Puer­to Rico. Antes de ir a votar

Por Raul Cas­tro Serrano, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 9 de octu­bre de 2020.

De nue­vo esta­mos en este pro­ce­so elec­to­ral que tan dolo­ro­sa­men­te hemos apren­di­do a cono­cer, que tan­to ha cos­ta­do a nues­tra pacien­cia y tan­to ha defrau­da­do y ofen­di­do nues­tro con­cep­to de demo­cra­cia. En las elec­cio­nes del 2016 no voté en pro­tes­ta con­tra la exis­ten­cia de la Jun­ta de Con­trol Fis­cal. Esa fue una pro­tes­ta jus­ta y cuya razón de ser, sigue estan­do vigente.

Pero este año voy a votar. Voy a votar por­que no se pue­de res­pon­der con la abs­ten­ción elec­to­ral al levan­ta­mien­to del pue­blo duran­te el verano pasa­do. No se pude con­tem­plar cómo un pue­blo se pone en pie a pro­tes­tar como lo había­mos desea­do y suge­ri­do por déca­das, para enton­ces noso­tros actuar de la mis­ma mane­ra en que actua­ría alguien que fue­se indi­fe­ren­te a todo ese pro­ce­so. No dar­le con­ti­nui­dad con nues­tro voto a lo que allí pasó sería como unir­nos a los que desea­rían que la pro­tes­ta nun­ca hubie­se ocurrido.

Y al ir a votar ¿qué nos encontramos?

Nos encon­tra­mos con la mis­ma situa­ción de depen­den­cia eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca y sico­ló­gi­ca res­pec­to a los Esta­dos Uni­dos en que hemos esta­do por más de un siglo. Encon­tra­mos que los dos par­ti­dos prin­ci­pa­les están tra­tan­do de mane­jar las cri­sis que les ha pro­du­ci­do su res­pues­ta y su com­pli­ci­dad con esa dependencia.

Eco­nó­mi­ca­men­te esta­mos en depen­den­cia total. Pro­du­ci­mos una frac­ción peque­ña de lo que con­su­mi­mos y cuan­do tra­ta­mos de pro­du­cir más encon­tra­mos la fal­ta de apo­yo guber­na­men­tal y la com­pe­ten­cia de las cor­po­ra­cio­nes mul­ti­na­cio­na­les esta­dou­ni­den­se pro­te­gi­das por las clau­su­las de comer­cio inter­es­ta­tal de la Cons­ti­tu­ción de los Esta­dos Uni­dos que les per­mi­ten inva­dir impu­ne­men­te nues­tro mercado.

Tam­bién eco­nó­mi­ca­men­te y tam­bién gra­cias a la par­ti­ci­pa­ción de las cor­po­ra­cio­nes mul­ti­na­cio­na­les esta­dou­ni­den­ses, com­pra­mos una vas­ta can­ti­dad de pro­duc­tos “ame­ri­ca­nos” pro­du­cien­do una ganan­cia que no se que­da en nues­tro país para gene­rar más empleos y más ganan­cias, sino que se suc­cio­na fue­ra de nues­tra eco­no­mía para nutrir la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se. Esto es lo se lla­ma “fuga de capi­tal”. Esa situa­ción de que el dine­ro que pro­du­ci­mos se vacía en el sis­te­ma eco­nó­mi­co de la metró­po­li deja a muchos puer­to­rri­que­ños en la pobre­za. Enton­ces reci­bi­mos unas “ayu­das” que no están diri­gi­das a resol­ver sino a sos­te­ner la pobre­za apo­yan­do la dependencia.

Toda esa situa­ción ha sido com­ple­men­ta­da con una pro­pa­gan­da inmi­se­ri­cor­de sobre la supe­rio­ri­dad y la per­fec­ción de todo lo “ame­ri­cano” crean­do un sen­ti­do de infe­rio­ri­dad y de insu­fi­cien­cia que por mucho tiem­po nos ha para­li­za­do polí­ti­ca­men­te lle­ván­do­nos a creer que el mero voto cada cua­tro años es más que sufi­cien­te para lla­mar­nos “demo­cra­cia” y que en eso es que con­sis­te el ser “libres”. Pero la ver­da­de­ra liber­tad no está úni­ca­men­te en poder votar. La ver­da­de­ra liber­tad está en aca­bar con la dependencia.

Enton­ces nos acer­ca­mos a los par­ti­dos prin­ci­pa­les que van a par­ti­ci­par en los comi­cios y nos encon­tra­mos con que son los que han pro­pi­cia­do y faci­li­ta­do la depen­den­cia lucrán­do­se de ella.

El movi­mien­to esta­doís­ta bus­ca esta­ble­cer la depen­den­cia a per­pe­tui­dad lle­ván­do­la al pun­to de que renun­cie­mos a lo que somos. Pero están envuel­tos en una con­tra­dic­ción insu­pe­ra­ble. Para lle­gar a la esta­di­dad Puer­to Rico tie­ne que ser capaz de demos­trar que pue­de con­tri­buir a la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se no a tra­vés de la depen­den­cia, como aho­ra, sino de una mane­ra direc­ta, a tra­vés de impues­tos. Legis­la­do­res y miem­bros del eje­cu­ti­vo esta­dou­ni­den­se le han dicho esto a los esta­doís­tas cla­ra­men­te, en la cara y en más de una ocasión.

Pero ese tipo de apor­ta­ción requie­re auto­su­fi­cien­cia, no es com­pa­ti­ble con la depen­den­cia. No pode­mos, seguir con este arre­glo en que se nos extrae el resul­ta­do de nues­tro tra­ba­jo a tra­vés de la fuga de capi­tal, si ade­más vamos a pagar sus con­tri­bu­cio­nes como esta­do. Para ser esta­do tene­mos que ser via­bles, autó­no­mos económicamente.

Enton­ces, si los líde­res esta­doís­tas saben eso, ¿por qué no luchan para que sea­mos auto­su­fi­cien­tes y alcan­ce­mos la esta­di­dad? Por­que tie­nen el pro­ble­ma del nacio­na­lis­mo puertorriqueño.

Ese nacio­na­lis­mo no apa­re­ce el día de las elec­cio­nes pero usted lo ve cuan­do alguien de aquí gana un reco­no­ci­mien­to inter­na­cio­nal y el pue­blo se vacía en el aero­puer­to crean­do un océano de ban­de­ras puer­to­rri­que­ñas en el que no apa­re­ce ni una ban­de­ra esta­dou­ni­den­se. Yo obser­vo eso, usted obser­va eso y los líde­res de la esta­di­dad tam­bién obser­van eso. Ante esa situa­ción ellos han deci­di­do usar la depen­den­cia para supri­mir la nacio­na­li­dad. Poner­nos de rodi­llas eco­nó­mi­ca­men­te para que no poda­mos hacer los recla­mos y exi­gen­cias polí­ti­cos que tene­mos que hacer. Para que no poda­mos defen­der la patria.

Lo más impor­tan­te de la pro­tes­ta del año pasa­do, me pare­ce a mí, no es que haya­mos hecho renun­ciar a Ricar­do Ros­se­lló. Lo más impor­tan­te fue que, a pesar de la depen­den­cia y de la subor­di­na­ción haya­mos podi­do levan­tar­nos como puer­to­rri­que­ños, con nues­tro océano de ban­de­ras bori­cuas, a recla­mar decen­cia de nues­tro gobierno. Eso, en el con­tex­to de todo lo que hay que hacer, es un poqui­ti­to. Pero es un gran poqui­ti­to, un her­mo­so poqui­ti­to, un inol­vi­da­ble poquitito.

¿Y dón­de ha que­da­do el Par­ti­do Nue­vo Pro­gre­sis­ta en todo esto? Toda­vía están sumer­gi­dos en su con­tra­dic­ción bási­ca de no poder alcan­zar la esta­di­dad con la depen­den­cia ni poder ven­cer el nacio­na­lis­mo sin la depen­den­cia. Esa es la con­tra­dic­ción fun­da­men­tal pero no la úni­ca. Por­que no pudien­do ter­mi­nar con la depen­den­cia han deci­di­do usu­fruc­tuar­la. Se han con­ver­ti­dos en los chu­los de la depen­den­cia. Para lograr su sue­ño de poder pagar impues­tos fede­ra­les den­tro de la esta­di­dad, han tra­ta­do de redu­cir el gobierno a lo míni­mo para no gas­tar tan­to en eso. Han redu­ci­do el gobierno tan­to que lo han vuel­to inope­ran­te y aho­ra no les sir­ve ni para gas­tar los dine­ros de ayu­da de emer­gen­cia que envían los Esta­dos Uni­dos. Han achi­ca­do tan­to al gobierno que han logra­do para­li­zar­lo. Aho­ra lucen fren­te a los esta­dou­ni­den­ses como unos incom­pe­ten­tes. Por otra par­te, han lle­ga­do a nive­les de corrup­ción tales que en sus pro­pias filas hay gru­pos cues­tio­nán­do­se si el Par­ti­do Nue­vo Pro­gre­sis­ta es digno de repre­sen­tar la esta­di­dad o si es nece­sa­rio crear otro ins­tru­men­to polí­ti­co para esos fines. Ya no pue­den pre­ten­der ser un blo­que monolítico.

¿Y el Par­ti­do Popu­lar Demo­crá­ti­co? El Par­ti­do Popu­lar Demo­crá­ti­co se ha con­ver­ti­do en otro espec­tácu­lo ver­gon­zo­so. Des­pués de pre­si­dir un perío­do de moder­ni­za­ción, el per­fec­cio­na­mien­to de los meca­nis­mos de la depen­den­cia y de fuga de capi­tal, habien­do per­di­do la hege­mo­nía elec­to­ral, en vez de con­ver­tir­se en una opo­si­ción vigo­ro­sa han adop­ta­do una posi­ción pasi­va y cóm­pli­ce res­pec­to al PNP.

Si hubie­sen teni­do la valen­tía de reco­no­cer las limi­ta­cio­nes y la cadu­ci­dad de su mode­lo y se hubie­sen cons­ti­tui­do en una ver­da­de­ra opo­si­ción, el movi­mien­to “Vic­to­ria Ciu­da­da­na” nun­ca hubie­se sur­gi­do. Aho­ra lamen­tan su aparición.

Tuvie­ron cua­tro años para crear las bases polí­ti­cas en Puer­to Rico y en Esta­dos Uni­dos que les per­mi­tie­ran ini­ciar el fin de la depen­den­cia y están en cam­bio año­ran­do las 936 y llo­ri­quean­do su pér­di­da. Están uti­li­zan­do un perío­do elec­to­ral para remo­zar las vie­je­ras más gas­ta­das ponién­do­les el títu­lo de “Nue­vo”, care­cien­do ya de la con­sis­ten­cia míni­ma para man­te­ner una apa­rien­cia de credibilidad.

A media­dos de cua­trie­nio, cuan­do hubo en su inte­rior el deba­te con los “sobe­ra­nis­tas” deci­die­ron que su futu­ro esta­ba en el con­ser­va­du­ris­mo y en el “vela-güi­ris­mo”. Han esta­do coque­tean­do con lo más con­ser­va­dor del con­ser­va­du­ris­mo reli­gio­so. Su can­di­da­to a la gober­na­ción se ha deja­do ungir por una gen­te que quie­re des­truir la sepa­ra­ción entre la igle­sia y el Esta­do, una de las gran­des bata­llas gana­das por el Par­ti­do Popu­lar. Se tra­ta de unos reli­gio­sos estri­den­tes para todo excep­to para los crí­me­nes de los con­ser­va­do­res del PNP. Una gen­te que ha per­ma­ne­ci­do silen­cio­sa ante los crí­me­nes del alcal­de O’Neill y que guar­da silen­cio ante los robos de Tata Char­bo­nier y el entre­na­mien­to por Tata de su hijo en el robo y en la com­pli­ci­dad. Esos maes­tros del silen­cio son los que han ungi­do al pre­si­den­te del PPD. Por eso es que gaguea y titu­bea y vaci­la y reconsidera.

Nin­guno de esos dos par­ti­dos son espe­ran­za para nada.

Mi voto está con Juan Dal­mau, con el PIP y con los can­di­da­tos más pro­me­te­do­res de “Vic­to­ria Ciudadana”.

Fuen­te: Cla­ri­dad

Itu­rria /​Fuen­te

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