Por Carolina Melo. Resumen Latinoamericano, 3 de diciembre de 2020.
La psicoanalista Virgínia Bicudo fue pionera y orgullo de la historia de las mujeres negras en Brasil.
Arrojar luz sobre la vida y obra de las pensadoras negras nos ayuda a comprender innumerables contextos históricos y sociales. Mirar hacia atrás nos muestra tanto los cambios derivados de movimientos y luchas, como las permanencias arraigadas en nuestra sociedad.
La elección de Virgínia Leone Bicudo (1910−2003) ejemplifica esto. Nacida en el barrio de Luz, São Paulo, era hija de Giovanne Leone, un inmigrante italiano, y Theófilo Júlio Bicudo, nacido y criado como mayordomo en la tradicional familia Bicudo. El nombre de nuestra protagonista es la síntesis de un momento específico: los vestigios de la esclavitud, la inmigración europea y la modernización de São Paulo. La propia adopción del apellido Bicudo fue una estrategia de su padre que demuestra el intento de cambio y «evolución» familiar necesaria para vivir en un país profundamente enfermo por siglos de esclavitud.
La educación para su familia, así como para muchas familias y personas negras, fue vista como esencial para una posible ascensión social. Para Virginia, en su infancia, la educación también fue una salida frente a la violencia y agresión constantes de sus “colegas”. Así, (des) afortunadamente fue una estudiante aplicada, dedicándose más que muchos otros, a pesar de no ser reconocida.
Su dedicación dio sus frutos y en 1932 se graduó en Educación para la Salud en el antiguo Instituto de Higiene de São Paulo. Como educadora en salud, tuvo contacto con varios temas emergentes, como por ejemplo, la contención y el seguimiento de las mujeres que trabajaban en la calle- siendo en ese período cuando se produjo la lamentable anécdota que recuerda «Mulher direita não anda na Rua Direita». Para Virgínia Bicudo, esta y sus diversas profesiones eran también formas de entender el racismo y ayudar a la población negra. Ella era una mujer de su tiempo y luchó con las herramientas que existían en su día.
En 1938, se convirtió en la única mujer negra en obtener un diploma en Ciencias Políticas y Sociales de la Escuela Libre de Sociología y Política. Al graduarse, conoció a Adelheid Koch, una psicoanalista judía que llega a Brasil para escapando del nazismo. Y con el título en mano, Virgínia Bicudo se conviertió en la primera psicoanalista en América Latina.
Lo que llama la atención de este movimiento es cómo la discusión sobre salud mental se hizo muy popular recientemente. No hace mucho tiempo se podía escuchar que “la depresión era una enfermedad de los ricos” u observar la dificultad de la población negra y pobre para acceder a profesionales en esta área. Y, de otra manera, repito: la primera persona que se analizó en América Latina fue una mujer negra o, para los términos de la época, una mulata.
En un intento por comprender mejor las actitudes raciales de las personas, migra al psicoanálisis. Virginia fue la primera psicoanalista no médica en Brasil, lo que abrió el camino para que la Medicina no fuera un requisito en la formación. Durante este período, se enfrentó a numerosas acusaciones de charlatanería, principalmente de personajes poderosos, como es el caso de Flamínio Fávero. Una búsqueda detallada sobre éste Fávero ayuda a comprender los vínculos entre Medicina y racismo.
A pesar de estar informada vivencialmente sobre el tema racial en sus elecciones profesionales, solo dos de sus trabajos tienen este enfoque: Estudio de las actitudes raciales de negros y mulatos en São Paulo, su disertación de maestría, y Actitudes de estudiantes de grupos escolares en relación con la Color de sus colegas, resultado de su participación en el Proyecto Unesco-Anhembi, trabajo coordinado por Florestan Fernandes y Roger Bastide.
Su trabajo para el Proyecto Unesco-Anhembi fue utilizado por varios autores, principalmente Florestan Fernandes, en este mismo proyecto, pero nunca referenciado ni citado. En la edición final, su nombre ni siquiera aparece.
Su biografía pasó a primer plano tras el meticuloso trabajo de Janaína Damasceno Gomes, profesora de la UERJ, que resultó en la apasionante tesis Los secretos de Virgínia: estudios raciales en São Paulo (1945−1955). Fue en este trabajo que basé este artículo y por lo tanto agradezco a la Prof. Janaína por este trabajo, y por tantos otros.
Hoy en día, algunos términos sobre temas raciales han caído en desgracia, como la actitud, y otros innumerables surgen y demarcan la democratización de la educación superior en sí. Es cada vez más común, y eso no significa fácil, que las mujeres negras ingresen a las universidades. El trabajo de recuperar pensadores negros olvidados o borrados en la historia (normalmente realizado por otros investigadores afroamericanos) es importante porque vemos que siempre hemos estado en este espacio y hemos hecho cambios importantes en la academia y la sociedad.
Aún así, muchos de nosotras, cuando leemos las repercusiones de nuestros trabajos, no somos citadas ni referenciadas. Parece que el mensaje general es: las mujeres negras son asuntos de mujeres negras, cuando de hecho mirar estas trayectorias puede darnos herramientas valiosas para transformaciones que todos disfrutarían. Gracias a los movimientos de mujeres negras, muchas cosas han cambiado, pero mirando lo que ha quedado, surgen dos preguntas: ¿Qué sociedad y universidad deseamos? ¿Son las mujeres negras las únicas responsables de los movimientos estructurales de la sociedad?
Fuente: Carta Capital