Estados Unidos. Diez años desde que WikiLeaks y Julian Assange publicaron los Registros de la guerra de Irak

Esta­dos Uni­dos. Diez años des­de que Wiki­Leaks y Julian Assan­ge publi­ca­ron los Regis­tros de la gue­rra de Irak

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Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​26 de octu­bre de 2020.

Con gran deta­lle, los regis­tros expu­sie­ron todas las men­ti­ras usa­das para jus­ti­fi­car la ocu­pa­ción de Irak, reve­lan­do que es una ope­ra­ción bru­tal que invo­lu­cra el ase­si­na­to dia­rio de civi­les, tor­tu­ra, innu­me­ra­bles actos de mato­nis­mo impe­ria­lis­ta con­tra una pobla­ción opri­mi­da, y encu­bri­mien­tos que se alcan­zan la cúpu­la de los man­dos mili­ta­res de EE.UU. y sus aliados.

El mate­rial fue revi­sa­do minu­cio­sa­men­te, con­tex­tua­li­za­do y sus impli­ca­cio­nes polí­ti­cas expli­ca­das, sobre todo por Julian Assan­ge y su peque­ño equi­po de cole­gas perio­dis­tas de WikiLeaks.

Los regis­tros fue­ron una de las apli­ca­cio­nes más pode­ro­sas del mode­lo de Wiki­Leaks que Assan­ge había desa­rro­lla­do cuan­do fun­dó la orga­ni­za­ción en 2006. La publi­ca­ción de los docu­men­tos fil­tra­dos, man­te­ni­dos ocul­tos por los pode­res esta­ble­ci­dos, expon­dría a la pobla­ción las ver­da­de­ras rela­cio­nes mili­ta­res, eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas, y las intri­gas dia­rias de los Gobier­nos que die­ron for­ma a la polí­ti­ca mun­dial y a gran par­te de sus vidas. La gen­te común solo podía tomar accio­nes polí­ti­cas infor­ma­das, inclu­yen­do luchar por poner fin a la gue­rra, si sabía lo que real­men­te esta­ba ocurriendo.

Assan­ge y Wiki­Leaks nun­ca han sido per­do­na­dos por la éli­te gober­nan­te de los EE.UU., o sus alia­dos en Rei­no Uni­do, Aus­tra­lia e inter­na­cio­nal­men­te, por tomar estos idea­les de la Ilus­tra­ción en serio y apli­car­los. Detrás de todas las men­ti­ras y calum­nias uti­li­za­das para soca­var el apo­yo a Assan­ge, la ver­da­de­ra con­sig­na de la cam­pa­ña con­tra el fun­da­dor de Wiki­Leaks es: «Él expu­so nues­tros crí­me­nes, así que lo destruiremos».

Diez años des­pués de que reve­la­ra los crí­me­nes de gue­rra, de una esca­la e inten­si­dad no vis­tas des­de los horro­res del régi­men nazi, Assan­ge se encuen­tra solo en una cel­da de la pri­sión de máxi­ma segu­ri­dad de Bel­marsh en Lon­dres, una ins­ta­la­ción dise­ña­da para dete­ner a terro­ris­tas y ase­si­nos. Se enfren­ta a una extra­di­ción a los EE.UU., un pro­ce­so en vir­tud de la Ley de Espio­na­je por publi­car la ver­dad, inclui­dos los Regis­tros de la gue­rra de Irak, y a 175 años en una pri­sión de máxi­ma seguridad.

Chel­sea Man­ning, la valien­te denun­cian­te que fil­tró el mate­rial, ha sido some­ti­da a una pesa­di­lla de una déca­da que inclu­yó su encar­ce­la­mien­to, invo­lu­cran­do lo que las Nacio­nes Uni­das con­si­de­ró tor­tu­ra esta­tal y los inten­tos de coac­cio­nar­la para que die­ra un fal­so tes­ti­mo­nio con­tra Assan­ge, a lo que se ha resis­ti­do heroicamente.

Pero los gáns­te­res que orques­ta­ron la vio­la­ción de Irak siguen en liber­tad. Geor­ge W. Bush ha sido reha­bi­li­ta­do polí­ti­ca­men­te, sobre todo por los demó­cra­tas esta­dou­ni­den­ses y la pren­sa libe­ral corrup­ta, el ex pri­mer minis­tro bri­tá­ni­co Tony Blair sigue meti­do has­ta el cue­llo en intri­gas impe­ria­lis­tas en Orien­te Pró­xi­mo y su homó­lo­go aus­tra­liano John Howard dis­fru­ta de una tran­qui­la jubilación.

Esta ope­ra­ción se ha apo­ya­do sobre todo en los mis­mos medios de comu­ni­ca­ción ser­vi­les y cor­po­ra­ti­vos que pro­mo­vie­ron la inva­sión ile­gal de Irak, basán­do­se en men­ti­ras sobre «armas de des­truc­ción masi­va», y que lue­go se «incrus­ta­ron» en las fuer­zas de ocu­pa­ción que saquea­ron el país y toma­ron su petró­leo. Su com­pli­ci­dad hoy se resu­me en el hecho de que ni una sola publi­ca­ción impor­tan­te en los EE.UU., Rei­no Uni­do ni Aus­tra­lia ha toma­do nota del déci­mo ani­ver­sa­rio de los Regis­tros de la gue­rra de Irak.

Sin embar­go, hay que recor­dar el sig­ni­fi­ca­do de los regis­tros y el impac­to explo­si­vo que tuvie­ron en la con­cien­cia popular.

La publi­ca­ción incluía 391.832 infor­mes de cam­po del ejér­ci­to de los EE.UU., de 2004 a 2009, lo que la con­vier­te en la mayor fil­tra­ción en la his­to­ria del ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se. Regis­tra­ron 109.000 muer­tes de iraquíes.

Al menos 66.081 fue­ron des­cri­tas por el ejér­ci­to de EE.UU. como civi­les. Esto incluía unas 15.000 muer­tes que habían sido com­ple­ta­men­te encu­bier­tas por los EE.UU. y sus alia­dos, quie­nes antes de la publi­ca­ción, afir­ma­ron que no tenían un regis­tro de muer­tes de civi­les. Sin Wiki­Leaks y Assan­ge, los ase­si­na­tos de estos tra­ba­ja­do­res, estu­dian­tes, jóve­nes y ancia­nos, equi­va­len­te a la pobla­ción de una peque­ña ciu­dad, nun­ca se habrían conocido.

Los regis­tros mos­tra­ron que el ejér­ci­to de los EE.UU. ruti­na­ria­men­te des­cri­be a las víc­ti­mas que ase­si­na como «insur­gen­tes», cuan­do sabe que eran civi­les. Tal fue el caso del infa­me ata­que con heli­cóp­te­ros Apa­che en Bag­dad en 2007, docu­men­ta­do en el vídeo «Ase­si­na­to cola­te­ral» de Wiki­leaks, en el que se ase­si­nó a 19 civi­les, inclui­dos dos perio­dis­tas de Reuters. Un comu­ni­ca­do de pren­sa del ejér­ci­to de los EE.UU. en ese momen­to había des­cri­to un fic­ti­cio «tiro­teo con insurgentes».

Los regis­tros de la gue­rra reve­la­ron que unos 700 civi­les habían sido aba­ti­dos a tiros por las tro­pas esta­dou­ni­den­ses y alia­das por «acer­car­se dema­sia­do» a un pues­to de con­trol mili­tar. Incluían niños y enfer­mos men­ta­les. En al menos seis oca­sio­nes, las víc­ti­mas esta­ban lle­van­do a sus espo­sas emba­ra­za­das al hos­pi­tal para dar a luz.

La car­ni­ce­ría tam­bién fue per­pe­tra­da por los con­tra­tis­tas pri­va­dos que ope­ra­ban como tro­pas de cho­que de la ocu­pa­ción esta­dou­ni­den­se. Un infor­me des­cri­bió a los emplea­dos de Black­wa­ter dis­pa­ran­do indis­cri­mi­na­da­men­te a una mul­ti­tud tras la explo­sión de un arte­fac­to explo­si­vo impro­vi­sa­do. Otro dijo que los sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses «obser­va­ron a un PSD de Black­wa­ter dis­pa­rar con­tra un vehícu­lo civil» en Bag­dad. Este ata­que de mayo de 2005 mató a un hom­bre ino­cen­te y muti­ló a su espo­sa e hija.

Los regis­tros mos­tra­ron que EE.UU. entre­ga­ba ruti­na­ria­men­te a los dete­ni­dos a sus títe­res de las fuer­zas de segu­ri­dad ira­quíes para que los tor­tu­ra­ran. En un infor­me se seña­ló la pre­sen­cia de un «gene­ra­dor manual con abra­za­de­ras de cable» en una comi­sa­ría de Bag­dad, uti­li­za­do para elec­tro­cu­tar a los pri­sio­ne­ros. La polí­ti­ca ofi­cial de las tro­pas de la Coa­li­ción, según se reve­la en los regis­tros, era no inves­ti­gar esos incidentes.

En con­jun­to, las reve­la­cio­nes pin­ta­ron un cua­dro inne­ga­ble de cri­mi­na­li­dad sis­té­mi­ca, que impli­có a los Gobier­nos más pode­ro­sos del mun­do, sus ejér­ci­tos y fuer­zas patrocinadas.

En su tes­ti­mo­nio ante las audien­cias de la far­sa judi­cial bri­tá­ni­ca para la extra­di­ción de Assan­ge el mes pasa­do, el pro­fe­sor John Slo­bo­da, cofun­da­dor de Iraq Body Count, decla­ró que los regis­tros habían pre­sen­ta­do los ase­si­na­tos de civi­les ira­quíes a «la mayor audien­cia mun­dial de cual­quier comu­ni­ca­do… Todas [las muer­tes de civi­les regis­tra­das] dis­po­ni­bles exclu­si­va­men­te en los regis­tros de 2010 siguen sien­do úni­cas… los regis­tros de la gue­rra de Irak siguen sien­do la úni­ca evi­den­cia de esos incidentes».

Su sig­ni­fi­ca­do es aún más evi­den­te cuan­do se colo­ca en un con­tex­to polí­ti­co más amplio. En 2003, millo­nes de per­so­nas se unie­ron a las mani­fes­ta­cio­nes con­tra la inva­sión de Irak, en el mayor movi­mien­to anti­gue­rra de la his­to­ria de la humanidad.

Las fuer­zas pseu­do­iz­quier­dis­tas, Par­ti­dos Ver­des y los sin­di­ca­tos que domi­na­ron polí­ti­ca­men­te las pro­tes­tas hicie­ron todo lo posi­ble por subor­di­nar este movi­mien­to a orga­ni­za­cio­nes pro­gue­rra, como el Par­ti­do Demó­cra­ta en los EE.UU. y el Par­ti­do Labo­ris­ta en Aus­tra­lia, así como lla­ma­mien­tos impo­ten­tes a las Nacio­nes Uni­das. En 2008, apo­ya­ron la elec­ción del pre­si­den­te de los Esta­dos Uni­dos, Barack Oba­ma, pro­cla­man­do a ese repre­sen­tan­te de Wall Street, que se man­ten­dría en gue­rra duran­te sus ocho años de man­da­to, como el por­ta­dor de la paz.

La publi­ca­ción de los regis­tros de gue­rra por par­te de Wiki­leaks se inter­pu­so ante esta supre­sión del movi­mien­to con­tra la gue­rra, sus­ci­tan­do la urgen­te nece­si­dad de una nue­va lucha con­tra el mili­ta­ris­mo impe­ria­lis­ta. En el pro­ce­so, los jóve­nes de todo el mun­do se die­ron cuen­ta, en muchos casos por pri­me­ra vez, de los horro­res que se están per­pe­tran­do en Irak, lo que los vol­vió polí­ti­ca­men­te activos.

El New York Times y The Guar­dian se aso­cia­ron con Wiki­Leaks en la publi­ca­ción de los regis­tros de gue­rra. Su obje­ti­vo era con­tro­lar la narra­ti­va y con­se­guir una pri­mi­cia. Pero cuan­do se hizo evi­den­te que las publi­ca­cio­nes esta­ban con­tri­bu­yen­do a una radi­ca­li­za­ción polí­ti­ca de los tra­ba­ja­do­res y los jóve­nes, y que Wiki­Leaks se enfren­ta­ba a toda la fuer­za del Esta­do de EE.UU., comen­za­ron a denun­ciar Assan­ge en los tér­mi­nos más calumniosos.

Tal es la razón fun­da­men­tal de la hos­ti­li­dad vene­no­sa de toda la éli­te polí­ti­ca y la pren­sa hacia Assan­ge en todos los paí­ses, espe­cial­men­te sus con­tin­gen­tes pseu­do­iz­quier­dis­tas y libe­ra­les. Él y Wiki­Leaks «estre­me­cie­ron el bar­co» del que depen­de su pro­pia exis­ten­cia pri­vi­le­gia­da y egoís­ta de cla­se media-alta. Las gue­rras, ade­más, no habían sido del todo malas para sus car­te­ras de accio­nes, con­tri­bu­yen­do al apo­yo abier­to de este gru­po social a los ata­ques impe­ria­lis­tas con­tra Libia y Siria.

Pero la publi­ca­ción de los regis­tros de gue­rra fue una con­tri­bu­ción impe­re­ce­de­ra a la huma­ni­dad y a la lucha con­tra la gue­rra impe­ria­lis­ta, por lo que Assan­ge es con­si­de­ra­do con razón como un héroe por millo­nes de tra­ba­ja­do­res y jóve­nes. Aho­ra, le corres­pon­de a la cla­se obre­ra inter­na­cio­nal enca­be­zar la lucha por la liber­tad de Assan­ge, la defen­sa de todo el per­so­nal de Wiki­Leaks y de los dere­chos demo­crá­ti­cos en su conjunto.

Esto es inse­pa­ra­ble de la lucha con­tra la esca­la­da de la gue­rra, inclu­yen­do las ame­na­zas de gue­rra de los EE.UU. con­tra Chi­na y Rusia, y la lucha por poner fin al orden capi­ta­lis­ta que es res­pon­sa­ble de la vio­len­cia impe­ria­lis­ta y el autoritarismo.

fuen­te: El Porteño

Itu­rria /​Fuen­te

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