La derecha tiene varias formas de visibilizarse y de actuar según la ocasión. Desde la socialdemocracia que vende capitalismo con «rostro humano» a golpismo fascista, la gama de posibilidades cambia y varía según las circunstancias históricas, las demandas de la población y las necesidades de apretar más o menos las tuercas de acuerdo a la correlación de fuerzas de cada momento. Su incansable, y casi siempre eficaz aparato propagandístico, disfraza personajes para que, en la comparativa con otros actores, aparezca como una disyuntiva algo que no lo es. Biden es mejor que Trump, nos dicen para que nos alegremos del cambio en la Casa Blanca. Y hagamos de la quita del neo-fascista Donald Trump causa de festejo.
Surge una pregunta insidiosa que de tanto no hacerse ha rebajado su cotización: ¿Y del capitalismo, se sabe algo? De hacerse, sus medios derivarían una respuesta tipo: «Sí, seguirá como si nada porque eso no está nunca en juego». De hecho, la mayoría de las empresas, tecnológicas y no, y que operan en Wall Street, manifestaron desde hace meses su respaldo a Biden. Por lo que nos invitan a preguntarnos, ¿tanto se ha derechizado el asunto para que la izquierda tenga que alegrarse de que no gane Trump sin mirar siquiera lo que es y representa el Partido Demócrata?¿Acaso los Biden que han sido y son no ha apoyado a lo largo la historia decenas de golpes de estado en América latina, operaciones de la OTAN, acciones imperialistas a lo largo y ancho del planeta para saquear materias primas, no han llenado de pobreza y marginación las calles de los propios EEUU…?
El gran triunfo del poder es hacer creer a la sociedad que uno de sus actores en la obra tiene un papel distinto, y su éxito es que parte de los consumidores compren la idea para que no cuestionen el espectáculo.
Fuente: Insurgente
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