Por Moisés Mendes. Resumen Latinoamericano, 7 de diciembre de 2020.
Existe una teoría que ofrece un método para retrasar deliberadamente el plan de vacunación en Brasil. Cuanto más retrasa la planificación de la inmunización contra el Covid-19, más tiempo gana Bolsonaro para que Paulo Guedes intente recuperar la economía.
De acuerdo con esta macabra táctica, es posible, luego de que el PIB subió 7.7% en el tercer trimestre, esperar que la producción reaccione a partir de ahora y reaparezcan algunos empleos. Todo en medio del segundo brote de la pandemia.
En ese entorno, no habría prisa por la inmunización. Bolsonaro ganaría tiempo, después de subestimar y enmascarar el alcance de la pandemia, llegando incluso a almacenar tests que tal vez nunca se utilicen.
El otro escenario, con la vacuna, sería este. Si las personas se vacunan a principios de año, aún en un entorno de inseguridad económica y con el fin del beneficio de emergencia, Bolsonaro puede enfrentar un clima hostil e incluso disturbios callejeros.
¿Es una tesis extraña? En el Brasil de Bolsonaro, nada es sorprendente o exótico. El tipo boicoteó la vacuna desde el principio. Y parece haber un plan, además del berrinche, morbosidad e irracionalidad habitual en su comportamiento.
Cada vez es más evidente que no habrá vacuna para todos. Quizás pronto se descubra que Brasil tendrá una vacuna para unos pocos.
¿Y qué hacen los brasileños? Esperan una vacuna que quizás nunca llegue. ¿Quién dice que habrá una vacuna? ¿Qué vacuna? ¿Oxford? En que cantidad? La vacuna es un espejismo hasta ahora.
El sábado, los consejos de secretarios de salud estatales y municipales (Conass y Conasems) difundieron una nota en la que abogan por que el gobierno compre todas las vacunas que sean accesibles y con reconocida eficacia y seguridad.
Pero, ¿acaba de decidir hacer la apelación? Bolsonaro boicotea la vacunación, el ministro de Salud no puede y los gobernadores no reaccionan.
Existe un sentimiento generalizado de que la pandemia ha detenido al mundo y ha favorecido a los déspotas, con la inmovilización de poblaciones, con raras excepciones.
Gobernadores que han sido protegidos por el cierre de la pandemia, como Sebastián Piñera, en Chile, pueden enfrentar serios problemas desde el momento en que la gente se sienta segura para salir a la calle.
En el caso brasileño, no exagere quien imagina el peor de los escenarios, cuando la gente se da cuenta de que, desde rusos e ingleses hasta australianos y argentinos, todos están siendo vacunados, mientras nosotros estamos expuestos.
El sentimiento hoy es que habrá una vacuna para todos, excepto para Brasil. Estamos esperando a Godot y a la vacuna.
Bolsonaro necesita esperar que su negación funcione por un tiempo más y que el brasileño siga resignado al crimen contra la salud pública que ya mató a 176 mil personas y anestesió al país.
Fuente: brasil247.com
Traducción: Resumen Latinoamericano