Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Mareas mul­ti­co­lo­res de indig­na­ción popular

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de octu­bre 2020.

En Fran­cia, en noviem­bre 2018, fui­mos tes­ti­gos del sur­gi­mien­to de un movi­mien­to de masas sin igual que demos­tró ante el mun­do que los sin voz, los sin per­so­ne­ría jurí­di­ca, los sin impor­tan­cia, sí son los acto­res del cam­bio, sí son capa­ces de trans­for­mar una reali­dad que los gobier­nos y los medios han esta­ble­ci­do como inva­ria­ble e irre­ver­si­ble. Hablo de los Gilets Jau­nes, los Cha­le­cos Ama­ri­llos, un movi­mien­to que es signo de cómo el poder popu­lar sobe­rano se opo­ne al poder legi­ti­ma­do de las oligarquías.

La ola ama­ri­lla tuvo su ori­gen en la indig­na­ción y resis­ten­cia al aumen­to del pre­cio de la gaso­li­na, por par­te de per­so­nas del común, per­so­nas tra­ba­ja­do­ras que ya no logran vivir de su queha­cer y deci­den por ello movi­li­zar­se. En cues­tión de sema­nas, cada sába­do, pasa­ron de una sim­ple peti­ción, la de aca­bar con el “impues­to car­bón” y bajar el pre­cio de la gaso­li­na, a una situa­ción insu­rrec­cio­nal exi­gien­do la dimi­sión del pre­si­den­te Emma­nuel Macron, y que se pusie­ra fin de la subas­ta en que se ofre­cen los bie­nes comu­nes de la repú­bli­ca a los intere­ses vam­pí­ri­cos de las oli­gar­quías inter­na­cio­na­les. Demos­tra­ron per­sis­ten­cia, con­ti­nui­dad y repe­ti­ción en la orques­ta­ción de esa movi­li­za­ción sin precedente.

Con el obje­ti­vo de lograr un blo­queo nacio­nal con­tra el aumen­to del pre­cio de la gaso­li­na, los cha­le­cos ama­ri­llos fue­ron tomán­do­se las roton­das, los cru­ces impor­tan­tes de la red vial del país, hacien­do peda­go­gía y enta­blan­do un diá­lo­go con la ciu­da­da­nía sobre el por­qué de su movi­li­za­ción y las peti­cio­nes plan­tea­das al gobierno fran­cés. Obte­nien­do como res­pues­ta por par­te de Macron y su gabi­ne­te sola­men­te des­dén, sor­de­ra y cinis­mo, el movi­mien­to fue cre­cien­do y las razo­nes por las cua­les ocu­pa­ban las calles y las carre­te­ras fue­ron acu­mu­lán­do­se. La indig­na­ción de unos pocos se vol­vió la cóle­ra de millones.

En Fran­cia tam­bién, los man­da­ta­rios y los medios de comu­ni­ca­cio­nes se empe­ña­ron en estig­ma­ti­zar, des­va­lo­ri­zar o ridi­cu­li­zar la mani­fes­ta­ción de des­con­ten­to de los sec­to­res más empo­bre­ci­dos de la sociedad.

El empo­de­ra­mien­to de la ciu­da­da­nía a diri­gir su des­con­ten­to hacia la irres­pon­sa­bi­li­dad guber­na­men­tal, a exi­gir a los gober­nan­tes el fin de un régi­men de des­igual­dad, de injus­ti­cia social, eco­nó­mi­ca, ambien­tal, tri­bu­ta­ria, y a exi­gir gober­nan­za y res­pe­to de la pri­ma­cía del inte­rés gene­ral sobre los intere­ses par­ti­cu­la­res de unos pri­vi­le­gia­dos, hizo visi­ble ante el mun­do que el poder sobe­rano de los Pue­blos en nues­tras debi­li­ta­das demo­cra­cias no se limi­ta exclu­si­va­men­te el ejer­ci­cio del voto elec­to­ral periódico.

La repú­bli­ca, opues­ta a los regí­me­nes aris­to­crá­ti­cos y teo­crá­ti­cos, se eri­ge hoy con­tra la plu­to­cra­cia de los des­po­ja­do­res y aca­pa­ra­do­res, y se mani­fies­ta de mane­ra mul­ti­tu­di­na­ria en las calles del mundo.

Cuan­do los man­da­ta­rios no cum­plen con sus res­pon­sa­bi­li­da­des, con el man­da­to popu­lar que se les ha con­ce­di­do, así como con el orden cons­ti­tu­cio­nal, es deber y dere­cho del Pue­blo sobe­rano sacar­los de sus tro­nos. Pues es el pue­blo el últi­mo guar­dián y garan­te de la Cons­ti­tu­ción, des­pués de la rup­tu­ra del pac­to social.

Las carre­te­ras, calles y pla­zas de Colom­bia son el sis­te­ma ner­vio­so del país, y cada mani­fes­ta­ción de des­con­ten­to o de opo­si­ción, es una alar­ma que se encien­de y que des­en­ca­de­na meca­nis­mos de sal­va­guar­da de la inte­gri­dad y de la salud de la repú­bli­ca y de la democracia.

En Colom­bia, debe­mos nutrir­nos de las expe­rien­cias ple­be­yas glo­ba­les, y la expe­rien­cia de los Cha­le­cos Ama­ri­llos nos brin­da un apren­di­za­je fun­da­men­tal: es nece­sa­rio que la indig­na­ción y la con­tes­ta­ción calle­je­ra logren trans­for­mar­se en fuer­za polí­ti­ca de cam­bio. Sólo así se podrá dar un vuel­co a la cri­sis de representatividad.

La con­fluen­cia de los sec­to­res pre­ca­ri­za­dos en las calles de Colom­bia des­mien­te a aque­llos con­ven­ci­dos que en el país impe­ran la pasi­vi­dad ciu­da­da­na, el ais­la­mien­to des­po­li­ti­za­do y el fata­lis­mo. La pues­ta en común y el reco­no­ci­mien­to mutuo de las mis­mas expe­rien­cias dolo­ro­sas crea en noso­tros un pro­fun­do sen­ti­mien­to de per­te­nen­cia a una comu­ni­dad social y polí­ti­ca de subal­ter­nos. La irrup­ción de la pro­tes­ta masi­va y la apro­pia­ción social del espa­cio públi­co en las calles cam­bió ya esa aplas­tan­te pesan­tez de la dominación.

La acción en con­jun­to de las mul­ti­tu­des y el inter­cam­bio entre igua­les, for­ta­le­cen los lazos cola­bo­ra­ti­vos y for­ja la expe­rien­cia de una pode­ro­sa comu­ni­dad de afec­tos y sen­si­bi­li­da­des. Lo que nos uni­rá es el pro­gra­ma dia­lo­ga­do: pun­to a pun­to, día tras días. Cada uno y cada una pue­de y debe encon­trar en él sus aspi­ra­cio­nes y solu­cio­nes a los retos que enfren­ta­mos como sociedad.

La movi­li­za­ción es inapro­pia­ble, dada su ampli­tud y su diver­si­dad. Nada ni nadie sus­ti­tu­ye a la pro­pia orga­ni­za­ción del pue­blo, que ha expre­sa­do su recha­zo a las estruc­tu­ras pira­mida­les, al auto­nom­bra­mien­to de voce­ros y repre­sen­tan­tes, y a las nego­cia­cio­nes tras bam­ba­li­nas entre par­tes aje­nas al inte­rés gene­ral. Aquí y aho­ra, se tra­ta de diá­lo­go, de acuer­dos y de unidad.

La min­ga de fuer­zas movi­li­za­das en estas últi­mas sema­nas en Colom­bia, es el refle­jo de la plu­ra­li­dad y la diver­si­dad de todos los que hemos sufri­do la domi­na­ción y la vio­len­cia de la oli­gar­quía en este país.

Autó­no­ma, impres­cin­di­ble y pode­ro­sa, la actual movi­li­za­ción, codo a codo, por la vida y en con­tra de las polí­ti­cas de muer­te, jun­to con los deba­tes y las ini­cia­ti­vas que ella ha gene­ra­do, son el fun­da­men­to de esta alian­za his­tó­ri­ca entre las fuer­zas pro­gre­sis­tas y demo­crá­ti­cas del Pue­blo colombiano.

Atre­vá­mo­nos a soñar en gran­de: asam­bleas en los barrios y las vere­das de Colom­bia, com­par­tien­do ideas, crean­do y deli­be­ran­do acer­ca de solu­cio­nes y comu­ni­can­do por todos los cana­les que están a nues­tra dis­po­si­ción. Soñé­mo­nos un gobierno popu­lar des­de abajo.

Nues­tra guía es la peda­go­gía de la espe­ran­za, y nues­tro cam­po de acción los talle­res de la uto­pía. Pues al igual que todos los Pue­blos indig­na­dos del mun­do, sere­mos noso­tros quie­nes deci­da­mos sobre nues­tro pro­pio des­tino. Fran­cia, aquí tam­bién somos todos cha­le­cos ama­ri­llos, azu­les y rojos.

Fuen­te: PaCo­Col /​/​Cuar­to de hora

Itu­rria /​Fuen­te

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