Resumen Latinoamericano*, 19 de noviembre de 2020.
A más de dos semanas de haberse celebrado las elecciones generales del 2020 en Puerto Rico, ya pueden advertirse algunas de sus más importantes lecciones. Nunca antes en nuestra historia habíamos tenido que celebrar un proceso electoral en medio de una crisis de salud de la magnitud de la pandemia del COVID-19. Esto obligó a que los comicios se efectuaran bajo unas condiciones extraordinarias que han tenido un efecto determinante en los resultados.
Tomemos como ejemplo el aparente y cuestionado triunfo del gobernador electo del Partido Nuevo Progresista (PNP), Pedro Pierluisi. Tras uno de los cuatrienios de peor gestión gubernamental en nuestra historia reciente, una gran parte del electorado esperaba que el PNP fuese derrotado aplastantemente en estas elecciones. No sólo porque dicho partido ya venía arrastrando un creciente déficit de apoyo- había recibido solo el 42% de los votos en el 2016- sino también porque el gobernador en ese momento, Ricardo Rosselló, fue forzado a renunciar a mitad de término por un pueblo enardecido por su mal gobierno. Las protestas masivas que culminaron con la salida de Rosselló han sido las más numerosas jamás habidas en Puerto Rico.
Si se miran bien los resultados, el llamado “triunfo” de Pierluisi- quien solo obtuvo el 33% de los votos en estos comicios- es incongruente con el resto de las lecciones obtenidas de estas elecciones. Por eso, no es descabellado concluir que dicho resultado se gestó y orquestó desde el interior de la estructura del PNP-comenzando en el proceso de primarias internas de dicho partido- con el objetivo de manipular la situación extraordinaria de la pandemia para lograr la ventaja del candidato, primero en la primaria y luego en la elección general. Recordemos que Pierluisi se frustró cuando trató de alzarse con la gobernación de Puerto Rico tras la salida de Rosselló. Ocupó la silla de la gobernación ilegalmente por cinco días hasta que una decisión unánime del Tribunal Supremo de Puerto Rico lo obligó a abandonarla. Por eso, cuando declaró su candidatura a la gobernación por el PNP para el 2020, su arrogancia y sed de poder seguramente le dictarían intentar ganar a toda costa.
Lo primero que hizo el candidato fue aprovechar la aprobación del nuevo Código Electoral. En un proceso atropellado y atropellante, el PNP saltó sobre las objeciones de la oposición y aprobó en Senado y Cámara un nuevo Código Electoral que expandiría su control sobre la Comisión Estatal de Elecciones (CEE). Con su expandido control sobre la CEE, el PNP también advendría al control de la Junta Administrativa del Voto Ausente y Adelantado (JAVA).
Ya el PNP tenía experiencia reciente acumulada en la manipulación del voto adelantado. Ya lo habían hecho con éxito en el 2016, para asegurar la elección de Ricardo Rosselló. Así se conoció tras la revelación de aquel infame primer “chat” titulado “Coffeebreak”, que les costó sus puestos en Fortaleza a William Villafañe e Itza García, como secretario y sub secretaria de la Gobernación de la administración de Ricardo Rosselló. Ese mismo “chat” fue la evidencia para la causa que culminó en el desaforo y sentencia de cárcel en libertad condicional para el juez presidente de la Junta de Inscripción Permanente de la CEE en Moca, Rafael Ramos Sáenz, quien tuvo a su cargo decidir sobre el voto adelantado de personas encamadas de su región en el 2016.
En el 2020, ese voto adelantado también fue manipulado a beneficio de Pierluisi y otros candidatos del PNP. Bajo las condiciones especiales por la pandemia, dicho voto ha tenido un peso desproporcionado sobre los resultados electorales de este año. Mientras en el 2016 se habían recibido cerca de 14,000 solicitudes de voto adelantado, este año dicho número subió a 227,000. De estas, 57,000 fueron solicitudes tramitadas a través del correo, una vía que anteriormente se había utilizado limitadamente y principalmente para casos de voto ausente. El margen que registran Pierluisi y otros candidatos del PNP en el voto adelantado es lo que levanta sospechas.
Hasta ahora, nadie sabe qué procesos- si algunos- utilizó la JAVA para verificar que las solicitudes de voto adelantado cumplieran con los requisitos estipulados en ley para ser adjudicados como votos legítimos. Lo que sí se percibe es que estamos ante unos resultados electorales ensombrecidos por la sospecha de manipulación y fraude. A esto se le abona la súbita e inesperada aparición de 182 maletines con un número indeterminado aún de papeletas votadas y de material electoral que no se entregó a la CEE el día de las elecciones. De hecho, a la presidenta de JAVA hasta la semana pasada, Vilma Rosado, este asunto de los maletines perdidos le costó el puesto. Ella fue traída a presidir la JAVA por el anterior presidente de la CEE, Juan Ernesto Dávila, y antes había representado al PNP en dicho organismo. Sería muy valioso conocer su testimonio sobre el proceso del voto adelantado.
Provoca ira que el esfuerzo desinteresado y voluntario de tantos funcionarios decentes de todos los partidos, que de buena fe sirven al proceso electoral puertorriqueño, se burle por las acciones cínicas y desvalorizadas de algunos inescrupulosos. Por eso, es necesario combatir la maquiavélica teoría de algunos de que “el fin justifica los medios.” El pueblo puertorriqueño no puede ni debe tolerar el asalto a la CEE y al sistema electoral de Puerto Rico.
*Fuente: Claridad