Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Octu­bre revo­lu­cio­na­rio y guerrillero

Por Jor­ge Arrea­za Mon­tse­rrat. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de octu­bre de 2020.

La his­to­ria de la huma­ni­dad ha teni­do un sin­fín de pro­pues­tas sobre lo que sig­ni­fi­ca el con­cep­to de jus­ti­cia en las rela­cio­nes huma­nas. Esto deter­mi­na el sen­ti­do de la socie­dad. Cuan­do Aris­tó­te­les defi­nía al ser humano como un ani­mal polí­ti­co –poli­ti­kón zóion– lo hacía atri­bu­yén­do­le la cua­li­dad de la razón –logos-, lo cual a su vez per­mi­tía dife­ren­ciar lo ven­ta­jo­so de lo per­ju­di­cial, y por ello tam­bién lo jus­to y lo injus­to. Esta diser­ta­ción ele­men­tal es la base de la polí­ti­ca como ejer­ci­cio del deba­te para la cons­truc­ción de la sociedad.

Las comu­ni­da­des se apro­xi­man a la idea de jus­ti­cia y defi­nen los ele­men­tos que dan sopor­te a los prin­ci­pios para las rela­cio­nes entre sus inte­gran­tes. Así vemos cómo la socie­dad libe­ral moder­na esta­ble­ce como valor axio­ló­gi­co la liber­tad de los indi­vi­duos para la pro­pie­dad y la acu­mu­la­ción, aun­que la voca­ción ili­mi­ta­da e inevi­ta­ble de este prin­ci­pio per­ju­di­que al res­to de la socie­dad. Esta es una for­ma de ver el mun­do, pero no la única.

La Revo­lu­ción Boli­va­ria­na se reco­no­ce en el sen­ti­do de la igual­dad y la pro­tec­ción de las gran­des mayo­rías, en la nece­si­dad de luchar con­tra la vora­ci­dad del capi­ta­lis­mo (que a su vez dis­mi­nu­ye la dig­ni­dad de aque­llos que no per­te­ne­cen al redu­ci­do gru­po que habi­ta en la cús­pi­de del sacro­san­to mer­ca­do). Esta visión la asu­mi­mos como cuer­po polí­ti­co nacio­nal, repre­sen­ta­da en el pen­sa­mien­to y la acción de un hom­bre: Hugo Chá­vez. La entre­ga del Coman­dan­te, su pen­sa­mien­to y ejer­ci­cio polí­ti­co nos per­mi­ten apro­piar­nos con cla­ri­dad de esta idea. La abs­trac­ción teó­ri­ca e idea­lis­ta se mate­ria­li­za en un ser humano con­cre­to con valo­res y accio­nes que no se des­vían ni un milí­me­tro de su pro­pó­si­to. Cohe­ren­te­men­te consecuente.

Octu­bre, en el pen­sa­mien­to revo­lu­cio­na­rio glo­bal, nos ofre­ce la posi­bi­li­dad de recor­dar la rela­ción dia­ló­gi­ca entre idea y hom­bre. Para el pue­blo vene­zo­lano de hoy, octu­bre nos ilu­mi­na con la vic­to­ria popu­lar del Coman­dan­te Chá­vez del año 2012 y su heroi­ca cam­pa­ña elec­to­ral, a pesar del sufrir de su sobre­ve­ni­da enfer­me­dad. Este épi­co esfuer­zo por man­te­ner la pro­tec­ción de la paz y la sobe­ra­nía de su Patria que­dó plas­ma­da en las foto­gra­fías de aquel inol­vi­da­ble cie­rre de cam­pa­ña bajo un torren­cial agua­ce­ro el 4 de octu­bre de ese año.

Des­de prin­ci­pios del siglo XX, con cada mes de octu­bre, evo­ca­mos, por una par­te, el tras­cen­den­tal momen­to que colo­có como reali­dad la posi­bi­li­dad de un gobierno de las gran­des mayo­rías: la Revo­lu­ción Bol­che­vi­que bajo el man­do de Vla­di­mir Ilich Uliá­nov (Lenin). Y en la dimen­sión del indi­vi­duo-fuer­za, cada 8 de este mes recor­da­mos la ges­ta del hom­bre nue­vo lati­no­ame­ri­cano. Ernes­to Che Gue­va­ra encar­na las prin­ci­pa­les vir­tu­des y sen­ti­mien­tos que mate­ria­li­zan el sue­ño revo­lu­cio­na­rio en Nues­tra América.

El 25 de octu­bre de 1917 ‑de acuer­do al calen­da­rio juliano vigen­te en Rusia para ese tiem­po, 7 de noviem­bre en la lógi­ca tem­po­ral occi­den­tal- la Revo­lu­ción Bol­che­vi­que lide­ra­da por Lenin logra, a tra­vés de una difí­cil lucha por par­te de las cla­ses subal­ter­nas, lle­gar al poder y con­so­li­dar el pri­mer gobierno con­tra­rio a la lógi­ca hege­mó­ni­ca libe­ral bur­gue­sa. La vic­to­ria de los Soviets y el pue­blo ruso colo­ca­ron sobre la pales­tra mun­dial una nue­va for­ma de ver el gobierno y, muy espe­cial­men­te, la dis­tri­bu­ción de los recur­sos que com­po­nían la rique­za gene­ral de la nación: el núcleo de la lucha de clases.

Lenin lide­ró la Revo­lu­ción Bol­che­vi­que en 1917 (Foto: Archivo)

Lenin colo­ca­ba el deba­te en tér­mi­nos prác­ti­cos, en el con­trol sobre los medios de pro­duc­ción que gene­ra bie­nes, ser­vi­cios y rique­zas para todo el país. El líder sovié­ti­co luchó con­tra la idea natu­ra­li­za­da que esta­ble­cía que la bur­gue­sía debía diri­gir el Esta­do y la eco­no­mía, por­que son sus miem­bros los úni­cos capa­ci­ta­dos para ello. Así sur­gía una nue­va for­ma de abor­da­je de la cosa públi­ca, que impli­ca un auto-reco­no­ci­mien­to del pue­blo y la cla­se tra­ba­ja­do­ra como garan­tes de una nue­va dis­po­si­ción en la socie­dad. Nos dice Lenin:

«Una de las más impor­tan­tes tareas, si no la más impor­tan­te, de la hora pre­sen­te con­sis­te en desa­rro­llar todo lo posi­ble esa libre ini­cia­ti­va de los obre­ros y de todos los tra­ba­ja­do­res y explo­ta­dos en su obra crea­do­ra de orga­ni­za­ción. Hay que des­ha­cer a toda cos­ta el vie­jo pre­jui­cio absur­do, sal­va­je, infa­me y odio­so, según el cual sólo las lla­ma­das ‘cla­ses supe­rio­res’, sólo los ricos o los que han pasa­do por la escue­la de los ricos, pue­den admi­nis­trar el Esta­do, diri­gir, en el terreno de la orga­ni­za­ción, la cons­truc­ción de la socie­dad socialista (…)

«Es nece­sa­rio luchar con­tra la vie­ja cos­tum­bre de con­si­de­rar la medi­da del tra­ba­jo y los medios de pro­duc­ción des­de el pun­to de vis­ta del hom­bre escla­vi­za­do que se pre­gun­ta cómo podrá liber­tar­se de un peso suple­men­ta­rio, cómo podrán qui­tar algo a la bur­gue­sía. Los obre­ros avan­za­dos y cons­cien­tes han comen­za­do ya esta lucha y res­pon­den vigo­ro­sa­men­te a los ele­men­tos adve­ne­di­zos, que han acu­di­do a las fábri­cas en núme­ro par­ti­cu­lar­men­te gran­de duran­te la gue­rra, y que que­rrían tra­tar la fábri­ca, que per­te­ne­ce al pue­blo, que ya es pro­pie­dad del pue­blo, como antes, úni­ca­men­te con el cri­te­rio de ‘sacar el mayor pro­ve­cho y mar­char­se’. Cuán­to hay de cons­cien­te, hon­ra­do y refle­xi­vo entre los cam­pe­si­nos y en las masas tra­ba­ja­do­ras que se alza­rá en esa lucha al lado de los obre­ros avanzados».

Pode­mos cri­ti­car múl­ti­ples pro­ce­sos, polí­ti­cas y des­via­cio­nes de la super­es­truc­tu­ra de la URSS, pero sería absur­do negar que su pro­pues­ta de cons­truc­ción polí­ti­ca y social se diri­gió al cora­zón de las nece­si­da­des de las gran­des mayo­rías. Esto no es pro­pa­gan­da. Si se hace una rigu­ro­sa revi­sión de los indi­ca­do­res que refle­jan el bien­es­tar humano, resul­ta evi­den­te que la expec­ta­ti­va de vida de sus ciu­da­da­nos estu­vo siem­pre por enci­ma de la media mun­dial, en tal sen­ti­do se pue­de com­pro­bar que dis­mi­nu­ye­ron las muer­tes infan­ti­les, y se incre­men­tó la media en la talla de sus habi­tan­tes; en mate­ria edu­ca­ti­va se redu­je­ron los nive­les de anal­fa­be­tis­mo, aumen­tan­do los nive­les de pobla­ción esco­la­ri­za­da; en cuan­to a ali­men­ta­ción, la inges­ta caló­ri­ca y de pro­teí­nas per cápi­ta eran muy supe­rio­res a las esta­dís­ti­cas pre­sen­ta­das por el blo­que occi­den­tal y final­men­te dis­mi­nu­ye­ron los nive­les de des­igual­dad, la dis­tri­bu­ción de la rique­za fue mucho más equi­ta­ti­va entre sus habitantes.

Para revi­sar a fon­do estos ele­men­tos que esbo­za­mos some­ra­men­te, reco­men­da­mos revi­sar el siguien­te tra­ba­jo sobre «El nivel de vida en la Unión Sovié­ti­ca«. Allí se com­prue­ba, en deta­lle, que el enfo­que del gobierno socia­lis­ta se diri­ge a satis­fa­cer las nece­si­da­des fun­da­men­ta­les de la gente.

Estos hechos incues­tio­na­bles se con­fi­gu­ran como una ame­na­za para el sis­te­ma capi­ta­lis­ta que ope­ra des­de la ace­ra con­tra­ria: vela por los intere­ses de los más pode­ro­sos, afian­za el sis­te­ma de des­igual­dad jus­ti­fi­cán­do­lo a tra­vés de la pere­gri­na idea del dar­wi­nis­mo social, pro­mue­ve la acu­mu­la­ción des­pro­por­cio­na­da, gene­ran­do ham­bre y mise­ria para las gran­des mayo­rías de la socie­dad, tra­ta a sec­to­res fun­da­men­ta­les para la vida como la salud, la edu­ca­ción y la ali­men­ta­ción como una mer­can­cía, y un lar­go etcé­te­ra de bar­ba­ri­da­des que nie­gan a la huma­ni­dad en favor del mer­ca­do. El capi­ta­lis­mo es el Caín de la her­man­dad humana.

La res­pues­ta del capi­ta­lis­mo y el blo­que hege­mó­ni­co occi­den­tal fue y es arre­me­ter con­tra el con­tra­mo­de­lo a tra­vés de la men­ti­ra, la des­in­for­ma­ción y la pro­pa­gan­da insi­dio­sa sobre la insis­ten­te y evi­den­te bús­que­da de la jus­ti­cia en aque­lla inci­pien­te expe­rien­cia socia­lis­ta. Todo el sis­te­ma comu­ni­ca­cio­nal impe­ria­lis­ta ‑el cine, la tele­vi­sión, la pren­sa, la opi­nión publi­ca­da- se puso al ser­vi­cio del des­pres­ti­gio de una alter­na­ti­va que pro­cu­ra­ba un mun­do más jus­to, a tra­vés de un ser humano cons­cien­te y solidario.

Las medias ver­da­des, la ela­bo­ra­ción de mitos des­pro­por­cio­na­dos, la fal­si­fi­ca­ción de datos, son ejer­ci­cio coti­diano en la fábri­ca cor­po­ra­ti­va de la mediá­ti­ca capi­ta­lis­ta. El derrum­be del blo­que sovié­ti­co, como con­se­cuen­cia de sus pro­pios erro­res y de la con­fron­ta­ción en el terreno com­pe­ti­ti­vo del enemi­go duran­te la Gue­rra Fría, no detu­vo la maqui­na­ria de difa­ma­ción, que ha para­do has­ta el día de hoy. La idea de un mun­do de igual­dad entre todos los seres huma­nos ate­rra a los posee­do­res del capi­tal mundial.

Otro hito de octu­bre, se posa sobre Ernes­to Gue­va­ra de la Ser­na como refe­ren­te de la dig­ni­dad y la cohe­ren­cia entre pala­bra y acción. Cuan­do Fidel Cas­tro lo pro­pu­so como arque­ti­po y ejem­plo del hom­bre nue­vo, no lo hizo a la lige­ra. Su tesis se sopor­ta­ba en una vida rec­ta y con­se­cuen­te. Su espí­ri­tu de lucha y sacri­fi­cio es la mues­tra para todos aque­llos que bus­ca­mos cons­truir un mun­do más jus­to, de igual­dad y feli­ci­dad. Es la otra dimen­sión de la uto­pía revo­lu­cio­na­ria, aque­lla que toma como refe­ren­cia la emu­la­ción de un suje­to que encar­na sus prin­ci­pa­les virtudes.

Ernes­to Che Gue­va­ra leyen­do en el Con­go en 1965 (Foto: Cen­tro de Estu­dios Che Guevara)

Si hay algo que carac­te­ri­za al Che es su inque­bran­ta­ble com­pro­mi­so y cons­tan­cia por la cau­sa revo­lu­cio­na­ria. En el libro de Igna­cio Ramo­net, 100 horas con Fidel, el líder de la Revo­lu­ción Cuba­na, ami­go, jefe y cama­ra­da de Ernes­to, refle­ja­ba esa cua­li­dad que lo lle­va­ba a enfren­tar cual­quier tarea, así fue­ra impo­si­ble para su per­so­na. En su memo­ria, rela­ta un ejer­ci­cio de pre­pa­ra­ción que hacían en Méxi­co cuan­do se entre­na­ban para la acción gue­rri­lle­ra y que con­sis­tía en subir a la cima del Popo­ca­té­petl, a más de 5 mil metros de altu­ra y con nie­ves per­pe­tuas. El Che era asmá­ti­co y esa misión era inal­can­za­ble para su enti­dad. Así rela­ta Fidel:

«Nun­ca lle­ga­ba arri­ba, nun­ca lle­gó a la cima del Popo­ca­té­petl. Pero vol­vía a inten­tar de nue­vo subir, y se habría pasa­do toda la vida inten­ta­do subir el Popo­ca­té­petl, hacía un esfuer­zo heroi­co, aun­que nun­ca alcan­za­ra aque­lla cum­bre. Usted ve el carác­ter. Da la idea de la for­ta­le­za espi­ri­tual, de su cons­tan­cia, una de sus características».

Su ase­si­na­to en la sel­va boli­via­na se pro­du­jo des­de los labo­ra­to­rios de la CIA como arma de disua­sión con­tra a la fie­bre revo­lu­cio­na­ria que se rega­ba por la pra­de­ra lati­no­ame­ri­ca­na. Nue­va­men­te apa­re­ció la infa­mia con­tra la ima­gen del gue­rri­lle­ro heroi­co, pro­cu­ran­do soca­var su ima­gen sub­ver­si­va e impo­lu­ta con los más des­tem­pla­dos argu­men­tos ena­je­na­dos de la ver­dad. Pero como dijo el Che: «Don­de quie­ra que la muer­te nos sor­pren­da, bien­ve­ni­da sea siem­pre que nues­tro gri­to de gue­rra haya sido escuchado».

El efec­to fue total­men­te el con­tra­rio: el sacri­fi­cio y la ima­gen inco­rrup­ti­ble del Che se con­vir­tie­ron en un sen­de­ro de reafir­ma­ción de la con­vic­ción de los pue­blos lati­no­ame­ri­ca­nos en la bús­que­da de la jus­ti­cia y la igual­dad. Sus dis­cur­sos de fue­go inex­tin­gui­ble por la dig­ni­dad de los pue­blos, el ejem­plo de cohe­ren­cia entre su pala­bra y acción, for­man par­te de la tra­di­ción liber­ta­ria del con­ti­nen­te, es par­te del com­bus­ti­ble que sos­tie­ne nues­tra lucha.

Para la Revo­lu­ción Boli­va­ria­na y los pro­ce­sos de libe­ra­ción uni­ver­sa­les, octu­bre es tiem­po de refle­xión y cele­bra­ción de la espe­ran­za. Los pro­yec­tos socia­lis­tas del siglo XXI deben mar­car el futu­ro. El empe­ño deter­mi­nis­ta del libe­ra­lis­mo por poner­le fin a la evo­lu­ción de la con­cien­cia huma­na es inú­til. No se tra­ta sola­men­te de que no todo está dicho, sino más bien que casi todo está por decir­se y crear­se en la nue­va huma­ni­dad, la de las muje­res y los hom­bres nue­vos que soñó el Che.

Se aso­ma hoy un pro­fun­do cam­bio de épo­ca. Depen­de­rá del resul­ta­do de esta eta­pa de la pug­na entre la opre­sión y la libe­ra­ción, la huma­ni­dad y las cor­po­ra­cio­nes, la flor y el arma nuclear, la vida y la muer­te, la son­ri­sa y la nada. La lucha de cla­ses, como el tiem­po, no se detie­ne, al menos no por aho­ra. Para­fra­sean­do al Liber­ta­dor: espe­ra­mos mucho de esa lucha defi­ni­ti­va y sus tiem­pos: su inmen­so vien­tre, lleno de con­tra­dic­cio­nes vir­tuo­sas, con­tie­ne más espe­ran­zas y vic­to­rias por venir, que suce­sos pasa­dos y derro­tas; y esta­mos segu­ros que sus pro­di­gios futu­ros deben ser muy supe­rio­res a los pretéritos.

¡Siem­pre venceremos!

Fuen­te: Misión Verdad

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