Resumen Latinoamericano, 16 de noviembre de 2020.
Entre las más de 315.000 hectáreas de monte nativo que se quemaron en la provincia de Córdoba durante este año, alrededor de 333 hectáreas fueron tierras donde vive y produce la Comunidad Amatreya.
Formalmente, Amatreya es una asociación civil sin fines de lucro, que hace más de 20 años está instalada en las Sierras Chicas de Córdoba, a unos 14 kilómetros de la ciudad de Alta Gracia. Esencialmente, Amatreya es ‑antes que nada- una comunidad, donde 60 personas, desde niñes hasta ancianes, ensayan “un nuevo modo de vida en común-unidad, plasmando la conciencia en la experiencia, manifestando una forma de vida permacultural, autosustentable y agroecológica”.
El pasado 23 de septiembre, el frente que avanzó desde Villa Carlos Paz, pasó por Falda del Carmen y llegó hasta el territorio de la comunidad, que tuvo que desalojar el lugar y dejar a merced del fuego todo el trabajo realizado de manera colectiva.
Apenas pudieron regresar a habitar las sierras, comprobaron que entre el 80 y el 90% del territorio que cuidaban se había quemado, así como perdieron el sistema de agua comunitario, el leñero, los alambrados, parte de los equipos de comunicación y materiales acopiados para la bioconstrucción.
“Estar en paz con nosotros mismos, con les demás y con el entorno”
Abael tiene 34 años y hace cinco que vive en Amatreya. Llegó para hacer un voluntariado de bioconstrucción y de a poco se fue inmiscuyendo más y más hasta que pidió el ingreso a la comunidad: “Me di cuenta que podía aprender un montón de otras cosas y me encontré con algo que yo ya venía buscando: un lugar donde poder desarrollar una forma de vida diferente a la que conocía”. Así fue que empezó a participar de la vida en comunidad y el funcionamiento circular que tiene la organización.
El territorio y todos los bienes comunitarios están a nombre de la asociación civil y todes les que viven en la comunidad son asociades. “Creamos una dinámica, una forma de vivir, diferente a la convencional, porque buscamos el desarrollo integral del ser humano para estar en paz con nosotros mismos, con les demás y con el entorno”, explica.
Amatreya desarrolla varias áreas, organizadas para satisfacer las necesidades que tiene el colectivo, incluyendo al planeta como parte del mismo: salud integral, alimentación natural y agroecológica, educación evolutiva y formaciones, construcción natural (permacultura y mantenimiento del hábitat), desarrollo de productos artesanales y artísticos, investigación en ciencias, elaboración de cosmética y medicina natural, profundización en el conocimiento dispuesto desde la naturaleza para nuestra evolución, comunicación, economía comunitaria, coordinación y asuntos organizacionales. En cada área tienen tareas variadas y se organizan de forma circular, buscando funcionar desde la conexión con la conciencia que van alcanzando momento a momento.
Si bien muchas de las cosas que consumen diariamente son provistas por elles mismes, no son totalmente autosuficientes, por lo que deben comprar alimentación y materia prima en la ciudad. Según indica Abael, el recurso para cubrir esos gastos parte de los intercambios que se realizan con las personas que visitan la comunidad, bien para formarse en diferentes aspectos, tomar procesos terapéuticos o para alojarse en el establecimiento, entre otras cosas.
“Todo lo que la comunidad ha ido aprendiendo en distintas áreas tiene la posibilidad de ser compartido. Hay algunos intercambios que son con dinero y otros lo son por productos o por venir a dar una mano en la huerta. Hay muchas maneras. Buscamos que el sistema monetario no imposibilite la participación, siempre y cuando el dar y el recibir esté en equidad”, señala.
La oportunidad del fuego
“El ecosistema desorientado, necesitando restauración,
al igual que nosotros en proceso de adecuación.
El fuego nos visitó… una vez más,
sacudiendo la transformación,
abiertos estamos a tomar el aprendizaje
desde el amor y la evolución”.
Comunidad Amatreya
Es la tercera vez desde su creación que un incendio afecta el territorio de Amatreya. Tal vez por eso, la comunidad tiene una postura diferente respecto al fuego, un poco más allá del lamento lógico por las pérdidas naturales y materiales de una catástrofe como la que estamos atravesando.
Le pregunto a Abael sobre lo que leí en el comunicado de la organización respecto al “impulso renovador y transformador del fuego”, y con paciencia me explica.
“El planeta está en un momento de transformación profundo. Entendemos el planeta como un ser, que tiene su cuerpo, y así como nos sucede a nosotres, cuando el cuerpo no anda bien, hace un movimiento para equilibrarse. Sentimos que el planeta se está moviendo a través de sus elementos: el fuego, el aire, el agua o la tierra. Ha sido un año movido en lo social y en lo natural, y creemos que el fuego puede tener también ese propósito de transformación”.
Me cuenta que el fuego también vino a invitarles a discutir muchos hábitos que en lo individual o en lo colectivo sabían que no querían, pero que, aun así, repetían y perpetuaban.
“No vivimos el fuego como algo catastrófico y terrible, sino como una situación en la que se pueden rescatar muchos aprendizajes. Más allá de la causa puntual de los incendios, vemos un propósito transformador”, sostiene.
La comunidad trabaja ahora para acompañar la regeneración del monte, restableciendo el hábitat y consiguiendo herramientas para prevenir próximos incendios. En ese marco es que llevan adelante la campaña “El Fuego nos Une”, una red de colaboración que busca aportes para posibilitar la reconstrucción del territorio.
“Recibimos aportes para trabajar en tres aspectos: acompañar la regeneración del monte nativo; restablecer nuestro hábitat, las partes que se han quemado; y conseguir herramientas y máquinas que nos permitan trabajar en la prevención de incendios, que es la forma que nosotres vemos para poder preservar el monte y las sierras”, indica Abael.
Para aportar en materiales, difusión, manos y/o dinero, pueden buscar más información en: www.elfuegoune.com
“Ya recibimos un poco de dinero, pero también muchas otras cosas que no se cuantifican, pero que son necesarias para dar los pasos que hoy queremos dar en lo colectivo. Estamos con la intención de creación y con el impulso de tomar el incendio como una oportunidad para poder seguir madurando”, concluye.
Fuente: La Tinta