Resumen Latinoamericano, 7 de noviembre de 2020.
El conflicto armado ha ocasionado por muchos años serias afectaciones al sector de la salud en los diferentes territorios de Colombia. Los sabedores ancestrales y médicos tradicionales han sufrido 86 actos de violencia por su trabajo consagrado a las comunidades.
La Comisión de la Verdad dio a conocer testimonios e historias de médicos y líderes de la región del Pacífico a través del audiovisual ‘Medicina tradicional: un legado que resiste el conflicto’.
Felipe Cuero, líder social de Guapi, Cauca, expresó que “los sabios o comúnmente conocidos como médicos tradicionales son quienes resguardan las prácticas y saberes ancestrales tradicionales de las comunidades negras. Se trata de un conocimiento no codificado, que es transmitido de generación en generación, que refleja la resiliencia de las comunidades y la presencia en los territorios que es la base y lo que nos constituye como pueblo negro”.
De igual manera, Rosa Angélica Tenorio, directora de cultura de Tumaco, afirmó que “la medicina tradicional es el primer recurso con el que contamos en lo que tiene que ver casos o situaciones de salud. Antes de acudir al médico nosotros estamos muy cerca de nuestras parteras, nuestros remedieros, de nuestros sabedores, son nuestra primer alternativa en los diferentes sectores tanto en la zona urbana como en la zona rural del distrito”.
El sistema de salud Colombiano fue conformado entre 1968 y 1984, robusteciendo la infraestructura para la prestación del servicio. Actualmente funciona por medio de un régimen contributivo y un régimen subsidiado. Esto implica que el desarrollo hospitalario no se dé igual en todas las regiones. La región del Pacífico es una de las más perjudicadas en este sentido, ya sea por la corrupción o el conflicto armado que la golpea.
“Hemos visto como muchas comunidades, muchos médicos, yerbateros, rezanderos, parteras, fueron asesinados por prestar su labor, esa medicina ancestral fue afectada y fue atropellada por cumplir una labor”, denunció Leyner Palacios Asprilla, Comisionado de la Verdad.
Los grupos al margen de la ley y paramilitares han robado los recursos del sector salud haciéndose de contratos o del salario de los trabajadores; provocando con esto una prestación del servicio paupérrima en las zonas rurales donde estos grupos tienen injerencia. Las victimas colectivas de estas afectaciones van en 423 y las victimas individuales sobrepasan los dos mil damnificados hasta la fecha.
En el año 2000, las y los habitantes de Buenaventura padecieron la masacre perpetrada por el Bloque Pacífico de las Autodefensas Unidas de Colombia –AUC‑, con la aquiescencia y complicidad de tropas de los batallones Pichincha y Palacé adscritas a la Brigada 3 del Ejército Nacional.
“Después de la incursión del grupo militar sucedida el 11 de mayo del 2000 cuando mataron al promotor de salud de Llano Bajo, el compañero Lucio Camacho (…) Nosotros sentíamos físico miedo y eso nos limitaba para cumplir los efectos de nuestras labores”, expresó Rubén Neira, ex promotor de salud rural en Buenaventura.
Rubén Neira, continuó “cuando algunas personas pedían el auxilio de nosotros en algún campo de la salud entonces sin saberlo podían haber algunos elementos, por ejemplo de la guerrilla, entonces fuimos estigmatizados y señalados como que éramos unos auxiliares de la guerrilla, cuando eso nunca fue así”.
En Puerto Saija, corregimiento de Timbiquí, cuentan con un rudimentario puesto de salud, solo una institución educativa y cinco horas de energía eléctrica al día. Los grupos armados ilegales hacen presencia en esta zona. A pesar de las condiciones, el sabio Macario Alegría ayuda a su comunidad a aliviar los daños psicológicos y espirituales con rituales ancestrales.
“El tema del conflicto armado y todo lo demás pues, hay gente que se ha desplazado por tales cosas y lo ha buscado a uno: ¡hombre, estoy con un espanto, estoy mal, me siento mal! Yo como médico tradicional lo que he hecho es ayudarles, darles tomitas que les saque el tema de espanto, de ansiedad, de muchas otras cosas que también le aqueja a la gente”, manifestó Macario Alegría Hurtado, médico tradicional de Puerto Saija.
Cifras de la red nacional de información registran que desde el año 1985 hasta 2019, en los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño se han reportado cerca de 1’800.233 personas víctimas del conflicto armado, lo que ubica a la región pacifica como una de las más golpeadas del país.
“Sí mucho, mucha amenaza. Por ambas y ambas. Entonces esas situaciones a veces pues se pone como muy duro. No hay tranquilidad, ni hay armonía en la comunidad, porque la comunidad también preocupada y todo eso, pues uno no se siente bien (…) Lo que nosotros queremos es convivir en una armonía familiar, pacifico, en nuestro territorio”, afirmó Luis Fernando Velásquez, sabedor Embera Chamí de Quibdó.
Es importante resaltar que, el reconocimiento de la medicina tradicional y alternativa es parte vital del proceso de atención a la salud integral de las comunidades que han vivido el flagelo del conflicto armado colombiano.
“Parteras, sobanderos, curanderos y remedieros son los médicos y médicas tradicionales, guardianes de la sabiduría ancestral que, en muchas ocasiones son la única alternativa que tienen las comunidades de la costa pacífica para aliviar el dolor y sanar los daños psicológicos y espirituales que deja el impacto del conflicto armado en esta zona”, puntualizó la Comisión de la Verdad.
Fuente: Colombia Informa