Las reglas del capital(ismo) son contundentes e innegociables. El rescate a la banca, el dinero público dado a las entidades financieras, corre el riesgo de perderse para siempre. La llegada de un gobierno autodenominado, no ya progresista sino el más de la historia, no traerá consigo la exigencia para que la banca devuelva lo dado, pese a que son muchos miles de millones de euros. El poder no se toca, esa es la condición sine qua non para sentarse en poltronas ministeriales. Sin embargo, más que rumores sí hablan de la modificación de los tipos reducidos del IVA del 4% y el 10% de cara al borrador del proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2021. Es decir, una subida de impuestos indirectos (sobre el producto a consumir) que afecta por igual a ricos y pobres.
Los propios economistas adscritos al régimen dicen que la U.E, para que vengan los créditos a rescatar la economía, dicta sus exigencias al compás del poder financiero. Las ayudas, subvenciones y rentas básicas no van a poder disimular que el capitalismo trae consigo la enésima crisis y que, como todas, viene con una pobreza absoluta para millones de trabajadores. Sin nacionalizaciones, pagando a la banca, sin expropiaciones, soportando Corona e Ibex, y de rodillas ante la UE y la OTAN, no podrá haber mejoras de las condiciones de vida, no hay reforma que apañe la situación. Toca organizarse pero no solo para afrontar el tsunami devastador que la pandemia apenas aceleró sino para desenmascarar a sus ejecutores.
Fuente: Insurgente
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