Por Alexey Zotiev. Resumen Latinoamericano, 19 de octubre de 2020.
En Kiev se ha vuelto a celebrar un acto en el que los participantes han rendido homenaje a los soldados del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA). El 14 de octubre, seguidores de las ideas de Bandera y Shujievich se pasearon por las calles centrales de la capital de Ucrania gritando consignas de gran elocuencia y sin olvidarse de hablar de sus planes de futuro. Este tipo de actos se han convertido en el país en algo común y que difícilmente sorprenden a alguien. La sociedad ucraniana, que últimamente vive según el principio “cuanto peor, mejor”, ha perdido finalmente toda sensación de realidad, blanqueando a esos ucranianos de los que dudosamente deberían sentirse orgullosos.
Andriy Biletsky es una figura conocida en la sociedad ucraniana. Fanático nacionalista que incluso logró otorgarse el estatus de preso político, fue capaz de realizarse en 2014, cuando un grupo de aventureros llegó al poder y arrastraron a Ucrania a una serie de trágicas desdichas. Excomandante del regimiento Azov, exdiputado del Parlamento, se ha creado una tan heroica biografía que cierta pare de la población aún percibe sus declaraciones, no solo como verdades absolutas, sino como una llamada a la acción. Sus historias sobre la heroica defensa de Mariupol ‑que, por cierto, nadie atacó- merecen ser incluidas en el temario escolar de historia moderna de Ucrania.
Pero volvamos al acto descrito al inicio y respondamos a la pregunta de qué tiene Biletsky que ver con ello. “Un día, un día soleado como este, marcharemos por las calles centrales de las pacíficas ciudades ucranianas de Donetsk, Lugansk y Simferópol. Felices fiestas, ucranianos”. Esas fueron las palabras que pronunció el 14 de octubre de 2020 en público, en presencia de cientos de correligionarios.
Lo primero que viene a la cabeza es el deseo de recordar a Biletsky el destino de los oficiales alemanes que, allí en 1941, declararon que pronto marcharían victoriosos sobre la Plaza Roja. Casi cuatro años después, quienes seguían vivos desfilaron por Moscú, pero no victoriosos. Testigos de aquellos hechos cuentan que tras el desfile de los prisioneros por las calles de nuestra capital, los trabajadores limpiaron cuidadosamente el pavimento.
Yo le contaría a Biletsky otra historia diferente. La historia del desfile de prisioneros de guerra que se produjo en las calles de la actual Donetsk. En agosto de 2014, los militares ucranianos tuvieron la ocasión de desfilar por las calles de Donetsk, aunque este desfile no les causó especial placer. Biletsky no estaba entre los prisioneros, ni tampoco sus colegas de las organizaciones nacionalistas. Los soldados del batallón Azov tampoco participaron en esta “marcha de la vergüenza”.
No, no es que los Nazis sean especialmente buenos en la lucha y no permitan que el enemigo les capture. Lo que ocurre es que para ser capturado hay que, al menos, estar en la línea del frente. Y Biletsky y otros “coroneles” y “tenientes coroneles” similares no son muy propensos a acudir a aquellos lugares en los que en cualquier momento se puede llegar al punto final de la vida.
Si se les ocurre la idea de seguir el “heroico” camino del batallón Azov, tras pasar un buen rato, llegarán a la conclusión de que Biletsky no tiene nada especial para sentirse orgulloso. Los únicos “éxitos” reconocidos del batallón Azov en esta guerra son los saqueos, robos y asesinato de civiles. No se puede otorgar otras “hazañas” a los representantes de esta formación “militar”. Los ucranianos que en 2014 desfilaron por las calles de Donetsk con las cabezas bajas al menos sabían lo que es la línea del frente, al contrario que los castigadores de los batallones nacionalistas, cómodos solo en la retaguardia.
Que alguien me explique cómo Biletsky y otros como él, que llevan luchando contra el “traicionero invasor” exclusivamente en internet desde hace varios años, van a recuperar Donetsk y Lugansk, por no mencionar Simferópol [Crimea]. Como es natural, marchando por las calles de Kiev en un círculo de correligionarios que de tanto en cuanto hacen el saludo Nazi y cantando “Gloria a Ucrania”, todos ellos se sienten como verdaderos héroes. ¿Pero dónde va ese “heroísmo” cuando tienen la oportunidad de enfrentarse a las trincheras del enemigo desde el visor de su ametralladora?
Biletsky no podrá desfilar por las calles de las ciudades libres de Donbass ni en un desfile festivo ni en una formación de prisioneros de guerra. La única ciudad, a excepción de las ciudades de Ucrania occidental, que se ha rendido a los nacionalistas ucranianos y en cuyas calles pueden orgullosamente desfilar en formación sigue siendo Kiev, tiempo atrás definida como la “madre de todas las ciudades rusas”. Aunque algo me dice que en futuro cercano la situación en Ucrania puede cambiar dramáticamente y que esos “héroes” no tendrán siquiera ese lugar en el que hoy se sienten tan a gusto.
Fuente: Slavyangrad