Méxi­co. La lla­ma­da Cuar­ta Trans­for­ma­ción y el gene­ral Cienfuegos

Eduar­do Nava Her­nán­dez /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de noviem­bre de 2020

La deten­ción del gene­ral Sal­va­dor Cien­fue­gos Zepe­da en loa Esta­dos Uni­dos y el ini­cio de su encau­sa­mien­to en un tri­bu­nal de ese país inter­pe­lan direc­ta­men­te al gobierno de Andrés Manuel López Obra­dor impac­tán­do­lo en diver­sos sen­ti­dos, y obli­ga a ana­li­zar con mayor dete­ni­mien­to el papel que en ante­rio­res y en la pre­sen­te admi­nis­tra­ción se ha asig­na­do a los militares.

No es posi­ble anti­ci­par cuál será el des­tino final del mili­tar en manos de la fis­ca­lía y el poder judi­cial yan­quis, pero sí algu­nas de las impli­ca­cio­nes que, inclu­so des­de aho­ra, la insó­li­ta y espec­ta­cu­lar aprehen­sión tie­ne para nues­tro país. Has­ta aho­ra, lo que sabe­mos es que los fis­ca­les esta­dou­ni­den­ses han acu­sa­do for­mal­men­te a Cien­fue­gos de cua­tro car­gos con los que soli­ci­ta­ron al juez una orden de pre­sen­ta­ción, todos ellos vin­cu­la­dos con el nar­co­trá­fi­co, la vin­cu­la­ción del gene­ral con gru­pos delin­cuen­cia­les para faci­li­tar sus accio­nes y lava­do de dine­ro. Tam­bién se encuen­tra invo­lu­cra­do en ope­ra­cio­nes de trá­fi­co o des­vío de armas hacia esas orga­ni­za­cio­nes delictivas.

Se ha fil­tra­do tam­bién que la ope­ra­ción para dete­ner­lo, deno­mi­na­da Padrino, tie­ne en cur­so alre­de­dor de diez años, des­de que el hoy dete­ni­do era coman­dan­te de la IX Zona Mili­tar, con sede en Aca­pul­co, y lue­go como ins­pec­tor y con­tra­lor del Ejér­ci­to y ofi­cial mayor de la Secre­ta­ría de la Defen­sa Nacio­nal, car­gos que asu­mió en el tra­mo final del gobierno de Feli­pe Cal­de­rón. Y su cola­bo­ra­ción con los cár­te­les de la dro­ga con­ti­nuó una vez que Enri­que Peña Nie­to lo desig­nó titu­lar de la Sede­na. Duran­te todo eso tiem­po, la DEA (Drug Enfor­ce­ment Admi­nis­tra­tion, Admi­nis­tra­ción para el Con­trol de Dro­gas, que en los Esta­dos Uni­dos depen­de del Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia) acu­mu­ló miles de prue­bas docu­men­ta­les, foto­gra­fías, tes­ti­mo­nios y men­sa­jes o con­ver­sa­cio­nes inter­cep­ta­das que incul­pa­rán al ex secre­ta­rio en un posi­ble jui­cio ante los tri­bu­na­les esta­dou­ni­den­ses (ver repor­ta­jes de J. Jesús Esqui­vel en Pro­ce­so 2294, Oct. 18 de 2020).

Pero de todo ello el gobierno mexi­cano no fue ente­ra­do sino cuan­do se eje­cu­tó la aprehen­sión en el aero­puer­to de Los Ánge­les el pasa­do 15 de octu­bre. En la tar­de de esa fecha, el can­ci­ller Mar­ce­lo Ebrard dio cuen­ta por su cuen­te de Twit­ter de haber sido avi­sa­do por el emba­ja­dor esta­dou­ni­den­se Chris­topher Lan­dau de la deten­ción, de la que al pare­cer no tenía más detalles.

Al menos dos veces el pre­si­den­te López Obra­dor se ha doli­do de no haber sido infor­ma­do con ante­rio­ri­dad de la inves­ti­ga­ción en cur­so con­tra el ex secre­ta­rio de la Defen­sa. Y esa inves­ti­ga­ción lle­vó des­de el 14 de agos­to de 2019 —¡cator­ce meses antes!— a soli­ci­tar a los tri­bu­na­les la aprehen­sión de Cien­fue­gos. En su maña­ne­ra del 16 de octu­bre, el pre­si­den­te comen­tó que dos sema­nas antes, duran­te una visi­ta al Pala­cio Nacio­nal, nues­tra emba­ja­do­ra en Washing­ton Martha Bár­ce­na, le comen­tó, de mane­ra no ofi­cial de la posi­ble exis­ten­cia de las pes­qui­sas con­tra el divi­sio­na­rio, que final­men­te con­du­jo a la deten­ción den Los Ánge­les. Decla­ró tam­bién que en Méxi­co no exis­te nin­gu­na inves­ti­ga­ción al ex titu­lar de la Sede­na. Y el lunes 19, tam­bién en su con­fe­ren­cia maña­ne­ra, lamen­tó que los agen­tes esta­dou­ni­den­ses actúen con ple­na liber­tad en nues­tro país y reca­ben infor­ma­ción que no com­par­ten con las auto­ri­da­des mexi­ca­nas. Advir­tió que su gobierno podría corres­pon­der de la mis­ma mane­ra y reser­var­se datos que has­ta aho­ra ha com­par­ti­do con nues­tros veci­nos del norte.

Todo indi­ca, pues, que a pesar de la amplia cola­bo­ra­ción que el gobierno mexi­cano ha dado a las accio­nes de la DEA y el FBI en nues­tro país, esos encar­ga­dos de las accio­nes anti­dro­gas no con­fían en nues­tras auto­ri­da­des. Aca­so pien­san que, de haber infor­ma­do a los fun­cio­na­rios de López Obra­dor de las inves­ti­ga­cio­nes a Cien­fue­gos, o de su orden de aprehen­sión, el Ejér­ci­to mexi­cano toma­ría medi­das para pro­te­ger al gene­ral. O que esa infor­ma­ción podría fil­trar­se al bus­ca­do y a sus pre­sun­tos socios en las orga­ni­za­cio­nes cri­mi­na­les. De poco o nada habrá ser­vi­do, cuan­do de asun­tos her­mé­ti­cos se tra­ta, que López Obra­dor haya pues­to al ser­vi­cio de la polí­ti­ca migra­to­ria de Donald Trump a la Guar­dia Nacio­nal, sopor­ta­do sin que­ja la cons­truc­ción del muro en la fron­te­ra sur esta­dou­ni­den­se y que Méxi­co sea, por dis­po­si­ción pre­si­den­cial, el repo­si­to­rio de cen­tro­ame­ri­ca­nos y anti­lla­nos que soli­ci­tan asi­lo en los Esta­dos Unidos.

Que no exis­ta nin­gu­na inves­ti­ga­ción en Méxi­co que invo­lu­cre a Sal­va­dor Cien­fue­gos no deja de asom­brar. En su libro Méxi­co en lla­mas. El lega­do de Cal­de­rón (2012), la perio­dis­ta Ana­bel Her­nán­dez cita una decla­ra­ción (“dada como váli­da por la PGR”) de Ser­gio Villa­rreal El Gran­de, miem­bro del cár­tel de los Bel­trán Ley­va y encar­ga­do de mane­jar los sobor­nos a los mili­ta­res en la que invo­lu­cra a quien “fun­gió como jefe de la Nove­na Región Mili­tar con sede en Aca­pul­co, Gue­rre­ro, cuan­do los Bel­trán Ley­va eran amos y seño­res de la pla­za, y quien tam­bién fue coman­dan­te de la Pri­me­ra Región Mili­tar, cuya sede es el Dis­tri­to Fede­ral, pla­za que según [Villa­rreal] tam­bién con­tro­la­ba la orga­ni­za­ción cri­mi­nal: el gene­ral de divi­sión Sal­va­dor Cienfuegos”.

A pesar de esos ante­ce­den­tes, Cien­fue­gos esca­ló a la titu­la­ri­dad de la Secre­ta­ría de la Defen­sa con Enri­que Peña Nie­to. Tam­bién escri­bía la perio­dis­ta, antes de que se die­ra ese nom­bra­mien­to: “Sobre la carre­ra mili­tar de Cien­fue­gos se cues­tio­na su paso por Gue­rre­ro, cuya estan­cia coin­ci­dió con el cre­ci­mien­to del cár­tel de Sina­loa y, muy par­ti­cu­lar­men­te, del cár­tel de los her­ma­nos Bel­trán Ley­va. Hay dece­nas de anéc­do­tas acer­ca de cómo Artu­ro Bel­trán Ley­va goza­ba de total impu­ni­dad den Acapulco”.

La pri­me­ra reac­ción del pre­si­den­te López Obra­dor al ente­rar­se de la aprehen­sión del divi­sio­na­rio en los EUA fue lamen­tar la deten­ción, pero al mis­mo tiem­po seña­lar que ésta, jun­to con la de Gena­ro Gar­cía Luna en Mia­mi a fina­les del año pasa­do, es “una mues­tra ine­quí­vo­ca de la des­com­po­si­ción del régi­men, de cómo se fue degra­dan­do la fun­ción guber­na­men­tal en el país duran­te el perio­do neo­li­be­ral”. Ade­lan­tó que los mili­ta­res y civi­les invo­lu­cra­dos con Cien­fue­gos serán sus­pen­di­dos de sus fun­cio­nes, pero no dejó de apun­tar que estas situa­cio­nes “no debi­li­tan a las fuer­zas arma­das, por­que son ins­ti­tu­cio­nes pila­res del Esta­do mexi­cano y la mayo­ría de sus ele­men­tos son honestos”.

Al día siguien­te de la acción de la DEA con­tra el gene­ral mexi­cano, el pre­si­den­te no dejó de reite­rar que las inves­ti­ga­cio­nes irán a fon­do, pero des­lin­dó al actual secre­ta­rio de la Defen­sa, Luis Cres­cen­cio San­do­val y al titu­lar de la Mari­na Arma­da, almi­ran­te Rafael Oje­da, de cual­quier cul­pa, afir­man­do que “son inco­rrup­ti­bles y tie­nen toda mi confianza”.

Pero el sába­do 17, en Oaxa­ca, el pre­si­den­te dio un sor­pre­si­vo giro a sus decla­ra­cio­nes y, hablan­do en tiem­po pasa­do, pidió (¿a quién?) que se inves­ti­gue tam­bién a la DEA: “¿Por qué sólo se invo­lu­cra a quie­nes han par­ti­ci­pa­do en estos hechos en Méxi­co y ellos no hacen auto­crí­ti­ca, una refle­xión de toda la intru­sión de esas agen­cias en Méxi­co, por­que, sin duda, ellos ope­ra­ban, entra­ban con abso­lu­ta liber­tad al país, hacían lo que que­rían. Cla­ro, se los per­mi­tían”. Sugi­rió que no se toma­ron medi­das de la DEA con­tra el gene­ral antes por­que “eran par­te de una aso­cia­ción delic­tuo­sa que exis­tía”. Una decla­ra­ción qui­zás emi­ti­da para que­dar bien con los mili­ta­res mexi­ca­nos, pero que, segu­ra­men­te, no agra­da­rá a su ami­gou Donald Trump en Washing­ton. Y no dejó de sem­brar la sos­pe­cha con­tra sus ante­ce­so­res en la Pre­si­den­cia: “a par­tir de los jui­cios en Esta­dos Uni­dos, se debe deter­mi­nar si los acu­sa­dos actua­ban por deci­sión pro­pia o había com­pli­ci­dad con Feli­pe Cal­de­rón, en el caso de Gar­cía Luna, y del gene­ral Cien­fue­gos con Enri­que Peña Nie­to” Mati­zó tam­bién sus pri­me­ras decla­ra­cio­nes y dijo que no habrá “lim­pia” en el Ejér­ci­to mien­tras no se sepa con cer­te­za quié­nes par­ti­ci­pa­ron con Cien­fue­gos en las accio­nes delic­ti­vas (Alma E. Muñoz, La Jor­na­da 18 oct. 2020).

Pero en reali­dad, la deten­ción de Cien­fue­gos y su posi­ble jui­cio en Nue­va York vie­ne a echar aba­jo, una vez más, el mito de todos los gobier­nos, com­par­ti­do tam­bién por el actual, de que el Ejér­ci­to es una ins­ti­tu­ción sóli­da e inco­rrup­ti­ble. Muchos datos y hechos con­cre­tos con­tra­vie­nen ese argu­men­to polí­ti­co que no se avie­ne con la reali­dad. Por citar sólo un caso, en la cró­ni­ca que publi­có en 2016 el actor esta­dou­ni­den­se de su visi­ta, jun­to con la actriz mexi­ca­na Kate del Cas­ti­llo, a Joa­quín El Cha­po Guz­mán en la sie­rra de Sina­loa, rela­ta cómo a su paso los rete­nes mili­ta­res les fran­quea­ban el paso para que lle­ga­ran a la gua­ri­da del capo supues­ta­men­te perseguido.

Lo que en toda decla­ra­ción polí­ti­ca no pue­de fal­tar es el seña­la­mien­to de que los res­pon­sa­bles son los indi­vi­duos, y no las ins­ti­tu­cio­nes. En prin­ci­pio, es cier­to. Sin embar­go, tam­bién lo es que los ejér­ci­tos —y el mexi­cano no es una excep­ción— son ins­ti­tu­cio­nes pre­to­ria­nas que actúan con­for­me a una lógi­ca cor­po­ra­ti­va y de obe­dien­cia ver­ti­cal en las que es muy difí­cil inde­pen­di­zar a los man­dos indi­vi­dua­les de las estruc­tu­ras. Nues­tro Ejér­ci­to ha sido invo­lu­cra­do por los gober­nan­tes en la repre­sión de 1968, y espe­cial­men­te en la masa­cre del 2 de octu­bre; en la gue­rra sucia de los sexe­nios de Luis Eche­ve­rría y José López Por­ti­llo, con un resul­ta­do trá­gi­co en dere­chos huma­nos; en la gue­rra al nar­co­trá­fi­co de Cal­de­rón, con el sal­do ya cono­ci­do de vio­la­cio­nes gra­ves a las garan­tías indi­vi­dua­les, eje­cu­cio­nes (Tlatla­ya y muchas más), des­apa­ri­cio­nes, secues­tros y tor­tu­ras a la pobla­ción civil. Ese invo­lu­cra­mien­to de las fuer­zas arma­das en tareas de orden civil, que no sólo no se ha eli­mi­na­do sino incre­men­ta­do en el actual gobierno, con­lle­va­rá siem­pre el ries­go de la corrup­ción, la aso­cia­ción o cola­bo­ra­ción con los gru­pos cri­mi­na­les, y de nue­vas vio­la­cio­nes a los dere­chos humanos.

Es cla­ro que Cien­fue­gos no habrá ope­ra­do sólo, y que, ade­más de otros altos man­dos que tam­bién pare­cen estar en el expe­dien­te de los fis­ca­les esta­dou­ni­den­ses, pudo movi­li­zar a una estruc­tu­ra mili­tar que en abso­lu­to está blin­da­da con­tra esas per­ver­sio­nes. Más que hacer seña­la­mien­tos mediá­ti­cos con­tra las agen­cias del gobierno esta­dou­ni­den­se y los gobier­nos ante­rio­res, bien harían la admi­nis­tra­ción actual y la Fis­ca­lía Gene­ral de la Repú­bli­ca en abrir una inves­ti­ga­ción muy amplia a los mili­ta­res, ex fun­cio­na­rios y agen­tes extran­je­ros que pue­dan estar invo­lu­cra­dos en deli­tos para pro­cu­rar su san­ción. Eso es lo que espe­ra­ría­mos los mexicanos.

Eduar­do Nava Her­nán­dez. Poli­tó­lo­go – UMSNH

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FUENTE: Rebe­lión

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