que se tiene de concesión son gigantescos bosques, miles y miles de hectáreas, con eucaliptus o pino insigne que después de tres o cuatro explotaciones de ocho, diez, doce años cada una, la tierra la secan totalmente, le quitan todos los nutrientes y se va produciendo una desertificación absurda. Al mismo tiempo, van arrinconando más y más a nuestras comunidades de pueblo originarios mapuches.
La unidad de distintas generaciones en la lucha callejera
-Otro tema que me interesa hablar contigo es sobre esa unidad que se dio también en la calle entre los viejos militantes, los veteranos militantes de la década del 70, 80, los que lucharon contra Pinochet por todas las vías posibles, y esta juventud que no cree ya más en los partidos, ni siquiera en los de izquierda, que los han traicionado. Hay dos símbolos, me parece, que unen las dos, a ver si estás de acuerdo. Uno es Víctor Jara, escuchar a los pibes jóvenes, a los chiquillos, cantar «El derecho de vivir en paz». Y, por otro lado, Ramiro, Mauricio Hernández Norambuena, compañero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que viene de estar preso en Brasil por internacionalista, antes estuvo en iguales condiciones en Chile, hasta que se fugaron en su momento, y que ahora sigue pagando en la cárcel este odio de clase que tiene la oligarquía y la burguesía chilena.
-Ese día viernes 18 de octubre del 2019 la emoción nos embargaba porque no podíamos creer lo que estaba pasando, de que miles y miles de personas gritaran «abajo las AFPs», «educación gratuita de calidad», «solución a la problemática mapuche», «solución al problema del transporte», «solución al problema de la cesantía», «solución al problema habitacional», «solución al problema de la salud», en fin, todas las cantidades de reivindicaciones que hemos tenido nosotros durante nuestra vida de militantes, llevadas al extremo de lo que la democracia formal puede permitir. Entonces, se ha creó ahí un momento especia, absolutamente el más democrático que podamos imaginarnos en este Estado democrático burgués de derecho a partir de las reivindicaciones de la calle, del pueblo en la calle.
Nosotros evidentemente entendimos que nuestra lucha no era porque éramos unos locos, unos inadaptados, unos antisociales, acá está la semilla que sembramos, acá está el ejemplo de tantas compañeras y compañeros que entregaron su vida. Me emociono cuando me acuerdo de ellos, a tantos compañeros y compañeras que entregaron su libertad durante años, su exilio durante años. Algunos han muerto en el exilio y no pueden volver o luchar por un Chile realmente democrático, participativo, solidario, donde las riquezas nacionales sean para el Estado, sean para el pueblo. Acá ni el cobre, ni los grandes recursos minerales estratégicos, ni el agua, pertenecen al Estado, son multinacionales, son grandes corporaciones, los ríos y los lagos todos tienen dueños, es una cosa inimaginable. Les falta privatizar el aire porque la tierra ya está privatizada, todos los servicios, y el agua, la electricidad, el gas, todos son de multinacionales dependientes.
Entonces, obviamente el hecho de que esa muchachada, esa juventud, enardecida, antisistémica, que derribó todo tipo de organismos, de organizaciones, de monumentos, de íconos de la dictadura o de la democracia, que empleó formas violentas como el fuego contra estamentos comerciales, contra vías de comunicación, autobuses y metros, barricadas y choques con las Fuerzas del Estado, son el fruto de todo un proceso de lucha que se ha dado previo. Nosotros estamos levantando la concepción con mucha fuerza de que se trata de hablar acá de la historia de las luchas de nuestros pueblos con algunos hitos, generalmente como decíamos marcados por derrotas, pero que se van convirtiendo en derroteros donde cada vez más el pueblo va asimilando en la memoria histórica casi genéticamente, asimilando conceptos organizativos, errores y, sobre todo, enseñanzas, el qué pedir, qué reivindicación.
El plebiscito constituyente
Hoy día nos encontramos en un panorama político donde hay muchas posiciones en la izquierda, lamentablemente, no hemos logrado cuajar una unidad política orgánica de la izquierda institucional y la extrainstitucional sobre el cómo cerrar este ciclo de la transición pinochetista, de la Dictadura cívico-militar. Se ha planteado, por exigencia de las masas, una nueva Constitución, una Asamblea Constituyente. Mucha reivindicación ha habido por un gobierno provisional, es decir «fuera el gobierno actual», y los amarres de siempre han hecho que los sectores burgueses, medianoburgueses, los partidos institucionales en definitiva, hayan logrado una serie de acuerdos, un llamado pacto de paz, que no ha hecho más que condicionar la gran reivindicación que cruzaba todas las marchas y manifestaciones: Asamblea Constituyente Ya para avanzar a una Nueva Constitución.
Tenemos entonces, no lo que queremos, sino la convocatoria a un plebiscito, un referéndum, este 25 de octubre, donde hay la posibilidad de hacer una Convención Constitucional que es tremendamente limitada comparada con el poder que tiene una Asamblea Constituyente soberana, ciudadana, elegida realmente por el pueblo, con representantes genuinos del pueblo. Pero, aquí es donde digo que hay diferentes posiciones: a mi entender es un espacio que hay que ensanchar, que no hay que permitir que un tercio de la derecha pueda después vetar las posibles reformas en profundidad y si es posible cambiar toda la Constitución, siendo lo más objetivo y realista posible. Siempre hemos tenido la espada de Damocles, los tanques del Ejército, en nuestras cabezas y la historia de Chile está plagada de masacres. Entonces, hasta dónde la exigencia de las masas llega a un punto que tensiona la situación política que logra imponer el tema de una Asamblea Constituyente, la transforman en una Convención Constitucional, o en el peor de los casos, una Convención mixta que no va a ganar. Tanto es así, que se habla de un 80% que va a votar el apruebo por una Convención Constitucional, tanto es así que sectores de la burguesía nacional y de los partidos de centro derecha, de derecha inclusive y alguno que otro de extrema derecha, están llamando a aprobar la Constitución con el objetivo de trabajar desde adentro, lograr mantener un tercio que pueda paralizar las posibles enmiendas que se quieran hacer. Quieren mantener esa Constitución cívico-militar de Pinochet y de Guzmán.
Hablar de Mauricio Hernández Norambuena
-Hablando de Guzmán, llegamos a la figura de nuestro hermano Mauricio Hernández Norambuena, compañero que fue combatiente y un mando destacado del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y en un momento dado participó en las más importantes operaciones que se dieron en la resistencia por parte de los compañeros del Frente Patriótico. Previamente, compañeros del MIR, de donde vengo yo, obviamente también tuvieron destacadísimas intervenciones en la lucha antidictatorial, también nuestros hermanos lautaristas, cada uno puso todo lo que pudo. Nuestro hermano Mauricio Hernández Norambuena, respetuosamente llamado Comandante Ramiro por sus compañeros y todos los que lo apreciamos, cuando es encarcelado logra fugarse. Una fuga mítica, realmente espectacular, en un helicóptero, sin heridos, sin muertos, y lograron salir bien los compañeros, una operación de escuela, de película, histórica realmente. Posteriormente, el compañero se integra a la guerrilla en Colombia con el ELN y desde sus filas él es nombrado responsable de un operativo de varios revolucionarios latinoamericanos, compañeros de una fracción del MIR de Chile, compañeros del Frente Patriótico, compañeros argentinos, bolivianos, brasileños, de diferentes nacionalidades participan por esas tareas económicas en Brasil. Secuestros políticos con función económica, para desarrollar la lucha revolucionaria del ELN en Colombia. Es capturado y pasa 17 años prisionero en forma absolutamente inhumana, con una forma de aislamiento permanente de su persona, él no podía no tan solo no hablar, sino no mirar a sus captores porque si miraba un captor a los ojos era sancionado a calabozo de castigo, sin visitas. Entonces, durante 17 años el compañero pasó en cárceles brasileñas, más los cuatro años que tenía en prisión en Chile antes de salir en el vuelo de la libertad en el helicóptero que lo rescató, fue trasladado hace un año, el 20 de agosto del año pasado, entre gallos y medianoche a Chile donde no se han respetado los Tratados Internacionales. No se han reconocido los 21 años que ya debería de haber tenido, y de una forma que dice mucho de lo que es la Justicia de Chile, que sigue apegada al poder, a la casta más reaccionaria y más fascista que existe, le dieron nuevamente dos condenas de 15 años, entonces, en la práctica el compañero tiene que cumplir hoy 26 años.
Aquí es donde vienen las contradicciones y las alegrías de la historia porque veías, durante la Revuelta, todos los viernes en diferentes lugares de Chile el emblema del Frente Patriótico o las banderas del MIR y, sobre todo, muy particularmente la cara de nuestro compañero Comandante Ramiro, reivindicándolo como un combatiente intergeneracional, de antes de la Dictadura, después de la cacareada transición y ahora que ya estamos en los estertores, a mi entender, de esta transición cívico-militar.
Hoy día el compañero sigue en las mismas condiciones que en Brasil, aislado totalmente, puede ver solamente a cuatro familiares y a sus abogados una vez a la semana, no tiene contacto con otros presos, salvo que uno de los captores, alcaides se llaman, lo deje juntarse, conversar, socializar. Entonces, sigue en las más inhumanas condiciones. Pero, como es un cuadro, un combatiente y un mando estratégico de la revolución chilena y latinoamericana por qué no decirlo, el compañero permanentemente está haciendo aportes, haciendo llegar reflexiones, escribiendo, con la moral firme. Sin duda, es uno de los imprescindibles.