Por Andrey Manchuk. Resumen Latinoamericano, 21 de noviembre de 2020.
El Comité de la Asamblea General de Naciones Unidas ha adoptado hoy una resolución sobre la lucha contra el enaltecimiento del Nazismo. El documento recuerda la necesidad de combatir el enaltecimiento del Nazismo, neonazismo y “otras prácticas que contribuyan al ascenso de formas actuales de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia”.
El texto fue redactado por más de una docena de países que expresan su preocupación por el enaltecimiento de movimientos Nazis, neonazis y organizaciones que participaron en las Waffen-SS, una glorificación que se produce “también en forma de monumentos, memoriales y demostraciones públicas que enaltecen el pasado Nazi, el movimiento Nazi o movimientos neonazis”. 122 países votaron a favor del texto, 53 miembros de Naciones Unidas prefirieron abstenerse y solo dos estados votaron en contra: Estados Unidos y Ucrania.
Este voto es una humillación nacional para los ucranianos, ya que Ucrania realizó enormes sacrificios en la lucha contra la agresión Nazi que pagó con millones de vidas. El asesinato masivo de personas, las ciudades destruidas, los adolescentes robados, todo ello facilitado por los colaboracionistas locales, así es como la ocupación alemana ha perdurado en nuestra historia. Pero la memoria de esta tragedia está siendo borrada gracias a la política revisionista del Gobierno ucraniano. En el país se erigen monumentos para honrar a criminales de guerra Nazis, entre ellos torturadores que participaron en el Holocausto, que se han convertido en “defensores de la patria”. Y cualquier protesta contra este curso de los acontecimientos es automáticamente calificado de propaganda del enemigo.
Todo ello favorece a la perfección los intereses de Estados Unidos, siempre dispuesto a poyar a las fueras más reaccionarias de ultraderecha en Ucrania de la misma forma que apoyaron a los fanáticos radicales islamistas contra la Unión Soviética o se apoyaron en paramilitares de extrema derecha en América Latina para luchar contra Nicaragua, Cuba y después Venezuela. Están perfectamente satisfechos con la reserva nacionalista del este de Europa. Aunque las autoridades estadounidenses persiguen a sus propios neonazis que lucharon en Donbass junto a los batallones voluntarios a sueldo del Estado ucraniano.
Las élites post-Maidan intentan presentar el Nazismo como el mal menor en relación con el oficialmente prohibido comunismo. Y el inequívoco blanqueo de los Nazis es especialmente llamativo en el contexto de la constante persecución de los símbolos socialistas, que en ocasiones llega a extremos de farsa tragicómica. Estos días se ha producido uno de esos episodios. La corte del distrito Novotroitskoe de la región de Jerson [donde no hubo problema alguno con los carteles con el acta de proclamación de la independencia de Ucrania bajo los auspicios de Adolf Hitler-Ed] ha declarado culpable a una pensionista acusada de publicar símbolos comunistas y distribuir propaganda del régimen totalitario comunista. Entre otras cosas, fue acusada de publicar una fotografía de Brezhnev en su perfil de una red social.
“Entre 2016 y 2018, la mujer publicó fotografías y vídeos con imágenes de símbolos del régimen comunista en su página de Odnoklassniki. Concretamente, el 9 de noviembre de 2016, en el muro de Odnoklassniki, publicó un collage de fotos del jefe de Estado soviético y jefe del partido Leonid Brezhnev con el texto: «Si en Ucrania se apartara a quienes tienen el poder, en cinco años la gente diría: ¿para qué necesitamos a Europa?». En enero de 2017, la mujer publicó una imagen del escudo de la Unión Soviética. Y el 27 de octubre de 2018, publicó varias fotos de figuras soviéticas comunistas sobre el fondo de una bandera roja con la imagen de la hoz y el martillo”, afirman los materiales del caso.
La mujer ucraniana ha sido condenada a cinco años de prisión, reducida a un año de libertad condicional. Eso ha ocurrido en un país en el que asesinos, violadores, terroristas y malversadores viven la vida con impunidad y reciben cargos y medallas de las autoridades. Y los defensores de los derechos humanos a sueldo de Occidente no han prestado atención alguna a la persecución política, ya que aparentemente piensan que la pensionista merecía lo que ha recibido de las autoridades.
Este tipo de persecución es común en Ucrania. Desde la adopción de la represiva ley de descomunización, docenas de personas la han sufrido. Entre los condenados están un estudiante que escribió citas de Lenin en Facebook y un trabajador que limpiaba los cristales del supermercado vestido con una camiseta que llevaba el escudo de la Unión Soviética. O Dmitry Lazarev, un residente de la región de Odessa que izó la bandera roja con la hoz y el martillo el 1 de mayo de 2020 en su casa y ahora se enfrenta a una pena de entre uno y cinco años de prisión. En diciembre de 2019, los tribunales condenaron a otro residente de la región de Odessa a un año de prisión por izar, el 9 de mayo, la bandera de la victoria con la orden de la Gran Guerra Patria, decorada también con los símbolos prohibidos: la hoz y el martillo. Es más, los abogados no han recurrido la sentencia, que ya es firme.
El 8 de septiembre, un joven fue capturado en Lviv por llevar una camiseta con la estrella roja y la hoz y el martillo. Fue entregado a la policía, que inmediatamente abrió una causa penal contra él por violar la ley de descomunización. El veredicto de culpabilidad es prácticamente inevitable en este caso, ya que otro adolescente fue condenado también en Lviv, al encontrársele símbolos socialistas y el Capital de Karl Marx en un registro. El libro del impresionante filósofo y economista fue destruido a decisión del tribunal.
Sin embargo, los ucranianos comienzan a darse cuenta de que la continuación de la descomunización contradice sus intereses más básicos. Así lo evidencian los datos de la encuesta que el Instituto Internacional de Sociología de Kiev y la Fundación de Iniciativas Democráticas han realizado a nivel nacional: el 44% de los ucranianos es contrario a cambiar los nombres de pueblos, calles y ciudades que honran a las figuras comunistas de la etapa soviética. Solo el 29,9% apoya esos cambios en el marco de la descomunización y el apoyo solo supera al rechazo en la región occidental, donde el 43,6% apoya la descomunización. En las regiones del sur y el este, más de la mitad rechazan los cambios de nombre.
Los ciudadanos tampoco están satisfechos con la prohibición de símbolos comunistas, a lo que se opone el 34%, incluyendo el 24,5% en las regiones occidentales, el 31,6% en el centro, el 41,5% en el sur y el 44,2% en el este.
El descontento ya ha empezado a tomar forma de protesta en la práctica. En la región de Poltava, en Karlovka, las protestas han devuelto el descomunizado monumento a Nikolay Podgorny, natural de la localidad. El político ucraniano ocupó entre 1965 y 1977 el puesto más alto de presidente del Presídium del Soviet Supremo de la Unión Soviética e hizo mucho por el desarrollo industrial de Ucrania. Sin embargo, los nacionalistas han prometido derribar el monumento por la fuerza y amenazan también con condenar a los residentes locales según la ley de descomunización.
La lucha contra estos actos discriminatorios es un paso necesario hacia la democratización y desnazificación del Estado ucraniano, para que los diplomáticos no duden en apoyar las resoluciones antifascistas. El país necesita un cambio ideológico radical para que sean los criminales de extrema derecha los que sean juzgados y no las figuras de la época soviética que acabaron con los agresores Nazis.
Fuente: Slavyangrad