Argen­ti­na. La per­ma­nen­cia de su voz

Por Marce­lo Val­ko, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de diciem­bre de 2020.

Esta Noche­bue­na se cum­plen dos años de la par­ti­da de Osval­do Bayer. El voca­blo par­tir hace refe­ren­cia a cor­tar, cer­ce­nar, sepa­rar a quie­nes están uni­dos y me atra­pa la nos­tal­gia que impli­ca lo irre­ver­si­ble. Con Osval­do tuvi­mos una amis­tad de años, de via­jes com­par­ti­dos, de con­fe­ren­cias con­jun­tas, de lar­gas cenas, de muchos brin­dis, de con­ver­sa­cio­nes muy ínti­mas y de com­par­tir una mira­da simi­lar en tan­tas cues­tio­nes. De una gene­ro­si­dad sin lími­tes hon­ró a cua­tro de mis libros con sus pró­lo­gos. Hoy es una mul­ti­tud de recuer­dos dife­ren­tes, frag­men­tos dis­per­sos de una vida inmen­sa que de algu­na mane­ra vol­qué en Anec­do­ta­rio: Via­jes hacia Osval­do Bayer. Tan­tas veces me des­cu­bro ima­gi­nan­do qué pen­sa­ría él sobre un deter­mi­na­do hecho por ejem­plo sobre la pan­de­mia que demues­tra que el mun­do es uno solo, o que pen­sa­rí de la pla­ca de már­mol que la Muni­ci­pa­li­dad de la ciu­dad de Bue­nos Aires colo­có en el fren­te de su casa seña­lan­do “El Tugu­rio. Aquí vivió el his­to­ria­dor, escri­tor y perio­dis­ta libertario”.

Más allá de sus guio­nes cine­ma­to­grá­fi­cos, cen­te­na­res de con­fe­ren­cias o inves­ti­ga­cio­nes que saca­ron a la luz lo que pocos se ani­ma­ban a men­cio­nar, pien­so que el aspec­to cen­tral de Bayer fue edu­car con su ejem­plo de vida. Una exis­ten­cia al ser­vi­cio de la ver­dad y la jus­ti­cia. Tan­tas veces escu­cha­mos decir que nadie resis­te un archi­vo. En su caso, pode­mos ras­trear para atrás el tiem­po que se nos ocu­rra y no que­da­ra infra­gan­ti como tan­tos espe­cia­lis­tas en vol­te­re­tas polí­ti­cas y pan­que­ques inte­lec­tua­les fun­cio­na­les al sis­te­ma que tra­ba­jan de pro­gres y nun­ca sacan los pies del pla­to. En una épo­ca de sal­tim­ban­quis ideo­ló­gi­cos él era todo lo con­tra­rio. Un ejem­plo de cohe­ren­cia entre el hacer y el pen­sar. Bayer se man­tu­vo fir­me en sus con­vic­cio­nes: hones­to, humil­de, ínte­gro y aus­te­ro. Inclu­so fren­te a las ame­na­zas de muer­te en tiem­pos de Isa­be­li­ta, la Tri­ple A y el exi­lio jamás clau­di­có en ese empe­ño. No en vano las calles de las ciu­da­des de Puer­to Desea­do, Pirá­mi­des, Cala­fa­te y Gober­na­dor Gre­go­res reem­pla­za­ron a Julio Roca con su nom­bre. Un país que baja un gene­ral con pron­tua­rio y sube al pedes­tal a un escri­tor que hizo de la éti­ca la nor­ma de vida es lo que Osval­do sem­bró para cons­truir el futu­ro espe­ran­za­dor de una Patria Gran­de en don­de nin­gún geno­ci­dio este hon­ra­do en lo alto de los pedes­ta­les. En ese sen­ti­do, y como un buen gui­ño del des­tino este mar­tes 22 de diciem­bre final­men­te la muni­ci­pa­li­dad de Río Galle­gos reti­ró la esta­tua del gene­ral Julio Roca de cen­tro de la ciu­dad (foto Kari­na Taber­ne). Algo que este liber­ta­rio se había pro­pues­to para todo el país. Des­mo­nu­men­tar a un gene­ral que fue uno de los máxi­mos emplea­dos de la eli­te que en su pri­me­ra pre­si­den­cia se dedi­có a “barrer tol­dos” y en la segun­da a per­se­guir al movi­mien­to obre­ro mien­tras entre­ga­ba milla­res de hec­tá­reas a muy pocas manos. Es bueno recor­dar­lo des­de la lúci­da hon­ra­dez de su pen­sa­mien­to que ase­gu­ra que a la lar­ga la éti­ca siem­pre triun­fa. Tie­ne toda la razón y este 24 brin­de­mos por eso. Es len­to, pero viene…

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *