Resumen Latinoamericano, 26 de noviembre de 2020.
El presidente electo anunciado por los medios corporativos de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este lunes 23 de noviembre, a través de su cuenta en Twitter, los primeros miembros del equipo de seguridad nacional y política exterior que lo acompañarán en su próximo gabinete, con el objetivo declarado en diferentes ocasiones: «Restaurar el liderazgo estadounidense«.
Después de conocer el prontuario de Kamala Harris, lo que resta en los perfiles del equipo del próximo presidente de los Estados Unidos no es nada alentador cuando de respeto a la soberanía de otros países se trata. Más bien se trata de halcones liberales y neoconservadores que forman juntos el llamado «Partido de la Guerra» como principal divisa en su proyección de poder imperial hacia el resto del mundo.
Junto a Biden aparecen los nombres de Jake Sullivan, John Kerry, Avril Haines, Linda Thomas-Greenfield y Alejandro Mayorkas; todo ellos han trazado su trayectoria política en el club de Barack Obama, algunos trabajaron bajo perfil e influyendo enormemente en las maniobras de Estado, pero hoy salen del telón.
Por ejemplo, parece que el próximo Asesor de Seguridad Nacional, será Jake Sullivan, cercano de Hillary Clinton, que en una entrevista en 2019 para el Hudson Institute manifestaba sobre Venezuela:
«Yo diría que una solución militar impulsada por Estados Unidos es un riesgo demasiado grande para entretener y, por lo tanto, Estados Unidos debería concentrarse en todas las herramientas no militares que podamos aplicar. Y eso significa duplicar las sanciones y continuar construyendo la coalición internacional en torno a esto y enfocarse particularmente en separar a China, Cuba y Rusia de Venezuela a través de cualquier medio que tengamos disponible».
No obstante, la atención se enfoca en el personaje que supuestamente va a manejar la política exterior de la Casa Blanca: se trata de Antony Blinken, el secretario de Estado adjunto en la administración Obama, que ahora sí presidiría el cargo de Secretario de Estado el venidero año.
Blinken en la era Obama
Los grandes medios de comunicación han promocionado la faceta de Blinken como el garante del multilateralismo, pero esa categoría en términos de la política exterior de Estados Unidos no colinda con la cooperación y, sobre todo, tampoco con el respeto a la soberanía de las demás naciones.
El multilateralismo que defiende Blinken es aquel donde el liderazgo de Estados Unidos se traduce en la supremacía de esa nación en los espacios internacionales, necesarios para imponer su voluntad aplicando diferentes e indirectas maniobras, en el que la razón de Estado es la excusa para cualquier acción, por muy controvertida que sea, en el tablero geopolítico.
Todo esto en el marco del excepcionalismo como manifestación ideológica estadounidense. Quedó más que demostrado en 2013, cuando el entonces presidente Obama defendía los planes de iniciar la intervención militar en Siria, a pesar de que en reuniones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no se apoyaba tal acción; Obama llegó a expresar que de necesitar una respuesta internacional, «esa respuesta no procederá del Consejo de Seguridad de la ONU».
Para ese entonces, Blinken, siendo asesor adjunto de Seguridad Nacional, apoyaba e impulsaba la tesis de los supuestos arsenales de armas químicas en Siria, razón por la cual se debía invadir al país árabe. Este sujeto expresaba, haciendo alusión al uso de armas químicas a gran escala: «Assad contravino una norma que hemos respetado desde la Primera Guerra Mundial», reforzando constantemente esta narrativa de la intervención.
Años después, ya como secretario adjunto, Blinken era el vocero para anunciar los recursos que entregaba la administración de Obama a la oposición «moderada» de Bashar Al Assad en Siria (compuesta por milicias y grupos armados terroristas, con la conocida pantomima de que esos recursos serían usados para fortalecer las instituciones y los servicios.
Esa vez entregaron más de 100 millones dólares y ya sumaban más de 500 millones en total desde 2012. A todas luces, financiaron todo tipo de operación de «cambio de régimen» en Siria, presionando desde antes de 2011 en diferentes frentes.
Más allá de publicar la hoja de vida de este funcionario estadounidense, desplegaremos un sondeo de sus posturas ante diversas situaciones de índole internacional. Sin embargo, vale la pena resaltar un dato biográfico de Blinken, pues su padre Donald cofundó la importante firma de inversiones Warburg Pincus y se desempeñó como embajador de Estados Unidos en Hungría bajo la administración del presidente Bill Clinton.
Además, el depósito de documentos relacionados con los derechos humanos y Guerra Fría en la Open Society Archives de la Universidad Centroeuropea de George Soros, en Hungría, lleva el nombre de Donald Blinken. Los vínculos con Soros son evidentes, incluso el multimillonario considera a Donald como su «diplomático favorito».
Su posición con respecto a Bashar Al Assad es firme: apoyó la «transición política» en Siria y permanentemente advierte que la libertad, según él, «no se puede alcanzar con el actual dictador, un hombre que ha gaseado y bombardeado con barriles al pueblo sirio», repitiendo la manida y desmentida teoría de las armas químicas.
Blinken no comparte la táctica de vulnerar la presencia de Estados Unidos o de abandonar las organizaciones internacionales, tal como hizo Donald Trump con la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo. El método de Blinken recae en mantener la representación de ese país, en sus propias palabras: «Haría lo contrario de lo que ha hecho la administración de Trump en términos de retirarse de nuestro liderazgo en organizaciones, instituciones y alianzas internacionales».
Blinken aconsejó a Joe Biden en 2003 para que votara la resolución que autorizaba el uso de la fuerza en Irak.
The New York Times describió a Blinken como «un centrista con una racha de intervencionismo».
Como asesor adjunto de Seguridad Nacional (2013−2015) cuando Joe Biden era vicepresidente, Blinken desarrolló planes de agitación política y de inestabilidad en todo el Medio Oriente, con resultados mixtos en Egipto, Irak, Siria y Libia.
En toda la era Obama fue parte del diseño de la política exterior sobre Pakistán, Irán y Afganistán.
Para 2011, tras el asesinato de Osama bin Laden, expresó: «Nunca había visto una decisión más valiente por parte de un líder«, refiriéndose a la decisión tomada por Obama.
Asimismo, apoyó junto a Susan Rice, Samantha Power y Hillary Clinton la catastrófica invasión a Libia en 2011, y también formó parte de los planes de congelación de los activos libios en Estados Unidos, estimados en 30 mil millones de dólares.
En cuanto a Israel, además de ser judío, es cercano al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, apoyando así en 2014 a Israel por hacer uso de la fuerza por razones de «defensa» contra Palestina en Gaza.
Igualmente, jugó un rol clave en la situación con Crimea en 2014 para la administración de Obama.
Al visitar Polonia en 2016, informó el aumento de presencia militar en Europa del Este con ayuda de la OTAN. También impulsó la firma del acuerdo con España en instalar de forma permanente una base militar en la zona de Morón de la Frontera.
Experto en la diplomacia coercitiva con respaldo en la fuerza tanto militar como económica, debido a que las medidas coercitivas son parte de los instrumentos más promovidos por Blinken hacia Rusia y, en su momento con Obama, contra Venezuela, con el fin de labrar el terreno para recrudecer y presionar las acciones imperiales.
No cabe dudas de la línea política con corte intervencionista que conducirá Blinken. Su esquema de alianzas, diplomacia y de esa especie de multilateralismo imperialista que persigue finalmente se encaminan hacia un solo fin: intentos de «cambio de régimen» sobre aquellos gobiernos que no caminen bajo su mismo son.
Nada nuevo en el vecindario.
Fuente: Misión Verdad