Por Itzamná Ollantay. Resumen Latinoamericano, 22 de noviembre de 2020.
Guatemala es un país conformado por una población total de cerca de 15 millones de habitantes, provenientes de pueblos Maya, Mestizo, Xinca y Garífuna, gobernado por una élite política-económica criolla, ya por cerca de dos siglos.
Es un país donde más de 10 millones de personas se encuentra en situación de pobreza, y la desnutrición infantil corroe a un promedio siete de cada 10 niños menores de cinco años.
En contraste a esta realidad de miseria, Guatemala tiene un Producto Interno Bruto (PIB) de cerca de 70.000 millones de dólares que la convierte en el “país más rico de toda Centroamérica”, incluso de otros países del continente como Bolivia. Pero, la riqueza se encuentra inmoralmente acaparada por una decena de familias que se constituyen en una especie de casta.
A este contraste extravagante se suma que Guatemala tiene y mantiene el Gobierno económicamente más caro de Centroamérica y de muchos países de la región.
Su presidente de la República recibe un total aproximado equivalente a ¡18.000 dólares mensuales!. En la Casa Presidencial, se gasta en comida diaria un promedio de más de ¡4.000 dólares! Cuando la gran mayoría de familias no tiene ni el equivalente a dos dólares para su sustento diario. Pero, esto es Guatemala.
Si bien a toda esta lacerante desigualdad bicentenaria ya se había acumulado los aún desconocidos impactos de la pandemia, el Congreso de la República, conformado por 160 diputados de diferentes partidos, incluidos de izquierda, acaba de apretar un poco más la tuerca del estrangulamiento al empobrecido/desnutrido pueblo de Guatemala.
El Presupuesto General de la Nación para el 2021, aprobado sin debate por el Congreso de la República, en días pasados, no sólo incrementa el mismo en casi 25 por ciento, sino que suprime el poquísimo presupuesto de programas sociales como el “Hambre Cero” que lidiaba, de alguna manera, con la desnutrición infantil. Incrementa de sobremanera, sin mayor explicación, el presupuesto del Congreso de la República, el PARLACEN, entre otros.
Lo más indignante para las y los guatemaltecos, que incluso incomoda a la misma casta señorial, es que dicho presupuesto se proyecta cubrir con más endeudamiento público.
El país apenas recauda por impuestos y aranceles el equivalente del 50 por ciento de su presupuesto del 2021. El resto está proyectado cubrir por donaciones internacionales y por más deuda pública. Al momento, cada guatemalteco ya nacía con una deuda pública promedio equivalente a 1.300 dólares (cerca de Q.10.000)
¿Cuánto le cuesta a Guatemala cada diputado?
Guatemala no sólo tiene el presidente más caro de la región, sino también sus diputados son unos de los más caros del continente.
Cada diputado con su equipo le cuesta a los pueblos de Guatemala el equivalente promedio de 27 dólares mensuales (Q.202.000). El Congreso de la República empobrecida de Guatemala cuesta nada menos que un promedio de 4.320.000 dólares por mes (Q. 32.4 millones). Con el presupuesto 2021 aprobado este monto se elevará aún más.
¿No es inmoral, anticristiano, que un o una diputada despilfarre tanto dinero en un país cuyo futuro inmediato está anulado por la desnutrición infantil y deudas impagables? ¿Por qué las y los pocos “diputados de izquierda” no renuncian al derroche infernal de gastos por asesores? ¡En un país tan empobrecido como Guatemala no puedes derrochar Q.200.000 mensuales en nada! ¡Eso es inmoral, inhumano. Es criminal! Los diputados, al igual que el presidente de la República, con estas y otras acciones, se constituyen en los letales enemigos internos de los pueblos de Guatemala.
En consecuencia, la resistencia popular, el repudio, la desobediencia civil es lo que mínimamente procede en un país cuya democracia está hecha para matar de hambre a los pueblos. Urge un proceso de Asamblea Constituyente Plurinacional para repensar Guatemala.
Fuente: TeleSUR
Foto: Johan Ordonez //AFP Photo