Por Marcelo Valko*. Resumen Latinoamericano, 3 de noviembre de 2020.
Preguntas
Dado el vértigo informático donde un tema sepulta al otro, mucha gente considera que el pueblo chileno el pasado 25 de octubre solo plebiscitó el acuerdo o rechazo a la Constitución vigente heredada de Pinochet. Sin embargo existe un segundo dato igualmente crucial. Para el caso que se decidiera modificar la Carta Magna también estaba en juego cuál sería el mecanismo para quebrar ese chaleco de fuerza impuesto por la dictadura, es decir quiénes serían los encargados de su redacción.
El referéndum a nivel nacional arrojó los siguientes resultados. Ante la consulta “¿Quiere Ud. una nueva Constitución?” el Apruebo obtuvo un contundente 78,27% con picos de 88% para la III Región de Atacama mientras que el Rechazo apenas alcanzó al 21,73% del total del padrón de votantes. Donde mejor le fue a la derecha fue en la IX Región de La Araucanía donde arañó un 33,16% frente al triunfo del Apruebo para el modificar la Constitución con 66,84%. Un resultado no tan curioso ya que en el plebiscito de 1988 donde se preguntaba si Pinochet después de 26 años de dictadura continuaba todavía una década más en el poder, en esta IX Región el voto por el sí fue 54 a 46%. Ahora bien la segunda pregunta del referéndum “¿Qué tipo de órgano debiera redactar la nueva Constitución?” tenía también dos opciones: una “Convención Mixta Constitucional” integrada en partes iguales con actuales parlamentarios y miembros elegidos o una “Convención Constituyente” elegida íntegramente a tal efecto”. Piñera & Cia. que manejaban multitud de encuestas previas al menos soñaba con la posibilidad de una Convención Mixta con parlamentarios provenientes del status quo del “milagro chileno” para lograr que el “cambio” no cambiara nada, o al menos modificara lo menos posible. El milagro que soñaba la derecha no se produjo. Los resultados para la segunda pregunta y siempre hablando del total nacional desvanecieron cualquier esperanza al respecto. La victoria para elegir íntegramente una Convención Constituyente fue de un 78,99% frente a la Convención Mixta que apenas alcanzó al 21.01%.
Plebiscito y más allá
Aunque parezca obvio, todo proceso eleccionario no solo elige candidatos o propuestas sino que además y por sobre todo permite establecer mediciones. Es muy notable “el jugo” que se le puede sacar a una elección más allá del resultado en si como estados de ánimos, el vaivén del aire político, preferencias según niveles socioeconómicos cuestiones que hacen las delicias de los sociólogos. Incluso en ocasiones existen datos difíciles de cuantificar que demuestran lo desconcertante o imprevisible que puede ser el comportamiento humano. Dado el nivel de movilización social y pese a que Piñera logró aplazar la elección durante todo un año auxiliando por el Covid-19 como pretexto, de las 346 comunas de Chile el Apruebo para reformar la Constitución triunfó en 341 y el rechazo para que no se modifique ganó en solo 5 (Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea, los barrios más pudientes de la capital Santiago y en la Antártida donde obtuvo 66% proveniente de los militares asignados a esa base. Que gente de la derecha que defiende sus privilegios vote en consecuencia no es de extrañar, ni tampoco que triunfe en un lugar tan puntual como una base militar en la Antártida. En cambio es más desconcertante el resultado de Colchane (Tarapacá) donde la población mayoritariamente aymara voto en defensa el status quo donde el Rechazo obtuvo 74% provocando un quebradero de cabeza a los sociólogos.
Si una elección de candidatos es interesante, lo es mucho más cuando se trata de un plebiscito donde se interroga a todo un país sobre un determinado tema y por sobre todo cuando ese plebiscito no vino desde arriba ni fue ninguna concesión sino que fue forzado desde abajo por la voluntad de la ciudadanía. En un sistema donde la avalancha informativa logra que nadie tenga presente nada, conviene recordar cómo surgió lo que ningún autor de esta clase de artículos, ni analista, ni sociólogo vio venir lo que se venía.
Alienígenas
Los estallidos sociales son impredecibles y en general basta una pequeña chispa para que la llama ilumine todo aquello que el poder mantiene aplastado en el subsuelo como sucedió con los $30 de aumento del pasaje Metro de Santiago, menos del 4% del precio, pero ese mínimo detonante incendió el plácido festín de los privilegios de clase y provocó un reguero de incendios que continua en este mismo momento. Tantas veces se castigó mucho más y sin embargo el robo a los bolsillos del pueblo se desarrolló con tranquilidad como debe ser. Pero lo impensado ocurre. En la profundidad de los laberintos de sangre americana cuesta determinar el funcionamiento del detonante que libera la ola como ocurrió con esos estudiantes secundarios que el 18 de octubre de 2019 saltaron los molinetes del subterráneo santiaguino. El salto más que una evasión del boleto protestando por el aumento era un NO rotundo a un estado de profundas injusticias. El contagio de ese NO fue instantáneo y el tan mentado milagro chileno estalló por el aire y se desvaneció. Una veintena de estaciones fueron destruidas o incendiadas. Las protestas se extendieron de norte a sur. Los enfrentamientos con los carabineros dejaron más de treinta muertos, millares de heridos, muchos perdieron sus ojos, incontables detenidos y acusaciones con pruebas contundentes por flagrantes violaciones a los DDHH por las fuerzas represivas del Estado. Decretaron toque de queda y estado de emergencia. Sebastián Piñera aseguró en aquel momento que “el país se encontraba en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite” (Clarín 20/10/2019). Su esposa Cecilia Morel en un audio que se filtró a la prensa expresó “estamos absolutamente sobrepasados, es como una invasión extranjera, alienígena” con resignación aseguró “vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás” (La Voz 22/10/2019).
Anchas alamedas
Un año después, tras la rotunda derrota sufrida en el plebiscito del 25 de octubre Piñera apareció con su mejor su cara de piedra fingiéndose satisfecho “Hoy es tiempo de sanar las heridas del pasado, unir voluntades y levantar la vista hacia el futuro”. Existe un dicho que afirma aquello que no podemos evitar finjamos que es obra nuestra. Lo intentó dando un discurso extenso pero a esta altura de la soirée la gente festejaba trepada en la estatua ecuestre del general Baquedano flameando banderas en la Plaza Italia que desde hace un año fue bautizada como Plaza Dignidad. De la multitud de frases hechas lanzadas por Piñera sobre “el triunfo de la ciudadanía” una es para tenerla en cuenta “la Constitución nunca parte de cero, porque representa el encuentro de las generaciones” eso significa que no se resignan. Nada será fácil y que la derecha detentora de todos los privilegios batallara a diestra y siniestra para que la nueva Constitución “no empiece de cero” es decir que harán lo imposible para que se cuele en el articulado el corseé pinochetista.
La fecha de elección de los asambleístas constituyentes será el 11 de abril de 2021 y el domingo 21 de noviembre de 2021 se realizarán elecciones presidenciales. Sin lugar a dudas el año que viene promete tener una intensidad política tremenda para el pueblo chileno para dejar atrás una larga noche. Ahora más que nunca parecen resonar aquellas palabras de Salvador Allende que aun presintiendo lo que le aguardaba aseguró: “Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Es lento, pero viene…
[1] Autor de numerosos textos, psicólogo, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar genocidio indígena.