Femi­nis­mos. Vio­len­cia, boi­cots y pre­jui­cios ayu­dan a expli­car défi­cit de muje­res en la polí­ti­ca de Brasil

Por Nara Lacer­da, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 de octu­bre de 2020.

Bra­sil es uno de los últi­mos paí­ses en Amé­ri­ca Lati­na en ran­king de la ONU de dere­chos y repre­sen­ta­ción femenina

«Lo que afir­mo es que mi mujer no vota­rá». La decla­ra­ción del par­la­men­ta­rio Coelho Cam­pos, en 1891, da el tono de los posi­cio­na­mien­tos que impi­die­ron que Bra­sil sea la pri­me­ra nación del mun­do en apro­bar el voto feme­nino. En esa oca­sión, el país dis­cu­tía la ela­bo­ra­ción de la pri­me­ra Cons­ti­tu­ción de la Repú­bli­ca y la posi­bi­li­dad de sufra­gio para ellas reci­bió el apo­yo de 31 cons­ti­tu­yen­tes. No obs­tan­te, en el ple­na­rio, la pre­sión fue mayor y la idea no se concretó.

Fue sola­men­te en 1932, más de cua­tro déca­das des­pués, que el dere­cho de las muje­res al voto se con­vir­tió en reali­dad. Aun así, ape­nas para las alfa­be­ti­za­das y emplea­das. Des­de enton­ces a la fecha, no es exa­ge­ra­ción usar la pala­bra retro­ce­so para el pro­ce­so de inclu­sión feme­ni­na en la polí­ti­ca bra­si­le­ña. En Amé­ri­ca Lati­na, por ejem­plo, el país figu­ró en noveno lugar, entre once paí­ses, en un índi­ce de dere­chos y par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca de muje­res, divul­ga­do en sep­tiem­bre por el Pro­gra­ma de las Nacio­nes Uni­das para el Desa­rro­llo (PNUD) y a ONU Muje­res, con el apo­yo de la orga­ni­za­ción IDEA Internacional.

Para visua­li­zar el tama­ño del retro­ce­so, Ara­bia Sau­di­ta tie­ne más muje­res en la polí­ti­ca que nosotros

El Infor­me Ate­nea ana­li­zó 40 fac­to­res, divi­di­dos en temas que van des­de las con­di­cio­nes que las muje­res tie­nen para ejer­cer sus fun­cio­nes has­ta la par­ti­ci­pa­ción en par­ti­dos y el dere­cho al voto. Cada aspec­to reci­bió una pun­tua­ción que varía entre 0 y 100. Entre los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, Bra­sil que­dó en ante­pe­núl­ti­mo lugar, con 39,5 pun­tos. En la cla­si­fi­ca­ción mun­dial que­dó atrás de nacio­nes como Etio­pia, Timor Les­te y Ara­bia Saudita.

Para Lígia Fabris, abo­ga­da y pro­fe­so­ra de dere­cho de la Fun­da­ción Getú­lio Var­gas (FGV), la posi­ción bra­si­le­ña es vergonzosa.

«Pare­ce un enig­ma. En Amé­ri­ca Lati­na ente­ra muchos paí­ses tuvie­ron avan­ces fan­tás­ti­cos en los últi­mos tiem­pos y Bra­sil con­ti­núa per­sis­tien­do en el atra­so. El país man­tie­ne una bají­si­ma repre­sen­ta­ción de muje­res en la polí­ti­ca y es moti­vo de ver­güen­za mun­dial, regio­nal, en todos los aspec­tos. Para visua­li­zar el tama­ño del retro­ce­so, Ara­bia Sau­di­ta tie­ne más muje­res en la polí­ti­ca que noso­tros», afirma.

Las difi­cul­ta­des para cam­biar el cua­dro son diver­sas, des­de la fal­ta de una legis­la­ción que obli­gue a los par­ti­dos a garan­ti­zar la pari­dad, has­ta la resis­ten­cia de quien hoy ocu­pa el poder en dejar espa­cio. Incluir social­men­te, eco­nó­mi­ca­men­te y polí­ti­ca­men­te la diver­si­dad que for­ma el país nun­ca fue el fuer­te de Bra­sil. En el caso de la repre­sen­ta­ción de las muje­res en la polí­ti­ca, has­ta el año de 2018, los par­ti­dos no tenían nin­gún tipo de obli­ga­ción de inver­tir en las candidaturas.

Si tene­mos 30% de can­di­da­tas efec­ti­vas y ellas reci­ben 30% de los recur­sos, la expec­ta­ti­va es que tuvié­ra­mos como míni­mo 30% de muje­res elec­tas. No tene­mos ni la mitad de eso.

En mar­zo de 2018, el Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral (STF) votó la Acción Direc­ta de Incons­ti­tu­cio­na­li­dad (ADI) 5617, que con­si­de­ra­ba incons­ti­tu­cio­nal el techo de 15% del Fon­do Par­ti­da­rio para la inclu­sión feme­ni­na. Para el STF, la reser­va pre­ci­sa­ba ser de, como míni­mo, 30%. Fabris par­ti­ci­pó en el pro­ce­so e hizo la sus­ten­ta­ción oral en defen­sa del aumen­to de la asig­na­ción. Ella cuen­ta que a par­tir de ese mar­co, hubo un aumen­to en la par­ti­ci­pa­ción de las muje­res en la polí­ti­ca, pero no el sufi­cien­te para dar cuen­ta del atra­so de casi un siglo en el debate.

«Cam­bia­ron la regu­la­ción de la inver­sión de recur­sos en can­di­da­tu­ras feme­ni­nas, pero hay muchos otros fac­to­res que es nece­sa­rio vigi­lar, inclu­si­ve para que poda­mos estar segu­ras de que ese dine­ro está lle­gan­do real­men­te a las can­di­da­tas muje­res. Si tene­mos 30% de can­di­da­tas efec­ti­vas y ellas reci­ben 30% de los recur­sos, la expec­ta­ti­va es que tuvié­ra­mos como míni­mo 30% de muje­res elec­tas. No tene­mos ni la mitad de eso«, afir­ma la abogada.

Frau­des para elu­dir la ley de cuotas

El pri­mer gran obs­tácu­lo son los frau­des en can­di­da­tu­ras, que tie­nen el obje­ti­vo de bur­lar la cuo­ta de 30% para muje­res. Los par­ti­dos reser­van espa­cio lan­zan­do can­di­da­tas ape­nas nomi­nal­men­te, un cum­pli­mien­to de facha­da de la regla. Hay dis­cre­pan­cias tam­bién en el des­tino de los recur­sos, que muchas veces salen de las cam­pa­ñas feme­ni­nas irre­gu­lar­men­te para finan­ciar accio­nes elec­to­ra­les de can­di­da­tos hombres.

Ade­más de eso, no exis­te cas­ti­go pre­vis­to en ley para esas irre­gu­la­ri­da­des. Ya hubo un caso en que el Tri­bu­nal Supe­rior Elec­to­ral (TSE) eli­mi­nó una lis­ta ente­ra por frau­des en las can­di­da­tu­ras, pero el meca­nis­mo jurí­di­co no está en la legis­la­ción. «Fue un men­sa­je de un poder regu­la­dor fun­da­men­tal, que es el TSE, que decía que eso no es admi­si­ble y que los par­ti­dos debe­rían tomar­se en serio las cuo­tas», afir­ma Ligia.

Nue­va­men­te la reac­ción vino per­mea­da por el espí­ri­tu del atra­so. El año pasa­do, tra­mi­ta­ron en el Con­gre­so Nacio­nal pro­yec­tos de ley con el obje­ti­vo de extin­guir las cuo­tas. «Es como si los par­ti­dos dije­ran: si es de ver­dad, no quie­ro y si me obli­gan a hacer­lo, ya no lo quie­ro más», com­pa­ra Fabris. Según ella, la retó­ri­ca vino acom­pa­ña­da por un dis­cur­so «de que las muje­res no se inte­re­sa­rían por polí­ti­ca y que los par­ti­dos serían for­za­dos a frau­dar can­di­da­tu­ras, pues no habría muje­res intere­sa­das en núme­ro sufi­cien­te para cum­plir la ley».

Los boi­cots: una his­to­ria de lar­ga duración

Los pro­yec­tos de ley en reac­ción a meca­nis­mos que garan­ti­zan la pre­sen­cia feme­ni­na en la polí­ti­ca, que se tra­mi­ta­ron en el Con­gre­so en 2019, guar­dan mucho de la natu­ra­le­za de los boi­cots pasa­dos. En 1891, cuan­do Bra­sil ela­bo­ró su pri­me­ra Cons­ti­tu­ción repu­bli­ca­na, y tuvo la a opor­tu­ni­dad de ins­ti­tuir el voto feme­nino, la pre­sión reac­cio­na­ria fue tan sig­ni­fi­ca­ti­va, que algu­nos par­la­men­ta­rios lle­ga­ron a reti­rar su apo­yo a la medi­da. En los años siguien­tes, nue­vos inten­tos tam­bién fue­ron derri­ba­dos. En 1894, la Cons­ti­tu­ción Polí­ti­ca de la ciu­dad de San­tos (esta­do de São Pau­lo) con­ce­dió el dere­cho al voto a muje­res letra­das y emplea­das. Un gru­po de ciu­da­da­nos ingre­só un recur­so en el Con­gre­so Legis­la­ti­vo de São Pau­lo y derri­bó la propuesta.

En 1917, se pre­sen­tó al Con­gre­so una enmien­da alte­ran­do la ley elec­to­ral del año ante­rior e inclu­yen­do a las muje­res. En la Comi­sión de Cons­ti­tu­ción y Jus­ti­cia la idea fue recha­za­da. En pala­bras del enton­ces ponen­te, Afrâ­nio de Mello Fran­co: «Las pro­pias muje­res bra­si­le­ñas, en su gran mayo­ría, recha­za­rían el ejer­ci­cio del dere­cho de voto polí­ti­co, si este les fue­ra concedido».

En 1928, Rio Gran­de do Nor­te inclu­yó a las muje­res en las elec­cio­nes. El Sena­do, no obs­tan­te, hizo una recla­ma­ción que anu­ló los votos feme­ni­nos, ale­gan­do que era pre­ci­so legis­la­ción sobre el tema. El pro­yec­to que ven­dría a efec­ti­vi­zar­se fue pre­sen­ta­do en 1930, pero nue­va­men­te fue pos­ter­ga­do por la sus­pen­sión de acti­vi­da­des par­la­men­ta­rias duran­te la Revo­lu­ción de 1930, que puso fin a la lla­ma­da Pri­me­ra Repú­bli­ca (1889−1930) y lle­vó a Getu­lio Var­gas (1882−1954) a la presidencia.

El tex­to fue apro­ba­do sola­men­te en 1932, por el pro­pio Var­gas, pero la par­ti­ci­pa­ción era facul­ta­ti­va. El voto obli­ga­to­rio sólo lle­gó en 1934, aún así exclu­yen­do a las muje­res que no sabían leer y escri­bir y que no tra­ba­ja­ban. En el gru­po de juris­tas que ela­bo­ró nue­vo códi­go elec­to­ral esta­ba la mili­tan­te his­tó­ri­ca Bertha Luz (1894−1976).

La his­to­ria de Alme­rin­da Gama

Duran­te las cua­tro déca­das entre la pri­me­ra dis­cu­sión par­la­men­tar sobre voto feme­nino (1891) y la rea­li­za­ción del dere­cho (1932), Bra­sil tuvo tiem­po de ver la for­ma­ción de diver­sos movi­mien­tos, colec­ti­vos y enti­da­des femi­nis­tas que ini­cia­ron la lucha por el sufra­gio. Pero las incon­sis­ten­cias de la inclu­sión, de cier­ta for­ma, influen­cian has­ta hoy el rit­mo insu­fi­cien­te del avance.

La lucha por la repre­sen­ta­ción polí­ti­ca feme­ni­na fue per­mea­da por el con­tex­to his­tó­ri­co de exclu­sión del país. El movi­mien­to esta­ba com­pues­to por muje­res blan­cas, con mayor poder eco­nó­mi­co y acce­so a educación.

La his­to­ria de la abo­ga­da negra, Alme­rin­da Gama, ilus­tra bien ese esce­na­rio. Ele­gi­da repre­sen­tan­te cla­sis­ta, del Sin­di­ca­to de las Dac­ti­ló­gra­fas, a la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te de 1934, Gama fue la úni­ca cons­ti­tu­yen­te mujer, al lado de Car­lo­ta Perei­ra de Quei­rós, en medio de 252 hom­bres. Ella escri­bió artícu­los y par­ti­ci­pó acti­va­men­te en el movi­mien­to por repre­sen­ta­ción polí­ti­ca. Pio­ne­ra, Alme­rin­da, mien­tras tan­to, apa­re­ce poco en los docu­men­tos y tex­tos sobre el asun­to. Aun­que la foto que abre esta pie­za, de la mili­tan­te votan­do en la elec­ción para la Cons­ti­tu­yen­te, se haya con­ver­ti­do en icó­ni­ca por déca­das, el nom­bre del per­so­na­je rara­men­te es citado.

Gama nació en Ala­goas, cre­ció en Belém, en el esta­do de Pará, y migró a Rio de Janei­ro en su vida adul­ta. Hija de padre blan­co y madre negra, fue cria­da por la fami­lia pater­na, en medio de muje­res con acce­so a for­ma­ción. Alme­rin­da se casó, se que­dó viu­da y comen­zó a bus­car empleos que garan­ti­za­ran su sus­ten­to, pero siem­pre se encon­tra­ba con sala­rios meno­res y car­gos peo­res por el hecho de ser mujer.

Para la perio­dis­ta e his­to­ria­do­ra Cibe­le Teno­rio, que se dedi­ca a res­ca­tar la his­to­ria de Alme­rin­da des­de 2013, el des­per­tar de la mili­tan­te para la lucha por los dere­chos polí­ti­cos de las muje­res está total­men­te conec­ta­do a los desa­fíos que encon­tró como tra­ba­ja­do­ra. «Yo supon­go que Alme­rin­da se per­ci­be mujer a par­tir de la opre­sión del mun­do del tra­ba­jo», dice.

Al mudar­se a Rio de Janei­ro, ella se unió a las reunio­nes con­du­ci­das por Bertha Lutz en la Fede­ra­ción Bra­si­le­ña por el Pro­gre­so Feme­nino. La orga­ni­za­ción era la más pre­emi­nen­te del perío­do y tuvo influen­cia fun­da­men­tal en las con­quis­tas. El gru­po com­pues­to por muje­res blan­cas, de cla­se media alta, guar­da­ba dife­ren­cias estruc­tu­ra­les con la viven­cia de Alme­rin­da. Mien­tras actua­ba en la comu­ni­ca­ción de la Fede­ra­ción, ella cur­sa­ba la facul­tad de dere­cho, escri­bía para perió­di­cos, hacía tra­duc­cio­nes y era dactilógrafa.

En los años siguien­tes, siguió en la lucha polí­ti­ca. Pero se sepa­ró del movi­mien­to femi­nis­ta e inclu­yó más aún las cues­tio­nes labo­ra­les en su militancia.

«Ella se sepa­ró del movi­mien­to de muje­res. Hay algu­nos inter­cam­bios de car­tas en los que que­dan explí­ci­tas las cues­tio­nes de cla­se. De quien tie­ne una reali­dad dife­ren­te. La Fede­ra­ción no apo­ya­ba cier­tos temas que para Alme­rin­da eran caros y ella ter­mi­nó sepa­rán­do­se», cuen­ta Tenorio.

Es des­de esa tri­bu­na que Marie­lle Fran­co dice ‘No seré inte­rrum­pi­da’. Sólo exis­te Marie­lle por­que exis­tió Bene­di­da da Sil­va. Sólo exis­te Bene­di­ta por­que exis­tió Almerinda

Una de las bús­que­das de su inves­ti­ga­ción es por la fecha de muer­te de la mili­tan­te, naci­da en 1899. En los pocos regis­tros sobre Alme­rin­da, la infor­ma­ción apa­re­ce en blan­co. «Exis­te un borra­do que dice mucho sobre esto. Esas pio­ne­ras mue­ren y noso­tras no sabe­mos que pasó con ellas, cómo fue su vejez», eva­lúa la historiadora.

Al hablar sobre la foto his­tó­ri­ca que mues­tra a Alme­rin­da votan­do, Teno­rio se emo­cio­na. «Esta foto es en el Pala­cio Tira­den­tes, que era la Cáma­ra Fede­ral antes de mudar­se a Bra­si­lia. El Pala­cio Tira­den­tes es hoy la Cáma­ra de Con­ce­ja­les (en Rio de Janei­ro). Es des­de esa tri­bu­na que Marie­lle (Fran­co) dijo ‘No seré inte­rrum­pi­da’. Cuan­do deci­mos que nues­tros pasos vie­nen de lejos, y Marie­lle dice mucho eso, sólo exis­te Marie­lle (1979−2018) por­que exis­tió Bene­di­ta da Sil­va (PT). Sólo exis­te Bene­di­ta por­que exis­tió Alme­rin­da», concluye.

El obs­tácu­lo de la violencia

El cre­ci­mien­to de la vio­len­cia polí­ti­ca en Bra­sil, nota­do con más fuer­za en los últi­mos años, tam­bién atin­ge las muje­res de mane­ra des­pro­por­cio­na­da. En algu­nos aspec­tos ellas son las mayo­res víc­ti­mas. Un estu­dio hecho por las ONG Tie­rra de Dere­chos y Jus­ti­cia Glo­bal, divul­ga­do en sep­tiem­bre últi­mo, mapeó ocu­rren­cias de 2016 has­ta 2020. En el caso de las ofen­sas 76% de los blan­cos eran mujeres.

La con­clu­sión del estu­dio es de que hay un cam­bio de con­fi­gu­ra­ción de las fuer­zas polí­ti­cas bra­si­le­ñas a par­tir de 2018 que pri­vi­le­gia el con­ser­va­du­ris­mo. Es una tác­ti­ca de des­mon­te de los pro­gre­sos con­se­gui­dos a lo lar­go de los perío­dos de demo­cra­cia, aun­que que tími­dos. En la coti­dia­ni­dad de las muje­res que tra­ba­jan con polí­ti­ca, esa vio­len­cia se mani­fies­ta de diver­sas formas.

La vida polí­ti­ca exi­ge una dedi­ca­ción que se enfren­ta muchas veces con nues­tras posi­bi­li­da­des y los pape­les que la socie­dad impo­ne a la mujer. Nadie pre­gun­ta dón­de está el hijo del candidato.

Rays­sa Tomaz, diri­gen­te y mili­tan­te hace diez años del Par­ti­do Ver­de (PV), rela­ta que eses desa­fíos se impo­nen de mane­ra sis­te­má­ti­ca para las muje­res. «El machis­mo incor­po­ra­do en nues­tra tra­yec­to­ria de vida tie­ne impac­tos sus­tan­cia­les en la cues­tión polí­ti­ca. Es muy común, cuan­do pen­sa­mos en una can­di­da­tu­ra, tene­mos la ima­gen del hom­bre blan­co, con­ser­va­dor y exi­to­so», analiza.

Los rela­tos per­so­na­les y pro­fe­sio­na­les de Rays­sa se pare­cen a situa­cio­nes vivi­das por una mayo­ría de muje­res, no sólo en la vida polí­ti­ca, sino en la socie­dad en gene­ral. Ella cuen­ta que, actuan­do en car­gos de coor­di­na­ción, toda­vía tie­ne que lidiar con la des­va­lo­ri­za­ción y los cues­tio­na­mien­tos diariamente.

«La vida polí­ti­ca exi­ge una dedi­ca­ción que se enfren­ta muchas veces con la posi­bi­li­dad que tene­mos y los pape­les que la socie­dad impo­ne a la mujer. Nadie pre­gun­ta nun­ca dón­de está el hijo del can­di­da­to. Cuan­do tene­mos el acu­mu­la­do de los pape­les socia­les, tener un papel polí­ti­co es otra acti­vi­dad en una jor­na­da que ya es exte­nuan­te», explica.

No hay garan­tía de nues­tra inte­gri­dad físi­ca y emo­cio­nal. Tam­bién es el mie­do lo que nos hace sobrevivir

En artícu­lo ana­li­zan­do la vio­len­cia con­tra las muje­res como impe­di­men­to de pla­ta­for­mas polí­ti­cas feme­ni­nas, la mili­tan­te usa su pro­pio ejem­plo. El tex­to narra un inten­to de femi­ni­ci­dio sufri­do por ella mis­ma en 2017. «(Escri­bir fue) una posi­bi­li­dad de sen­si­bi­li­zar otras com­pa­ñe­ras de la actua­ción polí­ti­ca y, aún más impor­tan­te, lla­mar a hom­bres que hacen de esta misión su camino de vida para jun­tos bus­car efec­ti­vi­dad en la garan­tía de más igual­dad para todos», justificó.

Las con­clu­sio­nes podrían ser apli­ca­das al ambien­te social como un todo, dado el alto chan­ce de sufrir vio­len­cia que una mujer corre en Bra­sil. «No hay garan­tías de nues­tra inte­gri­dad físi­ca, mucho menos emo­cio­nal. Tam­bién es el mie­do lo que nos hace sobre­vi­vir. Mie­do de que algo nos pase, les pase a nues­tros hijos o a tan­tas otras per­so­nas. El mie­do hoy es mi mayor com­bus­ti­ble», con­clu­ye Rays­sa Tomaz.

Edi­ción: Rogé­rio Jordão

Tra­duc­ción: Pilar Troya

Fuen­te: bra​sil​de​fa​to​.com​.br/​2​0​2​0​/​1​0​/​2​6​/​v​i​o​l​e​n​c​i​a​-​b​o​i​c​o​t​s​-​y​-​p​r​e​j​u​i​c​i​o​s​-​a​y​u​d​a​n​-​a​-​e​x​p​l​i​c​a​r​-​d​e​f​i​c​i​t​-​d​e​-​m​u​j​e​r​e​s​-​e​n​-​l​a​-​p​o​l​i​t​ica, Kao­sen­la­red.

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