Brasil. Un papelón para Bolsonaro, un problema para la izquierda

Bra­sil. Un pape­lón para Bol­so­na­ro, un pro­ble­ma para la izquierda

Por Eric Nepo­mu­ceno. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de diciem­bre de 2020.

Al prin­ci­pio de la noche del domin­go se cono­cie­ron los resul­ta­dos de la segun­da vuel­ta para la elec­ción de alcal­des en 57 muni­ci­pios bra­si­le­ños, entre capi­ta­les pro­vin­cia­les y ciu­da­des con más de 200 mil electores.

No hubo sor­pre­sas sig­ni­fi­ca­ti­vas entre los gana­do­res, pero lo que lla­mó la aten­ción de obser­va­do­res y ana­lis­tas, ade­más de los diri­gen­tes par­ti­da­rios, fue la dife­ren­cia de votos entre elec­tos y derro­ta­dos, que en casi todos los casos superó lo que pre­veían los son­deos de opi­nión rea­li­za­dos dos días antes. Tam­bién se con­fir­mó, con una úni­ca y ais­la­da excep­ción, que los can­di­da­tos defen­di­dos por el ultra­de­re­chis­ta pre­si­den­te Jair Bol­so­na­ro tuvie­ron un desem­pe­ño más bien des­cep­cio­nan­te en las urnas.

Ese dato refuer­za el ais­la­mien­to del man­da­ta­rio, cuya ima­gen nega­ti­va cre­ció de mane­ra expo­nen­cial en algu­nas de las capi­ta­les más impor­tan­tes del país, en espe­cial Sao Pau­lo y Sal­va­dor de Bahía. Otro aspec­to que lla­mó la aten­ción ha sido el sur­gi­mien­to de al menos dos lide­raz­gos jóve­nes que en estas elec­cio­nes vie­ron sus imá­ge­nes exten­der­se mucho más allá de los lími­tes de sus res­pec­ti­vas ciu­da­des o pro­vin­cias, para inser­tar­se en el esce­na­rio nacional.

Un ter­cer dato se refie­re al volu­men iné­di­to de abs­ten­cio­nes y ausen­tis­mo por todo el país, que en Rio de Janei­ro rozó el 36% del elec­to­ra­do. Con eso, si se con­si­de­ra el total de elec­to­res aptos para votar, 1.614.343 opta­ron por abs­te­ner­se, un volu­men de votos que supera el total de los que opta­ron por el ex alcal­de dere­chis­ta Eduar­do Paes, que alcan­zó 1.600.000 votos váli­dos (o sea, excep­tuán­do­se los nulos, en blan­co y abstenciones).

Y el actual alcal­de, Mar­ce­lo Cri­ve­lla, un auto­nom­bra­do obis­po de una de las sec­tas evan­gé­li­cas dedi­ca­das a recau­dar fon­dos explo­tan­do la fe aje­na, tuvo 913.000 votos. Entre los sufra­gios váli­dos, casi un 36%, muy por enci­ma de lo que indi­ca­ban los son­deos que le daban menos del trein­ta en pro­me­dio. Cri­ve­lla con­tó con el res­pal­do de Jair Bol­so­na­ro que, acor­de a lo pre­vis­to, sufrió dos espec­ta­cu­la­res derro­tas en Sao Pau­lo (su can­di­da­to ni siquie­ra pasó a la segun­da vuel­ta) y Rio, las dos prin­ci­pa­les ciu­da­des del país.

El mis­mo ausen­tis­mo se hizo sen­tir por todos lados, pero el argu­men­to de que se tra­tó de pre­ca­ver­se con­tra los peli­gros de la segun­da ola del coro­na­vi­rus (nega­da, pese a su obvie­dad, tan­to por Bol­so­na­ro como por su gobierno) cae por tie­rra cuan­do se obser­va cómo las pla­yas de Río y los par­ques de todas las ciu­da­des bra­si­le­ñas esta­ban copa­das por mul­ti­tu­des en bús­que­da de los pla­ce­res de un domin­go de sol.

El balan­ce de la izquierda

Las dos nue­vas figu­ras que logra­ron exten­der sus imá­ge­nes a nivel nacio­nal son Guilher­me Bou­los, que en Sao Pau­lo (ciu­dad en que el índi­ce de abs­ten­cio­nes tam­bién superó la casa de los 33 pun­tos) per­dió ante el actual alcal­de, el dere­chis­ta Bruno Covas, y de Manue­la D’Ávila, que lle­gó a la segun­da vuel­ta y per­dió con el tam­bién dere­chis­ta Sebas­tião Melo la alcal­día de Por­to Ale­gre. Nin­guno de los dos ganó la alcal­día, pero gana­ron pro­yec­ción nacional.

Bou­los dis­pu­tó por el PSOL, naci­do de una diver­gen­cia inter­na del PT, y Manue­la por el Par­ti­do Comu­nis­ta do Bra­sil. Ambas agru­pa­cio­nes tie­nen un peso muy peque­ño tan­to en Sao Pau­lo como en Por­to Ale­gre, por no men­cio­nar al res­to del país. El ascen­so de los dos, pero espe­cial­men­te de Bou­los, deja cla­ra la pers­pec­ti­va de la aper­tu­ra de una reno­va­ción en las corrien­tes pro­gre­si­vas en Brasil.

En tér­mi­nos com­pa­ra­ti­vos, de la mis­ma for­ma que Lula es una figu­ra cuya pro­yec­ción exce­de la de su par­ti­do, el PT (aun con­si­de­rán­do­se que se tra­ta de la mayor agru­pa­ción de izquier­da de todo el con­ti­nen­te latino-ame­ri­cano), tan­to Bou­los como Manue­la supe­ran, con cre­ces, el peso de sus res­pec­ti­vas siglas.

Hay varios aspec­tos a con­si­de­rar con rela­ción al cam­po pro­gre­sis­ta, bajo la tur­bu­len­cia ince­san­te pro­vo­ca­da por los des­va­ríos de Bol­so­na­ro y su gobierno tan iner­te fren­te a los gra­ví­si­mos pro­ble­mas enfren­ta­dos por Bra­sil como abso­lu­ta­men­te devastador.

Des­de el encar­ce­la­mien­to de Lula da Sil­va lue­go de un jui­cio pla­ga­do de mani­pu­la­cio­nes e irre­gu­la­ri­da­des coman­da­das por el ex juez Ser­gio Moro (quien lue­go fue “com­pen­sa­do” por Bol­so­na­ro con el car­go de minis­tro de Jus­ti­cia, has­ta ser defe­nes­tra­do), la izquier­da bra­si­le­ña pare­ce haber per­di­do el rum­bo. Lula fue impe­di­do de dispu­tar las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les en 2018, y lue­go de reco­brar la liber­tad no asu­mió, como espe­ra­ban sus segui­do­res, el lide­raz­go natu­ral de la oposición.

La fal­ta de pro­pues­tas con­cre­tas y de accio­nes efec­ti­vas para for­mar un fren­te amplio de izquier­da y cen­tro-izquier­da tuvo efec­tos con­tun­den­tes. Buen ejem­plo de esa situa­ción es veri­fi­car que por pri­me­ra vez des­de la rede­mo­cra­ti­za­ción, o sea, los últi­mos 35 años, el PT no logró ele­gir ni un alcal­de de capi­tal pro­vin­cial en Bra­sil. La dere­cha y el cen­tro-dere­cha, mien­tras tan­to, tra­ta­ron de recha­zar con vehe­men­cia el des­equi­li­brio y el radi­ca­lis­mo de Bol­so­na­ro y sus segui­do­res más fie­les y faná­ti­cos, pre­sen­tán­do­se como un fac­tor de mode­ra­ción en un país que asis­te per­ple­jo al cre­ci­mien­to desen­fre­na­do del extremismo.

Habrá que ver qué ven­drá en el con­tur­ba­do esce­na­rio polí­ti­co lue­go de elec­cio­nes en que per­dió la izquier­da, pero mucho más per­dió la ultra­de­re­cha encar­na­da por el pre­si­den­te Bolsonaro.

Itu­rria /​Fuen­te

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